La maleza
Verano en el patio trasero. Sentado junto a la mesa del jardín veo las nubes estratosféricas y el cielo claro que trae el poniente. Hace ocho años que nos mudamos a esta casa y las paredes ya reclaman una mano de pintura. Algunos de los robustos maceteros que con tanta ilusión compramos han sido reventados por las raíces de unas plantas ahogadas en su propio espacio. Hay que ahorrar para devolver su aspecto a las cosas. Al otro lado del muro veo unos árboles que apenas eran unas varas con hojas cuando llegamos. El tiempo y el abandono del huerto de naranjos que una vez fue les ha permitido crecer hasta sobrepasar con creces la altura de un tercer piso. Más allá, pasados los pinos ya de camino a Gandía, empiezan los campos abandonados a su suerte que han sido desbrozados en un intento del ayuntamiento de restablecer el orden frente a la tupida selva en que se habían convertido. En un país donde la crisis hace mella vuelve a reinar la tendencia universal a la máxima entropía. ...