Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel
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ANTIGUAMENTE

De La tablillas de boj de Apronenia Avitia, ca. 370 
LXXXII. Los signos de la felicidad
Tales son los signos de la felicidad: una fortuna heredada.
Una lengua precisa, el acento de quienes no tienen acento.
Un parque variado, umbroso, montuoso y profundo.
Un cuerpo robusto.
Amigos diferentes, locuaces, que sepan leer, pero también comensales indulgentes y un poco groseros.
El rostro de un hombre cuyos ojos traicionan todas las emociones como un espejo de Oriente.
Un sueño de cinco horas, a poco que sea ininterrumpido.
La compañía de un hombre que ama el placer, es decir, la cortesía del placer.
Un terror moderado a la muerte.
Tomar un baño.

El uso de la lira.

ANTIGUAMENTE

Un diamante de Ferlosio:
(Perlas de la lengua) Se encuentran a veces en los textos más modestos como aquel de Las hijas de un sevillano que cantan las niñas saltando a la comba: “Un día a la más pequeña / le tiró la inclinación / de irse a servir al rey / vestidita de varón”. ¡Pero qué maravilla es esa de “le tiró la inclinación”!
En El País del jueves 22 de enero de 2009

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