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jueves, 3 de septiembre de 2015

¿Qué es la vida?

LILIANA LUKIN

(Buenos Aires, Argentina, 1951)


De El amor del lobo. Poemas del cordero                                        (Fragmento)

¿Qué es la vida? Te lo diré. Cuando nace el hombre, elige uno de los tres caminos vitales, aparte de los cuales no existen otros: si vas a la derecha, los lobos te comerán; si vas a la izquierda, tú mismo comerás a los lobos; si vas recto, te comerás a ti mismo.                                                                                     Peter Esterházi


1-
El amor del lobo por el cordero es
una herramienta que sangra en
la comprensión de lo que no
se comprende del amor ni del lobo,
en lo que queda desgarrado del cordero.


2-
En lo que no se comprende del lobo,
en lo que del cordero hay desconocido,
avanza la conjetura sobre la naturaleza
del amor que el cordero tiene por
el amor del lobo hacia el cordero.

7-
El amor del lobo tiene
tacto: la vista, el gusto y el olfato
son su matriz, pero con
el cordero tiene tacto,
teme su temor de él.

8-
El cordero sabe que es la metáfora
de otra cosa, que el lobo es
la metáfora de otra cosa: comienza
con palabras como amor, y termina
con la muerte de alguna pasión colectiva.

De Ensayo Sobre El Poder. Wolkowicz Editores, 2015

miércoles, 4 de enero de 2012

Yo, que he sido

LILIANA LUKIN
(Buenos Aires, Argentina, 1951)


Demostración


(habla Baruch de Spinoza)

Sueño con una puerta:
armo mi cerrojo
como una llave.
Como en todos los
bellos sueños humanos,
la puerta da a un jardín.
Pero mi llave abre hacia
adentro, donde solo
hay sombra, perfume y rumor
de hojas y de viento.
Yo que he sido
echado, expuesto, amo el resto
de luz que hace posible
ver el jardín donde no
hay un jardín: amo
mi arrojo, mi cerrojo,
el peligro del texto
concebido.

Escolio:

Sueño con pertenecer. Yo,
que nada tengo, a quien nada
pertenece, he sido arrojado.
Amo mi arrojo,
ese acto contra mí
ha hecho de mí lo que soy:
un artífice
que documenta la visión:
un revelador y un
rebelado.

Sueño con ser
recibido,
que mi madre
tome mi rostro entre
sus manos y no pueda
dejar de llorar.
Sueño con perder
el miedo como se pierde
el amor: practicando
su falta.

Sueño con volver
al regazo aún atroz
del mundo,
con los libros que he
escrito, carne de mi carne,
dentro
del saco, como
almohada:
Yo, que he sido
puesto fuera, temido y
desoído y siempre a punto
de caer, cuelgo
del hilo de mi razón
como de la cuerda
el ahorcado:
soy mi razón y mi cuerda.

Sueño con dejar
palabras en el oído
de un niño: quién
podrá decir que no
dije lo que pensaba y
amé y entregué y cuidé
mi pensamiento
como un padre?

Sueño con una puerta:
armo mi cerrojo
como una llave.

Como en todos los
bellos sueños humanos,
la puerta da a un jardín.

Pero mi llave abre hacia
adentro, donde solo hay
sombra, perfume y rumor
de hojas y de viento.
Yo que he sido
echado, expuesto, amo el resto
de luz que hace posible
ver el jardín donde no
hay un jardín: amo mi arrojo,
mi cerrojo, el texto
en el peligro
concebido.


De De La Ética demostrada según el orden poético
(Ediciones La Cebra, 2011)
Imagen: tomada de www.btinternet.com
Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char