(Klagenfurt, Austria, 1926-Roma, Italia, 1973)
Cantos
en la huida (Lieder auf der Flucht)
Dura legge d’Amor! ma, ben
che obliqua,
servar
convensi; però ch’ella aggiunge
di cielo in terra,
universale, antiqua.
Petrarca, I
Trionfi
I
Se rompe el gajo
en la nieve,
se desmorona el
peldaño,
tiesa brilla la
ciudad en
reflejo de
invierno extraño.
Los chicos gritan
y trepan
por la montaña
hacia arriba,
comen de la
blanca harina
e idolatran al
cielo.
El resplandor del
invierno,
la mandarina
dorada,
está en acción en
el viento.
Rueda la roja
naranja.
(I // Der Palmzweig bricht im Schnee,/die Stiegen stürzen ein,/die
Stadt liegt steif und glänzt/im fremden Winterschein. // Die Kinder schreien
und ziehn/den Hungerberg hinan,/sie essen vom weißen Mehl/und beten den Himmel
an.// Der reiche Winterflitter,/das Mandarinengold,/treibt in den wilden
Böen./Die Blutorange rollt.)
II
Pero en cambio yo
estoy sola,
impedida del hielo,
toda herida.
La nieve no me ha
atado todavía
una venda en la
mirada.
Los muertos, a mí
apretados,
en mil lenguas
encuentran su silencio.
Nadie me quiere
ni lleva
por mí encendida
una lámpara.
(II // Ich aber liege allein/im Eisverhau voller Wunden.//Es hat mir
der Schnee/noch nicht die Augen verbunden.// Die Toten, an mich
gepresst,/schweigen in allen Zungen.// Niemand liebt mich und hat/für mich eine
Lampe geschwungen!)
VII
Por dentro son tus ojos dos ventanas
y en una
tierra me hallo, de claridad rodeada.
Por adentro es tu pecho un mar
profundo,
que hasta
el fondo me arrastra.
Por dentro
pasarelas son tus muslos
para
mis barcos, retornando a casa
de tantos
largos viajes.
Y mi dicha
entrelaza una cuerda de plata
que me
tiene amarrada.
Dentro es tu boca un
nido
de plumas a mi lengua
que alza el vuelo.
Tiene adentro tu carne
la luz de los melones,
sin fin dulce y
sabrosa.
Y por dentro tus venas
son tranquilas,
repletas
con el oro
lavado por
mis lágrimas,
que algún
día tendrá su recompensa.
De títulos
que acoges, luego abrazan tus pobres
los bienes
que primero a ti se otorgan.
Por adentro tus pies
jamás caminan,
sino que
ya han llegado a mi tierra deseada.
Por dentro son tus
huesos flautas claras
de las que
saco tonos hechiceros
que sabrán
cautivar también la muerte…
(VII // Innen sind deine Augen Fenster/auf einem Land, auf dem ich
in Klarheit stehe.// Innen ist deine Brust ein Meer,/das mich auf den Grund
zieht./Innen ist deine Hüfte ein Landungssteg/für meine Schiffe, die
heimkommen/von zu großen Fahrten.//Das Glück wirkt ein Silbertau,/an dem ich
befestigt liege.//Innen ist dein Mund ein flaumiges Nest/Für meine flügge
werdende Zunge./Innen ist dein Fleisch melonenlicht,/süß und genießbar ohne
Ende./Innen sind deine Adern ruhig/und ganz mit dem Gold gefüllt,/das ich mit
meinen Tränen wasche/und das mich einmal aufwiegen wird.//Du empfängst Titel,
deine Armen umfangen Güter,/die an dich zuerst vergeben werden.//Innen sind
deine Füße nie unterwegs,/sondern schon angekommen in meinen Samtlanden./Innen
sind deine Knochen helle Flöten,/aus denen ich Töne zaubern kann,/die auch den
Tod bestricken werden …)
XV
Tiene el amor un
triunfo y la muerte tiene uno,
el tiempo y el
tiempo después.
Para nosotros no
hay ninguno.
Sólo el derrumbe
de estrellas. Resplandor y silencio.
Mas por sobre el
polvo el canto
nos ha de superar.
(XV // Die Liebe hat einen Triumph und der Tod hat einen,/die Zeit
und die Zeit danach./Wir haben keinen.//Nur Sinken um uns von Gestirnen. Abglanz
und Schweigen./Doch das Lied überm Staub danach/wird uns übersteigen.)
Versiones de Irene M. Weiss
***
Otra versión
Servar convensi; però ch'ella aggiunge
Di cielo in terra, universale, antiqua
Petrarca, "I Ttriunfi"
I
La hoja de palma se parte con la nieve,
las escaleras se derrumban,
la ciudad yace tiesa y brilla
en el extraño resplandor de invierno.
Los niños gritan y suben
a la colina del hambre,
comen de la blanca harina
y rezan al cielo.
La rica quincalla invernal,
el oro de las mandarinas,
vuela en las ráfagas salvajes.
Rueda la naranja sanguina.
II
Yo, sin embargo, yazgo solo
encerrado en hielo, lleno de heridas.
Todavía la nieve
no me vendó los ojos.
Los muertos, abrazados a mí,
callan en todas las lenguas.
¡Nadie me ama ni ha agitado
una lámpara para mí!
X
¡Oh amor, que rompiste y tiraste
nuestras cortezas, nuestro escudo,
el cobijo y la herrumbre marrón de años!
¡Oh penas, que pisándolo apagaron nuestro amor,
su fuego húmedo en las partes sensibles!
Llena de humo, sucumbiendo en el humo, la llama se repliega.
XII
Boca que durmió en mi boca,
ojo que vigiló mi ojo,
mano-
y los que me arrasaron, los ojos!
¡Boca que pronunció la sentencia,
mano que me ejecutó!
XV
El amor tiene un triunfo y la muerte tiene otro,
el tiempo y el tiempo de después.
Nosotros no tenemos ninguno.
A nuestro alrededor sólo hundirse de astros. Destellos y silencio.
Mas la canción por encima del polvo después
va a superarnos.
De Invocación a la Osa Mayor, Ediciones Hiperión, 2001.
Versión de Cacilia Dreymüller y Concha García.