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dilluns, 9 de gener del 2012

EL CASTIGO EXCESIVO

Cómo me reía cuando algún personaje televisivo aparecía con semblante circunspecto, tras ser finiquitado alguno de sus últimos inventos, y hablaba de "la dictadura de las audiencias". Ay, chicos, cuando uno es ensalzado, las audiencias son una democracia, o no?. Miradme a mí. Cada día que no publico pierdo un 15 o un 20 por ciento, esa gente que pone la dirección, curiosea el último post, dice, este ya lo he leído, y se larga a otro lado. No no no, nada de indagar si alguno antiguo quedó sin leer, nada de solazarse en segundas lecturas, en segundas escuchas. No haces nada nuevo, no existes. Yo ya hablé de esos vacíos, de esas mentes en blanco (siempre me suena mente en blanco a los exámenes que todos hemos pasado), pero, narices, uno puede permitírselo, no?.  Aunque no sea exactamente en blanco, aunque uno se repase las listas de final de año de las referencias más celebradas, y vuelva a ver el libro de Franzen, y segundo, en muchos sitios, el de Houellebecq, y uno piensa que a fuerza de ser segundo en muchos lados uno puede acabar siendo el primero del conjunto (uno entonces piensa en Nigel Mansell o en Pete Sampras, aunque deteste la F1 y el tenis me haga bostezar). Veo también las de películas, intento montarme una sesión triple (después del hallazgo de Drive) y ver otras tres que coinciden en lo más alto: Copia certificada (porque Juliette Binoche siempre me parece sexy), que no supera una primera escena que parece desvelar cierto arteyensayismo vocacional, luego pruebo con Melancholia, y aguanto cinco (que me parecen horas pero son) minutos de imágenes que alguien dirá ensoñadoras pero que encuentro somnolientas. Entonces me da por pensar si Dogville ya es suficiente Lars Von Trier para mí. El último intento (vano y fútil como los otros dos) es para El árbol de la vida, que veo con el escepticismo de las películas con estética de los cincuenta, y con el miedo (por lo que he leído) que todo me acabe pareciendo un esperpento propagandístico de bien no se sabe qué (de los antiabortistas, de las religiones, de los puristas de las imágenes, de los cortes de pelo con olor a Floyd). Tres de tres en que no rebaso los diez minutos. Leo sobre el deterioro del cerebro a los 45 y me acuerdo, a cuenta de la palabra propaganda, de cierto post que querría dedicarle al sello Zang Tuum Tumb. Cosa que descarto porque no quiero ponerme tan ochentas, porque el clip de Duel me recuerda momentos extraños y, por estúpidas asociaciones de ideas, cuando Madonna se casó con Sean Penn, enamorada, sensual, italiana. Luego ella se hizo más luminosa y él más oscuro y nació el desamor, que todo lo emborrona. Muchos años más tarde él saldría en bastantes buenas películas. Diría que no entendía alguna. Sería un líder homosexual. Sería el amigo de un tipo detenido en la frontera con México, al que torturarían. También sería muchos tipos de los que no acabas de fiarte. Lloraría a un hermano también actor. Algunos lo miraríamos y diríamos, debería haber salido en una de Tarantino, debería haber salido en una de los Coen, quizás (pero Depp lo acapara todo, el tío) en una de Burton, puede que en una de Scorsese. Pero no, errores y más errores.




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