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martes, 4 de septiembre de 2018

Una caja

ELVIRA HERNÁNDEZ 

(Lebu, Chile, 1951)

A VUELO DE PÁJARO

La poesía ha hecho costumbre
de tomar algo por la punta y
agotarlo por el cabo. Ir
sobre las cosas como en reguero de pólvora.

La poesía no es temática.
La poesía habla de todo al mismo tiempo.
La poesía es caja de sorpresas
Caja china
De Pandora
Una caja

Hay que darle como caja
a lo que viene por delante.

De Pájaros desde mi ventana (2014-2016) Alquimia Ediciones, 2018, y libro inédito parcialmente publicado en el volumen Los trabajos y los días (2017). 

viernes, 31 de agosto de 2018

Derrite nieve o hierro

Pablo Neruda

(Chile, 1904-1973)

Oda a las gracias 

Gracias a la palabra 
que agradece, 
gracias a gracias 
por 
cuanto esta palabra 
derrite nieve o hierro. 

El mundo parecía amenazante 
hasta que suave 
como pluma 
clara, 
o dulce como pétalo de azúcar, 
de labio en labio 
pasa 
gracias, 
grandes a plena boca 
o susurrantes, 
apenas murmulladas, 
y el ser volvió a ser hombre 
y no ventana, 
alguna claridad 
entró en el bosque. 
fue posible cantar bajo las hojas. 
Gracias, eres la píldora 
contra 
los óxidos cortantes del desprecio, 
la luz contra el altar de la dureza. 

Tal vez 
también tapiz 
entre los más distantes hombres 
fuiste. 
Los pasajeros 
se diseminaron 
en la naturaleza 
y entonces 
en la selva 
de los desconocidos, 
merci, 
mientras el tren frénetico 
cambia de patria, 
borra las fronteras, 
spasiva, 
junto a los puntiagudos 
volcanes, frío y fuego, 
thanks, sí, gracias, y entonces 
se transforma la tierra en una mesa. 
una palabra la limió, 
brillan platos y copas, 
suenan los tenedores 
y parecen manteles las llanuras. 

Gracias, gracias, 
que viajes y que vuelvas, 
que subas 
y que bajes. 
Está entendido, no 
lo llenas todo, 
palabra gracias, 
pero 
donde aparece 
tu pétalo pequeño 
se esconden los puñales del orgullo, 
y aparece un centavo de sonrisa. 

viernes, 29 de septiembre de 2017

En su origen el río es una veta de agua

ENRIQUE LIHN

(Santiago, Chile, 1929-1988) 


Porque escribí

Ahora que quizás, en un año de calma,
piense: la poesía me sirvió para esto:
no pude ser feliz, ello me fue negado,
pero escribí.

Escribí: fui la víctima
de la mendicidad y el orgullo mezclados
y ajusticié también a unos pocos lectores;
tendí la mano en puertas que nunca, nunca he visto;
una muchacha cayó, en otro mundo, a mis pies.

Pero escribí: tuve esta rara certeza,
la ilusión de tener el mundo entre las manos
-¡qué ilusión más perfecta! como un cristo barroco
con toda su crueldad innecesaria-
Escribí, mi escritura fue como la maleza
de flores ácimas pero flores en fin,
el pan de cada día de las tierras eriazas:
una caparazón de espinas y raíces.
De la vida tomé todas estas palabras
como un niño oropel, guijarros junto al río:
las cosas de una magia, perfectamente inútiles
pero que siempre vuelven a renovar su encanto.

La especie de locura con que vuela un anciano
detrás de las palomas imitándolas
me fue dada en lugar de servir para algo.
Me condené escribiendo a que todos dudaran
de mi existencia real,
(días de mi escritura, solar del extranjero).
Todos los que sirvieron y los que fueron servidos
digo que pasarán porque escribí
y hacerlo significa trabajar con la muerte
codo a codo, robarle unos cuantos secretos.
En su origen el río es una veta de agua
-allí, por un momento, siquiera, en esa altura-
luego, al final, un mar que nadie ve
de los que están braceándose la vida.
Porque escribí fui un odio vergonzante,
pero el mar forma parte de mi escritura misma:
línea de la rompiente en que un verso se espuma
yo puedo reiterar la poesía.

Estuve enfermo, sin lugar a dudas
y no sólo de insomnio,
también de ideas fijas que me hicieron leer
con obscena atención a unos cuantos psicólogos,
pero escribí y el crimen fue menor,
lo pagué verso a verso hasta escribirlo,
porque de la palabra que se ajusta al abismo
surge un poco de oscura inteligencia
y a esa luz muchos monstruos no son ajusticiados.

Porque escribí no estuve en casa del verdugo
ni me dejé llevar por el amor a Dios
ni acepté que los hombres fueran dioses
ni me hice desear como escribiente
ni la pobreza me pareció atroz
ni el poder una cosa deseable
ni me lavé ni me ensucié las manos
ni fueron vírgenes mis mejores amigas
ni tuve como amigo a un fariseo
ni a pesar de la cólera
quise desbaratar a mi enemigo.

Pero escribí y me muero por mi cuenta,
porque escribí porque escribí estoy vivo.

(De La musiquilla de las pobres esferas, 1969)

miércoles, 22 de febrero de 2017

Adiós, adiós. ¿Qué hubo?

