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miércoles, 21 de noviembre de 2018

No podemos atravesar el eco dos veces

MAHMUD DARWISH

(Palestina, 1942-2008)

CUATRO DIRECCIONES PERSONALES

                       1. Un metro cuadrado en la cárcel

Ésta es la puerta, y detrás el paraíso del corazón. Nuestras cosas, todo lo que nos pertenece se esfuma. La puerta es la puerta, puerta de la metáfora, puerta del cuento, puerta que purifica a septiembre, puerta que lleva los campos a la génesis del trigo. La puerta no tiene puerta, pero yo puedo acceder a mi salida, enamorado de lo que veo y no veo. ¿Tanta gracia y belleza en la tierra y la puerta no tiene puerta? Mi celda no ilumina más que mi interior. Que la paz sea conmigo, y paz al muro de la voz. Para alabar mi libertad he compuesto diez poemas, aquí y allí. Amo las migajas de cielo que se infiltran por el tragaluz de la cárcel, un metro de luz donde nadan los caballos y las pequeñas cosas de mi madre, el perfume del café en su ropa cuando abre la puerta del día a sus gallinas. Amo la naturaleza entre otoño e invierno, a los hijos de nuestro carcelero y las revistas esparcidas por las aceras lejanas. He compuesto veinte canciones satíricas del lugar donde no hay espacio para nosotros. Mi libertad: ser lo contrario de lo que quieren que sea. Mi libertad: ampliar mi celda, continuar la canción de la puerta. Puerta es la puerta. La puerta no tiene puerta pero yo puedo acceder a mi interior...

 2.Asiento en un tren

Pañuelos que no son para nosotros. Amantes del último minuto. Luces de la estación. Rosas que pierden un corazón en busca de un abrigo para la ternura. Lágrimas que traicionan a las aceras. Mitos que no son para nosotros. Desde aquí, ellos han partido. ¿Tenemos a alguien allí para que se alegre a la llegada? Lirios que no son para nosotros porque besaríamos los raíles. Viajamos en busca del vacío pero no nos gustan los trenes cuando sus estaciones son nuevos exilios. Lámparas que no son para nosotros porque veríamos a nuestro amor de pie, esperando el humo. Tren rápido que corta los lagos. Y en cada bolsillo, las llaves de una casa y la foto de una familia. Los pasajeros del tren regresan con su gente, pero nosotros no regresamos a ninguna casa. Nosotros viajamos en busca del vacío para encontrar la rectitud de las mariposas. Ventanas que no son para nosotros y saludos en todas las lenguas. ¿La tierra era más clara cuando cabalgábamos en los caballos antiguos? ¿Dónde están los caballos, las vírgenes de los cantos y los himnos de la naturaleza que estaban en nosotros? Yo estoy lejos de mi lejanía. ¡Qué lejano está el amor! Las chicas nos capturan, rápidas como ladrones de mercancías. Olvidamos las direcciones en las ventanillas de los trenes. Nosotros, que amamos diez minutos, no podemos regresar a ninguna casa familiar, no podemos atravesar el eco dos veces.

   3.La sala de cuidados intensivos

El viento me lleva hasta que la tierra me resulta estrecha. Tengo que volar y embridar el viento, pero no soy más que un hombre. He sentido un millón de flautas desgarrándome el pecho, he sudado hielo y he visto mi tumba en mi mano, he dado vueltas en la cama, he vomitado y me he desvanecido un momento. Estoy muerto. Antes de la muerte breve he gritado: te quiero. ¿Entraré a la muerte sobre tus pies? Estoy muerto, completamente muerto. La muerte es tranquila, no llores. La muerte es tranquila, si no fuera por tus manos golpeando mi pecho para que regrese de mi muerte. Te quiero antes y después de la muerte, pero en el intervalo, sólo he visto el rostro de mi madre.

