Hoy he vuelto a ver Twin Peaks. Fuego camina conmigo.
La primera vez que la vi fue en 1993, en plena fiebre lynchniana. Una cinta pirata de VHS que un amigo había conseguido de vete a saber dónde. En versión original sin subtítulos. Y como miembros del culto a David Lynch que éramos la vimos en completo silencio sin entender absolutamente nada, pero atrapados por el aire de terrible pesadilla que eran aquellas imágenes.
David Lynch era un dios para nosotros.
La irrupción de Twin Peaks en mi vida marcó un punto de inflexión en mi relación con la ficción cinematográfica. Había otras cosas allí afuera y eran diferentes de cómo me las habían dicho. A partir de ese momento me vi todo lo que pude de David Lynch y de cada miembro del reparto. Me leí los libros oficiales y no oficiales y empecé a ver el cine de otra forma.
Algo parecido me ha pasado con muy pocas películas.
Jurassic Park III es otra de esas películas. Y lo digo sin ironía.
Pero de ásta ya hablaré otro día.
Hoy la he vuelto a ver.
A. y la nena se han ido a dar una vuelta y me he quedado solo en casa. Podría haber recogido la casa, preparado la comida, sacado el polvo de la estantería de los muñecos. Podría haber escrito. Muchos podrías, sí. Lo que he hecho es ponerme a ver una película que tenía pendiente revisitar desde hace muchos años.
Y joder.
Sigo sin entender los abucheos en Cannes (bueno, sí, lo entiendo... imagino la cara de los críticos oficiales ante el despliegue de MAL en mayúscula de esta pesadilla y como esto no se corresponde a los que algunos creen que debe ser el "cine") y la mala recepción crítica aún tantos años después. Una película críptica, alucinada, arisca, cruel, molesta, imperfecta (benditas imperfecciones), que no mima al espectador, que lo desafía e irrita.
Volver a Twin Peaks para ver otra cosa y que no ofrezcan lo mismo.
Y Sheryl Lee.
Pratchett bendito.
Lo que esta mujer hace en esta película es de otra dimensión. Vuelve al personaje de Laura Palmer entregada y ofrece una de las interpretaciones más importantes, viscerales y grandes del siglo XX. Y si esto no está en los libros de historia del cine es porque nos han explicado una equivocada. Aquel año se merecía todos los premios y que su forma de abordar el personaje se desmenuzara en las escuelas de interpretación. Un prodigio ver la amplia gama de matices, como se abre en canal y convierte el resto de interpretaciones en puras composiciones academicistas.
Entra en mi núcleo duro de interpretaciones preferidas y sé que su sonrisa, ojos y gritos me acompañaran para siempre.
Fuego camina conmigo es una película de terror agobiante y asfixiante. El MAL libre y un personaje abocado a él rodeado de personas que dicen quererla, pero miran para otro lado. El MAL en lo cotidiano, en el gesto pequeño.
Un tipo de cine que se hace cada vez menos, o por lo menos yo no encuentro en carteleras. Y lo añoro. Quizá por eso el cine actual me interesa cada vez menos y estoy cada vez más metido en explorar todo lo que el siglo pasado nos dio y no nos han explicado.
Y ver esta película sin conocer ni haber visto la serie tiene que ser una experiencia brutal. Entrar sin referentes ni saber quién es toda esa gente. A lo mejor Cannes reaccionó como reaccionó por eso. Porque, ¿cómo iban a apreciar algo que venía de la tele?
Donde hablo de una estupenda novela de misterio y aventura llamada Silverville y escrita por mi admirada Victoria Álvarez
Nueva novela de Victoria Álvarez en pocos meses.
Estamos de enhorabuena.
Y es un western.
Mejor.
Estamos de enhorabuena.
Y es un western.
Mejor.
Silverville, editada por Nocturna Ediciones.
A lo mejor se desvelan pequeños detalles de la trama.
Advertidos quedáis. Luego no me pongáis una reclamación.
Una historia de venganza.
Una forastera que llega a ocupar una casa y su presencia convierte al próspero pueblo de Silverville en un polvorín. La visita de la vieja dama en el universo de Infierno de cobardes. Dürrenmatt se encuentra con Eastwood mirando a Leone.
Victoria Álvarez utiliza los recursos que ha aprendido en sus novela góticas de sorpresas, giros (lógicos) en la trama y revelaciones y los aplica en el universo del western haciendo que convivan muy bien ambos mundos. Estamos ante una novela de misterio, pero con la crudeza del marco; un lugar donde se vive y respira violencia y ésta escapa al control de los protagonistas. Las sorpresas y giros de trama no están forzados o son gratuitos. Victoria Álvarez dedica espacio y tiempo a prepararlos para sorprender al lector, sí, pero para que éste no los encuentre ilógicos con la trama que iba presentando. Las pistas están allí para quien las quiera encontrar.
Dos personajes femeninos fuertes y muy bien engarzados. Las redes sociales se dividieron en equipos por cada una de las protagonistas. Yo no puedo posicionarme por ninguna. La hipocresía ética y moral de una, la falta de escrúpulos y obsesión de la otra impidieron que se ganaran mis simpatías. Y más cuando la venganza se escapa de control y acaba llevándose con ella a inocentes.
Para mí Grace y Ruby son Ava Gardner y Eleanor Parker.
Y estarían dirigidas por Delmer Davis o Henry Hathaway.