Armando Uribe Arce 

(Santiago, Chile, 1933) 

El viudo de la inspiración/ recuerda a cada rato a la difunta/ pero no resucita a la pregunta/ ‘¿Y dónde está?’ (-Está en el cajón.)/ Por eso no recita la canción/ que ella cantaba -ni se juntan.

A peor vida

Busco en vano la puerta: no hay umbrales
todo el suelo y lugar donde solía
jugar conmigo mismo a juegos tales
que no me atrevo a recordar hoy día.
Golpeo el suelo con el puño, fuerte
y se abre un hoyo cuyo nombre es muerte.
**

No te amo, amo los celos que te tengo
son lo único tuyo que me queda,
los celos y la rabia que te tengo,
hidrófobo de ti me ahogo en vino.

No te amo, amo mis celos, esos celos
son lo único que me queda.
Cuando desaparezca en esos cielos
de odio te ladraré porque no vienes.
**

El vello púdicamente llamado
púbico es bello cuando suavemente
como raíces de hierbas con hierbas
vivas se mecen subiendo hacia el vientre,
deteniéndose en su ingle coronado
mientras la vulva dice que no se entre
todavía al ensueño, y tú te enervas
frente al monte de venus sedicente.
**
Inscripción sobre el vaso cinerario

Lo que hay aquí fue un hombre,
hoy es cenizas, tal vez suyas.
No cantéis aleluyas,
porque es menos que sombra,
menos que la ceniza de un cigarro.
**

Es muy probable que no seas
ni aquello ni lo otro
ni esto ni lo uno.
Adiós, adiós. ¿Qué hubo?
Qué me resta.

lunes, 26 de diciembre de 2016

Vino Dios a l’existencia.

VIOLETA PARRA

(Chile, 1917-1967)

Décimas por el nacimiento (o El niño Jesús nació)

El niño Jesús nació
en el portal de Belén;
la estrella de sumo bien
a los Magos le’ alumbró.
El mundo re’plandeció
con pitos y panderetas.
Bajaron siete cometas
a ver este nacimiento
los altos del firmamento
se abrieron para la fiesta.

Los fieles del Redentor
acuden muy presurosos
a presencial el hermoso
regalo del gran Señor.
Adiós a nuestro dolor,
válganos la penitencia,
hagamos la reverencia
en este humilde portal,
porque, envuelto en un pañal,
vino Dios a l’existencia.

Gloriosa la noche aquella
cuando la Virgen sufrió
y al mundo un hijo le dio
más claro que una centella.
Bajáronse las estrellas,
cantaron los pajaritos,
sabiendo que Jesucristo,
venido a cristianizarlos
y por amor a salvarlos
con su dolor infinito.

Ahí está la Virgen pura
al lado de San José,
con el niñito son tres,
se miran con gran ternura.
No ha habí’o ni habrá dulzura
más grande en intensidad
que la de la Navidad
cuando bajó de los cielos
a darnos su gran consuelo
el Dios de la cristiandad.

(De Décimas, 1958)

lunes, 21 de noviembre de 2016

El tiempo es trabajado por el cuarzo

Elvira Hernández

María Teresa Adriazola 
(Lebu, Chile, 1951)


Un día como cualquier otro

I      entra el sol tajante por la ventana y nos divide en luz y sombra 

II     sentado alguien espera micro como espera un nuevo gobierno 

III    hojas que caen planean como palomitas 

IV    aparecen murallas con cicatrices alfabéticas 

                                           –la letra con sangre queda– 

V     el aire está irrespirable 

VI    las vitrinas viven en la apoteosis de la luz 

VII   el que canta la Canción Nacional sin reírse gana 

VIII  universidad norteamericana se adjudica obra inédita de Vicuña Mackenna 

IX    el tiempo es trabajado por el cuarzo 

X     alguien nos da un cuarto de hora y lo perdemos –el chileno es así–
**
Día 28

todo permanece igual 
es aterrador

**
De El orden de los días (1991)
Imagen tomada del Diario El Mercurio, Chile, 2016

lunes, 14 de noviembre de 2016

Despedida

Jorge Teillier
(Lautaro, Chile, 1935 - Viña del Mar, id., 1996)
De Archivo


...el caso no ofrece
ningún adorno para la diadema de las Musas.

Ezra Pound

Me despido de mi mano
que pudo mostrar el paso del rayo
o la quietud de las piedras
bajo las nieves de antaño.

Para que vuelvan a ser bosques y arenas
me despido del papel blanco y de la tinta azul
de donde surgían los ríos perezosos,
cerdos en las calles, molinos vacíos.

Me despido de los amigos
en quienes más he confiado:
los conejos y las polillas,
las nubes harapientas del verano,
mi sombra que solía hablarme en voz baja.

Me despido de las Virtudes y de las Gracias del planeta:
Los fracasados, las cajas de música,
los murciélagos que al atardecer se deshojan
de los bosques de casas de madera.

Me despido de los amigos silenciosos
a los que sólo les importa saber
dónde se puede beber algo de vino,
y para los cuales todos los días
no son sino un pretexto
para entonar canciones pasadas de moda.

Me despido de una muchacha
que sin preguntarme si la amaba o no la amaba
caminó conmigo y se acostó conmigo
cualquiera tarde de esas que se llenan
de humaredas de hojas quemándose en las acequias.
Me despido de una muchacha
cuyo rostro suelo ver en sueños
iluminado por la triste mirada
de trenes que parten bajo la lluvia.