Es el corazón, que se ha perdido un momento antes de regresar. Le pregunto a mi amada: ¿En qué corazón he dado? Ella se inclina sobre mi corazón y cubre mi pregunta con sus lágrimas. ¡Ay, corazón, cómo me has mentido derribándome de mi relincho!

Nos queda mucho tiempo, corazón. Ve al encuentro de la abubilla llegada de la tierra de Balquís.

Hemos enviado las misivas,

atravesado treinta mares, sesenta riberas

y nos queda vida suficiente para ser dispersados.

¡Ay, corazón, cómo has mentido a un caballo que no se cansa de los vientos! Ve despacio para que completemos este último abrazo y nos prosternemos.

Ve despacio... despacio, para que sepa si eres mi corazón o su voz cuando ella grita: tómame.

  4.Habitación de hotel

Que la paz sea con el amor el día que venga, el día que muera y el día que cambie de amantes en los hoteles. ¿Qué tiene el amor que perder? Nosotros tomaremos café en la tarde del jardín. En la cena, contaremos las historias de nuestro exilio, luego nos iremos a una habitación para continuar la búsqueda, como dos extranjeros, de una noche de ternura...

Dejaremos restos de palabras en dos sillas, dejaremos nuestros cigarrillos y otros vendrán para prolongar nuestra velada y el humo. Dejaremos un poco de sueño en la almohada y otros vendrán y se dormirán en nuestro sueño... ¿Cómo creer a nuestros cuerpos en los hoteles? ¿Cómo creer a nuestros secretos? Otros vendrán y prolongarán nuestro grito en la penumbra de dos cuerpos entrelazados... Nosotros no somos más que dos números tendidos en una cama común y decimos lo que han dicho hace poco dos que han pasado por el amor. Llegan las despedidas rápidas. ¿Ha sido un encuentro breve para que olvidemos a quienes nos han amado en otros hoteles? ¿No has dicho alguna vez estas palabras desenfrenadas a otro? ¿No he dicho yo alguna vez estas palabras desenfrenadas a otra, en otro hotel o aquí, en esta cama? Daremos los mismos pasos para que vengan otros y den estos pasos...
***
Cédula de identidad

Soy árabe
El número de mi cédula es cincuenta mil
Tengo ocho hijos
Y el noveno… vendrá tras el verano
¿Te enojarás acaso?

Inscríbeme
Soy árabe
Trabajo con mis compañeros de lucha
En una cantera
Tengo ocho hijos
Arranco de las piedras
El pan, las ropas, los cuadernos
Y no vengo a mendigar a tu puerta
Y no me pliego
Ante las losas de tu umbral
¿te enojarás acaso?

Inscríbeme
Soy árabe
Mi nombre es muy común
Y soy paciente
En un país que hierve la cólera

Mis raíces…
Fijadas antes del nacimiento de los tiempos
Antes de la eclosión de los siglos
Antes de los cipreses y los olivos
Antes del crecimiento vegetal
Mi padre… de la familia del arado
Y no de los señores del Nujub
Y mi abuelo era campesino
Sin árbol genealógico
Mi casa
Una cabaña de guardián
De cañas y ramajes
¿satisfecho de mi condición?
Mi nombre es muy común

Inscríbeme
Soy árabe
Cabellos… negros
Ojos… castaños
Signos particulares
Un kuffiah
y una banda sobre la cabeza
Las palmas rugosas como rocas
Arañan las manos que estrechan
Y amo por encima de todo
El aceite de olivo y el tomillo
Mi dirección
Soy de un pueblo perdido… olvidado
De calles sin nombres
Y todos sus hombres… en el campo y en la cantera
Aman el comunismo,
¿te enojarás acaso?

Inscríbeme
Soy árabe
Tú me has despojado de los viñedos de mis antepasados
Y de la tierra que cultivaba
con mis hijos
Y no nos has dejado
Ni a nuestros descendientes
Más que estos guijarros
Que nuestro gobierno tomará también
Como se dice
¡vamos!

