Mostrando entradas con la etiqueta Rusia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Rusia. Mostrar todas las entradas

lunes, 25 de junio de 2018

Es difícil unir las ganas de vivir con las de escribir

Anton Chéjov
(Rusia, 1860-1904)

Uno no termina con la nariz rota por escribir mal; al contrario, escribimos porque nos hemos roto la nariz y no tenemos ningún lugar al que ir.
Cuando escribo no tengo la impresión de que mis historias sean tristes. En cualquier caso, cuando trabajo estoy siempre de buen humor. Cuanto más alegre es mi vida, más sombríos son los relatos que escribo.

Dios mío, no permitas que juzgue o hable de lo que no conozco y no comprendo.

No pulir, no limar demasiado. Hay que ser desmañado y audaz. La brevedad es hermana del talento.

Lo he visto todo. No obstante, ahora no se trata de lo que he visto sino de cómo lo he visto.

Es extraño: ahora tengo la manía de la brevedad: nada de lo que leo, mío o ajeno, me parece lo bastante breve.
Cuando escribo, confío plenamente en que el lector añadirá por su cuenta los elementos subjetivos que faltan al cuento.

Es más fácil escribir de Sócrates que de una señorita o de una cocinera.
Guarde el relato en un baúl un año entero y, después de ese tiempo, vuelva a leerlo. Entonces lo verá todo más claro. Escriba una novela. Escríbala durante un año entero. Después acórtela medio año y después publíquela. Un escritor, más que escribir, debe bordar sobre el papel; que el trabajo sea minucioso, elaborado.

Te aconsejo: 1) ninguna monserga de carácter político, social, económico; 2) objetividad absoluta; 3) veracidad en la pintura de los personajes y de las cosas; 4) máxima concisión; 5) audacia y originalidad: rechaza todo lo convencional; 6) espontaneidad.

Es difícil unir las ganas de vivir con las de escribir. No dejes correr tu pluma cuando tu cabeza está cansada.

Nunca se debe mentir. El arte tiene esta grandeza particular: no tolera la mentira. Se puede mentir en el amor, en la política, en la medicina, se puede engañar a la gente e incluso a Dios, pero en el arte no se puede mentir.

Nada es más fácil que describir autoridades antipáticas. Al lector le gusta, pero sólo al más insoportable, al más mediocre de los lectores. Dios te guarde de los lugares comunes. Lo mejor de todo es no describir el estado de ánimo de los personajes. Hay que tratar de que se desprenda de sus propias acciones. No publiques hasta estar seguro de que tus personajes están vivos y de que no pecas contra la realidad.

Escribir para los críticos tiene tanto sentido como darle a oler flores a una persona resfriada.

No seamos charlatanes y digamos con franqueza que en este mundo no se entiende nada. Sólo los charlatanes y los imbéciles creen comprenderlo todo.

No es la escritura en sí misma lo que me da náusea, sino el entorno literario, del que no es posible escapar y que te acompaña a todas partes, como a la tierra su atmósfera. No creo en nuestra intelligentsia, que es hipócrita, falsa, histérica, maleducada, ociosa; no le creo ni siquiera cuando sufre y se lamenta, ya que sus perseguidores proceden de sus propias entrañas. Creo en los individuos, en unas pocas personas esparcidas por todos los rincones -sean intelectuales o campesinos-; en ellos está la fuerza, aunque sean pocos. “No me digas que la luna está brillando, muéstrame el destello del brillo en un cristal roto”

Si en el primer acto tienes una pistola colgada de la pared, entonces en el siguiente capítulo debe ser disparada. Si no, no la pongas ahí.
***
Clarice Lispector

(Chechelnik, 1920-Río de Janeiro, Brasil, 1977) 

Escribir es una maldición que salva. Es una maldición porque obliga y arrastra, como un vicio penoso del cual es imposible librarse. Y es una salvación porque salva el día que se vive y que nunca se entiende a menos que se escriba.

¿El proceso de escribir es difícil? Es como llamar difícil al modo extremadamente prolijo y natural con que es hecha una flor.

No puedo escribir mientras estoy ansiosa, porque hago todo lo posible para que las horas pasen. Escribir es prolongar el tiempo, dividirlo en partículas de segundos, dando a cada una de ellas una vida insustituible.

Escribir es usar la palabra como carnada, para pescar lo que no es palabra. Cuando esa no-palabra, la entrelínea, muerde la carnada, algo se escribió. Una vez que se pescó la entrelínea, con alivio se puede echar afuera la palabra.

Tomado de www.ersilias.com/consejos-de-90-escritores/

sábado, 3 de febrero de 2018

Hasta el traje del poeta y su conversación con su mujer debe ser diferente y determinada por toda su producción poética

VLADIMIR MAIACOVSKY
(1893-1930)

PASADA LA UNA DE LA MAÑANA...

Pasada la una de la mañana. Debés haberte ido a la cama.
La Vía Láctea derrama un río de plata a través de la noche.
No tengo apuro; con relampagueantes telegramas
No tengo motivos para despertarte o preocuparte.
Y, como dicen, el incidente está cerrado.
El bote del amor se ha estrellado contra la amoladora diaria.
Ahora vos y yo somos renunciantes. Para qué molestarse
en saldar penas mutuas, dolores y heridas.
Mirá qué quietud se establece sobre el mundo.
La noche envuelve el cielo en tributo de las estrellas.
En horas como éstas, uno se alza para arengar
Las épocas, la historia, y la creación toda.


