Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel
Mostrando entradas con la etiqueta Entropía. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Entropía. Mostrar todas las entradas

ENTROPIA, PYNCHON


Los lenguajes de la verdad, Salman Rushdie, p. 267

Las dos grandes ideas opuestas en la obra del solitario novelista estadounidense Thomas Pynchon son la paranoia y la entropía. Sus numerosos personajes paranoicos, como Herbert Stencil en V. y casi todos los de La subasta del lote 49, están convencidos de que se les oculta la verdadera forma y el verdadero significado del mundo, y que unas fuerzas colosales -Gobiernos, empresas, extraterrestres- están actuando y manejan el mundo al mismo tiempo que ocultan su existencia tras pantallas impenetrables. Estos personajes existen en contraposición con otro grupo de arquetipos, como el marinero Benny Profane y sus amigos de «Toda la tripulación enferma» en V., para quienes la vida parece ser una fiesta de la cerveza que va decayendo lenta y casi catatónicamente sin llegar nunca a acabar.

La segunda ley de la termodinámica nos dice que el calor siempre fluye del objeto más caliente al más frío, de modo que, gradualmente, el más caliente se vuelve menos caliente y el más frío se calienta más. Cuando este principio se aplica a escala universal, se da a entender que  la energía calorífica de todos  los objetos calientes -es decir, las estrellas- se disipará lentamente, extendiéndose a la materia menos caliente, hasta que, al final, toda la materia del universo estará a la misma temperatura y no quedará energía utilizable. Todo el cosmos será víctima de un enervamiento terminal. Esto es lo que William Thomson, el primer barón Kelvin ( una persona de carne y hueso, y no una invención pynchoniana) describió en 1851 como «la muerte por calor del universo». Con la disipación universal de la energía habría un momento en el que cesaría todo movimiento. La interminable fiesta de la cerveza de Benny Profane por fin acabaría.


ENTROPIA NEGATIVA


Vida, la gran historia, JL Arsuaga, p. 108
Pero, entonces, ¿qué es la vida? ¿Dónde reside su complejidad?
Una manera de contestar a esta pregunta (o, mejor dicho, de aproximarnos a una respuesta satisfactoria que todavía no se ha encontrado del todo) es recurrir a la termodinámica, como hizo el físico Erwin Schrodinger en 1944 en su muy citado libro Qué es la vida. Este famoso físico (y Premio Nobel) hizo notar que una célula se enfrenta al temible segundo principio de la termodinámica, según el cual todo sistema completamente cerrado tiende inevitablemente al aumento de la entropía, es decir, se desliza hacia el estado de máximo desorden (o de mínima organización), que es el de equilibrio termodinámico o, si nos queremos poner dramáticos, de muerte.
Para que un animal viva es necesario que entre desde el exterior alimento, agua y oxígeno. Tiene que comer, beber y respirar. La vida está basada en el metabolismo, que, nos dice Schrodinger, significa en griego “cambio” y también «intercambio». Pero ¿qué es aquello que se intercambia y mantiene al organismo con vida?, se pregunta el mismo Schrodinger. Tradicionalmente se nos ha contado, recuerda Schrodinger, que el intercambio del ser vivo con el exterior es de materia y energía. Pero, en un organismo en estado estacionario (es decir, estable), ¿qué diferencia hay entre un átomo de dentro y uno de fuera, entre una caloría de dentro y una de fuera? ¿Por qué habría de intercambiar átomos y calorías con el exterior? La verdadera respuesta, dice Schrodinger, está en el segundo principio de la termodinámica. En efecto, para mantener constante el orden y la organización dentro del organismo, tiene que incrementarse la entropía (el desorden y la desorganización) fuera. Cualquier proceso o acontecimiento que ocurre en la naturaleza representa fatalmente un incremento de la entropía allí donde se produce. Un ser vivo está continuamente incrementando su entropía y, en consecuencia, tiende irremisiblemente hacia el estado de máxima entropía, que es la muerte. Para librarse de ella, todo el tiempo extrae del entorno orden. Así, mantiene su organización interna alimentándose de lo contrario de la entropía, comiendo lo que se podría llamar entropía negativa. O, puesto a la inversa, lo esencial del metabolismo es que el organismo intenta deshacerse constantemente de toda la entropía que no puede evitar producir mientras vive. La vida no viola las leyes de la física -las de la termodinámica, en este caso-, pero representa un caso muy especial.