En esto la novela es muy clara. Por lo menos es mi impresión. No hay personaje admirable porque todo acaba siendo violencia, horror y muerte. Decisiones equivocadas y vidas malgastadas. ¿Qué se ha conseguido? ¿La paz espiritual? ¿Una especia de justicia? Ese final que parece abierto, pero que yo encuentro muy bien cerrado viene a negar esa falsa apariencia de justicia final o de perdón. La venganza solo engendra más venganza. La muerte solo conduce a la muerte y con ella arrastra a todos los personajes.
La escritura de Victoria Álvarez sigue siendo igual de fina, elegante y sutil. Trabajada, dúctil, haciendo que parezca fácil aunque en algún momento, en mi opinión, se haya forzado un poco la prosa para introducir un dato histórico que le lector tiene que conocer; rasgar un par de costuras del estilo para dar información al lector. Soy un poco maniático en algunas cuestiones de forma, lo sé.
Silverville es una buena novela de misterio y aventuras. Mucho más compleja y perversa de lo que en un primer momento pueda parecer. Bien escrita, muy entretenida y la enésima confirmación del enorme talento de esta escritora.
Y me alegra mucho que Victoria Álvarez apueste por un género en ocasiones tan denostado como la novela del oeste, pero que tantas buenas novelas ha dado, entre ellas esa pedazo de obra maestra que es Warlock de Oakley Hall, una de las mejores y más vibrantes novelas que he leído en mis cof cof años de vida.
Es bonito ver a Victoria Álvarez como con esta novela se emparenta con un figura como Dorothy M. Johnson, autora de novelas del oeste que forman piedra angular de la literatura del género y de su traslación al cine o lo que es lo mismo, de la gran novela americana. Autora imprescindible que debéis leer ya empezando con El árbol del ahorcado y otros relatos de frontera que tiene editado Valdemar. Sin algunos de sus relatos no se entiende el género ni en su concepción literaria ni cinematográfica. No solo es la autora de El árbol del ahorcado si no que un cuento suyo sirvió de inspiración a John Ford para hacer El hombre que mató a Liberty Valance. Y esto son palabras mayores.
Solo espero que esta excursión que ha hecho Victoria Álvarez al universo de la novela del oeste no sea algo puntual y regrese por estos lares con otras historia. No con una continuación de Silverville, la historia creo que es perfecta como está, si no con nuevos personajes, aventuras y paisajes,.
Todo spoilers - Sliver de Phillip Noyce (aunque creo que el pobre pintar, no pintó mucho)
Antes de empezar, un poco de historia.
¿Qué es esto de todo spoilers? Básicamente, destripar una película de arriba a abajo explicando su argumento y poniendo imágenes que siempre son agradecidas.
¿De dónde sale esto? Del imprescindible blog de Dr. Insermini. De vez en cuando él o alguno de sus invitados hace su aportación y queda algo muy divertido.
¿Y por qué tú? Porque desde hace tiempo que me ronda hacer uno y al final me pongo a ello.
¿Qué película será la elegida?
Advertencia, para hacer esto utilizo solo mi último visionado y mi memoria. No he buscado documentación. Si digo alguna estupidez se me deba achacar sólo a mí y a ese señor de verde que siempre está conmigo llevando una sierra y diciendo que no pasará nada... solo es un brazo... un poquito... no sentiré nada.
Poneos cómodos porque esto va para largo.
1993.
Sharon Stone está en la cima de todo gracias a esa obra maestra que cambió el cine llamada Instinto Básico y a su participación en el anuncio de navidad de Freixenet cuando todavía eso era noticia. Su siguiente trabajo seguía en la línea de thriller erótico; una película que tenía a Sharon Stone, guión de Joe Eszterhas basado en una novela de Ira Levin (que no he leído), una estrella emergente como William Baldwin, sólidos secundarios y un artesano competente como Philip Noyce.
¿Qué podía salir mal?
Todo.
Suena la música.
Banda sonora de baratillo de Howard Shore. Bases y tonos. ¿Para qué trabajarsela?
Una producción de Robert Evans.
Sharon Stone - William Baldwin - Tom Berenger.
Cámaras. Grabaciones.
Serán importantes.
En una de las cámaras vemos a una rubia en el ascensor. Va a su apartamento y se la ve triste. Compungida. ¿Un mal día en el trabajo? ¿Un grosero en el metro? ¿Parece alguien que se mueva en metro o es más de taxi? ¿Coche de la empresa?
La alegría le dura poco porque el muchacho sin mediar palabra la tira por el balcón. Y está alto. Y cuando juntas rubia triste, tipo enmascarado y empujón por el balcón con la gravedad pasa lo que tiene que pasar.
Total que la muchacha se muere. Es lo que tienen las caídas desde rascacielos.
Un tiempo indeterminado después.
Otra rubia llega al apartamento. Por su voz grave adivinamos que es Sharon Stone.
Solo entrar empieza el festival de miradas sospechosas. Un señor con bigote y gafas grandes la mira raro. ¿El típico abuelo cebolleta que encontramos en todo piso de apartamentos de lujo?
El edificio tiene un portero negro lo que en los noventa era sinónimo de clase.
El tipo que arregla la lámpara también la mira raro.
Es lo que tienen los de mantenimiento.
Descubrimos que la rubia viene a ver un apartamento. La visita es rápida porque no vale la pena detenerse mucho en él. Se enfatizan dos aspectos importantes.
Está muy alto. Pero muy alto. De esos de tirar una moneda y atravesar al portero negro con ella (¿no querías propina, cabrón? Pues toma propina).
La bañera es rara.