[Encontrado en el bolsillo de Maiacovsky después de pegar-
se un tiro. Parece haber sido parte de un poema más extenso
sobre el que estaba trabajando en ese tiempo.]
[Del inglés, George Reavey]
***
1. La poesía es una producción dificilísima, complicadísima pero es producción.
2. Enseñar a escribir versos, no es estudiar la preparación de determinado tipo de obras poéticas, sino estudiar los medios utilizados en cualquier trabajo poético, estudiar los hábitos de producción, que ayudan a crear estos nuevos medios.
3. La novedad del material y de los medios de expresión es indispensable para toda obra poética.
4. El trabajo del poeta debe ser cotidiano, debe trabajar todos los días para mejorar su dominio en la materia y acumular reservas poéticas.
5. Una buena libreta de apuntes, y saber manejarla, es más importante que saber escribir sin cometer errores en alguna métrica anticuada y moribunda.
6. No hay por qué lanzar en marcha un gran taller poético para hacer únicamente pequeños encendedores poéticos. Se debe eludir esa forma irracional de trabajo. Se debe tomar la pluma cuando no tenemos otro medio para expresarnos más que en verso. Hay que escribir ciertas obras únicamente cuando se siente con absoluta claridad el encargo social.
7. Para comprender con justeza el encargo social, el poeta debe estar en el centro de los acontecimientos. Los conocimientos teóricos de economía política, el conocimiento real de la vida, el ambiente, los conocimientos de historia son para el poeta más importantes que los tratados escolásticos que siguen rezando a viejos ídolos y profesores dogmáticos e idealistas.
8 Para el cumplimiento mejor del encargo social, debemos estar a la vanguardia de nuestra clase más progresista, debemos luchar juntos con ella en todos los frentes de combate. Debemos hacer trizas la leyenda del arte apolítico. Este viejo cuento surge ahora bajo un nuevo aspecto, cubierto por la charla de los amplios panoramas épicos (primero épicos, luego objetivos y por último sin partido), hablando del gran estilo (primero grande, luego elevado y por último celestial), etc., etc.
9. Si tratamos al arte únicamente como una producción complicadísima, se eliminará la casualidad, la falta de principios en los gastos y la arbitrariedad en las valoraciones individuales. Al tratar al arte únicamente como una producción se ubicarán las diferentes ramas del trabajo literario con los mismos derechos de existencia; los del verso y la nota del corresponsal obrero y campesino. En vez de reflexiones místicas sobre un tema poético permitirá tratar el problema de acuerdo a una rigurosa calificación 
10. Es imposible darle un valor decisivo y dominante a la así llamada elaboración técnica. Pero, precisamente esa elaboración hace de la obra poética su valor y crea las posibilidades de su utilidad. Únicamente la diferencia de estos medios de elaboración crea la diferencia entre los poetas; sólo el conocimiento, el perfeccionamiento, la acumulación, la diversificación de métodos literarios hace de un hombre un escritor profesional.
11. El ambiente cotidiano tiene influencias también en la conciencia del poeta y en la creación de sus obras como los demás factores de su ambiente. La palabra “bohemia” se ha transformado en un elemento negativo para todo ambiente artístico. Por desgracia, la lucha contra estos elementos se hace sólo con palabras y no con medios. Es un hecho, por desgracia, la existencia de ese clima gastado y conocido de carrierismo literario, de individualismo, de estrechos intereses y mezquindades de círculo, de reemplazo de conceptos poéticos por otros de calidad muy inferior. Hasta el traje del poeta y su conversación con su mujer debe ser diferente y determinada por toda su producción poética.
12. Nosotros, los del L.E.F. (Frente de Izquierda), jamás decimos que somos los únicos dueños de los secretos de la creación poética, pero sí somos los únicos que deseamos descubrir esos secretos, los únicos que no queremos rodear la creación poética con especulaciones de carácter artístico-religiosas.
Fuente: laplumadelescritor.wordpress.com

jueves, 1 de febrero de 2018

¿Quién no se cayó en la cubierta?

Serguéi Aleksándrovich Esenin 

(Konstantínovo, Rusia,-Leningrado, URSS, 1925) 

¡Dejaos ya de riñas! ¡Es la vida!…

¡Dejaos ya de riñas! ¡Es la vida!
¡Yo no comercio con palabras!
Se ha vuelto grave y ya se dobla
mi cabeza dorada hacia la espalda.

Por aldea y ciudad amor no siento.
¿Cómo pude sentir alguno?
Todo lo dejaré y, con barba larga,
iré por Rusia cual vagabundo.

Olvidaré los poemas y los libros,
me echaré un saco sobre la espalda,
porque en los campos, a un perdido,
más que a ninguno el viento canta.

Apestaré a rábano y cebolla
y, turbando la quietud del la tarde,
me sonaré ruidosamente con la mano
y haré simplerías en todo.

Y no necesito mejor suerte
que olvidar escuchando la cellisca,
pues sin estas extravagancias
no sé vivir en este mundo.

Versión de Olga Starovoitova y José Jiménez
**
CARTA A UNA MUJER 

Usted se acuerda,
usted, claro, de todo se acuerda,
cuando andaba nerviosa
por la estancia
- yo a la pared pegado –
y me reñía
con acerbas palabras.

Decía usted
que había llegado
la hora de separarnos,
que a causa de mis locuras
sufría mucho,
que iba a dedicarse a sus cosas,
y que yo estaba condenado
a rodar por la pendiente.

