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Libros a medias II

Ha sido una mala semana lectora. Cuatro libros empezados, cuatro libros dejados poco después de la página 100. Por eso la poca actualización. Porque al no encontrar nada bueno para leer, se me quitan las ganas de escribir y reseñar y empiezo a vagabundear por casa y la librería sin nada que llevarme al coleto, de mal humor, con ganas de nada y buscando algo, lo que sea que me vuelva a despertar el ansia lectora. Como hice a principios de septiembre con otra entrada, hago un repaso rápido y somero de las lecturas empezadas y abandonadas siendo perfectamente consciente de que es una opinión sesgada. Pero, ¿para qué continuar con una novela que no me aporta nada?

El juramento, Kimberly Derting, Lluna Roja-La Galera, 2011
El jurament, Kimberly Derting, Luna Roja-La Galera, 2011

La única de las novelas de hoy que no abandoné esta semana pasada. Intentona de leer hace un mes y medio, pero dejada pronto porque ya la había leído en las catorce o quince presuntas distopías que llevamos este año. Chica especial, amiga maja, sociedad totalitaria, nebulosa en el origen de esa sociedad, chico misterioso, poder especial, revolución, etcétera, etcétera, etcétera. Prou. Cierro el libro y a otra cosa. ¿Me atrevo a decir que eran unas malas setenta páginas (sí, aguanté solo setenta)? No, pero es lo de siempre presentado como siempre. Y ya estoy de lo de siempre un poquito hasta aquí. Y de la maquinaria fotocopiadora de la industria del libro. Y que sale un libro distópico, pues venga quince mil copiando la superficie y olvidando lo importante: buenos personajes y buena forma de narrar lo que pasa. Aburrido hasta la náusea, cerré el libro y a otra cosa.

La esfera, Myra McEntire, Molino, 2011

En cambio, La esfera sí que me pareció una mala novela. Llego de las minivacaciones y me encuentro con un miriada de novedades y esta esfera era una a la que tenía ganas. Me miro la contraportada y los pelos como escarpias por una simple frase: "Conoce a Michael (...) ¿Quién es de verdad ese tipo reservado, misterioso y tan dulce, el único que la entiende?". Tócate los huevos, los adjetivos perfectos para que odie al protagonista y me sepa la reacción de la protagonista. La esfera es diferente, me decían. No. La esfera es lo mismo y más, es el tipo de novela que me pone de los nervios. ¿Por qué? Vamos a ver, Emerson ve fantasmas y piensa que se está volviendo loca. Vale. Es muy fuerte y está super preocupada de lo que está pasando a su alrededor y con su futuro y suerte que tiene una amiga que la entiende y que está más buena que ella porque ellas, claro, no es nada, poquita cosa, lo de siempre, una florecilla del campo a la que ningún chico mira, pero claro quien va a mirar a una loca como ella... hasta que llega Michael y la mira y ella pasa de sus posibles problemas mentales a estar suspirando por el chico, preguntándose como besa, qué músculos tiene, cómo abrazara y escuchar como respira a través de las paredes y... Y en este punto Jorge dice basta de amores obsesivos, de vacíos de personalidad y que toda la trama, los personajes y la forma de contar esté supeditada a la historia de amor de dos (inserte el vocablo que se quiera). Ni los viajes en el tiempo me justifican una historia basada en si me gusta o no me gusta, en personajes poco trabajados y en una de esas protagonistas "metepatas" tan irritantes.

Witch & Wizard, James Patterson & Gabrielle Charbonnet, Alfaguara, 2011
Witch & Wizard, James Patterson & Gabrielle Charbonnet, Estrella Polar, 2011

Empieza bien. Una ucronía con buenos puntos de humor (todo el glosario final de obras muy parecidas a muchas que conocemos), pero perdió mi interés por pocos motivos.