Ah, y el trabajo de nuestra protagonista.
Importante porque la siguiente escena será la única en la que veremos trabajar a Carly Norris; una de esas escenas donde un montón de gente necesita la ayuda de la prota para que veamos lo buena que es en su trabajo y lo necesaria que es para todos. Y nos presenta a un personaje que parece que será importante, pero que luego nada de nada.
La amiga de la prota preocupada de forma inquietante por la vida sexual de ésta. Mientras la pelirroja se queja de que no encuentra un hombre con el que tener un meneo, Carly Norris se queja de siente años atrapada en una relación y de que ahora solo quiere olvidar, transformarse de quien era a quien será. De Pavarotti a Pearl Jam. Y que no necesita a ningún hombre hasta que entra en el despacho y entonces dice que quiere tener una relación sería. Realmente Carly está muy confundida y no sabe lo que quiere. La amiga lo tiene claro.
Bla bla bla de trabajo. Carly es muy buena. Llaman los administradores del edificio y le dice que su solicitud ha sido aceptada.
Corte a Carly cargada con un par de cajas volviendo a su apartamento. Un apuesto desconocido que lleva la camiseta por dentro de los pantalones y americana (los noventa fueron muy crueles con los modernos) le abre la puerta.
Se establece una complicidad entre ellos al criticar al portero negro porque éste no le ha abierto la puerta porque es su puta obligación, joder. Se queda sin propina.
Tensión sersual en el ascensor. Carly pone cara de querer hacer allí mismo lo que la primavera hacer con las flores. Abrirse toda.
Charla intrascendente sobre dónde comprar, pero con el subtexto de en poco vamos a follar.
Carly se va a comprar a un super donde necesita la cajera 3 necesita cambio. Allí conoce a un vecino.
Sí, es el señor del bigote que la miraba raro y que la sigue mirando raro. En la calle se hace el encontradizo y le dice cosas super inquietantes como que le recuerda a alguien o que a esa que le recuerda murió en su apartamento.
Muy fan de la cara de Carly imaginando la santa hostia que se metió la antigua inquilina.
El abuelo cebolleta le explica que es profe de la universidad y que estudia cosas de las lentes y cámaras y que tiene que explicarle asuntos muy importantes que no pueden esperar. Así que quedan para verse después de que él vuelva de viaje. La conversación de ligoteo que tiene el abuelo cebolleta preocupado y que no puede esperar con Carly tiene un testigo, un tipo maduro así como cachas que mira raro.
Según parece en este exclusivo piso de apartamentos es condición que los hombres que vivan o trabajen allí miren raro a las inquilinas rubias.
Y que no tengan mascotas.
Ni niños.
Carly llega a su apartamento lleno de trastos y está como así como con mal cuerpo después de lo que le ha dicho el abuelo cebolleta. Que otra rubia se tirara por el balcón da mal rollito.
Cae la noche. Carly juega a golf en su apartamento con tres pelotas y una taza en bragas.
Se siente sola.
En el edificio de enfrente hay una fiesta. El contraste entre el alegre bullicio de desconocidos a punto de intercambiar teléfonos y fluídos, y la soledad de una mujer de treinta y cinco años. Se va al baño toa triste y se mira en el espejo preguntándose quién la puede encontrar atractiva... ¿o hay algún recuerdo más doloroso y traumático?
Total, que al cuarto de hora de película llega la escena de la que se llenaron las revistas de la época.
La sesión de digitopuntura que se hace Carly en la bañera.
Todo acompañado de un tema a piano triste de la hostia y el descubrimiento de que... ¡alguien la espía mientras está mandando un telégrafo! Se ven imágenes de televisores que reproducen la primera visita al apartamento y la conversación con el maromo moderno en el ascensor. Todo esto mientras Carly pone caras y crispa los dedos en su piel y mata una noche aburrida de la mejor forma; haciéndose una paja.
Corte a restaurante. Carly ha quedado para comer con su jefe interpretado por un Martin Landau que viene un par de días, cobra su cheque y se vuelve a casa. Actor de prestigio para dotar de empaque el reparto.
Allí conoce a un escritor de misterio que resulta ser el tipo cachas que mira raro de su bloque de pisos. Él se pone en plan macho acosador sacando su chorra metafórica y meando por todo el restaurante. Tiene encima un enorme cartel de neón con dos angelotes rubicundos con la leyenda SOSPECHOSO DE LA HOSTIA. Se ponen bla bla bla y se va. El jefe también está preocupado por la vida sentimental / sexual de Carly.
Cuando Carly regresa a su apartamento conoce a otro de sus vecinos Vida, una modelo que se queja del portero negro (lo que le gana las simpatías de Carly) y de los italianos. Hablan de la muchacha que saltó y lo extraño que es todo. Carly hace una broma de mal gusto sobre el aparente suicidio de la primera rubia, pero Vida o no lo pilla o se hace la loca.
Adiós, adiós y cada una a su casa.
Pero alguien las está espiando. ¿Quién será? ¿El muchacho moderno, el escritor de misterio, el viejo que mira raro, el portero negro, el de mantenimiento?
Misterios misteriosos.
Cuando Carly llega a su apartamento empieza el baile de machos. Que si el escritor manda su novela, que si el muchacho moderno quiere quedar con ella, que si un tipo de la editorial le pide que trabaje un poco. Y un regalo.
Un desconocido ha entrado en el apartamento y le ha dejado a Carly un telescopio con la nota "Tu admirador secreto".
