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La llave, Junichirô Tanizaki, Siruela
La lectura de esta pequeña obra maestra se la debo a Henry Miller.
Existe un maravilloso documental en el que se ve al escritor americano abriendo las puertas de su lavabo; un baño decorado con centenares de fotografías, donde cada una tiene su historia y Miller las explica al espectador. Miller desgrana en un precioso monólogo un retrato de su literatura, sus obsesiones, su humor, su concepto de la belleza, el sexo, el arte, etc. con su voz irónica de escritor vivido.
Al principio del vídeo habla de una novela llamada La llave y explica su argumento; una historia de un matrimonio de mediana edad con problemas en su vida sexual y cómo inician un peligroso juego para subsanarlos (que conste que la novela es mucho más y luego vuelvo a ello). La pasión con la que habla Miller de esta novela, una historia de amor, sexo, perversión, crueldad e ironía, hicieron que me interesada de inmediato por ella. Y más cuando viene abalada por uno de mis escritores favoritos cuya literatura fue fundamental para mi crecimiento como lector. Tiempo después, llegó a la librería esta reedición de la novela que ha hecho Siruela y me abalancé con entusiasmo sobre ella para devorarla en una tarde. ¿Y qué? Lo dicho, una pequeña obra maestra.
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La historia la estructuran dos diarios que escriben él y ella. Dos diarios personales donde los personajes irán desvelando sus pensamientos, miedos, obsesiones, frustraciones y deseos. Pero, y en este pero es donde está la genialidad, ambos personajes desean que el otro lea para que los descubran, pero con el acuerdo de que ninguno de los dos reconozca que lo ha leído. Pero ninguno de lo dos lee en verdad el diario de su pareja, o eso aseguran, y empieza un baile en el que cada uno finge que no sabe que el otro sabe y ha leído. ¿Pero de verdad no lo han leído? La novela cae de lleno en ese terreno tan querido de Tanizaki de la sombra, lo oculto y velado. La ambigüedad de la novela y la relación entre los personajes es lo que estructura la novela y el peligroso juego en el que cae el cuarteto protagonista y donde acaba también el lector. Él recupera su brío sexual cuando siente los celos de ver a su esposa atraída por el pretendiente de su hija; cuando ella se emborracha y pierde el sentido y él aprovecha para poner en práctica sus obsesiones fetichistas (besarle los pies, verla enteramente desnuda, tomarla fotografías... en una escenas que habrían encantado a Buñuel), pero... ¿de verdad se ha desmayado su esposa o solo finje estarlo? ¿Y qué diga el nombre del novio de su hija es solo un accidente? ¿Y...?
La novela y la relación entre los personaje es un continuo baile de mentiras y fingimientos, de juego, de sombra. Esto, claro, hace que el lector participe en esta danza y se vea involucrado en el complejo juego de sugerencias y medias verdades. La novela juega a la ambigüedad y a la duda. ¿Es la esposa de verdad tan puritana? ¿Es una inocente víctima atrapada en el juego perverso de su marido? ¿O es en verdad una femme fatale?
Un complejo universo en pocas páginas; un estilo sobrio, elegante, discreto y sutil. La palabra justa y la imagen certera. Rebosante de erotismo sin una sola escena de sexo explícito y mostrando que la novela erótica puede ser un vehículo ideal para la disección de un matrimonio y la creación de personajes complejos cuyas motivaciones solo podemos adivinar. Una novela compleja y perversa. Irónica y cruel. Elegante y fetichista. Llena de detalles, recovecos, sombras y sugerencias que hacen de La llave una novela que no se acaba en ella misma, que permanece en la memoria y a la que se volverá pasado un tiempo para entrar de nuevo en la sombra y la ambigüedad.
Otras opiniones
JotDown
En el levante de las páginas
* Las imágenes pertenece a la adaptación que en 1959 hizo Kon Ichikawa de la novela de Tanizaki.
* Por cierto, si a alguien le interesa el documental sobre Henry Miller solo tiene que dar al play.