Querida:
Usted no me amaba.
Ignoraba que entre el gentío
era yo cual caballo espumeante,
espoleado por audaz jinete.
Ignoraba
que entre aquella humareda,
en la fosca tormenta de la vida
sufría yo, sin comprender
lo que se avecinaba.
De cara a cara
no se ve el rostro.
Lo grande se ve a distancia.
Cuando el mar se encrespa,
corren riesgo las naves.
¡Y de pronto
se convirtió la tierra
en una nave!
Alguien
empuñó majestuoso el timón
rumbo a la nueva vida prodigiosa
por entre vendavales y tormentas.
¿Quién no se cayó en la cubierta?
¿Quién no vomitó y no maldijo?
Pocos hubo que no se mareasen,
que venciesen aquel torbellino.
Entonces
entre un clamor salvaje,
sabiendo bien lo que me hacía
bajé a la bodega
para no ver vomitar a la gente.
Aquella bodega
era eso: la taberna.
Yo me entregué al vino
para no padecer por nadie
y hundirme
en la embriaguez.
Querida:
La hice sufrir, es cierto.
En sus cansados ojos
se asomaba la pena
al ver que yo, ostentosamente,
me consumía en escándalos diarios.
Pero usted ignoraba
que entre aquella humareda,
en la fosca tormenta de la vida,
sufría yo,
sin comprender
lo que se avecinaba…

Han pasado los años.
Mi edad es ya otra.
Ahora pienso de distinto modo.
Ahora brindo en los días de fiesta
por el gran timonel.
Me embargan hoy
amables sentimientos.
Al recordar su angustia
quiero apresurarme
a decirle
lo que fui antes,
lo que soy ahora.
Querida:
Me complace comunicarle
que no rodé por la pendiente.
Vivo en el Territorio Soviético
como el más entusiasta adherente.
No soy ya
el de antes.
Ahora no la haría sufrir
como entonces.
Tras la bandera de la libertad
y del trabajo luminoso,
estoy dispuesto a ir
al fin del mundo.
Perdóneme…
Sé que usted no es la de ayer.
Ahora vive
con un marido serio, inteligente.
A usted no le hacen falta
nuestros duros quehaceres,
y yo tampoco
le hago la menor falta.
Viva bajo
el signo de su estrella,
bajo su mansión renovada.

La saluda su amigo
que jamás la olvida,
Serguéi Esenin

Traducción de José Santacreu
***
En memoria de Sergio Esenin
León Trostky

Hemos perdido a Esenin, ese poeta admirable, de tanta frescura, de tanta sinceridad.
¡Y qué trágico fin! Se ha ido por voluntad propia, diciendo adiós con su sangre a un
amigo desconocido, quizá, para todos nosotros. Sus últimas líneas sorprenden por su
ternura y dulzura; ha dejado la vida sin clamar contra el ultraje, sin protestas vanidosas, sin dar un portazo, cerrando dulcemente la puerta con una mano por la que corría la sangre. Con este gesto, la imagen poética y humana de Esenin brota en un inolvidable resplandor de adiós.
Esenin compuso los amargos “Cantos de un hooligan” y dio a las insolentes coplas
de los tugurios de Moscú esa inevitable melodía eseniana que sólo a él pertenecía. Con
frecuencia se jactaba de gestos vulgares, de una palabra cruda y trivial. Pero bajo esta apariencia palpitaba la ternura particular de un alma indefensa y desprotegida. Con esa grosería semifingida, Esenin trataba de protegerse contra las durezas de la época que le había visto nacer, pero no tuvo éxito. “No puedo más”, declaró el 17 de diciembre sin desafío ni recriminación el poeta vencido por la vida. Conviene insistir en esa grosería semifingida porque, lejos de ser simplemente la forma escogida por Esenin, era también la huella dejada por las condiciones de nuestra época, tan escasamente tierna, tan poco dulce.
Cubriéndose con la máscara de la insolencia —y pagando a esa máscara un tributo
considerable y por tanto nada ocasional—, está claro que Esenin se ha sentido siempre
extraño a este mundo. Y esto no es una alabanza, porque precisamente por esa
incompatibilidad hemos perdido a Esenin; tampoco se la reprocho: ¿quién pensaría en
condenar al gran poeta lírico que no hemos sabido guardar entre nosotros?
Áspero tiempo el nuestro, quizá uno de los más expertos de la historia de esta
Humanidad que se dice civilizada. Todo revolucionario nacido para estas pocas decenas
de años está poseído por un patriotismo furioso para esta época, que es su patria en el
tiempo. Pero Esenin no era un revolucionario. El autor de Pugachev y de las Baladas de
los veintiséis era un lírico íntimo. Nuestra época no es lírica. Es la razón esencial por la que Sergio Esenin, por propia voluntad y tan temprano, se ha ido lejos de nosotros y de nuestro tiempo.
Las raíces de Esenin son profundamente populares, y, como todo en él, su fondo
“pueblo” no es artificial. La prueba más indiscutible se encuentra no en sus poemas sobre la rebeldía popular, sino nuevamente en su lirismo:

Tranquilo, en el matorral de enebros, junto al barranco
El otoño, yegua alazana, agita sus crines.

Esta imagen del otoño y tantas otras han asombrado, en primer lugar, como audacias
gratuitas. El poeta nos ha obligado a sentir las raíces campesinas de sus imágenes y a
dejarlas penetrar profundamente en nosotros. Fet no se habría expresado así, y Tiuchev,
menos. El fondo campesino —aunque transformado y afinado por su talento creador—
estaba sólidamente anclado en él. Es el poder mismo de ese fondo campesino lo que ha
provocado la debilidad propia de Esenin: había sido arrancado al pasado y desarraigado,
sin nunca poder arraigarse en el presente.
La ciudad no le había fortalecido, al contrario, le había quebrantado y herido. Sus
viajes por el extranjero, por Europa y el otro lado del océano, no habían podido 
“levantarle”. Había asimilado más profundamente Teherán que Nueva York y el lirismo
interior del niño de Riazán encontró en Persia más afinidades que en las capitales cultas de Europa y de América.
Esenin no era hostil a la revolución y jamás le fue ella extraña; al contrario, constantemente tendía hacia ella, escribiendo a partir de 1918:

¡Oh madre, patria mía, soy bolchevique!
Y algunos años más tarde escribía:
Y ahora para los soviets
soy el más ardiente compañero de viaje.