A mí no me haría ni puta gracia, vamos. Pero a Carly, mujer que se ha sentido controlada toda la vida y que quiere tomar las riendas de su vida, le hace gracia y se pone a mirar a los inquilinos del edificio de enfrente. Más imágenes de cámaras vigilando la vida de los vecinos. Un tipo que anda, el cebolleta hablando con Japón, Vida poniéndose hasta las trancas de coca y Carly organizando una fiesta.
Inserto de Carly duchándose con cara de mucha intensidad. Y al momento, imágenes del abuelo cebolleta muerto en su ducha.
Y mirad qué bonita imagen que parece una cinta de vhs.
Corte a Carly corriendo por Central Park. Un tipo encapuchado se le acerca y le da un susto de la hostia, de los de reaccionar con la mano abierta y dejarle los dedos marcados de por vida al cabrón, joder, que eso no se hace.
Es el escritor de misterio que se pone en plan ja ja, qué era broma mujer que no tienes sentido del humor y luego entra en fase de ligoteo. Conversación que no tiene mucho sentido y es más bien aburrida y que se resume en:
ESCRITOR: Quiero follar.
CARLY: Como que paso.
ESCRITOR: Va, venga, vamos a follar.
CARLY: Que no tío, paso.
ESCRITOR (pone cara rara).
Carly vuelve a casa y se entera que el abuelo cebolleta ha muerto. Hay una poli negra muy de los noventa que la interroga como si fuera sospechosa y Carly se pone en modo paranoia de aquí pasa algo muy raro y más cuando ve a Vida hablar con el escritor de misterio. Así que sin saber muy bien por qué se va a la biblioteca a mirar antiguas noticias sobre el apartamento.
El momento búsqueda de google de los noventa.
La fiesta de inauguración del apartamento de Carly. Una serie de personas que no nos importan en una fiesta terriblemente aburrida. Carly va interrogando a quien pilla por delante sobre la rubia que saltó. La amiga pelirroja está intentando pillar cacho con el primero que ve y sale más gente y bla bla bla hasta que se ponen a espiar por el telescopio el folleteo de dos vecinos del bloque de enfrente.
Momento de todos somos voyeurs y bla bla bla.
Nos saltamos una conversación a tres entre Carly y los dos machos en disputa que no viene al cuento.
Vemos a Carly en la lavandería del edificio.
De repente.
Y si habíamos olvidado que esto es una película de misterio, toma escena de Carly intentando salir de la lavandería. Unos minutos trepidantes que desencadenan en Carly pidiendo que alguien abra la puerta y alguien abriéndola.
Saltamos a escena de seducción. El joven moderno invita al gimnasio a Carly y se ponen en plan tonteo máximo.
La cara de William Baldwin es la que lleva durante toda la película. En los noventa se suponía que este tipo era de lo más hot del momento.
La escena no aporta nada más que miradas y toques y qué culo más bonito y nadie me lo ha dicho en mucho tiempo y aquí estoy yo nena y pasamos a...
... adolescentes negros tocando en la calle con botes de pintura.
Esto en los noventa era multiculturalidad.
Hablan sobre el tema de la edad. Hay un primer plano de William Baldwin...
... que me dio mucho susto y se van a la casa de él a follar.
Pero rollo intenso. Con manos crispadas en las sábanas y en más de una postura. Hasta con movimiento circular cenital de la cámara.
El joven moderno es el que espía por la cámaras y...
¿Esto no era una película de intriga? Seguimos
Carly se va a trabajar y a presumir con su amiga de lo bien que ha follado. La amiga pelirroja se queja porque se largo con el escritor y nada de nada. Carly se va a poner a trabajar por segunda vez en la película, pero el joven moderno a hackeado su ordenador y le manda mensajes tiernos y algo psicopáticos.
En los noventa el acoso era romántico.
Carly se pone en plan tierna y le voy a hacer ver las estrellas.
Vuelve a su apartamento y se encuentra dentro con el escritor que se pone super raro y freaky e intensito y le pone a parir al joven modernos que si está loco, que si vigila, que si es muy raro y Carly le pide que se vaya de su apartamento.
El escritor fuma y eso en los noventa solo podía significar una cosa.
Carly está super enfadada. ¿Cómo va a ser raro el joven moderno? Si le ha llenado el apartamento de flores y le ha regalado ropa interior para su siguiente cita.
Restaurante de los caros con camarero con estúpido acento. Eso hace elegancia. Carly y el joven moderno que lleva las camisetas por dentro de los pantalones se ponen a tontear y a poner morritos y él se pone en plan vamos a jugar y ella, pues juguemos. Total, que acaba enseñando el pechamen y quitándose las bragas en el restaurante.
La verdad, es uno de esos juegos eróticos que no he llegado a entender nunca por engorroso y antihigiénico. Que un peillo se ha escapado por mucha Carly que seas y luego vas con to el pepe la aire que vete a saber que aire entra y... no, no. Sería más interesante que él se quitara los calzoncillos en el restaurante. Venga, guapo, vamos a jugar a un juego.
Pero juegan y él se queda con cara de jó, que mujer ésta, oye y como me gusta el olor a sofrito.
Se van para casa y aunque en el ascensor hay frotamientos, cada uno se va a su casa que mañana hay que madrugar. Antes le devuelve las bragas para que no coja frío y adiós. Pero Carly está como una moto y se va para el apartamento del joven moderno y está en plan, dónde estás y...
Pues sí.
