Jorge García Sabal
(Balcarce, Buenos Aires, 1948, CABA, Argentina, 1996)
20
Ahora es la hora de acordarnos: somos
nosotros, no hay nada que temer: no hay
nubes negras en ninguna parte y el sol
repetirá su lado de sombra. No hay nada que temer.
Está en orden la rueda del mundo, y la vida
sigue más allá de nosotros, mientras remamos
hacia algo que nos esquiva y arrastra:
sombra, sol, pies, espejos que se hunden,
botes haciendo agua, pasillos hacia abajo.
Ahora que todo es piedra y arena y no buscamos
algo perdido en otra vida, es la hora de andar
solos entre lluvias y barro, la hora de ir
entre pasado y futuro, en agua, hoyo de agua,
espiral, lazo en la garganta. Es ahora la hora.
De Sutura, Libros de Tierra Firme,1994.
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viernes, 26 de enero de 2018
sábado, 17 de septiembre de 2016
Sólo una escritura en voz baja
Jorge García Sabal
(Balcarce, Buenos Aires, Argentina, 1948-Capital Federal, id., 1996)
Maniobras
Ahora esa mujer habla del mar.
Sorpresiva, casi sin voz, dice y mezcla
unas palabras incomprensibles, ajenas.
Dice y tartamudea que el mar, que la noche,
que un día, que pájaros, que el amor
y el silencio del silencio, que la muerte.
Dice y se va, como si nada.
Que sea así. Prefiere que no esté
con sus anuncios inconsolables y emigrada,
sin respuesta -mientras la vida avanza
a grandes pasos, lejos de uno- vuelva
y mire, lúcida, un objeto material
hecho de un grupo de palabras abstractas,
de nombres propios y voces:
sólo una escritura en voz baja, hecha
de arrepentimientos, agregados, decepciones.
Cortesía de Silvia Arazi.
El 5 de octubre a las 19, en La Casa de la Lectura, Lavalleja 924, haremos el homenaje a Jorge García Sabal por los veinte años de su muerte. Hablarán de él y de su obra tres grandes poetas, amigos y conocedores de su obra: Jorge Aulicino, Liliana Díaz Mindurry y Santiago Sylvester. Leerán alguno de sus textos dos grandes actrices: Silvia Arazi e Ingrid Pelicori. Ediciones Del Dock.
(Balcarce, Buenos Aires, Argentina, 1948-Capital Federal, id., 1996)
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Ahora esa mujer habla del mar.
Sorpresiva, casi sin voz, dice y mezcla
unas palabras incomprensibles, ajenas.
Dice y tartamudea que el mar, que la noche,
que un día, que pájaros, que el amor
y el silencio del silencio, que la muerte.
Dice y se va, como si nada.
Que sea así. Prefiere que no esté
con sus anuncios inconsolables y emigrada,
sin respuesta -mientras la vida avanza
a grandes pasos, lejos de uno- vuelva
y mire, lúcida, un objeto material
hecho de un grupo de palabras abstractas,
de nombres propios y voces:
sólo una escritura en voz baja, hecha
de arrepentimientos, agregados, decepciones.
Cortesía de Silvia Arazi.
El 5 de octubre a las 19, en La Casa de la Lectura, Lavalleja 924, haremos el homenaje a Jorge García Sabal por los veinte años de su muerte. Hablarán de él y de su obra tres grandes poetas, amigos y conocedores de su obra: Jorge Aulicino, Liliana Díaz Mindurry y Santiago Sylvester. Leerán alguno de sus textos dos grandes actrices: Silvia Arazi e Ingrid Pelicori. Ediciones Del Dock.
viernes, 9 de noviembre de 2012
Todo está por ocurrir y nada es cierto
Otros poemas de JORGE GARCÍA SABAL
(Balcarce, Buenos Aires, Argentina, 1948-
Buenos Aires, 1996)
Charla del viejo
Habla de aquello que no hizo,
lo que estuvo al alcance de la mano
y no pudo tocar.
Es confuso ese parloteo que sólo él entiende,
es áspero cuando dice ¨eso sí valía la pena¨.
Habla de aquello que no hizo,
como esas tortugas al revés,
expuestas al sol, la panza blanca,
las uñas arañando el aire.
