Jeymer Gamboa
(Santa Cruz de León Cortés, Costa Rica, 1980. Reside en Buenos Aires)
Un apunte sobre perspectiva
Recuerdos como paralelas imaginarias
–y los cables del teléfono y la cuneta–
que convergen en el punto de fuga:
la cabeza del viajero, encapuchada,
sobre la línea del horizonte.
El momento en que se percata
que ha estado caminando
durante mucho tiempo
en la dirección equivocada
y decide seguir.
**
LA PARTE QUE SUSTITUYE EL TODO
Cada vez me atrae menos la pintura.
Pero debo decir que me gustan
esos cuadros de Limberth
donde se limita a pintar sus zapatos.
Limitar: imponerse límites en lo que se dice o se hace,
con renuncia voluntaria o forzada
a otras cosas posibles o deseables.
Porque es solo eso:
un par de zapatos
que han resistido
otro invierno.
**
EX AMIGOS ON THE ROAD
Encuadre para película de carretera
(la historia es sobre dos ex amigos
que intentan revivir un viaje de la época colegial
a playas del Coco)
desde el asiento trasero
de un mercedes gris sin overjolear:
los dos creían ir preparados
para los silencios incómodos.
Ahora falta ese cassette con la canción
The boys of summer.
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miércoles, 25 de noviembre de 2015
miércoles, 5 de junio de 2013
Parpadeo de lo que somos
ÁLVARO MATA GUILLÉ
(San José, Costa Rica, 1965)
De “Sobre los fragmentos”
1.
Como el riachuelo en la laguna de piedra,
como el viento que escucha el gemido que viene del cerro, al ladrido de los
perros y el ruido de cadenas en el cerco, junto al llanto que recorre el monte
entre los huecos de las nubes,
los insectos,
las ramas en los árboles,
los tablones,
los huecos;
como los pájaros que calan la lluvia que huye hacia la sombra empozada en la
laguna muerta, la historia
reseña de nubes
de escamas,
de polvo,
se hace en relación con lo otro:
es bruma, vacío
odio;
se disipa en la ceniza como el humo en las cámaras,
como el vaho que adormece las paredes cercenando las urnas,
los rincones,
los cabellos,
las cabezas,
los gritos las gavetas,
los cajones que acumulan nieve en la nieve del barro,
huesos en las bóvedas de los cráneos,
en los pasillos,
en las puertas,
en los cuartos:
es miedo,
deseo,
soliloquio,
transcurso del límite en la transparencia,
vértigo que deslumbra el acontecer;
resabio de días y noches inmersos en las letras de días y noches,
el grito, el aliento,
en la nube en la nieve en la ceniza,
en el viento,
en el polvo;
parpadeo de lo que somos:
ecos que persiguen ecos, pasos que observan pasos en los surcos
de los rostros,
en el titilar de los fragmentos:
encuentro y desencuentro,
fulgor que transparenta el espejismo…
2.
El otro,
lo otro,
diálogos vinculados a la otra orilla,
a otro sitio, otro lugar,
otros inicios;
titubeo alejado de la conciencia,
voces escondidas en las voces
desaparecen en ellas
las trascienden,
vislumbre que opaca la mirada
la niebla en la mirada
el mutismo en la piedra en la mirada
el vapor en las urnas,
en el ruido,
en las cadenas,
en el gemido del cerro incrustado en el humo, en la nieve, en el lodo,
como una estaca;
envuelve al eco,
las palabras y el rumor de palabras en el eco,
al mutismo que opaca el sentido en el humo, en la reminiscencia
en la niebla
en el mutismo:
sombras que persiguen sombras,
voces que buscan voces,
presencias que disimulan lo ausente persiguiendo lo ausente,
como penumbra,
como ocaso,
como velos que ensueñan la penumbra
en el humo
en el ocaso,
en el horizonte en la lejanía,
en el abandono:
balbuceo del mutismo en las sombras,
sigilo que muta en el retorno
como eco
como niebla
como ocaso…
3.