Él vuelve poco después porque en la calle ha sentido como un pálpito de quedan menos de diez minutos para que se acabe la película y en el restaurante no son rápidos y la encuentra con las películas. Todo se pone muy intenso. Mucho más de lo intenso que ha estado toda la película.
El joven moderno se pone en plan psicópata de manual; dice el nombre de ella en cantinela, tiene cambios de humor súbitos, pasa del te quiero a ponerse faltón en un momento, se justifica...
Carly está hasta el chocho de mentiras y se lía a tiros con las teles lo que hace que él se cabreé lo suyo porque le costó una pasta.
Pero él se pone en plan empalagoso diciéndole que la quiere y que nada tiene importancia y que ellos bla bla bla y Carly, que está pillada por el muchacho, está a punto de dejar el arma y decirle, sí, amor mío, vamos a espiar juntos por toda la eternidad. Entonces sale en la tele las imágenes del asesinato de la rubia que saltó y sí, fue el escritor.
¡El joven moderno lo sabía todo este tiempo y no ha hecho nada!
Carly pone cara de a tomar por culo y se lía a tiros y ya no le importa nada porque es un mentiroso y la ha engañado y se podían haber evitado muertes y...
Él se queda todo acojonado y Carly lo apunta con la pistola y se pone en plan aquí está mi chocho y en vez de pegarle un tiro, alza el mando a distancia y apaga la tele.
¿Qué es esto de todo spoilers? Básicamente, destripar una película de arriba a abajo explicando su argumento y poniendo imágenes que siempre son agradecidas.
¿De dónde sale esto? Del imprescindible blog de Dr. Insermini. De vez en cuando él o alguno de sus invitados hace su aportación y queda algo muy divertido.
¿Y por qué tú? Porque desde hace tiempo que me ronda hacer uno y al final me pongo a ello.
¿Qué película será la elegida?
Advertencia, para hacer esto utilizo solo mi último visionado y mi memoria. No he buscado documentación. Si digo alguna estupidez se me deba achacar sólo a mí y a ese señor de verde que siempre está conmigo llevando una sierra y diciendo que no pasará nada... solo es un brazo... un poquito... no sentiré nada.
Poneos cómodos porque esto va para largo.
1993.
Sharon Stone está en la cima de todo gracias a esa obra maestra que cambió el cine llamada Instinto Básico y a su participación en el anuncio de navidad de Freixenet cuando todavía eso era noticia. Su siguiente trabajo seguía en la línea de thriller erótico; una película que tenía a Sharon Stone, guión de Joe Eszterhas basado en una novela de Ira Levin (que no he leído), una estrella emergente como William Baldwin, sólidos secundarios y un artesano competente como Philip Noyce.
¿Qué podía salir mal?
Todo.
Suena la música.
Banda sonora de baratillo de Howard Shore. Bases y tonos. ¿Para qué trabajarsela?
Una producción de Robert Evans.
Sharon Stone - William Baldwin - Tom Berenger.
Cámaras. Grabaciones.
Serán importantes.
En una de las cámaras vemos a una rubia en el ascensor. Va a su apartamento y se la ve triste. Compungida. ¿Un mal día en el trabajo? ¿Un grosero en el metro? ¿Parece alguien que se mueva en metro o es más de taxi? ¿Coche de la empresa?
Una sombra entra en su apartamento. Ella se asusta un poco, pero luego sonríe cuando reconoce al tipo de oscuro que entra encapuchado en su casa.
Total que la muchacha se muere. Es lo que tienen las caídas desde rascacielos.
Un tiempo indeterminado después.
Otra rubia llega al apartamento. Por su voz grave adivinamos que es Sharon Stone.
Solo entrar empieza el festival de miradas sospechosas. Un señor con bigote y gafas grandes la mira raro. ¿El típico abuelo cebolleta que encontramos en todo piso de apartamentos de lujo?
El edificio tiene un portero negro lo que en los noventa era sinónimo de clase.
El tipo que arregla la lámpara también la mira raro.
Es lo que tienen los de mantenimiento.
Descubrimos que la rubia viene a ver un apartamento. La visita es rápida porque no vale la pena detenerse mucho en él. Se enfatizan dos aspectos importantes.
Está muy alto. Pero muy alto. De esos de tirar una moneda y atravesar al portero negro con ella (¿no querías propina, cabrón? Pues toma propina).
La bañera es rara.
Ah, y el trabajo de nuestra protagonista.
Importante porque la siguiente escena será la única en la que veremos trabajar a Carly Norris; una de esas escenas donde un montón de gente necesita la ayuda de la prota para que veamos lo buena que es en su trabajo y lo necesaria que es para todos. Y nos presenta a un personaje que parece que será importante, pero que luego nada de nada.
La amiga de la prota preocupada de forma inquietante por la vida sexual de ésta. Mientras la pelirroja se queja de que no encuentra un hombre con el que tener un meneo, Carly Norris se queja de siente años atrapada en una relación y de que ahora solo quiere olvidar, transformarse de quien era a quien será. De Pavarotti a Pearl Jam. Y que no necesita a ningún hombre hasta que entra en el despacho y entonces dice que quiere tener una relación sería. Realmente Carly está muy confundida y no sabe lo que quiere. La amiga lo tiene claro.
Bla bla bla de trabajo. Carly es muy buena. Llaman los administradores del edificio y le dice que su solicitud ha sido aceptada.
Corte a Carly cargada con un par de cajas volviendo a su apartamento. Un apuesto desconocido que lleva la camiseta por dentro de los pantalones y americana (los noventa fueron muy crueles con los modernos) le abre la puerta.
