Playa del Ahuir, la propiedad del paisaje
Vivimos una época paradójica donde campa a sus anchas una humanidad tan poderosa como finalmente frágil. Jamás tuvo el ser humano tanta capacidad para cambiar su entorno, para destruir o para crear. Como termitas voraces somos capaces de arrancar la piedra de la montaña y transformarla en gris hormigón armado que se clava en el suelo y se rodea de asfalto. Grandes pistas de negro betún abren camino a monstruos de acero que nos permiten huir al paraíso mientras destruimos tanto el paisaje que recorremos como el que justifica el viaje. Donde el hormigón y el asfalto se imponen nunca volverá a ser el paisaje el que fue. Mis amigas alemanas, las hermanas Künneke, llegaron a España en los cincuenta cargadas de una Leica de 35mm que les permitió retratar en color una playa de Gandía donde en Hotel Bayren se alzaba solitario en un paisaje de dunas y afloramientos de agua dulce. Dunas y arenales dorados donde retrataron viejas españolas de luto riguroso que se refu...