Los incendios de este agosto pasado en Gran Canaria merecen un seguimiento detallado con respecto a su efecto sobre las especies alóctonas. Ya incluimos una entrada relacionada con este tema en sptiembre, antes de las lluvias que ahora están permitiendo el rebrote de muchas de las especies que pueden ser sometidas a este seguimiento. Tras una visita a la cumbre ya podemos indicar algunas observaciones que pueden abrir nuevas perspectivas sobre el efecto del fuego en las zonas afectadas.
El rebrote de las plantas autóctonas es muy importante. Se han observado abundantes especies nativas rebrotando: Laurus novocanariensis, Bencomia caudata, Sonchus acaule, Hypericum reflexum, Hypericum coadunatum, etc. Otras especies han sufrido una especie de activación en sus rizomas o tubérculos, y están creciendo con fuerza fuera de su periodo natural, como Neotinea maculata o la helecha Pteridium aquilinum. Pero en lo que respecta a las especies alóctonas, es impresionante el rebrote de los eucaliptos (Eucaliptus del grupo camaldulensis), tanto en los ejemplares gigantes como en otros más jóvenes producto de la expansión natural de la especie.
También se ha observado el rebrote en los almendros (Prunus dulcis), en Myoporum laetum, en castañeros y nogales, olmos (Ulmus minor), Chesmanthes floribunda y Populus nigra. Pero quizá lo más interesante es la percepción de que las zonas que estaban pobladas por especies de pinos alóctonas: pinos de Monterrey (Pinus insignis), y en menor medida pinos piñoneros (Pinus pinea) y pinos carrascos (Pinus halepensis), deberán ser repobladas, ya que muchos de los ejemplares adultos han quedado calcinados. Es una buena superficie que se encuentra en un área donde la vegetación potencial es el monte verde, por lo que las especies utilizadas en la restauración forestal deberán ser fayas y laureles.
De hecho, de manera natural, el area comprendida entre Lanzarote-Cueva Corcho-Crespo-Bco. del Andén-Bco. del Pinillo (Valleseco), ya estaba siendo ocupada por una formación densa de Bencomia caudata con laureles dispersos y otros elementos del monte verde. En la zona cercana al punto de inicio del incendio de Valleseco se encontraban poblaciones de Sideritis discolor, Pteris incompleta, Scrophularia calliantha, y otras especies raras en la laurisilva grancanaria. La presencia de brezos en la zona es muy dudosa, dada la continentalidad de la misma, que se plasma en veranos muy soleados y calurosos e inviernos fríos.
La tragedia del incendio debe convertirse ahora en una oportunidad para transformar estas repoblaciones de pinos alóctonos en monte verde que ayude a la regeneración natural de todo el sector.
Parte alta del Barranco del Andén. Plantaciones mixtas de Pinus pinea, Pinus radiata, Pinus halepensis y algunos Pinus canariensis. Los pinos quemados totalmente, sin hojas, están muertos, los que mantienen las hojas siguen con vida. Las zonas de pinos muertos podrán y deberán ser repobladas.
Zona carbonizada de Pinus radiata. Las típicas piñas asimétricas de esta especie quedan en las ramas sin soltarse. No se aprecia ni rebrotes ni plántulas en la zona. Estos pinos caerán y la zona despoblada tendrá que ser replantada para evitar la pérdida de suelo. La designación de las especies empleadas es fundamental para hacer de esta desgracia una oportunidad.
Al contrario de lo que ocurre con los pinos, los aucaliptos de la zona, a pesar de quemarse totalmente, rebrotan con mucha fuerza.
Las olmedas quemadas se regeneran tanto con rebrotes de los ejemplares quemados, como por rebrotes de raíz. Sólo en las zonas más quemadas no se aprecia regeneración de los ejemplares adultos. Estas zonas serán difícilmente recuperables, ya que los rebrotes de raíz pueden ahogar las repoblaciones que se puedan realizar.
El almendro también rebrota sin dificultad.
Los castaños, no quemados pero afectados por el calor, cambián su proceso fenológico. Ahora que deberían perder sus hojas y dejar caer sus frutos, reinician la producción de hojas y flores. Veremos cómo afecta este cambio fenológico a su supervivencia.
Cambios fenológicos aparecen también en especies autóctonas, como la helechera o helecha, Pteridium aquilinum, arriba, que debería estár ahora marchitándose y en cambio el incendio ha provocado la formación de frondes. Abajo, varios ejemplares de la orquídea Neotinea maculata, que normalmente produce hojas en enero o febrero. Frecuente ahora en zonas quemadas superficialmente.
Sería interesante analizar estos cambios fenológicos que produce el fuego en especies criptófitas, tanto en especies nativas como en alóctonas.