Joder, lo que me gustaría ser como John Self. Que tiene la capacidad de abstraerse y hurgar entre poesía hasta encontrar alguna que nos hace escapar de este mundo, de este mundo de primas de riesgo y fondos de rescate, este mundo de sortilegios indescifrables, pero cuyas soluciones convergen: nada será como antes. Pero algo dentro o fuera de mí no me lo permite. Llevo horas diciéndome a mí mismo que algo quedaba pendiente en un post de los últimos días. Aquel en que recriminaba las infinitas torpezas del gobierno saliente. Como se dice, todas hieren, la última mata.
Nunca le perdonaré que, encima, hayan dado al PP el mejor de los pretextos para sus primeras acciones, para las que harán más daño pues mucha gente (ilusos) se arrepentirá de haberles votado, meras semanas después de hacerlo: tenemos que hacer estos recortes porque nos lo hemos encontrado todo peor de lo que pensábamos. Con esa patente de corso, que encima justificarán con huyeron a la desbandada y lo dejaron todo hecho un asco, adiós prestaciones, más recortes, adiós políticas sociales.
Lo sé por la escena de Michael Douglas en Traffic de Steven Sodenbergh, donde el antecesor en su despacho le habla de los dos sobres que se encontró en el cajón.
Y lo sé tal como sabía Christopher Walken lo que pasaría, cuando le daba la mano a Martin Sheen en La zona muerta de Cronenberg. Veo a Rajoy, estólido e inexpresivo (pero satisfecho y borracho de poder) dirigiendo una mirada perdida a la cámara, con una vaga expresión del que diría españoles todos.
Paro de escribir, y pienso cómo no vamos a hacer nada, como toda la @spanishrevolution es eso, una cuenta en Facebook o en Twitter (por qué no puedo con Twitter ??) dando voces al vacío, como esos altavoces que imitan voces de rapaces para ahuyentar a las palomas. Paro de escribir un poco despues de pensar que no debería poner la palabra miedo, que es una palabra que se lee pero a la vez se huele.