La revolución penetró violentamente en la estructura de sus versos y en sus
imágenes que, confusas al principio, se depuraron. En el derrumbe del pasado, Esenin no
perdió nada, nada lamentó. ¿Extraño a la revolución? No, pero la revolución y él no tenían la misma naturaleza. Esenin era un ser íntimo, tierno, lírico; la revolución es pública, épica, llena de desastres. Y un desastre fue lo que ha roto la corta vida del poeta. Se ha dicho que cada ser porta en sí el resorte de su destino, desarrollado hasta el final por la vida. En esta frase no hay más que una parte de verdad. El resorte creador de Esenin, al desenroscarse, ha chocado con los ángulos duros de la época, y se ha roto.
Hay en Esenin muchas hermosas estrofas contagiadas de su época. Toda su obra está
marcada por el tiempo. Y, sin embargo, Esenin “no era de este mundo”. No es el poeta de
la revolución:

Yo tomo todo, todo, tal como es, acepto,
Dispuesto estoy a seguir caminos ya trillados,
Daré mi alma entera a vuestro Octubre y a vuestro Mayo,
Pero mi lira bienamada nunca la cederé.

Su resorte lírico no habría podido desarrollarse hasta el final más que en una
sociedad armoniosa, feliz, plena de cantos, en una época en que no reine como amo y
señor el duro combate, sino la amistad, el amor, la ternura. Ese tiempo llegará. En el
nuestro, se incuban todavía muchos combates implacables y salutíferos de hombres contra
hombres, pero vendrán otros tiempos que preparan las actuales luchas. La personalidad del hombre se expandirá entonces como una auténtica flor, como se expandirá la poesía. La revolución arrancará para cada individuo el derecho no sólo al pan, sino a la poesía. En su último momento, ¿a quién escribió Esenin su carta de sangre? ¿Quizá llamaba de lejos a un amigo que aún no ha nacido, el hombre de un futuro que algunos preparan con sus luchas como Esenin lo preparaba con sus cantos? El poeta ha muerto porque no era de la misma naturaleza que la revolución. Pero en nombre del porvenir, la revolución le adoptará para siempre.
Desde los primeros tiempos de su obra poética, Esenin, consciente de ser interiormente incapaz de defenderse, tendía hacia la muerte. En uno de sus últimos cantos se despidió de las flores:

Y bien, amadas mías,
Os he visto, he visto la tierra
y vuestro fúnebre temblor
o tomaré como una caricia nueva.

Sólo ahora, después del 27 de diciembre, todos nosotros, que le hemos conocido mal
o bien, podemos comprender totalmente la sinceridad íntima de su poesía, cada uno de
cuyos versos estaba escrito con la sangre de sus heridas venas. Nuestra amargura es tanto más áspera por eso. Sin salir de su dominio íntimo, Esenin encontraba, en el
presentimiento de su próximo fin, una melancólica y emocionante consolación:

Escuchando una canción en el silencio,
mi amada, con otro amado
se acordará quizá de mí
como de una flor única.

En nuestra conciencia un pensamiento suaviza el dolor agudo todavía reciente: este
gran poeta, este auténtico poeta, ha reflejado a su manera su época y la ha enriquecido con sus cantos, que hablan de forma nueva del amor, del cielo azul caído en el río, de la luna que como un cordero pace en el cielo, y de la flor única, él mismo.
Que en este recuerdo al poeta no haya nada que nos abata o nos haga perder valor.
El resorte que tensa nuestra época es incomparablemente más poderoso que nuestro
resorte personal. La espiral de la historia se desarrollará hasta el fin. No nos opongamos a él, sino que ayudémosle con toda la fuerza consciente de nuestro pensamiento y de nuestra voluntad. Preparemos el porvenir. Conquistemos, para todos y para todas, el derecho al pan y el derecho al canto.
El poeta ha muerto, ¡viva la poesía! Indefenso, un hijo de los hombres ha rodado en
el abismo. Pero viva la vida creadora en la que hasta el último momento Sergio Esenin ha entrelazado los hilos preciosos de su poesía.
Pravda, 19 de enero de 1926.

domingo, 12 de marzo de 2017

Así te amo yo a ti, vida enigmática

LOU ANDREAS-SALOMÉ

(Rusia, 1861-1937)


El mundo no te regalará nada, créeme.
Si quieres tener una vida, róbala.
                            Lou Andreas Salomé

Igual que cada amigo ama a su amigo,
así te amo yo a ti, vida enigmática.
Tanto si me haces gritar de gozo que llorar,
tanto si me das penas  o placeres.
Yo te amo en la aflicción y en la alegría.
Y si alguna vez quieres  acabar conmigo,
me arrancaré de tus brazos con dolor
como se arranca el amigo del pecho de su amigo.

Con todas mis fuerzas yo te abrazo.
Deja que en tu llama arda mi espíritu.
Y que en el fragor de la lucha
 encuentre yo la clave al enigma de tu ser.
Quién tuviera siglos para existir, para pensarte.
Abrázame con fuerza entre tus brazos.
 Si no te queda ya felicidad que darme,
de acuerdo, dame ese sufrimiento que aún te queda.