ENTROPIA

Pureza, Jonathan Franzen, 536
-En primer lugar -le dije--, el calor que usa la calefacción es el que sobra del motor. El consumo extra de gasolina es cero. Si hubieras conducido alguna vez, quizá lo sabrías. Para ser más exactos, conservar el calor en un entorno de frío nunca es eficiente.
-Eso es completamente falso.
-No, es cierto.
-Completamente falso. -Parecía ansioso por discutir--. Si estás calentando una casa, es mucho más eficiente mantener una temperatura de dieciséis grados toda la noche que subirla desde los cinco grados por la mañana. Mi padre siempre lo hacía en la dacha.
-Tu padre se equivocaba.
-;Era el principal economista de una nación grande e industrializada!
-Ya empiezo a entender mejor por qué la nación fracasó.
-Créeme, Tom. En esto te equivocas.

Daba la casualidad de que mi padre me había explicado la termodinámica de las calefacciones domésticas. Sin mencionarlo, advertí a Andreas que el índice de transferencia calórica es proporcional al diferencial de temperatura: cuanto más caliente está la casa, más profusamente se desangra al dispersar su calor en la noche fría. Andreas intentó rebatirlo con cálculos integrales, pero yo también recordaba esos fundamentos. Mantuvimos un forcejeo verbal mientras conducía. Aportó argumentos cada vez más esotéricos, negándose a aceptar que su padre no tenía razón. Cuando al final lo derroté, me di cuenta de que algo había   cambiado entre nosotros, como si la costura de nuestra amistad se hubiera reforzado. Parecía confundido y admirado a la vez. Hasta entonces, creo que no me había tenido en cuenta como posible adversario intelectual.

ECONOMIA

De Blanco nocturno, de Ricardo Vigila, p. 288
«Imputar a los medios de producción industrial una acción perniciosa sobre los afectos es reconocerles una potencia moral. ¿Acaso las acciones económicas no forman una estructura de sentimientos constituida por las reacciones y las emociones? Hay una sexualidad en la economía que excede la normalidad conyugal destinada a la reproducción natural» (dictado a Schultz).

DE LA ENTROPIA APRES HERZOG

De Herzog, de Saul Bellow, p. 233-234
Apreciado doctor Schrodinger: En ¿Qué es la vida? dice usted que en toda la Naturaleza, sólo el hombre vacila antes de causar daño. Como quiera que la destrucción es el gran método mediante el cual produce la Naturaleza nuevos tipos, el no querer causar dolor puede ser un deseo humano de impedir que se cumpla la ley natural...
[…]
En las observaciones que hace usted sobre la entropía... es decir, cómo se mantiene el organismo contra la muerte o, como dice usted, contra el equilibrio termodinámico... Por ser una organización inestable de materia, el cuerpo está siempre amenazando con abandonarnos. Se marcha. Y esto que digo es verdad; es el cuerpo
el que desaparece y no nosotros, no yo. Mientras este organismo
capaz de conservar su propia forma y sacar lo que necesita de su ambiente, atrayendo una corriente negativa de entropía, o sea, el ser de otras cosas que él usa, devolviendo el residuo ai mundo en una forma más simple. Estiércol. Desechos nitrogenados. Amoníaco. Pero la resistencia a causar dolor unida a la necesidad de devorar.., el resultado es muy peculiar de la humanidad y consiste en admitir y negar, al mismo tiempo, los males. O sea, se lleva una vida humana y al mismo tiempo una vida inhumana. En realidad, se quiere tenerlo todo y se combinan todos los elementos con inmensa ambición. Morder, tragar y, al mismo tiempo, compadecerse del alimento. Tener sentimientos y, a la vez, comportarse brutalmente. Se ha sugerido (y por qué no?) que nuestra resistencia a causar dolor es en realidad una forma extrema, una deliciosa forma de sensualidad y que aumentamos la lujuria inyectándole preocupación moral. De modo que así actuamos en dos direcciones contrarias a la vez. in embargo, no se pueden negar las realidades morales, le aseguró Herzog al mundo entero mientras tiraba de la correa del veloz coche para no perder el equilibrio. Y es tan seguro que existen esas realidades como las moleculares y atómicas.

WIKIPEDIA

Todo el saber universal a tu alcance en mi enciclopedia mundial: Pinciopedia