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"Los lobos" de Hans Hellmut Kirst

Los lobos, Hans Hellmut Kirst, Almuzara

Una de las mejores cosas de este demencial reto en el que aun estoy metido (pensad que la tontería esta empezó en septiembre) es la posibilidad de leer libros que de otra forma se me hubieran pasado. Ocurrió con la maravillosa La hija del rey del país de los elfos y ha ocurrido con esta Los lobos; una absoluta obra maestra de la que solo diría esto e invitaría a descubrirla sin saber nada de lo que se encuentra en sus páginas.

La sinópsis está tomada de la web de la editorial.

Maulen, un pueblecito de Masuria, en la parte sur de Prusia Oriental, entre pantanos, bosques y lagos; uno de esos apartados rincones de la tierra en los que el tiempo parece haberse detenido y se ríen hasta de los muertos. Lo ocurrido comienza en 1932 y trascurrirá en los doce años siguientes, durante los cuales el mundo será devastado como un jardín invadido por los jabalíes. El granjero Alfons Materna acaba de perder a su hijo, captado por los SA, grupos de asalto del partido nazi, en una maniobras paramilitares clandestinas. Desde ese momento sabe que todo va a cambiar en su vida, pero impertérrito, Materna decide hacer la vida imposible a los jerarcas locales del partido y, por ende, al nazismo.

Y aunque la sinópsis de la editorial continúa, aquí lo dejamos para no perder el factor sorpresa.

Los lobos es un retrato despiadado, mordaz, inmisericorde, terrible y muy divertido de la ascensión, auge y caída del nazismo en un pequeño pueblo que se convierte en metáfora de lo que estaba ocurriendo a su alrededor. La novela es un prodigio en el análisis psicológico y social que llevó al nazismo a lo que se convirtió. Las miserias morales, el arribismo y un mucho de estupidez entre los jerarcas; esas miserias que el protagonista aprovecha para dinamitar a sus enemigos y conseguir su venganza. Con precisión quirúrgica describe cómo funcionan los mecanismos sociales y psicológicos para aceptar una realidad terrible, para creer que lo que se hace es lo correcto y para tener bajo su dominio a millones de personas.

Todo esto sin un atisbo de moralina o didactismo y siempre con la ironía y el humor como motor y fuente. Los lobos es una novela muy divertida. De carcajada ante la forma de Materna de fastidiar a los jerarcas, ante la estupidez, arribismo y ambición de estos, y ante la extraordinaria galería de personajes secundarios que acompañan a los protagonistas. Y sin olvidar la crudeza de una época dura y hostil.

Frase breve. Mucho diálogo. Precisión en la palabra para ir desmontando a los personajes. Muchísima ironía y sátira. Leer entre líneas e ir completando la compleja trama que arma su protagonistas y sus poco aliados. Hasta el momento en que se hiela la sonrisa por algo que pasa o se dice y el lector es consciente del momento histórico y de lo que allí se estaba jugando. Y la figura de Materna, buen e imperfecto hombre, solo ante la barbarie y enfrentándose a ella, por venganza, sí, pero también porque alguien tiene que hacerlo, alguien tiene que decir no.

Una muy buena novela y una novela estimulante llena de sugerencias. El humor y la sátira como armas arrojadizas de precisión. Y a mí, como lector, esto me llena.

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"Mercaderes del espacio" de Frederic Pohl y C.M. Kornbluth

Mercaderes del espacio, Frederik Pohl y C.M. Kombluth, ed. Minotauro

Clásico de la ciencia ficción y una de sus obras más exitosas. Me la recomendaban y la encontraba en páginas y listas, pero aun no había tenido la oportunidad de leerla. Y este fin de semana, cenando en casa de unos conocidos, curioseando sin permiso en su biblioteca (mala costumbre que tengo) me encuentro con un ejemplar. Lo pregunto, respiro, me lo dejan. Y en un par de días, leído. ¿Conclusión? Bien, muy bien.

Un mañana sobreexplotado y superpoblado. Un futuro dominado por grandes agencia de publicidad que controlan a población y gobiernos a su antojo. Los recursos de primera necesidad, escasean. Los objetos de lujo, abundan, pero al alcance unos pocos. Un mundo dividido en Consumidores / Productores / Ejecutivos. Y un proyecto, el contrato publicitario del siglo: convencer a la población de la necesidad de conquistar el planeta Venús en nombre de los intereses comerciales. Los políticos son títeres de las grandes agencias de publicidad, la mayor parte de la población vive consumiendo y una minoría inventa estrategias para consumir más y más y más. Y en medio, Mitchell Courtenay, un alto ejecutivo publicitario, egoista, irritante y ejemplo de todo lo malo de esta sociedad. Estrategias comerciales, reuniones de alto nivel, conspiraciones, intentos de asesinatos, células terroristas de conservacionistas, malas políticas de competencia y... La Gallina.

Mercaderes del espacio es una enorme y fantástica sátira de la sociedad contemporánea (entendida como la América de los años cincuenta y principios de los sesenta. Esa América que tan bien retrata la serie Mad Men). Una muy divertida y entretenida novela de ciencia ficción con mucha mala leche, buen ritmo narrativo y toneladas de cinismo. En mi opinión quizá peca de poca profundidad en su crítica. Dispara, acierta, pero no hiere de muerte. Esto no quiere decir que la sátira no sea efectiva, si no que le falta algo de mordisco. Aunque eso sí, el tramo central con el protagonista convertido en consumidor de baja categoría es estupendo y donde está uno de los momentos más brillantes en la sátira y crítica de la novela, la aparición de la La Gallina... quien lo haya leído, lo sabe. Quien no, que se quede con la duda y le sirva para acercarse a esta estupenda novela.

Un final algo precipitado y falto de desarrollo no ayudan a la redondez del resultado final, pero sin desmerecer la lectura. Me ha resultado ágil, muy entretenida y divertida. Quizá la novela ha quedado algo desfasada en su crítica al capitalismo despiadado y al consumismo sin freto (visto lo visto de como hemos evolucionado la novela se queda corta), pero algo en ella sigue funcionando. Tiene agilidad, frescura y pertenece a una época donde los narradores iban al grano y depuraban un estilo que en poco más de doscientas páginas explicaban una historia coherente, entretenida y de calidad sin necesidad de construir trilogías de novecientas páginas cada volumen.

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