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lunes, 17 de septiembre de 2012

Si todas las muchachas fueran mías

WOLFANG AMADEUS MOZART
(Salzburgo, actual Austria, 1756 - Viena, 1791) 

De La flauta mágica
Libreto de Emmanuel Schikaneder

(2) Aria de PAPAGENO

Yo soy el pajarero,
siempre alegre, ¡oh, arriba!
Como pajarero soy conocido por
viejos y jóvenes en todo el país.
Cazo con reclamo y toco la flauta.
Puedo estar alegre y contento,
porque todos los pájaros son míos.
Yo soy el pajarero,
siempre alegre, ¡oh, arriba!
Como pajarero soy conocido
por los viejos y los jóvenes
en todo este país.
¡Me gustaría tener una red
para muchachas,
las cazaría por docenas!
Luego las metería en la jaula
y todas ellas serían mías.
Si todas las muchachas fueran mías,
las cambiaría por azúcar:
y a la que yo más quisiera
le daría enseguida el azúcar.
y me besaría con delicadeza,
si fuera mi mujer y yo su marido.
Dormiría a mi lado y la acunaría
como si fuese una niña.
(...)

PAMINA

¡Tamino mío! ¡Oh, qué felicidad!

TAMINO

¡Pamina mía! ¡Oh, qué felicidad!
Aquí están las puertas del espanto,
que me amenazan
con la miseria y la muerte.

PAMINA

En todas partes
estaré a tu lado.
Yo misma te guiaré,
el amor me conducirá

(le toma de la mano)

Él sembrará de rosas el camino,
pues rosas y espinas van unidas.
Y si tú tocas tu flauta mágica,
ella nos protegerá en el camino.
En una hora mágica mi padre
la talló de lo más hondo
de una encina milenaria,
entre truenos y relámpagos,
tempestades y huracanes.
Ven y toca la flauta,
nos guiará por el camino de espanto.
**
Imagen: Tamino y Pamina, acuarela de Max Slevogt. Tomada de wikipedia.com

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char