Traducción de Antonio Pau
**
Como ya lo dijo Freud también, el amor a los objetos tiene su origen en un exceso de libido que no encuentra donde derramarse, entonces nos precipitamos a los objetos para salir de tal soledad y angustia. Este es un proceso dual de autoafirmación y desintegración del yo, pues en la medida que gana identidad, pierde unidad con el todo: “Sólo con la carga de objeto se destaca la libido como algo para sí, sólo en los contornos del objeto se perfila, por tanto, para nosotros, libidinosamente.”
(...)
“Sigue siendo el narcisismo el punto del que se derivan incluso las elaboraciones más espirituales y universales, él, el nacido del cuerpo, vuelve a tener, aunque de otro modo, un suelo real bajo sus pies: la objetividad es el glorioso fin humano que, en definitiva, le hace señas, al narcisismo como desde los sueños de la infancia, en su condición de Eros transformado y puesto al servicio de la investigación o del progreso, del arte o de la cultura.”

(Andreas-Salomé, El narcisismo como doble dirección, 1921)
**
 De su autobiografía:

“En el transcurso de mi vida, el estudio y demás ocasiones me han llevado repetidas veces a terrenos de especialidad filosófica e incluso teológica, que por mi propio impulso me resultaban atractivos. Aquello, sin embargo, no guardó nunca ningún tipo de relación con mi original modo de ser «piadoso», ni a la inversa, con su posterior abandono. Jamás las cosas del pensamiento removieron en mi vieja fe de antes –como si ésta no se hubiera atrevido a inmiscuirse en un «pensamiento adulto»-. En consecuencia todos los campos del pensamiento, también los teológicos, persistieron para mí en el mismo plano de puro interés intelectual […] Dios se había convertido en su vivencia primera y última en todo lo visible. ¿Qué otra cosa podría comparársele como contenido vital?”

viernes, 10 de febrero de 2017

Pequeñas sardinas...

Rosa Luxemburgo
(Rusia, 1871 -Alemania, 1919)





“Lo más notable de esto es que todos los afectados, el conjunto de la sociedad, consideran y tratan a la crisis como algo fuera de la esfera de la voluntad y el control humanos, un golpe fuerte propinado por un poder invisible y mayor, una prueba enviada desde el cielo, parecida a una gran tormenta eléctrica, un terremoto, una inundación.”
**
La justicia de las clases burguesas fue nuevamente como una red que permitió escapar a los tiburones voraces, atrapando únicamente a las pequeñas sardinas.
***
Mi ideal es el régimen social en el que pudiera con la conciencia tranquila amar a todo el mundo. Tendiendo hacia este fin y en su nombre, sabré quizás algún día también odiar.
**
«Por lo demás, todo sería más fácil de soportar si no me olvidara la ley fundamental que me he prefijado como regla de vida: ser buenos, he ahí lo esencial. Ser buenos, muy simplemente. Es eso lo que abarca todo y vale más que toda la pretensión de tener razón.»
**
«En lo profundo de mí me siento más en casa en un pedacito de jardín como aquí, o en un campo entre los abejorros y la yerba, que… en un congreso de partido… No obstante todo espero morir en la trinchera: en una batalla callejera o en la cárcel. Pero en la parte más intima soy más afín a las avecillas canoras que a los “compañeros”»
**
 La feminista que no es socialista, carece de estrategia. El socialista que no es feminista, carece de profundidad. 

viernes, 23 de septiembre de 2016

“Una prisión, con agua alrededor, y, en medio, el infortunio”

ANTON CHEJOV
(Taganrog, Rusia, 1860 - Badenweiler, 1904)

Presos en la mina de Sajalín.  DEL LIBRO 'LA ISLA DE SAJALÍN'


Chejov, que empezaba a manifestar síntomas de tuberculosis, cruzó Siberia a caballo, en barco, andando, en coche de postas, viajó de todas las formas posibles por un espacio peligroso. Tardó 2 meses y 20 días en llegar a la isla-prisión y permaneció en ella algo más de 3 meses, el 13 de octubre de 1890 se embarcó de vuelta.
Tomado de elrevesdelapiel.blogspot.com.ar
**
La isla de Sajalín
(Fragmentos)