Escribe
En lo más alto de la primera página
Que yo no odio a los hombres
Que yo no agredo a nadie
Pero…que si me hambrean
Como la carne del que me despoja

Y ten cuidado… cuídate
De mi hambre
Y mi cólera.

Traducción del árabe: María Luisa Prieto

martes, 16 de junio de 2015

Mi cuerpo fue una masacre televisiva

Rafeef Ziadah
Tomada de www.litlive.ca


(Beirut,  Palestina, 1979)



NOSOTROS ENSEÑAMOS VIDA, SEÑOR

Hoy
mi cuerpo
fue una masacre televisiva.
Hoy
mi cuerpo
fue una masacre televisiva
que tuvo que adaptarse
a clips de sonido
y limitación de palabras.
Hoy
mi cuerpo
fue una masacre televisiva
lo suficientemente
rellenada con estadísticas,
contadores, medidas, respuestas
para las que he tenido
que perfeccionar mi inglés
y he aprendido mis resoluciones
de las Naciones Unidas.
Pero aún así,
él me ha preguntado:
“Señorita Ziadah
¿no piensa que todo se arreglaría
si dejasen de enseñar tanto odio a sus hijos?”.
Pausa.
Busqué dentro de mí Fortaleza
para ser paciente,
pero la paciencia no está
en la punta de mi lengua
mientras las bombas caen sobre Gaza.
La paciencia simplemente
se ha escapado de mí.
Pausa.
Sonrisa.
Nosotros enseñamos vida,
señor.
Rafeef,
recuerda sonreír.
Pausa.
Nosotros enseñamos vida,
señor.
Nosotros, los palestinos,
enseñamos vida,
después de que ellos,
hayan ocupado el último cielo,
nosotros enseñamos vida,
después de que ellos
hayan construido sus asentamientos
y sus muros del Apartheid
después el último cielo,
nosotros enseñamos vida,
señor.
Pero hoy, mi cuerpo
fue una masacre televisiva
fabricada para adaptarse
a clips de sonido
y limitación de palabras.
Pero, danos tan sólo
una historia
una historia humana, sabés.
Esto no es política
nosotros tan sólo queremos
hablarle a la gente sobre vos y tu gente.
Así que, danos
una historia humana.
No menciones las palabras
Aparheid y ocupación
esto no es política.
Tenés que ayudarme,
como periodista,
a ayudarnos a contar tu historia,
la cual no es una historia política.
Hoy, mi cuerpo
fue una masacre televisiva.
¿Qué hay si nos das la historia
de una mujer en Gaza
que necesita medicación?
¿Qué hay acerca de vos?
¿tenés “los huesos suficientemente rotos”
para cubrir a tu su hijo,
entregarme a tu muerto,
y darme la lista de sus nombres
en un límite de 1200 palabras?
Hoy
mi cuerpo
fue una masacre televisiva,
fabricada para adaptarse
a clips de sonido
y limitación de palabras
y movido por aquellos insensibles
a la sangre de terroristas.
Pero ellos lo sienten.
Lo sienten
por el asedio sobre Gaza.
Así que les dí las resoluciones
de las Naciones Unidas,
y las estadísticas
y lo condenamos
y lo lamentamos
y lo rechazamos.
Esto no son dos bandos iguales,
ocupante y ocupado,
y un centenar de muertos
dos centenares de muertos
y un millar de muertos
y entre medio de este
crimen de Guerra y masacre,
he construido palabras
y sonrisa no exótica
sonrisa no terrorista
y conté y reconté
un centenar de muertos
dos centenares de muertos
un millar de muertos
¿Hay alguien ahí fuera?
¿Habrá alguien que escuche?
Desearía poder plañir
sobre sus cuerpos,
desearía simplemente
poder correr allí,
y a cada campo de refugiados,
y sostener a cada niño,
taparle los oídos para que
no tuvieran que escuchar
el sonido de las bombas
por el resto de sus vidas,
como yo hago.
Hoy
mi cuerpo
fue una masacre televisiva.
Y dejame decir
que:
no hay nada que
tus resoluciones
de las Naciones Unidas
hayan hecho
jamás sobre esto.
Y ningún clip de sonido,
ningún clip de sonido,
que haga,
no importa
cuan buen inglés tenga,
ningún clip de sonido,
ningún clip de sonido,
ningún clip de sonido,
ningún clip de sonido,
les delvolverá
a la vida,
ningún clip de sonido
arreglará esto.
Nosotros enseñamos vida,
señor.
Nosotros enseñamos vida,
señor.
Nosotros,
los palestinos,
nos levantamos cada mañana
para enseñarle al resto del mundo
vida, señor.

