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La niña, la niñera y la mamá ratona de Valente, Travers y O'Brien

Hoy, tres reseñas.
Y con estas tres superamos las reseñas del año pasado. Ya solo quedan unas cuarenta y pico.

La niña que recorrió Tierra Fantástica en un barco hecho por ella misma, Catherynne M. Valente, Noguer

 "Érase una niña llamada Septiembre".

Con esta frase nos embarcamos en un viaje fantástico a otro mundo. El viaje de una niña que enfadada con su madre lo deja todo para ir, vivir aventuras y luego volver. Por el camino, claro, aprenderá cosas, hará amigos y enemigos, olvidará algo importante y quizá lo recupere.

La niña que recorrió Tierra Fantástica... es una novela arriesgada. Apuesta por un relato con un ojo en la tradición fantástica victoriana (con la omnipresente Alicia en el país de las maravillas a la cabeza), con otro puesto en autores como Neil Gaiman, Franz L. Baum o Ray Bradbury y un tercer ojo (esto es fantasía, existen criaturas de tres ojos) en la obra maestra de Maurice Sendak, Donde viven los monstruos. Un conjunto de referencias que le sirven a la autora como punto de partida o referencia para crear su propio mundo fantástico y sus propias reglas. Un universo en apariencia absurdo que sirve para reflexionar sobre lo absurdo de nuestro mundo y sus convenciones.

Porque al igual que otros relatos infantiles (o en apariencia infantiles), La niña que recorrió Tierra Fantástica... se muestra inocente, juguetón, tierno y volatil en apariencia. Es una novela donde hay más, donde existe un sustrato inquietante sobre la madurez, la perdida de la inocencia y los momentos en que el tiempo nos clava sus garras y poco a poco, sin notarlo, vamos dejando la niñez atrás. Un viaje que es de ganancia y a la vez de perdida.

Y todo explicado con un tono poético y evocador, irónico y repleto de juegos de palabras (que la traducción consigue atrapar muy bien) que hacen de esta novela un perfecto ejemplo de lo compleja y accesible que puede ser la buena literatura infantil.

Una buena novela y una muy grata sorpresa.

Mary Poppins, P.L. Travers, Alianza Editorial

Mañana de domingo. Los nenes y A. se van a un cumpleaños. Armado con un café con leche, una botella de agua cercana y un gato en el regazo me zampo en un par de horas la primera de las novelas que P.L. Travers dedicó a Mary Poppins (si no lo tengo mal entendido, un total de siete libros.

Un rato agradable y muy entretenido para una novelita deliciosa, o mejor dicho, para unos cuentos deliciosos cuyo nexo en común es la presencia de los mismos personajes. Pequeñas historias autoconclusivas que nos adentran en un mundo cotidiano invadido por la magia.

Mary Poppins, una niñera dura, coqueta, poco simpática, siempre correcta y que lo sabe todo, aunque no digan nada que llevará a cuatro hermanos a la magia cotidiana, a la subversión de la realidad y al desafío a la realidad gris y correcta. Mary Poppins, en apariencia toda corrección y seriedad, que invita a los niños a vivir aventuras, aprender cosas nuevas y el derecho a tener un mal día. Un lenguaje sencillo, agradable, cercano. Un mundo repleto de buenos personajes.

Correctos cuentos infantiles donde sobresale "La historia de Juan y Barbara", una divertida historia con un triste final sobre lo que significa crecer y hacerse grande.

Mary Poppins es un buen libro más oscuro e incorrecto de lo que a primera vista puede parecer y de lo que la endulcorada versión de Disney nos hizo creer.

La señora Frisby y las ratas de Nimh, Robert C. O'Brien, Ediciones B

Una absoluta maravilla.
Una lectura encantadora en el mejor sentido de la palabra. El libro de Robert C. O'Brien me ha proporcionado unas horas de deleite con las aventuras de la señora Frisby y las ratas de Nimh. Es un libro mágico y una gran novela infantil y para todos aquellos que disfrutan con una buena historia de aventuras.

La señora Frisby ve amenazado su hogar y la única solución será pedir ayuda a las extrañas ratas que viven más allá del rosal. De esta forma una ratona que no busca una vida emocionante ni aventurera se verá inmersa en un montón de emociones y aventuras. Pero se lanzará a ellas como una de las mayores fuerzas que se pueden encontrar en la naturaleza; una madre decidida y dispuesta a salvar a sus hijos y su hogar.

La novela es extraordinaria.
En su sencillez y cotidianidad. En la forma tranquila de presentar el drama y en la construcción de los personajes; todos ellos fantásticos. Destacan la señora Frisby, como no, y la rata Nicodemus y su relato del origen de las ratas. Un estilo pausado y enérgico que con cuatro pinceladas dotan a los personajes de vida y los hace muy cercanos al lector. Un relato infantil que no es condescendiente ni evita a los niños momentos duros.
Y no digo más porque merece la pena acercarse a esta novela sin saber de ella.

Por cierto, no olvidemos la maravillosa adaptación cinematográfica que en 1982 hizo Don Bluth, una película infantil que no olvida que a los niños también les gusta el drama y el terror.