"Aquí no sólo los mensajes escritos en los bancos y en las paredes de los patios son abominables, sino también las cartas de amor."
**
"Las colonias del distrito meridional presentan peculiaridades que una persona que acaba de llegar del norte no puede dejar de advertir. Ante todo, la pobreza es significativamente menor. No vi ni una sola isba abandonada o a medio construir, ventanas condenadas o ciegas; las techumbres de tablas resultan tan comunes y normales como en el norte las de paja o corteza. Las carreteras y los puentes son peores que en el norte, especialmente entre Maloie Takoe y Siantsi, donde después de las crecidas y las fuertes lluvias se forman barrizales impracticables. Hasta los habitantes parecen más jóvenes, sanos y animosos que sus compañeros del norte; todo eso, como también la relativa prosperidad del distrito, tal vez se deba a que el principal contingente del sur está compuesto por presos condenados a penas breves, es decir, por una mayoría de hombres jóvenes y menos extenuados por los trabajos forzados. Es posible encontrar personas que solo tienen veinte o veinticinco años, que ya han cumplido su pena y se han convertido en propietarios. Muchos de los campesinos antiguos exiliados tienen edades comprendidas entre los treinta y los cuarenta años[67]. También habla a favor de las colonias del sur el hecho de que los campesinos locales no se apresuren a regresar al continente. Así, en la aldea de Soloviovka, que acabo de describir, dieciséis de los veintiséis propietarios poseen la denominación de campesinos. Las mujeres son muy poco numerosas. En algunas aldeas no hay ni una. En comparación con los hombres, parecen viejas y enfermas. En suma, hay que conceder crédito a los funcionarios y los colonos locales cuando se quejan de que el norte solo les manda mujeres «inútiles», mientras se quedan para ellos las jóvenes y las que gozan de buena salud. El doctor Z. me dijo en una ocasión que, cumpliendo con sus funciones de médico de la cárcel, decidió examinar a un grupo de mujeres que acababa de llegar y todas padecían enfermedades femeninas.
El término copropietario no se emplea en el sur, ya que aquí cada parcela de tierra se asigna a un solo propietario; sin embargo, como sucede en el norte, hay propietarios que se incorporan a una colonia y carecen de casa. No hay judíos ni en el puesto ni en las colonias. En las paredes de las isbas cuelgan pinturas japonesas; también vi una moneda japonesa de plata.
La primera colonia del Susui es Cabo Goli (Cabo Pelado). Solo existe desde el año pasado y las isbas aún están sin terminar. Cuenta con veinticuatro hombres y ni una sola mujer. La colonia se alza en un promontorio que ya antes se llamaba cabo Pelado. El arroyo está lejos de las viviendas y para llegar hasta él hay que bajar por la colina; no hay pozos.
La segunda colonia es Mitsulka, llamada así en honor de M. S. Mitsul. Cuando todavía no existía la carretera, en el lugar en que actualmente se alza Mitsulka, había una estación reservada a los funcionarios que viajaban por motivos oficiales. A los empleados y los palafreneros se les permitía construirse una casa antes de haber cumplido su pena; de se modo se establecieron cerca de la estación y empezaron a llevar sus propias haciendas. Solo hay diez viviendas y veinticinco habitantes: dieciséis hombres y nueve mujeres. Después de 1886 el jefe del distrito ya no permitió que nadie se estableciera en Mitsulka, medida muy oportuna, pues la tierra no vale nada y los prados solo son suficientes para diez haciendas. Actualmente la colonia dispone de diecisiete vacas y trece caballos, amén de ovejas, y en los registros oficiales también aparecen anotadas sesenta y cuatro gallinas, pero nada de eso se duplicaría si el número de haciendas se multiplicara por dos."

 ***

"El 8 de julio, antes del almuerzo, el Baikal levó anclas. Con nosotros iban unos trescientos soldados al mando de un oficial, y varios presos, a uno de los cuales lo acompañaba una niña de cinco años, su hija, que se aferró a sus grilletes en el momento en que el padre se disponía a subir por la escalerilla. También atraía la atención una presa a la que su marido seguía voluntariamente al penal"
**
“Los niños de Sajalín son pálidos, delgados, indolentes. Van vestidos con harapos y siempre están hambrientos. Como el lector verá más adelante, mueren casi siempre de enfermedades intestinales. Viven acosados por el hambre; a veces, durante meses enteros sólo se alimentan de nabos o, en las familias más acomodadas, de pescado salado. Las bajas temperaturas y la humedad destruyen el organismo infantil, llevándolo a la extenuación, a una degeneración lenta de todos los tejidos” 
**
“ Cada nuevo nacimiento es recibido con frialdad en la familia. Junto a la cuna no se cantan canciones, sólo se oyen amargos lamentos. Padres y madres dicen que no tienen con qué alimentar a sus hijos, que éstos no aprenderán nada bueno en Sajalín y que “lo mejor será que dios misericordioso se los llevara lo antes posible”. Si el niño llora o hace alguna travesura, se le grita con rabia: “¡Cállate o te mato!”.
**
“Al recorrer las isbas de Verjni Armudán, entré en una en la que no había ningún adulto. Sólo encontré a un niño de diez años, de cabellos rubios, cargado de espaldas, descalzo; su pálido rostro, cubierto de grandes pecas, parecía de mármol.

-¿Cuál es el patronímico de tu padre?
-No lo sé- me respondió.

-¿Cómo es posible? ¿Vives con tu padre y no sabes cómo se llama? Debería darte vergüenza.
-No es mi verdadero padre.

-¿Cómo que no es tu verdadero padre?
-Es el cohabitante de mi madre.

-¿Tu madre está casada o es viuda?
-Viuda. Vino aquí por su marido.

-¿A qué te refieres?
-Ella lo mató.

-¿Te acuerdas de tu padre?
-No. Soy ilegítimo. Mi madre me dio a luz en Kara.
**

"No pongan hielo sobre un corazón vacío"

**
"Lamento no ser un sentimental, de otro modo diría que deberíamos ir en peregrinación a lugares como Sajalín, como los turcos van a La Meca. [...] De los libros que he leído y estoy leyendo se desprende que hemos hecho que millones de hombres se pudran en prisión; hemos dejado que se pudran sin razón alguna, sin criterio, de un modo bárbaro; les hemos obligado a recorrer miles de verstas en medio del frío, encadenados; les hemos contagiado la sífilis, los hemos corrompido, hemos multiplicado la delincuencia, y toda la culpa se la echamos a los carceleros borrachos de nariz roja. En la actualidad toda Europa culta sabe que la culpa no es de los carceleros, sino de cada uno de nosotros; no obstante, nada de eso nos importa ni nos interesa."
Anton Chejov