Me despido de la memoria
y me despido de la nostalgia
-la sal y el agua
de mis días sin objeto-

y me despido de estos poemas:
palabras, palabras -un poco de aire
movido por los labios- palabras
para ocultar quizás lo único verdadero:
que respiramos y dejamos de respirar.

lunes, 10 de octubre de 2016

Cantan en silencio la humedad de su congoja

GONZALO ROJAS
(Lebu, Chile, 1917-2011)

La vaca racional

La Vaca Racional tiene los ojos de la envidia, 
el cuerpo de una bella mujer, y por su baba 
se expresa la miseria de los hombres.

Si, por fortuna, un día, nace el Árbol que viene al mundo libre, 
distinto de los árboles que lloran su esclavitud en el paisaje, 
y florece, y da fruto -natural testimonio de la naturaleza-, 
la Vaca Racional palidece y murmura.

Y convoca a los puercos en su alcoba:
"Este Árbol no es un Árbol, les dice. No da flores ni frutos. 
Este Árbol es un animal sanguinario 
que no existe en el aire ni en la tierra.
Es un error visual, causado por el miedo de la noche. 
No disfrutéis su sombra. No respiréis su oxígeno".

Pero el Árbol existe. Trabaja para todos. Los alimenta a todos.
Es capaz de morirse cada día por salvar a los otros de la muerte.
Por darle aire a los muertos, es capaz de vestirse de locura.

Lo que la Vaca Racional no podrá perdonarle 
es el misterio que está inscrito en cada una de sus hojas,
donde pueden leer solamente los pájaros.

Ella vive esperando que un rayo parta el brillo de su copa, 
pero el rayo es el alma de este cuerpo.
Vive afilando su hacha y la arroja de frente o de perfil
sobre la piel del Árbol. Pero el filo es un beso en su mejilla.

Entonces, se alza lívida de cólera. De cólera de histeria:
-"Este Árbol es un árbol,
es hijo de otros árboles, pero es un enemigo 
de los árboles. Quiere encadenarlos al suplicio de la tierra.
Ya sabéis que he intentado arrancar sus raíces y volcarlo, 
y convertirlo en barco, en casa o ataúd. ¿Por qué los otros árboles
son seres serviciales y prudentes, con que se labran sillas y ventanas
para mirar el mar, y cantan en silencio la humedad de su congoja?"

-"Vedlo ahí. Le hemos dado la lluvia y el verano suficientes
para su crecimiento, y se ha burlado de nosotros
usando sus pulmones para sembrar la alarma en los esclavos"

-"Vedlo ahí como un rey cuyo trono fuera el viento
haciendo oír su voz, llevando el remolino
al corazón de todos los que fueron un día mis lirios predilectos".

-"Vedlo ahí, vomitando su fuego por las hojas.
¿Qué hacer para evitar a nuestras hijas la posesión y el arrebato,
la tiranía de este cuerpo invulnerable
a la vida y la muerte?"

Ya presa de su celo y su locura, la Vaca Racional
congrega a sus amantes y vecinos, y decide la suerte
de ese Enemigo que prefiere la posesión de la tierra
a dormir en la alcoba de sus vicios manchada:

-"Bello es el Árbol. Nunca he visto tan singular belleza
en el corte del aire. Tan divina Apostura.
Sin embargo, sus hojas no son originales, pues ellas me recuerdan
la alta filosofía
de los árboles griegos y alemanes.
El porte de sus pétalos tiene el color de los arbustos de Oriente.
Veo que por su savia discurre la corriente de los árboles clásicos,
de los árboles del Renacimiento,
veo en su esencia el bosque caballeresco y mágico;
en su médula veo la luz desesperada de los suicidas lengua afuera,
en su corteza el adjetivo arrugado por el fuego.

Como veis, yo tenía mis razones:
este Árbol no es un árbol. Es una suma de influencias
de soles y de lunas, como un día cualquiera,
y por lo tanto su raíz es una amarra en el vacío".

En Antología de aire (Santiago, Fondo de Cultura Económica, 1991)
**
Rimbaud

No tenernos talento, es que
no tenemos talento, lo que nos pasa
es que no tenemos talento, a lo sumo
oímos voces, eso es lo que oímos: un
centelleo, un parpadeo, y ahí mismo voces. Teresa
oyó voces, el loco
que vi ayer en el Metro oyó voces.

¿Cuál Metro si aquí no hay Metro? Nunca
hubo aquí Metro, lo que hubo
fueron al galope caballos
si es que eso, si es que en este cuarto
de tres por tres hubo alguna vez caballos
en el espejo.

Pero somos precoces, eso sí que somos, muy
precoces, más
que Rimbaud a nuestra edad; ¿más?,
¿todavía más que ese hijo de madre que
lo perdió todo en la apuesta? Viniera y
nos viera así todos sucios, estallados
en nuestro átomo mísero, viejos
de inmundicia y gloria. Un
puntapié nos diera en el hocico.