***
Fin de ruta
Era un hombre viejo que murió. Nada
dejó para eso que llaman la memoria
del mundo: ni árbol ni libro ni hijo
tuvo. Fue nadie.
Distraído caminaba las calles de la ciudad,
su soledad y encierro; distraído solía mirar
de día y de noche el arco cóncavo, cíclico
en azul iluminado, tormenta, lluvia, estrellas.
Lóbrego, solo y con frío, muerto de muerte
natural en una esquina cualquiera, repetía,
lo oí, la mano alzada con la voz ¿qué son
esas cosas? ¿qué significan?
Así decía señalando el arco cóncavo
que llamamos cielo.
***
Todo está por ocurrir y nada es cierto
Todo está por ocurrir y nada es cierto.
Hay aquí zarcillo y calas y violetas
y juncos y árboles altos y raíces
secas alzadas de la tierra, devoradas,
inhóspitas, estirándose al aire, a nada.
Y también frutas y frutos que van y vienen,
puntuales en la sequía, puntuales
en su primitivo ardor. Y también hay aquí
algo que no ocurre, algo, alguna cosa,
cualquiera, que no da paso al ocurrir
y no está bien ni mal: sólo no ocurre.
En fin, quería decir que no hay violetas
ni juncos ni plantas de nada ni sequía
ni ardor. Este lugar es sólo el lugar
del no ocurrir: un sueño aturdido
de voces, raíces, gestos contra la muerte.
martes, 4 de enero de 2011
Entrar solo por una puerta que da a un lugar solo
JORGE GARCÍA SABAL
(Balcarce, Buenos Aires, Argentina, 1948-Buenos Aires, 1996)
Un eje en leve rotación
Y lo que llegaba, hondo, en gotas pequeñas
que eran sí, pensamientos y sentimientos,
ensanchaba la tarde, la penumbra.
Y los pensamientos corrían sin ruido
uno junto al otro por un rato, y después,
sueltos, empezaban a subir, deslizarse,
trepar.
Se agazapaban en completa calma como si
hubieran encontrado un punto y no pudieran,
desde ahora, seguir adelante. Y todo estaba
latente y apenas real y parecía un sentimiento
repentino, perceptible, un eje en leve rotación
dando cuenta del tiempo: el tiempo
como un hilo de chispas sin fin que fuera
por en medio de ese cuarto disperso, detenido,
aproximara entre sí las cosas, ahora, como
bostezo de palabras.
Y entonces, lo llegado, ya distante, casi
en ausencia, se escribía.
***
Insomnio
Sálvate de tu madre y del padre de tu madre y de la madre del padre.
Sálvate de tus hijos y de los hijos de tus hijos. Sálvate, de la
traición de la escoria. Sálvate por el hallazgo, por la ambición de
entrar solo por una puerta que da a un lugar solo.
Sálvate y queda mirando ese desierto : ciénagas de hambre ciénagas de
sombra: sé un sueño solo sin voces ni gritos: tu huésped.
***
Entrada al sueño
Se siente caer y una zarpa lentísima,
un desorden de la memoria oscila
del rojo al negro, del blanco a la sombra
que da el blanco. Agotados los ojos
de la vigilia el corazón cede el paso,
y otro jardín de hojas desmañadas
busca nuevos caminos de terror o gloria,
otro mundo donde arder.
***
Los hombres y las mujeres de este pueblo
andan descalzos, pisan desnudo.
Ni el sol ni la lluvia ni la sombra
los hace felices o tristes; ellos
pisan desnudo, sin codicia.
Los hombres y mujeres de este pueblo
afilan piedras, engendran, festejan
con vino, tienen sueños nocturnos, mueren.
En silencio miran y pisan la tierra desnuda,
la aprietan, amontonan huesos, los tapan.
La gente de este pueblo es pobre y no
piensa más allá, no habla al futuro:
sólo apisona, ni feliz ni triste y
con huesos, piedras, sueños, cubre
y descubre lo que un día ha de nombrar:
memorias, involuntarios recuerdos, épicos
asuntos.
***
Sitio
Hice bien.