1. Dos voces narradoras que son prácticamente la misma. Cuesta distinguir cuando habla cada uno de ellos y eso me molesta. Y más cuando la novela la construyen sobre capítulos que compiten entre ellos para ver cuál es más corto.
2. Acumulación. La novela parece construida sobre el "vale que..." con el que los niños juegan. Vale que tenemos un estado totalitario, vale que los hermanos son magos, vale que también salen fantasmas, vale que hay dimensiones paralelas, vale que nos vamos sacando poderes de donde sea, vale que... Ep, quieto parao... No, no vale todo y menos cuando me lo metes a cascoporro sin justificar y a lo bruto.
3. Malos de pacotilla. Cuando el malo no da miedo y no se percibe como una amenaza, la novela no funciona.  El Único que es el Único resulta casi cómico... al igual que la enfermera o los soldados. No se percibe una amenaza sino un trozo de carne que es muy malo, mucho, uy qué malo que es, pupa le va a hacer al nene.
4. Atropellado. Acción por acción. ¿Para qué entretenerse en crear un mínimo de personalidad o trasfondo a los personajes? Eso son chuminás. A correr, que pasen cosas, todo el rato, que no se pare, venga, venga, venga... para qué describir, para qué indagar... vamos, vamos, vamos...

Al final acabé aburrido, cansado y de mal humor. Acción por acción, no.

Hojas de dedalera, Victoria Álvarez, Viceversa, 2011

Vaya por delante que el debut de Victoria Álvarez no es una mala novela. Está escrita con gusto, con conocimiento histórico y cariño al oficio. Personajes funcionales aunque algo irritante el terceto protagonista, algún buen momento, pero no conseguí conectar con su propuesta. A medida que avanzaba la novela se me hacía más cuesta arriba y tenía cada vez más la convicción de que menos páginas le habrían ido de perillas. Casi que diría que unas ciento y pico. Llega un momento en que la narración no avanza y se cae en un terreno de nadie que me llevó a dejar un momento la novela con el punto de libro en la estantería y allí se ha quedado. Y la historia... bueno... acepto la parte de los fantasmas, pero la parte de Jack me cuesta más. Supongo que volveré a él en unos días.

R y Julie, Issac Marion, Mondadori, 2011
R i Julie, Issac Marion, Empúries, 2011

Un serio problema con esta novela;  al igual que me cuesta tragarme las películas donde los anímales hablan, me cuestan las novelas de zombis con conciencia. Y R y Julie es la historia de un zombi con conciencia, movimientos, carnet de conducir y lenguaje que se enamora de una chica y como llevan adelante su historia. No me la creí  Mi principal problema con esta novela es que no me creí lo que Issac Marion me explicaba. Desde la sociedad zombi que habita en el aeropuerto, los esqueletos andantes o que al comer cerebro se pueden acceder a los recuerdos almacenados en él (sin estímulos eléctricos ni nada... solo comiendo aunque el trozo de carne esté seco y de días). Y si esto me lo presentan con humor y desenfado, vale. Pero es que además el tono de la novela es de una seriedad aplastante y por momentos roza lo cursi y la pedantería. Además de explicitar el mensaje en más de una ocasión. "Los zombis no son el problema... somos nosotros que nos cargamos el planeta antes". "Todos somos iguales y el amor todo lo puede" (Frases no sacadas del libro de forma literal sino paráfrasis mías, que conste). Y cosas así.

Y cuando ya estaba desesperado, los amigos de Impedimenta publican La juguetería errante de Edmund Crispin, una divertidísima novela de detectives que es la que me ha reconciliado con la lectura. Un cadáver que desaparece, una juguetería que también desaparece, absurdas persecuciones por Oxford, conversaciones literaris, pistas en forma de malos poemas, humor british en cada página y unos personajes irónicos y llenos de carisma. Desde el mismo Gervase Fern hasta el camionero que lee a D.H. Lawrence.


Un placer lector. Próximamente una reseña más extensa.