Ya tengo las Orsai 6 y 7. Ahora falta el momento adecuado para ir encargándome de ellas. El destino designa que, con ellas bajo el brazo, vea en la biblioteca a Sergi Pàmies.
Sergi Pámies es un escritor que me gusta más colaborando en prensa que en ficción. En prensa, prácticamente empatizo siempre con su forofismo culé, su pose ligeramente emprenyada ( intraducible: probemos enojada), su descacharrante humor negro y su pragmatismo. Es hijo de la recientemente fallecida escritora Teresa Pàmies, y de un también fallecido líder comunista, Gregorio López Raimundo. Un comunista de los de verdad, por cierto.
De hecho, la biblioteca municipal en que me abastezco de libros lleva el nombre de su madre. Allí lo abordo, y le pido un autógrafo, para desconcierto, casi, mutuo. Ni él ni yo estamos acostumbrados. Para empezar, ni uno ni otro llevamos un bolígrafo, que nos prestan en la biblioteca. Ni papeles donde firmar, la clásica libretita que un auténtico coleccionista de autógrafos lleva siempre a mano.
Pero la Orsai me sirve: firma detrás, en el generoso espacio en blanco de la contraportada; me pregunta mi nombre y pone, en catalán: "Para Francesc, con el afecto de" y firma con un muñequito levemente reminiscente de aquel Cobi del que hacen veinte años, o puede parecer un coyote, o un dingo, igual. No conoce la revista, y no tengo tiempo más que de balbucear que es una revista literaria. Menudo gran promotor estoy hecho. Tengo mi Orsai y me la ha firmado un escritor relativamente célebre, a nivel local (puede que Casciari lo conozca). Aunque sea por eso, sé que soy único.
Cuando este post, (que estoy programando, gracias a un corto pero socorrido stock, para que se publique el lunes a primera hora) aparezca, ya sabremos en Europa qué ha pasado en Grecia. De repente, todo parece depender de ese pequeño país exportador de yogures y traviesos usos sexuales . No tan de repente, ese ente sin cara pero con miles de cabezas llamado mercados se ha encargado de asustar y amedrentar a los griegos. Cuando a mí me preocupaba que el partido neonazi obtenga representación, a los mercados les preocupa que la fuerza encargada de formar gobierno pueda ser un partido de izquierdas prácticamente alineado con el movimiento indignado, que se ha mostrado contrario al cumplimiento de las duras medidas impuestas por el dinero alemán a los griegos. No sé si esa oposición llegaría al planteamiento de incumplirlas. Pero sé que los griegos ya están siendo advertidos a priori de la difícil situación en que ese triunfo colocaría a su pequeño país.
Si no es intromisión, si no es intervencionismo, si no es una manera taimada y sibilina de meter el miedo y coartar a la gente, reto a alguien a ponerle un nombre.
Recuerdo una conversación profesional hace unos cuantos años, acerca de la ubicación idónea de la celebración de una de esas horrendas cenas navideñas de empresa.
A) es una sugerencia o una imposición?
B) tómalo como una sugerencia impositiva
Así que amigos griegos: si no tuviera prisa por acabar este post miraría de dónde era Damocles; me la juego y digo que también de allí. Su espada cuelga sobre vosotros. Vuestra libertad puede saliros cara, si no os decidís por los cómodos partidos de siempre: los de los mismos perros con distintos collares. No tocaré una coma. Cuando esto pueda leerse por alguien que no sea yo mismo, qué habréis hecho?