Boleros son canciones que reflejan ciertos inexplicables estados de melancolía. Todo el mundo sabe alguno y su letra acude a la cabeza en medio de ciertas circunstancias. Los cantantes de boleros (los profesionales de verdad, cuidado pues corren impostores por ahí) llevan horrorosos smoking de color blanco o de color hueso, pajaritas o corbatas oscuras. Son maduros y entrados en carnes, y siempre parece que hablen de algo que les pasó tiempo atrás, mucho tiempo.
Mis chaquetas son oscuras y ésto no va más atrás de ayer. Son posibles las heridas sin cicatrices.
Me he pasado buscando en Google a qué porción de tiempo exacto podríamos aplicar la expresión "más adelante". Pensaba que todo estaba en internet, pero ya voy dándome cuenta que no. Como hace calor, el tiempo es más intenso, la vida da para más, la impresión que me he llevado es que no hablaríamos de mucho más que de un mes. Tanta inconcreción a veces asusta y preocupa, cuando no debería. Las inconcreciones mejor dejémoslas para los políticos, subespecie de la humanidad que en el día de hoy, en esta parte del orbe, se encuentra bajo estado de shock. Por haber vencido o por lo contrario. Un título alternativo a este post hubiese sido Una nación de 276.000 asesinos, pues estos son los votos que obtuvo Bildu, en Euskadi (tuvieron una propina de 40.000 en Navarra). Estoy impresionado, pues seguro que entre los vascos que conozco alguien les habrá votado, y todos los vascos que conozco son pacíficos, aunque a veces, como nos pasa a todos, puedan enfadarse, incluso, montar en cólera. Los numerosos medios de derechas van a tener que mesurar sus términos, pues 316.000 personas son muchas para ofender. Y todas han ido con su papeleta y han hecho cola y puede que hubieran estrechado más manos de las que les eran ofrecidas. Bueno, pocos les ofrecían manos, más bién eran pies que daban patadas.
Para patadas las que da el bajo (no sé si análogico o sintético) en esta soberbia canción. Canción que desafío a cualquiera a oir tres o cuatro veces y conseguir dejar estar quieto ese pie o esa mano. De vez en cuando uno se ha de rendir a lo irresistible. Es la sal de la vida.
No os quejéis : prometí, y estoy cumpliendo a medias (otras promesas más firmes las cumplo a rajatabla), abandonar esta monotonía política de estos días. Mi ciudad ha girado a la derecha y yo aún estoy esperando que se abra mi semáforo. Revelarse y rebelar, puede que se parezcan pero no, con V diríamos que puede que te aporte esperanzas, con B es algo que no tiene vuelta atrás, todo es distinto a partir de entonces, y en otros tiempos diría que no sé, pero hoy sé que es mejor. Esto no son los principios de la física, quitarse un peso de encima no significa entregarle ese peso a nadie. Se queda en el suelo y ya está. Escribes unas cuantas frases, pones unas cuantas canciones, te preparas para afrontar la siguiente fase.
Dicho esto, continuaré leyendo, ahora sé que acompañado, Ebano, lectura que me recuerda que los domingos por la tarde pueden ser, casi siempre, horribles, pero los domingos por la mañana huelen a croissant y a dominical y a parque con acogedoras sombras, sombras desde las cuales todo se ve luminoso, tan luminoso que me dan ganas de indagar en el blog de John Self, buscar poesía, hacerla propia, y transmitirla. Ya es un paso que no pensaba dar, pero dar pasos que no pensabas, aunque te acerquen a abismos, es mucho mejor que estar quieto. Y, desde que cambié el look, no estar quieto es el slogan oficial. Gracias por leer, pues es el primer paso para comprender. No siempre uno puede comprenderlo todo, claro.