Si tuviera que inclinarme por un sitio al que, ni en el mejor de mis sueños, hubiera concebido que llegaría mi blog es éste: Ushuaia, ciudad más austral del mundo situada en Argentina. Ciudad cuyo nombre evoca necesariamente alguna civilización anterior a 1492. Civilizaciones con palacios de mujeres-tigre. Encantador lugar, por lo que parece, aunque estos sitios extremos siempre condicionan el carácter de quien allí vive. Sé que es verano allí y por tanto no debe ser tan extraño que la temperatura allí sea de 11 grados centígrados (ahora caigo que no sé si en Argentina se usa la escala Celsius o la Fahrenheit para las temperaturas, algún lector podría aclarármelo pues prefiero escribir algunas líneas más a tomarme las molestias de documentarme por Google). Superior a los 5 grados que tenemos hoy en Barcelona, donde la previsión es a que haga unos cuantos días de frío (quizás se llegue a 4 o 5 grados bajo cero), frío sin nieve ni lluvia, frío seco y áspero que hace que nuestros políticos corran a impedirnos hacer cosas o a recomendarnos encarecidamente no hacerlas. Tomándonos por tanto a todos los ciudadanos como niños de apenas 6 años. Porque tienen mucho miedo de gastar más dinero de la cuenta rescatando a algún pobre incauto que ha quedado atrapado regresando del trabajo, o del cine, o de aprovechar para subirse a una montaña y contemplar el poder de la naturaleza. Las autoridades nos dicen una vez más qué hay y qué no hay que hacer. TV3, la televisión oficial catalana, (para quien tenga dudas de mi ideología no hay más que leer los posts con la etiqueta Catalunya), va a dar un paso más, dirigido por supuesto oficialmente, y va a emitir un programa de una serie llamada Mestres donde Ferran Soriano, máximo responsable del hundimiento de Spanair (si no quieres frases así no aceptes la presidencia, nen), se va a dar el festín ególatra de enseñar matemáticas a una serie de niños. Parece ser que no aprecian que el momento no sea el oportuno para tal despropósito. Oh my god. No veo apenas televisión, veo cosas que se han televisado pero no me siento ante la pantalla y consumo lo que estén dando. Si dan el programa de Soriano, el lapiz estará afilado esperándole.
No puedo dejar de hablar de lo de ayer en Egipto. Que parece que tiene severas implicaciones políticas, tanto en la inacción de la policía como en el propio desarrollo de los acontecimientos entre aficiones. Justo ayer me fijé en el final del partido entre Barça y Valencia, con jugadores de ambos equipos saliendo del terreno de juego en un clima de máxima cordialidad : Albelda con Puyol, Sergi Busquets rodeando con el brazo a Jordi Alba, Abidal abrazando a Rami y Mathieu. Aquí he hablado de Valencia y, creo que tras una prolongada época de equívocos y enemistades azuzadas y malintencionadas, valencianos (parece que una parte significativa) y catalanes nos damos cuenta que el enemigo no está en justo el otro (no especularé cual es un enemigo común de catalanes y valencianos). Oír lo de los más de 70 muertos en ese Egipto post Tahrir, post Mubarak, saber que eso está asociado a algo quizás trascendente y pasional, pero en el fondo lúdico y festivo, como es un partido de fútbol, hace que un escalofrío recorra mi columna. No puedes salir de casa a ver a tu equipo y no volver jamás.
No puedo dejar de hablar de lo de ayer en Egipto. Que parece que tiene severas implicaciones políticas, tanto en la inacción de la policía como en el propio desarrollo de los acontecimientos entre aficiones. Justo ayer me fijé en el final del partido entre Barça y Valencia, con jugadores de ambos equipos saliendo del terreno de juego en un clima de máxima cordialidad : Albelda con Puyol, Sergi Busquets rodeando con el brazo a Jordi Alba, Abidal abrazando a Rami y Mathieu. Aquí he hablado de Valencia y, creo que tras una prolongada época de equívocos y enemistades azuzadas y malintencionadas, valencianos (parece que una parte significativa) y catalanes nos damos cuenta que el enemigo no está en justo el otro (no especularé cual es un enemigo común de catalanes y valencianos). Oír lo de los más de 70 muertos en ese Egipto post Tahrir, post Mubarak, saber que eso está asociado a algo quizás trascendente y pasional, pero en el fondo lúdico y festivo, como es un partido de fútbol, hace que un escalofrío recorra mi columna. No puedes salir de casa a ver a tu equipo y no volver jamás.