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"Nunca es primavera donde tú naciste. Sigues teniendo carita de pena, pero no me mires con tus ojos tristes"  Estos son parte de los versos de Salitre, canción de Quique González quien tal vez pensó en alguien parecido a Ignacio Benavides, el protagonista de esta obra, cuando los compuso. Lo que si es cierto es que Los juegos florales, la novela de Santiago Isla (que buen descubrimiento, me encanta su forma de contar historia, de narrarlas) bien podría inspirar una canción. Una de esas donde se entremezclan sueños incumplidos, amores desesperados, corazones rotos y un puñado de personajes de película dramática.



Título: Los juegos florales.

Autor: Santiago Isla.

Editorial: Espasa.

Año: 2021.

Género: Narrativa contemporánea.

Páginas: 297 páginas.

ISBN: 9788467062472






Sinopsis:

Una tragicomedia rabiosamente actual. Una novela generacional.

En Madrid, la joven generación del desencanto sigue sobreviviendo en sus trabajos precarios sin mayor horizonte que el día siguiente, agarrada a sus aficiones con una obsesión no exenta de la melancolía que impregna los finales de época: la música, las fiestas, las marcas, el coleccionismo de chicos y chicas, la gastronomía y mucho de ese amor ideal que Ginsberg consideraba el peso del mundo. Este es el paisaje en el que vive Ignacio Benavides, quien, para complicarlo aún más, ha elegido como tabla de salvación la literatura, eso de lo que ya sabemos que es muy difícil vivir… A no ser que tengas contactos en las productoras de contenidos: y eso es lo que le acaba de suceder. Con la ilusión de ver sus sueños cumplidos y de redimirse de su propio spleen, Ignacio empieza a frecuentar a los conseguidores del pijerío cultural madrileño que viven de las rentas y a las musas de cartón piedra que los acompañan.

Santiago Isla sigue siendo un flâneur en esta novela «sobre las promesas, las decepciones, la frustración», con ese narrador connotado, irónico y autocrítico que, sin embargo, conserva la esperanza «de un último tren hacia el futuro». El joven autor marca distancia con un estilo tremendamente personal y confirma los dones con los que se calificó su primera novela: frescura, luminosidad, altura, elegancia, inteligencia y entusiasmo.


Impresiones:

Los juegos florales es una novela fresca, escrita con un estilo original con el que he disfrutado mucho y que me ha resultado muy interesante a la hora de leer. Me he sentido protagonista en primera fila de todo lo que ocurría a lo largo de la trama. Una historia con cierta originalidad, que destila humor a raudales, aunque este en muchas ocasiones sea negro, del que desprende ese drama que se esconde tras la realidad de la vida en el apartado de las frustraciones.

 

Ignacio Benavides que, con veintisiete años, es un componente más de una generación que se encuentra frustrada con las expectativas del tiempo que les ha tocado vivir. Otra de esas generaciones que soñaron con la fama y el triunfo y que sobreviven en el mundo en un trabajo al que pudieron aferrarse cuando la realidad de la vida vino a pedirles cuentas, a reclamarles que eligieran un lugar según sus posibilidades y las opciones a las que podían asirse. Cuando le tocó elegir futuro soñó con ser escritor y para ello estudió periodismo desde las barricadas del bar de la facultad, arropado por ese primer amor de adolescencia que te embriaga hasta dejarte una resaca de campeonato y tan marcado como para que tu primer y único libro sea un homenaje a su persona.

 

Hoy en día, Ignacio vive con sus padres y su vida podríamos decir que es aburrida y sin expectativas hasta que durante la presentación de una antología poética en la librería en la que trabaja conoce a Julio Gasset, quien por casualidad llevaba entre otras, la obra de Ignacio. Conversando sobre literatura, escritores y obras, Julio promete a Ignacio que intentará mover su novela porque le parece realmente buena, con una historia tan potente que bien podría ser unas de los próximos estrenos de la pantalla. Será a partir de este momento en que nuestro protagonista vivirá un nuevo sueño, el de la resurrección de su novela y el comienzo una vida que contemplan lujo, fiestas y chicas. Aunque como siempre la realidad no es en la mayoría de estos casos como uno la imagina e Ignacio caminará por el fino alambre de una trama que le depara esperanza y frustración a partes iguales.

 

He disfrutado mucho con Los juegos florales, una tragicomedia que me ha proporcionado muchas horas de buena lectura y pasajes para la reflexión porque en algún momento, muchos hemos tenido algo de Ignacio Benavides, algo de Gasset o de alguno de los distintos personajes que pueblan la escena de esta historia.

 

Una novela que habla de las promesas que se hacen, de lo que nos decepciona, de la frustración mal gestionada como la de nuestro protagonista, del camino que elegimos vivir y algo muy importante como es la figura de ese último tren al que nos aferramos cuando creemos que está pasando por nuestra estación.

 

El escenario donde se desarrolla casi la totalidad de la trama es Madrid, aunque Islas nos regala otras localizaciones como Sanxenxo, Marbella, Mazarrón o Prádena en Segovia que harán que la novela tenga esa sensación de agilidad al parecer que en todo momento nos estamos desplazando con los personajes visitando lugares nuevos y conociendo rincones con encanto desde una fiesta pintoresca a una cafetería perdida en un pueblo de ensueño.

 

Pero si la historia es buena y está cargada de matices para su disfrute, los personajes son brutales. Tenemos un tridente de lo más variopinto cuya punta central es Ignacio Benavides al que se le puede odiar tanto como sentir lástima. A sus flancos Julio Gasset que puede representar muchas cosas y ninguna buena y Carmen Ron, una chica apetecible hasta en su apellido. Completando el elenco y para mí, secundarios de lujo, toda una serie de personajes que sin ellos la novela estaría coja, todos tienen algo, todos poseen cierto rol que te hace pensar en ellos, aunque su aparición no dure más de unas cuantas páginas. Son imprescindibles para que los principales brillen con más fuerza.

 

En definitiva, una novela interesante por los temas que trata y sobre todo por la perspectiva en la que le autor coloca al lector. Uno se siente en primera fila de la trama. Muy divertida, aunque no olvidemos que es una tragicomedia, pero que goza de mucha frescura. Sin lugar a dudas dará mucho pie a la reflexión porque a veces la historia escuece. Santiago Isla ha sido todo un descubrimiento al que seguiré leyendo si comete la barbaridad de escribir una tercera novela.


Autor: 


Santiago Isla
(Madrid 1994) 
es músico, escritor y también tiene un trabajo de verdad.
Desde 2017 firma el blog 
Sonajero. En 2020 publica Buenas noches, su primera novela. Debido a la inconsciencia de la juventud decide publicar una segunda.