Traducción de Patricia Bobillo Rodríguez.
*La poeta palestina Rafeef Ziadah escribió el poema "Nosotros enseñamos vida, señor" durante el bombardeo de Gaza (diciembre 2008-enero2009) por el ejército de Israel, mientras niños morian bajo las bombas de fosforo lanzadas por los aviones del aliado de occidente, y ocupante del estado de los palestinos, donde aplica con mano de hierro un régimen de apartheid que deja pequeño al que sufrieron los sudafricanos hasta 1994 (Tomado de cuestionatelotodo.blogspot.com.ar)
**
Bagdad

Este es un poema silencioso.
Este es un poema silencioso
porque finalmente te has ido a dormir.
Este es un poema silencioso, Bagdad.

Tus viejos fantasmas han retornado para inquietarte, esta vez en uniformes estadounidenses.
Tus viejos fantasmas han retornado para inquietarte, esta vez en uniformes estadounidenses,
y otro hombre blanco llega a poner su carga a tus pies.
Otro hombre blanco llega a poner su carga entre tus piernas, confundido ante tu rechazo.

Bagdad,
unos pocos de tus hombres se pelean para prostituirse por poder,
y las cámaras de tortura están llenas de manzanas podridas
mientras los gritos se ciernen sobre Dijleh del modo en que la voz de Ghazali solía hacerlo.

Bagdad,
te destripan para exhibirte en documentos de la ONU y reclaman constituciones para discutir si usarás velo o no.
¿Qué identidad quiere darte tu colonizador mientras te viola con democracia?

Bagdad,
dejá que Jenin, Sabra y Tel al-Zaatar te sostengan.
Dejá que Jenin, Sabra y Tel al-Zaatar te sostengan
y venden tus heridas por una noche.
Dejalas que te sostengan
porque sólo ellas entienden.
Sólo ellas entienden.
Y te juro,
te juro que incendiaremos las calles.
Te juro que incendiaremos las calles...
Incendiaremos cada calle
antes de dejarte sola, Bagdad...