De El alumbrado, 1986.

miércoles, 13 de abril de 2016

Este corazón iba a un lugar

Malú Urriola
María de la Luz Urriola González
(Santiago de Chile, Chile, 1967)








Tengo un corazón.
Una vez por lo menos lo tuve. 
Mi corazón tiembla por cualquier cosa.
Cualquier cosa lo hace temblar, 
una gota de lluvia basta, una débil brisa.
Este corazón es como una explanada, como el desierto
curtido por el sol.
Ah, hasta dónde las palabras habrán de llevarme.
Mis pensamientos han estado totalmente equivocados.
Este corazón iba a un lugar,
yo a otro.
***

Ya no volveré, pero no decaigas los párpados como la cortina de una ferretería de barrio. No tengo más que un silencio de buzón sin sentido. 
Ya no espero por nada que no sea yo.
Yo es una manera de decir que fui, alguna vez, mi jaula y mi cielo.

jueves, 27 de agosto de 2015

Aparece una luna con cara de campesino borracho

JORGE TEILLIER
(Lautaro, Chile, 1935-Viña del Mar, Chile, 1996)



Estos trenes que ya no has de beber son los mismos que surgían de los libros y revistas ilustradas que coleccionábamos emocionados en nuestra infancia.

Es el mismo tren que le da forma a mi país, que avanza conducido por el padre de Neruda.

El que atraviesa las canciones mejicanas y el que descubre cada vez el mar, que como el amor, llena todas las ventanas al entrar a Valparaíso.
***
Los trenes de la noche

1
El puente en medio de la noche
blanquea como la osamenta de un buey.
Entre la niebla desgarrada de los sauces
debían aparecer fantasmas,
pero sólo pudimos ver
el fugaz reflejo de los vagones en el rio
y las luces harapientas
de las chozas de los areneros.

 2
Nos alejamos de la ciudad
balanceándonos junto al viento
en la plataforma del último carro
del tren nocturno.

Pronto amanecerá.
Los fríos chillidos de los queltehues
despiertan a los pueblos
donde sólo brilla la luz
de un prostíbulo de cara trasnochada.

Pronto amanecerá.
En las ciudades
miles de manos se alargan
para acallar furiosos despertadores.

Pronto amanecerá.
Las estrellas desaparecen
como semillas de girasol
en el buche de los gorriones.
Los tejados palpitan en carne viva
bajo las manos de la mañana.

Y el viento que nos siguió toda la noche
con cantos aprendidos
de torrentes donde no llega el sol,
ahora es ese niño desconocido
que se despierta para saludarnos
desde un cerezo resucitado.

3
Recuerdo la Estación Central
en el atardecer de un día de diciembre.
Me veo apenas con dinero para tomar una cerveza,
despeinado, sediento, inmóvil,
mientras parte el tren en donde viaja una muchacha
que se ha ido diciendo que nunca me querrá,
que se acostaría con cualquiera, menos conmigo,
que ni siquiera me escribiría una carta.
Es en la Estación Central
un sofocante atardecer
de un día de diciembre.

4
En la estación de Renaico
un caballo blanco enganchado a un coche
espera sin impacientarse.
Espera bajo toda la lluvia
destilada por el mantel sucio del cielo,
rodeado de toda la soledad
de un mundo redondo e infinito.

5
Los pinos descortezados y nudosos
pasan interminablemente delante de nosotros,
y nos miran hasta que nos damos cuenta
de que su rostro es el rostro
de nuestros verdaderos antepasados.

6
La tierra en primavera
y las ruedas del tren
aplastan las hormigas.

7
Cuando el pequeño tren se anima a subir la cuesta
mira temeroso a la luna
que lo contempla con la misma cara airada
conque el reloj de cocina mira a un adolescente
que por primera vez llega tarde a casa.

8
El sol apenas tuvo tiempo para despedirse
escribiendo largas frases sin esperanza
con la negra y taciturna sombra
de los vagones de  carga abandonados.
Y en la profunda tarde sólo se oye
el lamentable susurro
de los cardos resecos.

9
Una estrella nueva
sobre los cercos rotos.
Sobre los cercos rotos de orillas de la línea
a los que vienen a robar tablas este invierno
los habitantes de las poblaciones callampas.

Una estrella nueva
sobre las pobres fogatas
a cuyo rededor se agrupan los hombres
que ni siquiera contemplan el paso de los trenes.

10
Yo hubiese querido ver de nuevo
el pañuelo de campesino pobre
con que amarraste tu cabellera desordenada por el puelche,
tus mejillas partidas por la escarcha
de las duras mañanas del sur,
tu gesto de despedida
en el andén de la pequeña estación,
para no soñar siempre contigo
cuando en la noche de los trenes
mi cara se vuelve hacia esa aldea
que ahogaron las poderosas aguas.

11
Qué hacer en este cuarto de hotel de provincia
después de viajar todo el santo día,
sino tenderse en la sucia cama
a hojear revistas de hace treinta años
(donde sonríe AI Jolson y aún vuelan dirigibles,)
sin poder dejar de oír los oscuros silbatos
que vienen desde los patios ferroviarios.

12
Con un amigo espero la pasada
del Expreso de las 23,15
ese tren fugaz como botella de vino
en manos de mi amigo y yo.
Tendido bajo las estrellas tiernas
como los agujeros en la carpa de un circo pobre
mi amigo habla de una muchacha
a la que espera ver a la pasada del Expreso.

Yo no espero ver
sino esas sombras que recorren los cercos
No espero escuchar sino esos pasos
que vienen desde el aserradero incendiado.
No espero ver sino los pedazos de botella
que la luna hace brillar entre los rieles,
y no espero oír
sino los maullidos del gato perdido entre los geranios
llenos de hollín
que cuidara la hija enferma del guardacruzadas.