LA ISLA DE SAJALÍNAntón P. Chéjov

Traducción de Víctor Gallego Ballestero
Alba. Barcelona, 2005

martes, 7 de junio de 2016

El barril vacío da un eco más sonoro que el lleno

Antón Chejov

(Rusia, 1860-1904)

Antón Chejov, de 26 años escribió a su hermano Nikolai cuando este tenía 28 y comenzaba a ganar fama como pintor en la capital rusa. Fechada en Moscú en 1886, la misiva pretende ser una serie de consejos para un artista incipiente que, según el modelo romántico, se quejaba de que nadie lo entendía. “La gente te entiende perfectamente bien. Si tú no te entiendes a ti mismo, no es culpa de ellos”, le escribió entonces Chéjov, en un tono recriminatorio pero también totalmente lúcido y, lo más importante, coherente.
Se trata, en suma, de un documento que vale la pena conocer y reflexionar, confrontar con nuestras propias actitudes y preguntarnos en qué medida convertimos lo que sabemos en acciones que hacen bien a nuestro mundo ―nuestro pequeño, íntimo mundo.

1. Respetan la personalidad humana y, por lo mismo, son siempre amables, gentiles, educados y dispuestos a ceder ante los otros. No hacen fila por un martillo o una pieza perdida de caucho indio. Si viven con alguien a quien no consideran favorable y lo dejan, no dicen “nadie podría vivir contigo”. Perdonan el ruido y la carne seca y fría y las ocurrencias y la presencia de extraños en sus hogares.
2. Tienen simpatía no solo por los mendigos y los gatos. Les duele el corazón por aquello que sus ojos no ven. Se levantan en la noche para ayudar a P. […], para pagar la universidad de los hermanos y comprar ropa a su madre.
3. Respetan la propiedad de otros y, en consecuencia, pagan sus deudas.
4. Son sinceros y temen a la mentira como al fuego. No mienten incluso en pequeñas cosas. Una mentira significa insultar a quien escucha y ponerlo en una posición más baja a ojos de quien habla. No aparentan: se comportan en la calle como en su casa y no presumen ante sus camaradas más humildes. No son proclives a balbucear ni obligan la confidencia impertinente de los otros. Por respeto a los oídos de otros, callan más frecuentemente de lo que hablan.
5. No se menosprecian por despertar compasión. No tensan las cuerdas de los corazones de los demás para que los otros giman y hagan algo (o mucho) por ellos. No dicen “Soy un incomprendido” o “Me he vuelto de segunda mano” porque todo eso es perseguir un efecto simplón, es vulgar, rancio, falso…
6. No tiene vanidad superflua. No se preocupan por esos falsos diamantes conocidos como celebridades, por estrechar la mano del ebrio P.*, por escuchar los arrebatos de un espectador extraviado en un espectáculo de imágenes, o ser reconocido en las tabernas. […] Si ganan unos centavos, no se pavonean como si estos valieran cientos de rublos, y no alardean de poder entrar donde otros no son admitidos. […] Los verdaderamente talentosos siempre se mantienen en las sombras entre la muchedumbre, tan lejos como sea posible del reconocimiento. Incluso Krylov** dijo que el barril vacío da un eco más sonoro que el lleno.
7. Si tienen un talento, lo respetan. Le sacrifican el descanso, las mujeres, el vino, la vanidad. […] Se sienten orgullosos de su talento. […] Además, son fastidiosos.
8. Desarrollan para sí la intuición estética. No pueden ir a dormir con la misma ropa, ven las grietas de las paredes llenas de insectos, respiran un mal aire, caminan en el piso recién escupido, cocinan sus alimentos sobre una estufa de aceite. Pretenden tanto como sea posible contener y ennoblecer el instinto sexual. […] Lo que quieren en una mujer no es una compañera de cama. […] No piden inteligencia ahí donde se manifiesta la mentira constante. Quieren, especialmente si son artistas, frescura, elegancia, humanidad, la capacidad de la maternidad. […]. No tragan vodka a todas horas, día y noche, no huelen los armarios porque no son cerdos y saben que no lo son. Beben solo estando libres y en ocasión […]. Porque ellos quierenmens sana in corpore sano [“mente sana en cuerpo sano”].

Y así sucesivamente. Así es como son las personas cultas. Para ser culto y no quedar atrás, no es suficiente con haber leído Los papeles del club Pickwick o haber memorizado el monólogo de Fausto. […]
Lo que necesitas es trabajar constantemente, día y noche, leer constantemente, estudiar, voluntad. […] Cada hora es preciosa para ti. […] Ven con nosotros, tira la botella de vodka, descansa y lee… Turgenev, si quieres, a quien además no has leído.
Tienes que deshacerte de tu vanidad, ya no eres un niño… pronto tendrás treinta.
¡Es tiempo!
Te espero… Todos nosotros te esperamos.”
[Rúbrica]

Notas: 
* Probablemente “Palmin”, un poeta menor de la época [N. del T.]
** Probablemente Iván Krylov (1769-1844), fabulista, poeta y dramaturgo ruso.



Vía Pijama Surf y [Brain Pickings]

jueves, 14 de abril de 2016

Y la noche fluía, y el silencio flotaba

VLADIMIR NABOKOV

(Rusia, 1899-EE.UU., 1977)

El encuentro 
encantado por esta extraña proximidad

Extrañeza, misterio y delicia…
como si de la negrura oscilante
de alguna mascarada en cámara lenta
por el tenue puente vinieras.

Y la noche fluía, y el silencio flotaba
en sus arroyos satinados
ese perfil de lobo en la negra máscara
y esos tiernos labios tuyos.