Se establece una complicidad entre ellos al criticar al portero negro porque éste no le ha abierto la puerta porque es su puta obligación, joder. Se queda sin propina.
Tensión sersual en el ascensor. Carly pone cara de querer hacer allí mismo lo que la primavera hacer con las flores. Abrirse toda.
Charla intrascendente sobre dónde comprar, pero con el subtexto de en poco vamos a follar.
Sí, es el señor del bigote que la miraba raro y que la sigue mirando raro. En la calle se hace el encontradizo y le dice cosas super inquietantes como que le recuerda a alguien o que a esa que le recuerda murió en su apartamento.
Muy fan de la cara de Carly imaginando la santa hostia que se metió la antigua inquilina.
El abuelo cebolleta le explica que es profe de la universidad y que estudia cosas de las lentes y cámaras y que tiene que explicarle asuntos muy importantes que no pueden esperar. Así que quedan para verse después de que él vuelva de viaje. La conversación de ligoteo que tiene el abuelo cebolleta preocupado y que no puede esperar con Carly tiene un testigo, un tipo maduro así como cachas que mira raro.
Según parece en este exclusivo piso de apartamentos es condición que los hombres que vivan o trabajen allí miren raro a las inquilinas rubias.
Y que no tengan mascotas.
Ni niños.
Carly llega a su apartamento lleno de trastos y está como así como con mal cuerpo después de lo que le ha dicho el abuelo cebolleta. Que otra rubia se tirara por el balcón da mal rollito.
Cae la noche. Carly juega a golf en su apartamento con tres pelotas y una taza en bragas.
Se siente sola.
En el edificio de enfrente hay una fiesta. El contraste entre el alegre bullicio de desconocidos a punto de intercambiar teléfonos y fluídos, y la soledad de una mujer de treinta y cinco años. Se va al baño toa triste y se mira en el espejo preguntándose quién la puede encontrar atractiva... ¿o hay algún recuerdo más doloroso y traumático?
Total, que al cuarto de hora de película llega la escena de la que se llenaron las revistas de la época.
La sesión de digitopuntura que se hace Carly en la bañera.
Todo acompañado de un tema a piano triste de la hostia y el descubrimiento de que... ¡alguien la espía mientras está mandando un telégrafo! Se ven imágenes de televisores que reproducen la primera visita al apartamento y la conversación con el maromo moderno en el ascensor. Todo esto mientras Carly pone caras y crispa los dedos en su piel y mata una noche aburrida de la mejor forma; haciéndose una paja.
Corte a restaurante. Carly ha quedado para comer con su jefe interpretado por un Martin Landau que viene un par de días, cobra su cheque y se vuelve a casa. Actor de prestigio para dotar de empaque el reparto.
Allí conoce a un escritor de misterio que resulta ser el tipo cachas que mira raro de su bloque de pisos. Él se pone en plan macho acosador sacando su chorra metafórica y meando por todo el restaurante. Tiene encima un enorme cartel de neón con dos angelotes rubicundos con la leyenda SOSPECHOSO DE LA HOSTIA. Se ponen bla bla bla y se va. El jefe también está preocupado por la vida sentimental / sexual de Carly.
Cuando Carly regresa a su apartamento conoce a otro de sus vecinos Vida, una modelo que se queja del portero negro (lo que le gana las simpatías de Carly) y de los italianos. Hablan de la muchacha que saltó y lo extraño que es todo. Carly hace una broma de mal gusto sobre el aparente suicidio de la primera rubia, pero Vida o no lo pilla o se hace la loca.
Adiós, adiós y cada una a su casa.
Pero alguien las está espiando. ¿Quién será? ¿El muchacho moderno, el escritor de misterio, el viejo que mira raro, el portero negro, el de mantenimiento?
Misterios misteriosos.
Cuando Carly llega a su apartamento empieza el baile de machos. Que si el escritor manda su novela, que si el muchacho moderno quiere quedar con ella, que si un tipo de la editorial le pide que trabaje un poco. Y un regalo.
Un desconocido ha entrado en el apartamento y le ha dejado a Carly un telescopio con la nota "Tu admirador secreto".
A mí no me haría ni puta gracia, vamos. Pero a Carly, mujer que se ha sentido controlada toda la vida y que quiere tomar las riendas de su vida, le hace gracia y se pone a mirar a los inquilinos del edificio de enfrente. Más imágenes de cámaras vigilando la vida de los vecinos. Un tipo que anda, el cebolleta hablando con Japón, Vida poniéndose hasta las trancas de coca y Carly organizando una fiesta.
Inserto de Carly duchándose con cara de mucha intensidad. Y al momento, imágenes del abuelo cebolleta muerto en su ducha.
Y mirad qué bonita imagen que parece una cinta de vhs.
Corte a Carly corriendo por Central Park. Un tipo encapuchado se le acerca y le da un susto de la hostia, de los de reaccionar con la mano abierta y dejarle los dedos marcados de por vida al cabrón, joder, que eso no se hace.
Es el escritor de misterio que se pone en plan ja ja, qué era broma mujer que no tienes sentido del humor y luego entra en fase de ligoteo. Conversación que no tiene mucho sentido y es más bien aburrida y que se resume en:
ESCRITOR: Quiero follar.
CARLY: Como que paso.
ESCRITOR: Va, venga, vamos a follar.
CARLY: Que no tío, paso.
ESCRITOR (pone cara rara).