El oleaje del Expreso
pasa remeciendo la Estación.
Mientras mi amigo corre
hacia ventanillas iluminadas y sin rostros,
yo escondo tras los dedos del pasto
mi cara resquebrajada como una hoja
cansada de soportar el peso de la noche.

13
El silbato del conductor
es un guijarro
cayendo al pozo gris de la tarde.
El tren parte con resoplidos
de boxeador fatigado.
El tren parte en dos a un pueblo
como cuchillo que rebana pan caliente.
Los vagabundos quedan mirando
a los niños andrajosos
que juegan entre castillos de madera.
De las chozas dispersas a lo largo de la vía
salen mujeres a recoger carboncillo entre los rieles,
otras reúnen la parchada ropa
crucificada en los alambres
tendidos en los patios llenos de humo,
y algunas inmóviles y serias como grandes sandías
recogen en los umbrales el lerdo sol de fines de otoño,
ese sol que apenas puede escurrirse entre los álamos.

14
Sobre el techo recién pintado de azarcón
de la bodega triguera
enredada en la humareda que deja el tren nocturno
aparece una luna con cara de campesino borracho
enrojecida por el resplandor de los roces a fuego.

15
Podremos saber
que nada vale más
que la brizna roída por un conejo
o la ortiga creciendo
entre las grietas de los muros.
Pero nunca dejaremos de correr
para acompañar a los niños
a saludar el paso de los trenes.

16
Los pueblos se arremolinan en mi memoria
como páginas de un libro viejo arrancadas por
una ventolera:
Renaico, Lolenco, Mininco, Las Viñas,
Púa, Perquenco, Quillén y Lautaro.

De nuevo aparecen con sus postes de telégrafo
derribados por el último temporal,
con sus casas afirmadas hombro a hombro
como ancianas que se emborrachan
para recordar las fiestas de principios de siglo.

Los pueblos flotan en mi cabeza
que he inundado de vino en este largo viaje
como flotan los viejos troncos
en los ríos en crecida.

Inundo de vino mi cabeza
para olvidar la cancioncilla senil
que tararea el carro de tercera,
para olvidar a los torpes campesinos
con sus canastos con quesos o gallinas,
y a los viajantes con voz de abejorros
que ofrecen los naipes y peinetas.

Cierro los ojos
y afirmo mi frente enhollinada
en los vidrios de la ventanilla
mientras la noche hunde en los ríos
su frente arrugada por los peces.

17
Ha terminado el verano.
Regreso a la ciudad como tantas otras veces
en el sudoroso tren de la tarde.
Ha terminado el verano,
no sin antes marchitar con sus manos polvorientas a los
girasoles,
no sin antes resecar los cardos que crecen junto
a los rieles.
A la ciudad debía acompañarme el viento del sur.
El viento que se queda rondando por los campos y es el sereno
que los villorrios escuchan sin esperanza todo el invierno
como ancianos que en caserones ruinosos pegan sus oídos
a relojes sin agujas.
El viento que barre con cardos y girasoles.
El viento que siempre tiene la razón y todo lo torna vacío.
El viento.
Quizás debiera quedarme en este pueblo
como en una tediosa sala de espera.
En este pueblo o en cualquier pueblo
de esos cuyos nombres ya no se pueden leer en el retorcido
letrero indicador.
Quedarme resignado como una mosca en invierno
escribiendo largos poemas deshilvanados
en el reverso de calendarios inservibles
sin preocuparme de que nadie los lea o no los lea,
o conversando con amigos aburridores
sobre política, fútbol o viajes por el espacio
mientras tictaquean las goteras del bar.

Todo empieza a quedar en penumbras.
El viento apaga la luz de los últimos girasoles.
Todo está en penumbras.
La campana anuncia la llegada del tren
y siento el mismo temor del alumno nuevo
cuando sus compañeros lo rodean
en el patio de cemento de la escuela.
Pero debo dejar el pueblo
como quien lanza una colilla a un suelo:
después de todo ya se sabe bien
que en cualquiera parte la vida es demasiado cotidiana.

Hasta luego: rieles, girasoles,
maderas dormidas en los carros planos,
caballos apaleados de los carretoneros,
carretilla mohosa en el patio de la casa del jefe-estación,
tilos en donde los enamorados han grabado torpemente
sus iniciales.

Hasta luego,
hasta luego.
Hasta que nos encontremos sin sorpresa
viajando por los trenes de la noche
bajo unos párpados cerrados.

miércoles, 26 de agosto de 2015

Todo lo íbamos a resolver ahora

Enrique Lihn

(Santiago, Chile, 1929-1988)

Destiempo

Nuestro entusiasmo alentaba a estos días que corren
entre la multitud de la igualdad de los días.
Nuestra debilidad cifraba en ellos
nuestra última esperanza.
Pensábamos y el tiempo que no tendría precio
se nos iba pasando pobremente
y estos son, pues, los años venideros.