El intento de aplacar la orfandad que ocasiona la presencia del límite,
(saberse solos ante la indiferencia del entorno,
ante el abismo que transparenta como vaho que oscurece,
como arena en el exilio del polvo
que arrastra el grito hacia las sombras
al abismo,
al humo en la ceniza
al polvo cubierto del polvo en las sombras)
haya consuelo en el abrazo del otro
mezcla del uno y del todo
de nada;
ilusión que persigue la identidad en lo absoluto
desfigura los gestos en los márgenes del rostro,
del beso
en la indiferencia que se seca en el rostro:
dejamos de ser
(atraídos por la incertidumbre del deseo,
por el delirio que borra los límites con su alumbramiento,
por la ilusión que relumbra como ahogo,
como el temor que acosa las urnas,
en el deseo
en el vaho que penetra las cámaras, junto a la sangre que mancha de blanco la
arcilla y los dedos encogidos, tirados, muertos en el piso,
en el túmulo en el ara
en las llamas que gotean la luz de la flama en los cirios
escapándonos
persiguiéndonos
poseyendo la niebla)
para volver a ser:
ocaso convertido en ceniza
en sueño, en ceniza
en ocaso,
sombra que busca al sol en la penumbra
en la luz,
en el vaho de la ceniza,
los insectos…
abandono que persigue lo semejante en su fugacidad,
horizonte sumergido en la penumbra
en el vaho,
en la ceniza
en las sombras
en el crepúsculo.
***
Debajo del viento
(fragmentos)
Me distraigo
vislumbra el fin de la tarde
y un color de almendros
entreteje el titubeo
se aposenta
como un resplandor de hojas
enmarañadas
confunde al eco
se escabulle
como un centelleo
un volver
de cierto brillo tímido
que se desliza entre sueño
y ausencia:
qué soy
¿aire
que se diluye en viento?
¿viento
que deletrea al aire?
¿agua
por donde corren los muertos?
pensar
nos hace extraños
pero extraño
el entorno que nos amarra a objetos de inconmensurables abismos
en los que si estamos
no estamos
y si somos no somos;
y es otro día
atardece
y el ocaso deambula
por un enjambre de tonos opacos
un estremecimiento
reverbera
silencioso;
y la niebla espejea
con su itinerario perpetuo
de lodo
lamento
otro día
atardece;
…tiene
sentido transcurrir y esperar
De Debajo del Viento. Editorial Libri Amicis, Caracas, Venezuela, 2005
Tomada de babab.com |
(San José, Costa Rica, 1965)
De “Sobre los fragmentos”
1.
Como el riachuelo en la laguna de piedra,
como el viento que escucha el gemido que viene del cerro, al ladrido de los
perros y el ruido de cadenas en el cerco, junto al llanto que recorre el monte
entre los huecos de las nubes,
los insectos,
las ramas en los árboles,
los tablones,
los huecos;
como los pájaros que calan la lluvia que huye hacia la sombra empozada en la
laguna muerta, la historia
reseña de nubes
de escamas,
de polvo,
se hace en relación con lo otro:
es bruma, vacío
odio;
se disipa en la ceniza como el humo en las cámaras,
como el vaho que adormece las paredes cercenando las urnas,
los rincones,
los cabellos,
las cabezas,
los gritos las gavetas,
los cajones que acumulan nieve en la nieve del barro,
huesos en las bóvedas de los cráneos,
en los pasillos,
en las puertas,
en los cuartos:
es miedo,
deseo,
soliloquio,
transcurso del límite en la transparencia,
vértigo que deslumbra el acontecer;
resabio de días y noches inmersos en las letras de días y noches,
el grito, el aliento,
en la nube en la nieve en la ceniza,
en el viento,
en el polvo;
parpadeo de lo que somos:
ecos que persiguen ecos, pasos que observan pasos en los surcos
de los rostros,
en el titilar de los fragmentos:
encuentro y desencuentro,
fulgor que transparenta el espejismo…
2.