Carly vuelve a casa y se entera que el abuelo cebolleta ha muerto. Hay una poli negra muy de los noventa que la interroga como si fuera sospechosa y Carly se pone en modo paranoia de aquí pasa algo muy raro y más cuando ve a Vida hablar con el escritor de misterio. Así que sin saber muy bien por qué se va a la biblioteca a mirar antiguas noticias sobre el apartamento.
El momento búsqueda de google de los noventa.
La fiesta de inauguración del apartamento de Carly. Una serie de personas que no nos importan en una fiesta terriblemente aburrida. Carly va interrogando a quien pilla por delante sobre la rubia que saltó. La amiga pelirroja está intentando pillar cacho con el primero que ve y sale más gente y bla bla bla hasta que se ponen a espiar por el telescopio el folleteo de dos vecinos del bloque de enfrente.
Momento de todos somos voyeurs y bla bla bla.
Vemos a Carly en la lavandería del edificio.
De repente.
Y si habíamos olvidado que esto es una película de misterio, toma escena de Carly intentando salir de la lavandería. Unos minutos trepidantes que desencadenan en Carly pidiendo que alguien abra la puerta y alguien abriéndola.
Saltamos a escena de seducción. El joven moderno invita al gimnasio a Carly y se ponen en plan tonteo máximo.
La cara de William Baldwin es la que lleva durante toda la película. En los noventa se suponía que este tipo era de lo más hot del momento.
La escena no aporta nada más que miradas y toques y qué culo más bonito y nadie me lo ha dicho en mucho tiempo y aquí estoy yo nena y pasamos a...
... adolescentes negros tocando en la calle con botes de pintura.
Esto en los noventa era multiculturalidad.
Hablan sobre el tema de la edad. Hay un primer plano de William Baldwin...
... que me dio mucho susto y se van a la casa de él a follar.
Pero rollo intenso. Con manos crispadas en las sábanas y en más de una postura. Hasta con movimiento circular cenital de la cámara.
Mi plano favorito en todas las escenas de sexo.
Se ponen tiernos, hablan, bla bla bla, follan un poco más y bla bla bla y él le dice que es el dueño del edificio y es mega rico y ella se raya un poco, pero no demasiado y se va a casa toda satisfecha porque que le quitan lo bailao ha tenido sesión de sexo intenso y, cuando parece que todo bien... ¡sorpresa!
¿Esto no era una película de intriga? Seguimos
Carly se va a trabajar y a presumir con su amiga de lo bien que ha follado. La amiga pelirroja se queja porque se largo con el escritor y nada de nada. Carly se va a poner a trabajar por segunda vez en la película, pero el joven moderno a hackeado su ordenador y le manda mensajes tiernos y algo psicopáticos.
En los noventa el acoso era romántico.
Carly se pone en plan tierna y le voy a hacer ver las estrellas.
Vuelve a su apartamento y se encuentra dentro con el escritor que se pone super raro y freaky e intensito y le pone a parir al joven modernos que si está loco, que si vigila, que si es muy raro y Carly le pide que se vaya de su apartamento.
El escritor fuma y eso en los noventa solo podía significar una cosa.
Carly está super enfadada. ¿Cómo va a ser raro el joven moderno? Si le ha llenado el apartamento de flores y le ha regalado ropa interior para su siguiente cita.
Restaurante de los caros con camarero con estúpido acento. Eso hace elegancia. Carly y el joven moderno que lleva las camisetas por dentro de los pantalones se ponen a tontear y a poner morritos y él se pone en plan vamos a jugar y ella, pues juguemos. Total, que acaba enseñando el pechamen y quitándose las bragas en el restaurante.
La verdad, es uno de esos juegos eróticos que no he llegado a entender nunca por engorroso y antihigiénico. Que un peillo se ha escapado por mucha Carly que seas y luego vas con to el pepe la aire que vete a saber que aire entra y... no, no. Sería más interesante que él se quitara los calzoncillos en el restaurante. Venga, guapo, vamos a jugar a un juego.
Pero juegan y él se queda con cara de jó, que mujer ésta, oye y como me gusta el olor a sofrito.
Se van para casa y aunque en el ascensor hay frotamientos, cada uno se va a su casa que mañana hay que madrugar. Antes le devuelve las bragas para que no coja frío y adiós. Pero Carly está como una moto y se va para el apartamento del joven moderno y está en plan, dónde estás y...
... susto en bolas que te doy y se ponen dale que te pego y...
¿Esto era una película de intriga?
Total que acaban y él se pone intenso en plan vamos a cogernos de la mano y mirar como desayunan los niños perros del Bronx y ella solo saca el tema de la rubia que se cayó (¿alguien se acordaba de ella?) que es el mejor tema para cuando abanas de tener sexo sano. Carly se raya un poco porque sospecha que el joven moderno y la rubia que se cayó se conocían, pero él dice que no, que de vista y de hola qué tal en el ascensor. Carly se va a casa a fingir que trabaja, pero en verdad está preocupada y enfurruñada
porque alguien le está ocultado algo, así que llama a Vida y al escritor para decirles cosas y ellos le dicen cosas a ella y, la verdad, no me acuerdo muy bien de qué iba todo esto. Total que ahora la película se pone más oscurota y sabes que pasará algo de intriga.
Carly quiere hablar con Vida, pero ésta le dice que aluego que ahora tiene prisa. La luz del edificio está como tonta y Vida pasa de pillar el ascensor y se va en las escaleras. Malo.
Alguien aparece.
Alguien con pies.