Todo lo íbamos a resolver ahora.
Teníamos la vida por delante.
Lo mejor era no precipitarse.
***

Un tal Quevedo usaba del soneto
para platonizar su mal de amores
sonsoneteando de uno y mil colores
a la llamada Lésida; respeto

toda mala costumbre, era un terceto
de dos figuras: la que urdía flores
y la que compartía esos ardores
pero con otro a quien guardó en secreto

supongo, el vate o el tercero no era
nadie sino quizá la razón misma
de esa escritura que lo exasperaba,

de la palabra —nunca verdadera—
su sincera impotencia que le asigna
fatalidad de un hombre hecho de nada.
***
Hotel Lucero

Finito todo y también estos brazos
que se me tienden en la semipenumbra
y un hilo —el de la voz— soplo que apenas brota

pero incisivamente de una fuente: la duda
El bello aparecer de este lucero
¿El del amanecer? ¿El de la tarde?
¿Abre el día o lo cierra?

Bajo la ducha una estrella se apaga
que, absurdamente, la comparte contigo
Las estrellas que viste nacer, a mediodía
estaban muertas desde hace cien años
sólo hiciste el amor con una luz
olfateaste «la ausente de todos los ramos».

Resuena un timbre en el Hotel Lucero
traga y escupe esta boca de sombra
para el caso es lo mismo: apariciones
y desapariciones instantáneas.

No sé en qué sentido hemos hablado de todo
¿Era la duda el tema que nos hizo vestirnos
justo en la hora convenida
salir de allí en distintas direcciones
y la que me detuvo
para ver, y fue inútil, si volvías la cara?


jueves, 13 de agosto de 2015

Hay algo más tonto en la vida / que llamarse Pablo Neruda?

PABLO NERUDA

Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto
(Parral, Chile, 1904-Santiago, Chile, 1973)

Libro de Las Preguntas 
(Fragmento)

II
Si he muerto y no me he dado cuenta
A quién le pregunto la hora?
De dónde saca tantas hojas
La primavera de Francia?
Dónde puede vivir un ciego
A quién persiguen las abejas?
Si se termina el amarillo
Con qué vamos a hacer el pan?
**
V
Qué guardas bajo tu joroba?
Dijo un camello a una tortuga.
Y la tortuga preguntó:
Qué conversas con las naranjas?
Tiene más hojas un peral
Que Buscando el Tiempo Perdido?
Por qué se suicidan las hojas
Cuando se sienten amarillas?
**
X
Es este mismo el sol de ayer
O es otro el fuego de su fuego?
Cómo agradecer a las nubes
Esa abundancia fugitiva?
De dónde viene el nubarrón
Con sus sacos negros de llanto?
Dónde están los nombres aquellos
Dulces como tortas de antaño?
Dónde se fueron las Donaldas,
Las Clorindas, las Eduvigis?
**
XXV
Por qué para esperar la nieve
Se ha desvestido la arboleda?
Y cómo saber cuál es Dios
Entre los Dioses de Calcuta?
Por qué viven tan harapientos
Todos los gusanos de seda?
Por qué es tan dura la dulzura
Del corazón de la cereza?
Es porque tiene que morir
O porque tiene que seguir?
**
XXXII
Hay algo más tonto en la vida
Que llamarse Pablo Neruda?
Hay en el cielo de Colombia
Un coleccionista de nubes?
Por qué siempre se hacen en Londres
Los congresos de los paraguas?
Sangre color de amaranto
Tenía la reina de Saba?
Cuando lloraba Baudelaire
Lloraba con lágrimas negras?
**
LXVI
Echan humo, fuego y vapor
Las o de las locomotoras?
En qué idioma cae la lluvia
Sobre ciudades dolorosas?
Qué suaves sílabas repite
El aire del alba marina?
Hay una estrella más abierta
Que la palabra amapola?
Hay dos colmillos más agudos
Que las sílabas de chacal?

Nota: Esta obra fue escrita por Pablo Neruda y publicada póstumamente.© 1974 Pablo Neruda y Herederos de Pablo Neruda.

lunes, 13 de julio de 2015

Te tienes que escribir con algo de letra muda

ELVIRA HERNÁNDEZ
(Lebu, Chile, 1951)

Desclasificación

Soy una hoja al aire, señor
De esas que vienen escritas por los dos lados
Y desprendida de su árbol mayor
- mi propio viento me descuaja –
Por cierto sin genealogía
Por entera volátil.
**
Por un rato me quedé en la Cantina Incolora
Vacié mis carteras en el mostrador
Los manojos de llaves no me hablaban del Cielo
Y el espejo taciturno me puso a penas
junto a un microcanthus strigatus
En todos los rincones se escondían dientes con coronas
Devotos de San Cristóbal y micreros bellas personas
Por mi cuerpo arteriado subía un tropel de algodones
Por la vena porta el estribillo de la tarde
Calada con una visera de reina normanda
Mi cabeza daba vueltas hasta detenerse en el número 32
Allí la Desgracia se había fugado con el Lavautos.
**

Dónde vi ese rostro?
ese entramado espectacular de cejas alcohólicas
esas venas desaguando en la yugular como represas
ese gesto de ave con plumas de siquiátrico
díganme mandíbulas oxidadas de mi memoria
cual erupción nos arrojó juntos al lado izquierdo
dónde estuvimos cara a cara o regateando
dónde ese gran fragor de huesos bloqueados por muslos
en qué país chupando de mi labio leporino
cercanos a qué homicidio nos miramos con los ojos cerrados
al tiempo que el olvido blandía su cimitarra
y por los suelos rodaban las hidras del temor o el placer.