El otro,
lo otro,
diálogos vinculados a la otra orilla,
a otro sitio, otro lugar,
otros inicios;
titubeo alejado de la conciencia,
voces escondidas en las voces
desaparecen en ellas
las trascienden,
vislumbre que opaca la mirada
la niebla en la mirada
el mutismo en la piedra en la mirada
el vapor en las urnas,
en el ruido,
en las cadenas,
en el gemido del cerro incrustado en el humo, en la nieve, en el lodo,
como una estaca;
envuelve al eco,
las palabras y el rumor de palabras en el eco,
al mutismo que opaca el sentido en el humo, en la reminiscencia
en la niebla
en el mutismo:
sombras que persiguen sombras,
voces que buscan voces,
presencias que disimulan lo ausente persiguiendo lo ausente,
como penumbra,
como ocaso,
como velos que ensueñan la penumbra
en el humo
en el ocaso,
en el horizonte en la lejanía,
en el abandono:
balbuceo del mutismo en las sombras,
sigilo que muta en el retorno
como eco
como niebla
como ocaso…
3.
El intento de aplacar la orfandad que ocasiona la presencia del límite,
(saberse solos ante la indiferencia del entorno,
ante el abismo que transparenta como vaho que oscurece,
como arena en el exilio del polvo
que arrastra el grito hacia las sombras
al abismo,
al humo en la ceniza
al polvo cubierto del polvo en las sombras)
haya consuelo en el abrazo del otro
mezcla del uno y del todo
de nada;
ilusión que persigue la identidad en lo absoluto
desfigura los gestos en los márgenes del rostro,
del beso
en la indiferencia que se seca en el rostro:
dejamos de ser
(atraídos por la incertidumbre del deseo,
por el delirio que borra los límites con su alumbramiento,
por la ilusión que relumbra como ahogo,
como el temor que acosa las urnas,
en el deseo
en el vaho que penetra las cámaras, junto a la sangre que mancha de blanco la
arcilla y los dedos encogidos, tirados, muertos en el piso,
en el túmulo en el ara
en las llamas que gotean la luz de la flama en los cirios
escapándonos
persiguiéndonos
poseyendo la niebla)
para volver a ser:
ocaso convertido en ceniza
en sueño, en ceniza
en ocaso,
sombra que busca al sol en la penumbra
en la luz,
en el vaho de la ceniza,
los insectos…
abandono que persigue lo semejante en su fugacidad,
horizonte sumergido en la penumbra
en el vaho,
en la ceniza
en las sombras
en el crepúsculo.
***
Debajo del viento
(fragmentos)
Me distraigo
vislumbra el fin de la tarde
y un color de almendros
entreteje el titubeo
se aposenta
como un resplandor de hojas
enmarañadas
confunde al eco
se escabulle
como un centelleo
un volver
de cierto brillo tímido
que se desliza entre sueño
y ausencia:
qué soy
¿aire
que se diluye en viento?
¿viento
que deletrea al aire?
¿agua
por donde corren los muertos?
pensar
nos hace extraños
pero extraño
el entorno que nos amarra a objetos de inconmensurables abismos
en los que si estamos
no estamos
y si somos no somos;
y es otro día
atardece
y el ocaso deambula
por un enjambre de tonos opacos
un estremecimiento
reverbera
silencioso;
y la niebla espejea
con su itinerario perpetuo
de lodo
lamento
otro día
atardece;
…tiene
sentido transcurrir y esperar
De Debajo del Viento. Editorial Libri Amicis, Caracas, Venezuela, 2005
jueves, 9 de septiembre de 2010
En una mano las cosas y en la otra su sombra
VILMA VARGAS ROBLES
(San José de Costa Rica, Rep. de Costa Rica, 1961)
Clamor
Era aquí.
Yo decía mi nombre.
Quería romper el cuello que me ceñía.