Pero te dejamos sola...
Te dejamos sola,
Bagdad.
**
TONALIDADES DE LA IRA

Yo soy una mujer árabe de color
y nosotras venimos en todas las tonalidades de la ira.
Todo lo que mi abuelo siempre quiso hacer
fue levantarse al amanecer, ver a mi abuela Nil
y rezar en un pueblo escondido entre Jaffa y Haifa.
Mi madre nació bajo un árbol de olivo,
en la tierra que dicen que ya no es mía,
pero cruzaré sus barreras, sus controles militares,
sus locos muros del Aparheid y volveré a mi hogar.
Yo soy una mujer árabe de color
y nosotras venimos en todas las tonalidades de la ira.
Y, ¿escuchaste a mi hermana gritando ayer
cuando daba a luz en un control militar con los soldados israelíes
buscando entre sus piernas la próxima amenaza demográfica?
Llamó a su hija Jenin,
y ¿escuchaste a alguien gritar detrás de los barrotes de la prisión
mientras la gaseaban?
Estamos volviendo a Falestine.
Yo soy una mujer árabe de color
y nosotras venimos en todas las tonalidades de la ira.
Pero ¿me decís que esta mujer que hay dentro de mí
sólo te traerá tu próximo terrorista?
Barbudo, armado, pañuelo en la cabeza, negrata
¿vos me decís que yo envío mis hijos a morir?
Pero son tus helicópteros, tus F-16,
en nuestros cielos.
Y hablemos sobre este negocio del terrorismo en un momento,
¿no fue la CIA quien mató a Allende y Lumumba?
¿y quien entrenó a Osama en primer lugar?
Mis abuelos no corrieron alrededor como payasos,
con las blancas capas y con blancos gorros en sus cabezas
linchando a personas negras.
Yo soy una mujer árabe de color
y nosotras venimos en todas las tonalidades de la ira.
Así que, ¿quién es esa mujer morena gritando en una manifestación?
Disculpa. ¿No debería gritar?
¿Olvidé ser cada uno de tus sueños orientales?
El genio de la botella, bailarina del vientre, chica del harén,
voz suave, mujer árabe,
sí amo, no amo,
gracias por los sandwiches de manteca de cacahuete,
que nos lanzan desde los F-16, amo.
Sí, mis liberadores están aquí para matar a mis hijos
y llamarlos daños colaterales.
Yo soy una mujer árabe de color
y nosotras venimos en todas las tonalidades de la ira.
Así, que dejame decirte
que esta mujer, que habita dentro de mí
sólo te traerá tu próximo rebelde.
Ella llevará una piedra en una mano
y la bandera palestina en la otra.
Yo soy una mujer árabe de color,
ten cuidado,
ten cuidado,
de mi ira.

Cortesía de Raquel Cané.

martes, 26 de febrero de 2013

No quiero del sol más que una pepita de naranja

Tomada de www.last.fm
MAHMUD DARWISH 
(Al–Birwa, Palestina, 1941-Houston, EE.UU., 2008)


Veo lo que deseo

Miro hacia atrás esta noche
en las hojas de los árboles y en las hojas de la vida.
Contemplo la memoria del agua y la memoria de la arena.
No percibo esta noche
sino el final de esta noche,
sonidos del reloj que roen mi vida segundo a segundo
y reducen la vida de la noche.
No queda de la noche ni de mí tiempo en el que combatir
pero la noche regresa a su noche
y yo caigo en la fosa de esta sombra.
***
El jardín dormido

Cuando el sueño la abrazó, yo robé mi mano,
Cubrí sus sueños,
Vi la miel ocultarse tras sus párpados,
Recé por dos piernas milagrosas,
Me incliné sobre los latidos de su corazón,
Vi trigo sobre mármol y sueño.
Una gota de mi sangre lloró,
Temblé...
El jardín duerme en mi lecho.

Fui hacia la puerta
Sin volverme hacia mi alma dormida,
Oí el tintineo antiguo de sus pasos y las campanas de mi corazón.

Fui hacia la puerta
–la llave está en su bolso
y ella duerme como un ángel después del amor–.
Noche sobre lluvia en la calle y ningún ruido
Salvo los latidos de su corazón y la lluvia.

Fui hacia la puerta.
Se abre,
Salgo.
Se cierra,
Mi sombra se desliza tras de mí.
¿Por qué digo adiós?
Desde ahora soy extraño a los recuerdos y a mi casa.
Bajé las escaleras.
Ni un ruido,
Salvo los latidos de su corazón, la lluvia
Y mis pasos sobre la escalera que desciende
Desde sus manos al deseo de viajar.

Llegué al árbol.
Allí, ella me abrazó,
Allí me golpearon los rayos de plata y clavel,
Allí comenzaba su universo,
Allí se terminaba.
Me detuve unos instantes hechos de azucenas y de invierno,
Me marché,
Dudé,
Luego me marché.
Recogí mis pasos y mi recuerdo salado
Y me marché en mi compañía.

