Aún tardé unas semanas en descubrir que, efectivamente, aquel hombre era un poeta, y se llamaba Manuel Cuña Novás. No había leído nada suyo, pero enseguida –aunque no fue fácil- conseguí un ejemplar de Fabulario novo, un libro que había publicado en 1952 y que hoy constituye uno de la piedras miliares de la literatura gallega en la “longa noite de pedra”. No podía imaginar que lo conocería poco después personalmente, y que le escucharía decir que la juventud es una odisea. Yo, que la padecía –la juventud, quiero decir- de forma tan atormentada casi me sentí redimido al conferirle el poeta un aura de odisea.
En
Los hijos de Cuña Novás, Miguel y Jorge, ya tenían su leyenda en Pontevedra, aunque no los conocía personalmente. Habían fundado la academia Germinal y todos sabíamos que eran anarquistas. ¡Anarquistas, nada menos! Mis padres habían preferido que no estudiara en Santiago para apartarme de la política y de "la agitación estudiantil" (sabían de sobra que no resultaría difícil que me tentara) y el primer año que estoy en Pontevedra se convoca la primera huelga en la historia de
Pasaron los años, conocí personalmente a Miguel Cuña cuando era director del Instituto de FP de Tui, coincidimos en la campaña anti-OTAN, y en los últimos veinte años, como ya saben los asiduos de la escuela de los domingos, nos vemos muchos sábados en la librería Michelena de Pontevedra. A partir de 2005, organiza desde
El pasado 19 de octubre, domingo, invitados por Miguel Cuña, asistimos a la última jornada de diseño y maquetación del libro que contiene las Poesías de Manuel Cuña Novás, la obra poética en gallego –Fabulario novo- y en castellano –Mar de otra luz-. Con ese motivo me reencuentro con Román Dorado después de tantos años y conozco a Osmundo Barros –ambos, brumarios impenitentes-.
Pero en cuanto se abre la puerta de
La edición constituye una obra primorosa. El diseño y maquetación de Esther Casal y Osmundo Barros, y los dibujos de Xosé Luis de Dios, dialogan con los poemas de Manuel Cuña Novás iluminándose recíprocamente, arrancándose fulgores mutuos, alumbrando destellos cómplices.
Para nosotros representó un honor ser testigos del tramo final de un proceso que adivinábamos delicado, intenso, incluso emocionante. Pero el maestro –me refiero a Xosé Luis de Dios, claro- se había impacientado más de una vez en reuniones anteriores por la lentitud con que avanzaba el trabajo, porque la reflexión sobre las resonancias entre un dibujo y un poema podía llevarles a la lectura de otro poema, de Höldelin, de Leopardi o de la dama de Amherst, y de paso a sus consiguientes meditaciones.
En esa jornada de la que fuimos testigos privilegiados, el maestro se resignó ya a la cadencia de la sesión, se alejó hacia el sillón y se entretuvo conversando con Román Dorado a propósito de Juan de Yepes –efectivamente, San Juan de
Para dar cuenta de ese proceso que nosotros adivinamos a partir de su ocaso, nadie mejor que las palabras de Esther Casal con que presentó la edición en el seno del IV Brumario Poético, el 2 de diciembre pasado. He aquí un fragmento de su alocución:
“…al principio, nos asomamos de puntillas a considerar algunas de las especulaciones tradicionales sobre la relación entre poesía y pintura, que arrancan desde la repetida frase de Simónides de Quíos - la poesía es pintura que habla; la pintura es poesía muda—; que arrancan, decía, desde tan lejos, y han continuado hasta el presente, con tema y variaciones, porque cada época elabora su propia visión del asunto y así lo refleja..."
"...Pero en nuestro empeño había un fuerte impulso hacia la acción, y fue en la propia tarea donde poco a poco se nos desveló la naturaleza musical del método más apropiado: se trataba de pulsar las cuerdas de los poemas, y dejarnos llevar por la intuición para escuchar o inventar sus correspondientes armónicos en los dibujos; pronto empezamos a darle nombres y ellos, a su vez, a ocupar su sitio, de caminante, de árbol, de esfinge o de ángel, habitando los poemas..."
"...De esta forma los días se nos fueron llenando de resonancias. Visuales y sonoras, una especie de sinestesia persistente, una fiesta sensorial en la cual cada uno de nosotros se acomodaba con naturalidad a su personal historia de lector, hasta que la flexible pauta en la asunción de tareas que había presidido los primeros pasos se diluyó por su propia cuenta.”
FIESTRA QUE CRAREAS
Fiestra que crareas
roupa do azar: bordado
o envés do meu silenzo:
na eternidade que agardo.
Lindeiro do entresono,
lenta cifra do espazo
medido nas ausencias
da eternidade que agardo.
Amorosa do límite
para unha luz de paxaro:
meu corazón presinte
a eternidade que agardo.
COMO DEITA O TEMPO
Como deita o tempo o meu segredo
do mañán para sempre
feito de onte, eterno.
TÚ
Así, como siempre, ellos yerran por el caos
viviente. Tú
le darás la demencia hecha ramos de luz.
De aquí abajo, como siempre, tejen para todo
escalas. Tú
soñarás para ellos libres alas de luz.
Tiran, como siempre, ciegos, piedras al desnudo
azul. Tú
resistirás, sangrando, más alto, con tu luz.
Ahora, con el libro en las manos, en los poemas de Manuel Cuña Novás resuena su voz, y presiento su presencia, que a veces viene y a veces se aleja, como aquel día hace tantos años, vestido de negro y la mirada clara.
(Los dibujos, está de más decirlo, son de Xosé L. de Dios)