Y bajo el castaño, por el canal
pasaste tu anzuelo de reojo.
¿Qué comprendió mi corazón en ti,
cómo me moviste de esta forma?

En tu ternura momentánea
o en el contorno oscilante de tus hombros,
¿advertí un bosquejo pálido
de otros — irrevocables— encuentros?

¿Acaso una romántica piedad
te llevó a entender
lo que dejara temblando a esa flecha
que ahora se incrusta en mis palabras?

No sé nada. Curiosamente
el verso vibra, y en él, la flecha…
¿Tal vez tú, todavía sin nombre, eras
la genuina, la esperada?

Pero no bien apareció el dolor
logró perturbar nuestra hora estrellada.
Regresó a la noche la fisura gemela
de tus ojos, ojos sin alumbrar.

¿Por cuánto? ¿Por siempre? Por lo pronto
sigo andando, queriendo escuchar
la revolución de estrellas sobre nuestro encuentro
por si tú ya fueras mi destino…

Extrañeza, misterio y delicia,
como de una súplica distante.
Mi corazón debe seguir andando.
Excepto si tú ya fueras mi destino…

(Traducido de la versión al inglés de Olga Voronina)

domingo, 3 de abril de 2016

No es fácil que creas en nada, si no es en la lluvia

Nikolai Gumiliov

(Kronstadt, Rusia, 1886-URSS, fusilado en 1921)

Hoy descubro que tienes una mirada triste,
Una particular finura de los brazos que rodean tus rodillas.
Pero escucha: muy lejos, allá en el lago Chad,
Se pasea con gracia una jirafa.

Ostenta, elegante, su tierna delgadez
Y adorna su piel un mágico trazado,
Al que solo la luna se atreve a compararse
Cuando, quebrada, flota sobre los grandes lagos.

A lo lejos semeja las velas de una nave,
Y su carrera fluye como el risueño vuelo de los pájaros;
Sé que la tierra la contempla asombrada
Cuando al anochecer se esconde en su gruta de mármol.

Conozco las leyendas de misteriosos pueblos:
La de una virgen negra, la del guerrero amante.
Pero hace mucho tiempo respiras en la bruma,
Y no quieres creer sino en la lluvia fría.

Entonces ¿cómo hablarte de un jardín tropical,
De las esbeltas palmas, del aroma de plantas ignotas...?
¿Lloras? Escucha: muy lejos, allá en el lago Chad
Se pasea con gracia una jirafa.
(1908)

Traducción del ruso de José Manuel Prieto y Ernesto Hernández Busto
***
LEOPARDO

                  Si a un leopardo matado no le cortas inmediatamente los bigotes,
                  su espíritu perseguirá al cazador.
                                              (Superstición abisinia)


En noches sordas de silencio,
el leopardo que he matado
se ocupa dentro de mi cuarto
en ensalmos y sortilegios.

Gente que viene y que se va;
la que más tarda en irse: aquella
en cuyas venas se pasea 
una dorada oscuridad.

Es tarde. Grazna sordo un trasgo,
y los ratones, que murmuran;   
al pie de mi cama maúlla
el leopardo que he matado.

—La quebrada de Dobrobrán
flota en la niebla gris ceniza,
el sol, rojo como una herida,
en Dobrobán alumbrará.

—Hacia el oeste lleva el viento
olor de miel y de verbena,
y ululan, ululan las hienas,
hundiendo su hocico en el suelo.

—Hermano, hermano, ¿ves el humo?
¿sientes el olor?, ¿los aullidos?
Entonces, di, ¿por qué motivo
aún respiras este aire húmedo?

—No, tú me has asesinado;
y has de morir en mi terreno,
para que yo nazca de nuevo,
entre los fieros leopardos.

¿Acaso oiré toda la noche
sus maliciosos llamamientos?
Ay, no he escuchado los consejos;
no le he quemado los bigotes.

Pero es tarde. Una fuerza adversa
me ha derrotado y no está lejos.
Como un yugo, del pescuezo,
férreamente, una mano...aprieta...

Palmeras... un fuego del cielo
incendia una fuente de arena;
Danakil, detrás de la piedra,
con una jabalina ardiendo.

No se da cuenta y desconoce
de qué está orgullosa mi alma;
él se limitará a arrojarla,
lejos, sin preguntarse a dónde.

Sin fuerzas para resistir,
me levanto, y estoy en calma:
cerca de un pozo de jirafas
mi vida llegará a su fin.

(1919)
***
EL OBRERO

Sigue trabajando ante el horno encendido,
es un hombre viejo y de corta estatura,
y sumiso, por la forma en que acostumbra  
a entornar sus párpados enrojecidos.

Los demás trabajadores ya descansan,
él, en cambio, todavía sigue en vela;
se consagra entero a moldear la bala  
que me arrancará algún día de esta tierra.

Ha acabado: su mirada cobra aliento;
regresa; la luna brilla; y a estas horas,
sola en la ancha cama, cálida y con sueño,
todavía está esperándolo su esposa.

Esa bala que ha fundido silbará
por encima de la espuma gris del Dvina;
esa bala que ha fundido se hundirá 
en mi pecho, porque vino a por mi vida.

Yo, con la melancolía de la muerte,
caeré, y veré fluir mi vida entera:
a raudales correrá mi sangre ardiente
por la hierba medio seca y polvorienta.

Y por mis amargos y fugaces días,
Dios entonces me dará la paga justa:
quien lo ha obrado, en su camisa desteñida,
es un hombre viejo y de corta estatura.

Versiones de José Mateo, revisada por Xenia Dyakonova.
Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char