Tomados de web.uchile.cl/publicaciones/cyber/16/escritoras6.html
**

por alguna razón que no entendemos
-la razón es corta-
esa magnífica producción
deslizada y publicitada en la cresta de la ola
en trajes de marca siempre a la medida
en uno de sus tantos vaivenes
se balsea a pique

se cimbra también en grados Richter y mercalli
ceniza le cae del cielo –parece-
le diluvia sobre mojado –un rato-
y no sabe si ha llegado al fondo
(poco y nada sabe de saberes)

si recuperaré la inversión –eso sí- me interesa
y de la inmersión se recuperará

a todas voces
(sin distinción de género sin pensar en darwin)
hay que agarrarse de algo

no veo cerca de mí ni arca
ni cohete ni ovni

no es la ola la que hace su recogida
no es la ballena la que te ha vomitado

De en un fantasma recorre el mundo, 2012
**
Una vez vi que la cabeza de Lenin se había
subido al piano y tocaba todas las teclas.
Después la vi por el suelo. Se cayó.

He visto páginas en blanco, ojos en blanco,
estómagos y cerebros en blanco, ningún
glóbulo blanco, hombres de blanco, blanqueos
al por mayor y mucha gente levantando bandera
blanca.

Hojeo la ojeada. Paso por los puzzles,
los consejos caseros, los horóscopos.

No veo ningún artículo sobre el azar del espacio
y el Zar del Tiempo.
**
Muy señor mío y señora mía...

muy señor mío y señora mía
pohetas:

te tienes que escribir con algo de letra muda para
entenderte, y entender que no puedes entrar en
globo aerostático o montado en burro a la ciudad.

¿vives acaso en la cima de una columna o estás
tratando de arrebatar el micrófono? (constato que
hoy todos chupamos ese candy de palabras con la
rara excepción tuya) ¿cuál es la palabra del poeta?

(quizás ya no quedan palabras)
te recomiendo mejor una de nuestras fiestas de
larga duración donde hombres y mujeres caen del
cielo y a pedir de boca el suche es rey y el rey paco
raso y las paganas vírgenes sabias mujeres, etc.
Todo se revuelve

no sé dónde deberías comprar ropa para lucir con
eso del hábito y del monje, ¡habitar tanto lugar
común!... Pórtate mejor como chaqueta amarilla

si te has ido a pique sobrevive en la submarina y
escríbenos en la arena porque igual te queremos
***
Elvira Hernández: Actas Urbe. Alquimia Ediciones, 2013.

Para leer más de la autora, aquí

viernes, 10 de julio de 2015

Fundamentalmente nada existe

Juan Luis Martínez

(Valparaíso, Chile, 1942-Villa Alemana, Chile, 1993)

Se presenta a sí mismo en 1992 en la Universidad de la Sorbonne para cientos de espectadores, y sin decir una sola palabra sólo leyó este poema:

(Quien Soy Yo)
Espero que la sombra me separe del día
y que fuera del tiempo, bajo un cielo sin techo
la noche me acoja donde mejor sé morir.

Si mi destino está sobre la tierra, entre los hombres,
preciso será aceptar en mí aquello que me definió,
puesto que no quiero ser otro que yo mismo.

Mi nombre, mi rostro, todo aquello que no me pertenece
lo doy como forraje al público insaciable,
mi verdad la comparto con los míos.

No vivo en la superficie, mi morada está más profunda
el malentendido no viene de mí:
nada tengo que ocultar si no sé adónde voy,
sé con quién voy.

Mi parte del trabajo es asumir mi libertad
lo digo a fin que más tarde nadie se asombre:
lucharé hasta que me reconozcan vivo.

Mi patria está sin nombre, sin tachas
hay una verdad en la subversión
que nos devolverá nuestra pureza escarnecida.

Y si debiera equivocarme, eso nada cambiaría
Hacer reventar los sistemas es el único juego aceptable,
el movimiento es la única manera de permanecer vivos.

Mi amor lo doy al hombre o a la mujer
quien me acompañará en este periplo incierto
donde velan la angustia y la soledad.
Y no cerraré los ojos, ni los bajaré.
**
La poesía china

El cuerpo es el árbol Bodhi
La mente el espejo brillante en que él se mire
Cuidar que esté siempre limpio
Y que polvo alguno lo empañe

Shen-hsiu 

Nunca existió el árbol Bodhi
Ni el brillante espejo en que él se mire
Fundamentalmente nada existe
Entonces, ¿qué polvo lo empañaría?

Hui-neng————————————————————

* (NADIE LEERÁ NUNCA /OIRÁ (INTERPRETARÁ MENTAL-
MENTE) ESTOS DOS POEMAS CHINOS.)

(NADIE RECORDARA NUNCA / TARAREARÁ (EVOCARÁ MEN-
TALMENTE) ESTOS DOS POEMAS CHINOS.)

(FUNDAMENTALMENTE LA POESÍA CHINA (EN SU FORMA
ACTUAL O EN OTRA CUALQUIERA) NO HA EXISTIDO JAMÁS.)
**
La desaparición de una familia

1.- Antes que su hija de 5 años
.....se extraviara entre el comedor y la cocina 
.....él le había advertido: "-Esta casa no es grande ni pequeña,
.....pero al menor descuido se borrarán las señales de ruta
..... y de ésta vida al fin, habrás perdido toda esperanza"

 2.- Antes que su hijo de 10 años se extraviara
.....entre la sala de baño y el cuarto de los juguetes,
.....él le había advertido: "-Esta, la casa en que vives,
.....no es ancha ni delgada: sólo delgada como un cabello
.....y ancha tal vez como la aurora,
.....pero al menor descuido olvidarás las señales de ruta
.....y de esta vida al fin, habrás perdido toda esperanza".