Vivir era un pequeño deseo,
un parto confuso entre garras.
¿Qué se hicieron los ojos,
el temblor tímido que me arropaba?
Crecí con un beso andrajoso,
crecí dormida en las llamas,
no sé de dónde llegó el dolor,
está aquí después de todo,
recoge su furia y vuelve;
¿dónde dijeron los padres que podía dejarlo?,
¿dónde están mis hermanos?
Les pido que sonrían cuando puedan.
***
Borde
Y yo me había ido.
Las voces del mundo tenían el sonido de un muro.
Como una boca seca una campana chasquea.
No hay puertas.
Miro al cielo con impaciencia.
En el borde del bosque el viento se oye,
toca la memoria como un violín.
Las hojas caen. Se tienden contra el cielo.
***
Sortilegio
El mundo clava sus golpes,
los repite.
Lejos de mí vuelvo a recogerme.
Comprendo,
en una mano las cosas y en la otra su sombra.
Los que me hirieron también están desnudos.
Nada me arrebataron:
amé un sortilegio,
conservé su belleza,
dejé un retrato elevándose de la tierra.
***
Figuras
Cerca está el tiempo.
En la arcilla se refrescan algunas formas;
un hombre trabaja un cantero.
Alguien levanta la voz
que reposa en las piedras,
oculto dice una alabanza
a los jardines que un día recorrió,
con la mitad del cuerpo hundida en la luz
y la otra mitad hundida en la sombra.
Se sonríe despacio.
Y pobre es el regreso.
***
El Pan Nuestro
La gente se amotina de una ventana a otra.
El último sol cae en la calle como un perro.
La ciudad arde,
se arrastra encendida hasta la noche.
¿Cómo vas a ganarte la vida?
Llaga la calle con tu alma que va rodando,
pero muéstrale los dientes al plumaje del mundo.
**
Foto tomada del blog albumnocturno
(San José de Costa Rica, Rep. de Costa Rica, 1961)
Clamor
Era aquí.
Yo decía mi nombre.
Quería romper el cuello que me ceñía.
Vivir era un pequeño deseo,
un parto confuso entre garras.
¿Qué se hicieron los ojos,
el temblor tímido que me arropaba?
Crecí con un beso andrajoso,
crecí dormida en las llamas,
no sé de dónde llegó el dolor,
está aquí después de todo,
recoge su furia y vuelve;
¿dónde dijeron los padres que podía dejarlo?,
¿dónde están mis hermanos?
Les pido que sonrían cuando puedan.
***
Borde
Y yo me había ido.
Las voces del mundo tenían el sonido de un muro.
Como una boca seca una campana chasquea.
No hay puertas.
Miro al cielo con impaciencia.
En el borde del bosque el viento se oye,
toca la memoria como un violín.
Las hojas caen. Se tienden contra el cielo.
***
Sortilegio
El mundo clava sus golpes,
los repite.
Lejos de mí vuelvo a recogerme.
Comprendo,
en una mano las cosas y en la otra su sombra.
Los que me hirieron también están desnudos.
Nada me arrebataron:
amé un sortilegio,
conservé su belleza,
dejé un retrato elevándose de la tierra.
***
Figuras
Cerca está el tiempo.
En la arcilla se refrescan algunas formas;
un hombre trabaja un cantero.
Alguien levanta la voz
que reposa en las piedras,
oculto dice una alabanza
a los jardines que un día recorrió,
con la mitad del cuerpo hundida en la luz
y la otra mitad hundida en la sombra.
Se sonríe despacio.
Y pobre es el regreso.
***
El Pan Nuestro
La gente se amotina de una ventana a otra.
El último sol cae en la calle como un perro.
La ciudad arde,
se arrastra encendida hasta la noche.
¿Cómo vas a ganarte la vida?
Llaga la calle con tu alma que va rodando,
pero muéstrale los dientes al plumaje del mundo.
**
Foto tomada del blog albumnocturno
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char