Y momento que recuerda al giallo, pero sin sentido del humor, ni del color, ni del especátulo y... ¿quién es el asesino?
Carly oye ruidos y se va a investigar porque para algo es la prota de su vida. Baja las escaleras y oye unos susurros. Dobla la esquina y...
¡El escritor que fuma es el asesino!
Se ponen a jugar por el edificio a pilla pilla.
Carly se refugia en el mismo ascensor al que Vida no se subió y se lía a darle hostias con un extintor y al tipo le hace pupa de la buena.
Detienen al escritor y se pone en plan esto es un montaje del joven moderno que está loco y los polis son polis de los noventa, bastante incompetentes.
Le hacen un interrogatorio de buen rollo porque, total, encontrarlo con una muerte y el arma no es suficiente.
Carly está toda afectada mientras la poli negra le dice que no se preocupe, pero que el escritor de misterio va a salir bajo fianza y que, fua, menudo marrón, ¿no?
Carly está toda preocupada y el joven moderno se pone en plan intenso e íntimo y decide que no va a tener más secretos con ella.
Carly descubre que el joven moderno tiene un equipo de la hostia y se dedica a vigilar a sus vecinos. Él se excusa con no sé que rollo que su madre es actriz de telenovela y está traumado y que es la vida y que solo observa. Carly se pone de mal rollo y dice cosas feas, pero luego le pilla el punto a espiar a los vecinos y se pasa toda la noche dale que te pego al mando y viendo las cosas feas que hacen los inquilinos.
Todos somos voyeurs y bla bla bla.
Carly se lo pasa pirata esa noche y descubre que fue el joven moderno el que le dio el telescopio. Hablan y tal y el joven dice que no vio a quien mataron ni en la escalera ni con el tema de la rubia que saltó, pero sí que el viejo se cayó en la ducha y se murió. Ella le dice si tiene cintas de ellos en pleno acto sersual y él le pone las imágenes y se ponen tontones viéndose follar y venga, al lío que hace rato que no nos encamamos y esta es una película de intriga y sersualidad noventera.
Hay una subtrama con un inquilino y su hijastra que no pinta mucho, pero es para que Carly sea consciente de lo mal que está el mundo y para que el joven moderno se implique.
Carly va a trabajar, pero no hace mucho porque tiene la cabeza en otro sitio y el joven moderno se está poniendo de un intensito que empieza a preocupar a la rubia (¿ahora te preocupa?).
Le hackea el ordenador y le manda una postal con una rosa de lo más hortera y Carly se queda to traspuesta.
Cae la noche y Carly vuelve a casa. Dentro se encuentra con el escritor de misterio todo ido que le dice que no le hará daño mientras la encañona con una pistola.
Le suelta que el joven moderno está loco y su madre se parece a la rubia que cayó y a ella y que todo así edípico y que como se fía de él.
Mientras tanto el joven moderno está haciendo algo y recibe una llamada de Carly que le dice que venga a su casa que le va a dar una sorpresa. El muchacho va todo confiado y sí que se encuentra con una sorpresa; el escritor de misterio. Se ponen en plan mentiroso, no mentiroso tú y total que los tres se ponen a darse de hostias de forma bastante patética, por cierto.
En un momento se ponen los tres a pelearse por el arma y pasa lo que tiene que pasar...
... Carly dispara y el escritor de misterio se muere.
Vuelve la poli negra a tomar declaración y todo parece claro. El escritor de misterio estaba como una chota y entró en el apartamento con una llave y bla bla bla. Carly está que no puede más y el joven moderno le dice que se venga con él que le va a cuidar y hacerle mimitos ricos.
En la casa ella está toda rallada y no quiere más imágenes y él en plan, te quiero y mira, borro la escena de matarile que tuvimos, pero ella está como que no está. Entonces él se va a buscar comida, no sé si mexicana, hindú o italiana, y Carly aprovecha para mirar cintas viejas, ¿Y qué descubre?
Pues que, oh sorpresa, el joven moderno estuvo dando metesaca no solo con Vida si no también con la rubia que saltó y que le ha estado mintiendo. Sí, ya sé, ¿cómo es posible que un tipo que entra en tu apartamento, espíe a sus vecinos, tenga una extraña relación edípica con su madre muerta, se cuele en tu ordenador y se ponga la camiseta por dentro de los pantalones sea un mentiroso?
Pues sí.
Él vuelve poco después porque en la calle ha sentido como un pálpito de quedan menos de diez minutos para que se acabe la película y en el restaurante no son rápidos y la encuentra con las películas. Todo se pone muy intenso. Mucho más de lo intenso que ha estado toda la película.
El joven moderno se pone en plan psicópata de manual; dice el nombre de ella en cantinela, tiene cambios de humor súbitos, pasa del te quiero a ponerse faltón en un momento, se justifica...
Carly está hasta el chocho de mentiras y se lía a tiros con las teles lo que hace que él se cabreé lo suyo porque le costó una pasta.
¡El joven moderno lo sabía todo este tiempo y no ha hecho nada!
Carly pone cara de a tomar por culo y se lía a tiros y ya no le importa nada porque es un mentiroso y la ha engañado y se podían haber evitado muertes y...
Él se queda todo acojonado y Carly lo apunta con la pistola y se pone en plan aquí está mi chocho y en vez de pegarle un tiro, alza el mando a distancia y apaga la tele.
Y se acaba la película.
***
Si habéis llegado hasta aquí, felicidades. Ha sido un viaje largo, agotador y espero medianemente divertido.
Próximamente, más Todo Spoilers.
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