Hay libros juveniles que son una trampa en la que conviene que también los adultos caigan. Libros entretenidos, escritos con un lenguaje que atrapa a ambos bandos, con ideas para reflexionar y enseñanzas que sirven tanto para jovenes como para quien ya no lo es tanto. Lo importante es que lecturas como esta no caigan en saco roto y aprendamos a confiar en nuestros hijos, que ellos confíen en nosotros, que la vida es maravillosa y no tiene que ser precisamente por estar pegado a la pantalla de un móvil o un ordenador.
Daniela y yo hemos leído esta novela y ambos con unos años de diferencia le hemos dado el visto bueno y hemos disfrutado de ella porque es entretenida, interesante y muy divulgativa.
Leer un libro como La Guarida, supone dejar unos días de reflexión antes de verbalizar lo que pasa por la mente. Antes de contar lo que se van a encontrar los lectores.
Pensé que era una novela sólo para adolescentes. Una portada de un joven con capucha y un fondo que me dejaba intuir ese profundo y peligroso mundo que es la Deep Web (este año ya os hablé sobre ella en Creep). Pero ha sido algo más, una lectura real y dura a cuyo contenido espero no tener que enfrentarme nunca en la realidad.
Lucas es un adolescente de 16 años que no quiere estudiar, vive rodeado de lujos pero en una familia en la que predominan los gritos, los insultos y la falta de respeto y de diálogo. Su padre es juez de menores, triunfador y déspota. Su madre siempre ha vivido a su sombra y se ha dedicado a proteger a Lucas más allá de lo debido, justificando comportamientos injustificables. Por eso él está acostumbrado a obtener lo que quiere cuando quiere, y cuando no es así y se encuentra a alguien que le frena, busca conseguir lo que busca aunque sea de la forma más retorcida posible. Y para ello cuenta con ayuda: amigos que le siguen, contactos en los bajos fondos de internet, visionado de páginas de agresiones, violaciones y sangre, drogas, alcohol, un padre que ya no lo soporta y una madre que cubre sus desacatos.
Como no quiere estudiar y va de un centro privado a otro, su padre decide que comience a estudiar en un instituto público, en el que conoce a Dani, un chico centrado y responsable muy alejado del mundo de Lucas, pero que en un momento se acerca a su entorno y ahí comienza el principio de su sufrimiento. Pero a Lucas solo le interesa Sole, la novia de Dani, una joven guapa, trabajadora y estudiosa con unos principios sólidos y unos valores que nuestro protagonista no entiende. Con malas artes y muchas mentiras, consigue separar a la pareja y comenzar una breve relación con Sole, relación que termina pronto cuando la chica descubre la verdadera personalidad de Lucas.
Y a Lucas no lo deja nadie. A Lucas nadie le dice lo que debe hacer. Lucas nunca pierde. Por lo que su rabia y su odio lo llevan a tramar un plan digno de las direcciones web que visita. En este libro se cuentan barbaridades, y lo peor es que son reales, aunque nos duela escucharlo y leerlo. Racismo, maltrato, humillación, ciberacoso, violación, pornografía, drogas, agresiones, subastas de menores y de jóvenes vírgenes, pedofilia, raptos, suicidios, fiestas al margen de la ley… Y por encima de ellos, deben quedar los jóvenes con principios, los adultos que luchan porque sus hijos no pertenezcan a esa minoría, quiero pensar que a ese mundo sólo pertenece una minoría, que encuentra placer en hacer daño a los demás.
Quizá Julia Cortés condensa demasiado dolor y demasiadas aberraciones en muy pocas páginas, pero si esto sirve para que jóvenes y adultos conozcan lo que pasa en la sociedad y traten de evitarlo educando a sus hijos en valores y no viviendo al margen, habrá merecido la pena. Y es que, como dice la autora, “muchos padres no saben decir no a sus hijos y les dan todo lo que piden, todo menos lo que de verdad necesitan, atención y amor”. Y también habrá logrado su objetivo si se tiene en cuenta también una de sus denuncias, puesta en boca de un juez de menores: “la ley del menor tiene que cambiar”. Y un consejo que la autora ya da en sus primeras páginas: “Entra en la Red, por supuesto, pero no te dejes engañar: a la más mínima duda, consulta. Tus padres y profesores no te aconsejarán mal, te lo aseguro”.