Ni despedida ni árbol.
Los deseos se han dormido tras las ventanas,
Todas las historias de amor
Y todas las traiciones se han dormido tras las ventanas,
Y la policía secreta también...

Rita duerme... duerme y despierta sus sueños.
Por la mañana recogerá su beso
Y sus días,
Luego preparará mi café árabe
Y su café con leche.
Me preguntará, por milésima vez, por nuestro amor
Y responderé:
Soy el mártir de las manos que,
Cada mañana, me preparan el café.

Rita duerme... duerme y despierta sus sueños.
–¿Nos casaremos?
–Sí.
–¿Cuándo?
–Cuando crezcan violetas
En las gorras de los soldados.

He recorrido las calles, el edificio de correos,
Los cafés de las aceras, los clubes nocturnos
Y las ventanillas de venta de billetes.
Te amo, Rita. Te amo. Duerme, yo parto
Sin motivo, como los pájaros violentos, yo parto
Sin motivo, como los vientos débiles, yo parto.
Te amo, Rita. Te amo. Duerme.
Dentro de trece inviernos preguntaré:
¿Todavía duermes
o te has despertado?
¡Rita! Te amo, Rita,
te amo...
***
Una nube en mi mano

Han ensillado los caballos
sin saber por qué,
pero han ensillado los caballos en la llanura.

El lugar estaba preparado para su nacimiento: una colina
desde los arrayanes de sus antepasados
se vuelve a Oriente y Occidente.
En los Libros, las hileras de olivos exaltan
las caras visibles del lenguaje
y un humo de lapislázuli adorna este día para
una pregunta que no concierne sino a Dios.
Marzo, niño mimado de los meses.
Marzo carda el algodón sobre los almendros.
Marzo ofrece un banquete de malva en el patio de la iglesia.
Marzo, tierra para la noche de la golondrina,
para una mujer que se dispone a gritar en los desiertos
y habita en los robles.
Un niño nace
y su grito permanece
en las grietas del lugar.

Nos hemos separado en las escaleras de la casa.
Ellos decían:
en mi grito hay una cautela que
no conviene a las plantas aturdidas.
En mi grito hay lluvia. ¿He perjudicado a mis hermanos
cuando he dicho que he visto a los ángeles jugando con el lobo
en el patio de nuestra casa? No recuerdo
sus nombres, su forma de hablar
ni su ligereza al volar.

Mis amigos extienden las alas por la noche y no
dejan ninguna huella tras de sí.
¿Le diré la verdad a mi madre?
Tengo otros hermanos que ponen
una luna en mi balcón
y tejen un manto de margaritas.
Han ensillado los caballos
sin saber por qué,
pero han ensillado los caballos al final de la noche.

Siete espigas bastan para la mesa del verano.
Siete espigas en mis manos. Y en cada espiga
el campo hace crecer un trigal.
Mi padre sacaba el agua de su pozo y le decía:
no te seques. Me daba la mano
para que me viera agrandarme cual verdolaga...
Camino por el brocal del pozo: tengo dos lunas,
una en lo alto
y la otra en el agua, nada... tengo dos lunas
seguras, como sus antepasados, de la verdad
de las leyes... Ellos han fundido el hierro de las espadas,
las rejas de los arados. La espada no puede reparar
lo que el verano ha estropeado, han dicho. Han rezado
mucho tiempo y han cantado sus alabanzas a la naturaleza...
Han ensillado los caballos
para bailar la danza de los caballos
en la noche de plata.

Una nube en mi mano me hiere: no
quiero de la tierra más que
esta tierra: el olor del cardamomo y el tamo
entre mi padre y el caballo.
Una nube en mi mano me ha herido.
No quiero del sol más que
una pepita de naranja
y el oro que fluye de la llamada a la oración.

Han ensillado los caballos,
sin saber por qué,
pero han ensillado los caballos
al final de la noche, y han esperado
a un espectro surgiendo de las grietas del lugar.
**
Traducción: María Luisa Prieto
Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char