3.- Antes que "Musch" y "Gurba", los gatos de la casa,
.....desaparecieran en el living
.....entre unos almohadones y un Buddha de porcelana,
.....él les había advertido:
....."-Esta casa que hemos compartido durante tantos años
.....es bajita como el suelo y tan alta o más que el cielo,
.....pero, estad vigilantes
.....porque al menor descuido confundiréis las señales de ruta
.....y de esta vida al fin, habréis perdido toda esperanza".

4.- Antes que "Sogol", su pequeño fox-terrier, desapareciera
.....en el séptimo peldaño de la escalera hacia el 2º piso,
.....él le había dicho: "-Cuidado viejo camarada mío,
.....por las ventanas de esta casa entra el tiempo,
.....por las puertas sale el espacio;
.....al menor descuido ya no escucharás las señales de ruta
.....y de esta vida al fin, habrás perdido toda esperanza".

5.- Ese último día, antes que él mismo se extraviara
.....entre el desayuno y la hora del té,
.....advirtió para sus adentros:
....."-Ahora que el tiempo se ha muerto
.....y el espacio agoniza en la cama de mi mujer,
.....desearía decir a los próximos que vienen,
.....que en esta casa miserable
.....nunca hubo ruta ni señal alguna
.....y de esta vida al fin, he perdido toda esperanza".
**
OBSERVACIONES RELACIONADAS CON LA EXUBERANTE ACTIVIDAD
DE LA "CONFABULACION FONÉTICA" O "LENGUAJE DE LOS PÁJAROS"
EN LAS OBRAS DE J. P. BRISSET, R: ROUSSEL, M: DUCHAMP Y OTROS

a. ... A través de su canto los pájaros
....... comunican una comunicación
....... en la que dicen que no dicen nada.

b. ... El lenguaje de los pájaros
....... es un lenguaje de signos transparentes
....... en busca de la transparencia dispersa de algún significado.

c. ... Los pájaros encierran el significado de su propio canto
....... en la malla de un lenguaje vacío;
....... malla que es a un tiempo transparente e irrompible.

d. ... Incluso el silencio que se produce entre cada canto
....... es también un eslabón de esa malla, un signo, un momento
....... del mensaje que la naturaleza se dice a sí misma.

e. ... Para la naturaleza no es el canto de los pájaros
....... ni su equivalente, la palabra humana, sino el silencio,
....... el que convertido en mensaje tiene por objeto
....... establecer, prolongar o interrumpir la comunicación
....... para verificar si el circuito funciona
....... y si realmente los pájaros se comunican entre ellos
....... a través de los oídos de los hombres
....... y sin que estos se den cuenta.
NOTA:
Los pájaros cantan en pajarístico,
pero los escuchamos en español.
(El español es una lengua opaca,
con un gran número de palabras fantasmas;
el pajarístico es una lengua transparente y sin palabras).
**
LO QUE (EL AUTOR) HA LEIDO ACERCA DE UNA FLOR .. *

a. ... ¿La Flor Mutable?
....... ¿El tallo sostenido en la palabra?
....... ¿La palabra ciega entre comillas? ¿Acaso la palabra: "FLOR"?

b. ... ¡El pequeño-oscuro-aster-lila-claro!
....... El pequeñito. El Little, en otra lengua.
....... El traductor de Gottfried Benn.
....... "El Poema-montaje:
.....................................¡¡El informe en forma de ideograma!!

c. ... ¿El pequeño aster? .. -Sí. ¿El Little? ..-Sí.
....... El experimental: .. El lírico.
....... El ideograma elaborado a máquina
....... con las letras siempre repetidas:

....... "L-I-T-T-L-E ... A-S-T-E-R": ......... "L-I-T-T-L-E ... A-S-T-E-R":

....... ¡El de Absoluto valor paradigmático!
....... El que casi serviría incluso para determinar mejor
....... la situación de la Lírica Moderna.

 * (El autor) se refiere casi a la misma flor que en un poema de Gottfried Benn
... un cirujano arrojó en el pecho abierto del conductor de un carro de cerveza.


De La nueva novela, poemas, Santiago de Chile: Ediciones Archivo, 1977.

viernes, 12 de junio de 2015

El espacio tan lleno de estrellas que se va a caer

VICENTE HUIDOBRO

(Chile, 1893-1948)

Señora

Señora hay demasiados pájaros
En vuestro piano
Que atrae el otoño sobre una selva
Espesa de nervios palpitantes y libélulas

Los árboles en arpegios insospechados
A veces pierden la orientación del globo

Señora lo soporto todo. Sin cloroformo
Desciendo al fondo del alba
El ruiseñor rey de setiembre me informa
Que la noche se deja caer entre la lluvia
Burlando la vigilancia de vuestras miradas
Y que una voz canta lejos de la vida
Para sostener el espacio desclavado
El espacio tan lleno de estrellas que se va a caer

Señora a las diez huele a tabaco de artista
Amáis el nadir a cuerpo de pájaro
Sois un fenómeno ligero
Me voy solitario hacia el ocaso de los turistas
Es mucho más bello.
Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char