Esta noche tapé la jaula de los pájaros,
dejé sin luz a los peces que dormían
cautivos de un solo ojo, eché
por la escalera, justo en su última vida,
al gato.
Hice todo bien.
Ahora estoy solo y Billie Holliday me dice,
hamacándome, la voz llena de pasto y agria,
un cuento para dormir, un sueño. Ella
dice y cuenta cosas que conozco, hamacándome
suave, solos.
Ahora amanece, es el día para siempre.
Me hamaco. Estoy solo. Hice bien, todo bien.
***
Encallado para siempre
sin barco
para siempre
¿adónde ir?
los remos
están fijos
y en la noche
la luna es la única estrella
redonda y fría
¿adónde ir?
estemos aquí
estemos digo
hasta canta
al agua de lava
hasta cantar
la canción del pirata
¿adónde ir?
(Balcarce, Buenos Aires, Argentina, 1948-Buenos Aires, 1996)
Un eje en leve rotación
Y lo que llegaba, hondo, en gotas pequeñas
que eran sí, pensamientos y sentimientos,
ensanchaba la tarde, la penumbra.
Y los pensamientos corrían sin ruido
uno junto al otro por un rato, y después,
sueltos, empezaban a subir, deslizarse,
trepar.
Se agazapaban en completa calma como si
hubieran encontrado un punto y no pudieran,
desde ahora, seguir adelante. Y todo estaba
latente y apenas real y parecía un sentimiento
repentino, perceptible, un eje en leve rotación
dando cuenta del tiempo: el tiempo
como un hilo de chispas sin fin que fuera
por en medio de ese cuarto disperso, detenido,
aproximara entre sí las cosas, ahora, como
bostezo de palabras.
Y entonces, lo llegado, ya distante, casi
en ausencia, se escribía.
***
Insomnio
Sálvate de tu madre y del padre de tu madre y de la madre del padre.
Sálvate de tus hijos y de los hijos de tus hijos. Sálvate, de la
traición de la escoria. Sálvate por el hallazgo, por la ambición de
entrar solo por una puerta que da a un lugar solo.
Sálvate y queda mirando ese desierto : ciénagas de hambre ciénagas de
sombra: sé un sueño solo sin voces ni gritos: tu huésped.
***
Entrada al sueño
Se siente caer y una zarpa lentísima,
un desorden de la memoria oscila
del rojo al negro, del blanco a la sombra
que da el blanco. Agotados los ojos
de la vigilia el corazón cede el paso,
y otro jardín de hojas desmañadas
busca nuevos caminos de terror o gloria,
otro mundo donde arder.
***
Los hombres y las mujeres de este pueblo
andan descalzos, pisan desnudo.
Ni el sol ni la lluvia ni la sombra
los hace felices o tristes; ellos
pisan desnudo, sin codicia.
Los hombres y mujeres de este pueblo
afilan piedras, engendran, festejan
con vino, tienen sueños nocturnos, mueren.
En silencio miran y pisan la tierra desnuda,
la aprietan, amontonan huesos, los tapan.
La gente de este pueblo es pobre y no
piensa más allá, no habla al futuro:
sólo apisona, ni feliz ni triste y
con huesos, piedras, sueños, cubre
y descubre lo que un día ha de nombrar:
memorias, involuntarios recuerdos, épicos
asuntos.
***
Sitio
Hice bien.
Esta noche tapé la jaula de los pájaros,
dejé sin luz a los peces que dormían
cautivos de un solo ojo, eché
por la escalera, justo en su última vida,
al gato.
Hice todo bien.
Ahora estoy solo y Billie Holliday me dice,
hamacándome, la voz llena de pasto y agria,
un cuento para dormir, un sueño. Ella
dice y cuenta cosas que conozco, hamacándome
suave, solos.
Ahora amanece, es el día para siempre.
Me hamaco. Estoy solo. Hice bien, todo bien.
***
Encallado para siempre
sin barco
para siempre
¿adónde ir?
los remos
están fijos
y en la noche
la luna es la única estrella
redonda y fría
¿adónde ir?
estemos aquí
estemos digo
hasta canta
al agua de lava
hasta cantar
la canción del pirata
¿adónde ir?
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char