Doble reseña con las novelas de Javier Ruescas que me ha tocado leer. Y no sé cual de las dos me ha costado más leer. Bueno, sí, Encantamiento de luna. Al menos Pulsaciones es corta.
Encantamiento de luna. Cuentos de Bereth 1, Javier Ruescas, Versatil
De los quince libro que llevo leídos de reto, este Encantamiento de luna es el que más me ha costado acabar. Ha sido un viaje árido y duro. Una travesía por el desierto sin granizado de limón, sombra, buena música o amigos a los que matar y beberse su sangre para sobrevivir. Para poder terminarlo tuve que hacer pausas cada cien páginas y alternarlo con otros títulos. No es el peor libro que de momento he leído (eso se lo reservo a Monica Carrillo y su insoportable Candela), pero sí el que más trabajo me ha dado. ¿Por qué? Por aburrido, muy aburrido, mucho.
Pero primero, ¿de qué va? Pues de una muchacha llamada Duna que por inconformista, rebelde, carácter y personalidad se ve metida en un lío, acaba trabajando en el palacio real, conocerá al príncipe encantador, sentirá algo nuevo dentro de su pecho y se verá metida en una intriga palaciega llena de traidores, malos que miran en diagonal y se quedan en las sombras, envidias y muchos paseos por los pasillos de palacio. Ah, y sale una especie de dragón.
¿Cuál ha sido el problema? Primero, previsible. Esto no es malo por sí. Si una historia está bien contada puede ser todo lo previsible que quiera que me la tragaré la mar de contento. No es el caso. Es previsible y, además, la historia es larga, repetitiva y explicada con un tono pesado, plúmbeo, artificial. Da la impresión de que el autor en su primera novela quisiera demostrar que es escritor y crea un estilo sobreadjetivado, excesivamente descriptivo y falto de naturalidad; literario, en el peor sentido. Además, durante la primera parte del libro, la historia no arranca y no se sabe muy bien a dónde conduce la historia. A esto se añade unos personajes planos y construidos a brochazos y sin sutilidad (ese malo, por ejemplo, que se ve desde lejos y parece sacado de mal folletín, o la débil configuración de los dos tortolitos, contradicciones en la personalidad de algunos secundarios y etcéteras), un sistema de magia no muy consistente y todo el tema de la electricidad que, la verdad, no acabé de entender.
A ver, no está falto de ideas y algunas son interesantes (la utilización de cuentos clásicos no está mal), pero creo que es una novela mal ejecutada. Diría que se nota que es primera novela y que detrás no hubo la figura de un editor que guiara a un joven escritor. Más al grano, más naturalidad y muchas menos páginas.
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Al menos es corto.
Es lo que pensé al cerrar Pulsaciones, algo que venden como novela y que a mí me ha parecido una tomadura de pelo. Porque no venden una historia ni unos personajes, por diez euros te venden el nombre de dos autores y humo. ¿Un experimento? ¿Una nueva forma de narrar? ¿Un ejercicio de estilo? Humo, aburrimiento y ridículo.
Pero al menos es corto.
¿De qué va?
Elia se despierta del coma y no recuerda los tres días anteriores a su accidente, pero está superfeliz porque sus padres le han regalado un móvil que hacía tiempo que pedía. Y ahora puede hablar con sus super amigas y mostrar a sus super amigas lo super amiga que es ella. Entonces un desconocido la empieza a acosar con mensajes cuquis y ella le dice para que no te conozco pero él es tan cuqui que no puede evitar enamorarse de este tipo y ¿qué pasó esos tres días? y bla bla bla ¿a quién le importa?
No hay historia.
No hay personajes.
Solo una colección de mensajes de texto que parecen escritos por la misma persona que acaba derivando en un libro de auto ayuda (o crecimiento personal como dicen algunos). Un montón de frases profundas, mucha experiencia vital, mucha filosofía del optimismo de baratillo en boca, bueno, en dedos de garabatos que dicen ser personajes. Porque los que hablan no se diferencian (bueno, el americano sí porque de vez en escribe un baby) y no tienen profundidad. La mejor amiga, el chico profundo, la nueva amiga, el gracioso, los padres ausentes (¡tú hija se acaba de despertar de un coma! ¡cómo no estáis a su lado agobiándola, joder!).
Todo esto para explicar, ¿qué? Nada, una historia que no es nada. Una historia de amor previsible en el peor sentido, sentimental y tramposa que culmina en el más puro melodrama de película de sobremesa.
Y, encima, es repetitiva.
Pero al menos es corta.
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