Os quiero mostrar otra de las propuestas que he tenido y que tras leer su sinopsis he tenido que aceptar inmediatamente. Se que algun@s no gustan de los libros de los relatos, pero yo disfruto mucho si son intensos, latigazos que duran unas páginas y que agilizan la lectura en busca de otra aventura. Conocí al autor tomando algo en un bar y tengo que decir que tras su timidez he podido descubrir en su escritura una persona que habla más con su pluma que con sus palabras en un cara a cara. Pronto os traeré la reseña pero os adelanto que me encanta su forma de escribir y que espero que podemos hablar de él mucho más por este libro y por futuros más. Juan Manuel se descubre por tus páginas que tienes muchas historias que contar así que no te detengas sólo en este libro.
Autor: Juan Manuel Peñate Rodríguez
Editorial: Círculo Rojo.
Páginas: 486
Encuadernación: Tapa blanda (rústica con solapas)
ISBN: 978-84-9050-542-7
Año de edición: octubre 2013
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En La pala un ritual es llevado a cabo por los habitantes de un pueblo remoto, un secreto compartido que va saltando de uno a otro; el protagonista de Dios Roco se convierte en testigo involuntario o nexo de unión entre dos mundos destinados a no conocerse nunca; dos mujeres muy dispares tienen que hacerse a la idea de convivir bajo el mismo techo, la situación lo requiere, pues afuera, Al otro lado del cristal… Una lucha encarnizada por la supervivencia es desplegada a través de un macabro juego al que El jugador pesimista, junto con otros, tendrá que hacer frente, algo que lo marcará de por vida; en Tercera planta, por favor acompañaremos a alguien cuya memoria hace mucho que lo abandonó en su descenso al siguiente infierno; una institución mental es siempre lugar de confesiones susurradas cuyas paredes encierran anécdotas misteriosas y leyendas urbanas que nadie creería, sin embargo, es la persona que habita En la celda de colores la que guarda la más inquietante de las historias; ¿hasta qué punto llegarían unos por impresionar a otros? En Touchdown alguien cruzará esa delgada línea, demostrando una vez más que la estupidez humana no conoce límites.