Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel
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INCIPIT 1.484. LA REVELACION / AM HOMES


Miércoles, 5 de noviembre de 2008

Hotel Biltmore, bar de la segunda planta

Phoenix, Arizona

1.00 h

Esto no puede pasar aquí.

Lleva noventa minutos en el bar; han entrado y salido una docena de hombres que, tras ahogar sus penas y cerrar algún negocio, se van directos a la cama.

Tiene cuatro vasos de whisky delante: todos diferentes, ninguno vacío.

En una esquina hay un televisor encendido, sin sonido, el busto parlante encargado de hacer el análisis a posteriori estará en pantalla toda la noche. En la otra esquina, junto a la ventana, una pareja se morrea como si no hubiera un mañana. Y en mitad de la barra hay un chiflado que no para de mover con el pulgar la ruedecita de un Zippo, provocando chispas con el pedernal. «A prueba de viento», dice cada vez que prende la gasolina. «A prueba de viento.»

-Soy tan responsable como el que más -le comenta el Pez Gordo al barman-. Aunque sea por humildad, un hombre tiene que asumir la responsabilidad de sus fracasos.

-Suena como un acusado declarándose culpable -le dice el barman.

-Soy culpable.

-Nadie es profeta en su tierra, ningún médico atiende a sus propios familiares.


INCIPIT 1.187. ESTE LIBRO TE SALVARA LA VIDA / AM HOMES


Mira por el ventanal. La ciudad se extiende a sus pies, envuelta en un sopor nebuloso. Baja presión. Las nubes ruedan sobre las colinas, emanando de grietas y fisuras como si la geografía misma enviara señales de humo.

Allá abajo, al final de la cuesta, una mujer nada y su larga melena castaña flota en el agua. Su bañador es un precioso punto rojo vivo, un ave tropical rara en una superficie de un azul celestial. Nada crawl todas las mañanas; bracea como una olímpica. Se solaza nadando, se recrea en su determinación, el ritmo, la rutina, en el hecho de estar despierta cuando él está despierto.Bracea con urgencia; no puede no nadar. Ella, la nadadora, es su confidente, su musa, su sirena.

Él está en el ventanal; no suele estar ahí, al menos a esas horas. Normalmente se levanta y se sube a la máquina: él corre mientras ella nada. Corre observando cómo circula la  teleimpresora electrónica, negocia desde un teclado atado a la cinta rodante, teclea mientras corre, hace sus apuestas, ajusta posiciones, juega a corto y a largo, calcula cuánto se puede jugar al alza y a la baja, a lomos de una onda electrónica invisible.

Él suele, suele. Hoy nada es igual y sin embargo es exactamente igual y nunca volverá a ser lo mismo.

CRECI CONVENCIDA DE QUE TODAS LAS FAMILIAS ERAN MEJORES QUE LA MIA

De La hija de la amante de AM Homes, p.76-77
Crecí convencida de que todas las familias eran mejores que la mía. Crecí observando sobrecogida a las demás  familias, capaz a duras penas de soportar las sensaciones, el placer casi pornográfico de presenciar intimidades tan nimias. Me mantenía al margen, sabiendo que por mucho que te incluyan -te inviten a comer, te lleven de viaje con ellos- nunca eres la titular, eres siempre la “amiga”, la primera a la que dejan atrás.
El cine está lleno de familias, parejas, jóvenes y viejos. Encuentro un asiento libre en la mitad de una fila: todos se levantan para dejarme pasar. Estoy sentada sola en el cine, claramente consciente de que no quiero pasar el resto de mi vida sola, asustada de pensar que nunca conseguiré construirme una vida, de que estoy demasiado rota para establecer vínculos con otra persona.

La película, basada de una novela de Thomas Keneally, relata la historia real de Oskar Schindler, un empresario alemán, un nazi, un mujeriego, que en última instancia cambió por completo y salvó la vida de mil cien judíos. La veo pensando en Norman, Norman como Schindler. Alemán, católico, carismático, encantador, luchando con el bien contra el mal. Veo al comandante del campo de prisioneros Goeth, que dispara a los judíos para hacer prácticas de tiro, y pienso en el carácter aleatorio e imprevisible de la historia. Ni siquiera los que  parecen decentes o incluso heroicos lo son; son humanos, profundamente deficientes. Se trata de la degradación del alma, de la lucha por mantener un pequeño sentido de la propia identidad entre tantas pérdidas, por mantenerse vivos en un campo de exterminio, por seguir siendo humano y un ser vivo incluso en la muerte. Son los cristianos contra los judíos, la división de familias, curiosamente pertinente.

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