Dirección: Matías Bize
Protagonistas: Antonia Zegers, Néstor Cantillana, Catalina Saavedra
Duración: 80 minutos
Año: 2022
Bendita sea la novia del torero. Los tristes que se ríen de la tristeza. Los calvos que se quitan el sombrero, ante la dignidad y la belleza... Benditos sean.
¿Pinochet un vampiro? ¿En serio? ¿Vamos a banalizar el tema de esa forma?. Pues si, muy muy en serio.
Aunque antes, un dato relevante a tener en cuenta: Pablo Larraín ya dirigió Tony Manero (2008) y Post Mortem (2010). Es decir, abordó en el pasado tanto el contexto de pobreza durante la dictadura chilena como el golpe de Estado de 1973 recurriendo al drama como elemento principal. Ambas, opinión personal, resultaron ser brillantes, sus mejores películas a la fecha. En esta ocasión, sin embargo, el director ha decidido cambiar el tono y jugar con fuego, realizando una jugada arriesgadísima y compleja: meterse con la figura y legado familiar del dictador Augusto Pinochet, en un tono de comedia liviana.
Y es que si quieres entrar a estos temas, lo más fácil es plantarte un documental de dos horas o una película tremendamente seria, dura y dramática que denunciase los atropellos a DD.HH + robos y estafas ejercidos en dictadura por Pinochet, Krassnoff y cía. El tema es que siendo sinceros: ¿Quién lo vería? Si quieres llegar a públicos más amplios tienes que salir de la zona de confort, llevar tu película a Netflix y apostar por algo más ligero, al menos en apariencia. Que es lo que ha hecho Pablo Larraín en El Conde, realizar una película denuncia pero todo con una sonrisa cínica en la boca, lo cual está encarnado en el filme de manera perfecta en la figura de Carmen (Paula Luchsinger, en un papel extraordinario y clave), una monja ("fanática religiosa que se sacrifica por la causa") contratada por los hijos e hijas de Pinochet para revisar las cuentas de este y poder al fin, percibir al fin la herencia que consideran les corresponde por justicia.
En el camino, Larraín no deja a títere con cabeza. Trata a la familia de Pinochet por lo bajo de idiotas, sin vergüenzas, interesados y flojos. Tal cual, sin pelos en la lengua. Al dictador como un ente maligno mediocre y arribista que, al ser nadie en la Francia de fines 1700 decidió emigrar hacia a un país escondido latinoamericano que nadie conocía para "liberarlo del comunismo", al torturador Miguel Krassnoff lo relega a un rol de lacayo sirviente del dictador, a Lucia Hiriart la trata de una pobre mujer amargada que oculta su mediocridad entre perfumes y joyas. ¡Hasta a la iglesia católica le llega algún palo!. Y así, todo con una sonrisa en la boca...
Años atrás, el mismo director falló por realizar una caricatura light del plebiscito chileno en No (2012) y también por entregar un ladrillo pesadísimo en Neruda (2016), esta vez ha ido en búsqueda del equilibrio. En ese camino, seguro el filme de todas formas resultará algo incomprendido pues es "demasiado ligero" para quien busca política dura y "demasiado lento" para quienes buscan un blockbuster rápido de seguir. Larraín ha corrido serios riesgos al osar mezclar cosas que en teoría no deberían mezclarse, metiendo imágenes, líneas y simbolismos potentes por montón. El resultado es glorioso.
Género: Documental
Dirección: Maite Alberdi
Protagonistas: Paulina Urrutia, Augusto Góngora.
Duración: 90 minutos
Año: 2023
Tras verlo, sin embargo, no me ha quedado otra comerme cada uno de los prejuicios.
El principal mérito que he encontrado en La memoria infinita es que precisamente corrige donde El agente topo se quedaba corto. Es decir, lejos de mostrarnos y quedarse en el complejo cotidiano de Augusto Góngora, en compañía e incansable cuidado de su mujer Paulina Urrutia, el filme realiza un marcado homenaje a la historia del periodista. Primero, honrando su labor periodística, yendo y viniendo constantemente, mostrándonos su trabajo en dictadura dando voz a poblaciones marginadas, desarrollando un periodismo de resistencia al régimen, así como su dedicación al mundo de la cultura en televisión abierta en el Chile de los años noventa. Pero también, y en paralelo, nos mostrará una hermosa historia de amor y compañerismo, recorriendo recuerdos de la pareja durante estos últimos veinte años, los cuales contrastarán con el duro presente en la lucha con el inevitable avance de la enfermedad.
De esta manera resulta muy difícil no empatizar desde diferentes aristas con lo que vemos en pantalla, más considerando lo notable del trabajo de edición, que nos sensibiliza al extremo pero con un objetivo siempre claro, un objetivo político pero también filosófico. Es que, ¿quién no ha presenciado la realidad de algún familiar o amigo/a en estado de cuidado durante su vejez?, ¿quién no ha temido el terminar sus días así, debiendo ser atendido?. Y principalmente, ¿quién no le ha dado vueltas al dilema de la muerte? ¿qué ocurre cuando dejamos de estar acá? El filme aborda este tema contestando desde lo obvio, pero que solemos olvidar: nuestra vida es lo que hacemos, nuestra existencia estará plasmada en imágenes, grabaciones y principalmente en la memoria de quienes quedan.
Me temía el encontrarme con una documental acerca de "lo terrible que es el Alzheimer" pero me he encontrado con muchísimo más. He visto en pantalla un homenaje a la obra en vida de una persona, también una invitación a sensibilizar respecto a su proceso de degradación pero por sobre todo, una celebración al amor, al compañerismo. Desde aquellos lugares, La memoria infinita resulta ser un ejercicio necesario de vivenciar, sentir y porque no decirlo, sufrir.
3.0: Buena, se deja ver. |
4.0 : ¡Excelente! |
2.5 // Te arriesgas. |