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sábado, 11 de febrero de 2023

La política tóxica

Con el permiso presunto de La Nación, transcribo esta excelente entrevista que Adriana Amado a David Jiménez que se publica hoy en la sección Ideas del diario. Si está suscrito a la Hoja de Mitre, puede verla aquí.


David Jiménez: “La política tóxica está ocupando todas las energías periodísticas”

Experimentado corresponsal y exdirector del diario El Mundo, el español sostiene que el periodismo no debe olvidarse de vigilar el sistema y sus abusos, y que deberá adaptarse para combatir las mentiras que proliferan
Las tensiones entre medios, empresa y política son teorizadas por académicos que nunca las vivieron, asumidas por quienes deben enfrentarlas como condición de supervivencia de esos mismos medios y padecidas por los periodistas, los eslabones más débiles de la cadena de la información. Pero pocas veces, alguien que las vivió recrea los detalles de esas tensiones en una crónica que desvela el entramado entre prensa y poder.

Para escribir El director: secretos e intrigas de la prensa narrados por el exdirector de El Mundo, David Jiménez se valió de la cláusula de conciencia, con rango constitucional en España desde 1978, que ampara el derecho de los periodistas a rechazar procedimientos no éticos. El libro, paradójicamente, está lleno de los dilemas éticos cotidianos que involucran la supervivencia de ese diario y las fuentes de trabajo, lo voluble de la credibilidad periodística o los límites de una profesión supuestamente poderosa, pero que se revela frágil cuando se conoce la historia de cada periodista, incluida la de quien alcanza el máximo escalafón, como fue el caso de Jiménez.

Como dicen las advertencias de las películas (y El director está en camino de convertirse en una), cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia. O no, si se entiende que la literatura permite ahondar la complejidad de los conflictos humanos de una manera como no permite la perentoriedad de la noticia. Por eso, el libro da pie, en esta conversación mantenida con el autor durante uno de sus tantos viajes a Asia, para hablar de lo que pasa hoy en el periodismo.

Para Jiménez, en estos tiempos críticos, el periodismo tiene que vigilar el sistema y sus abusos. “Si nos convertimos en parte del sistema, ¿cómo vamos a vigilarlo?”, se pregunta.

Además de El director, publicó las crónicas Los hijos del monzón (2007), premiado como el Mejor Libro de Literatura de Viajes en España, y El lugar más feliz del mundo (2013). En su experiencia cubriendo conflictos se inspiraron las novelas El botones de Kabul (2010) y la reciente El corresponsal, que es también un homenaje a los reporteros de guerra.

–Si alguien no supiera que se trata de un diario, el cargo “director de El Mundo” parece sacado de un superhéroe de las películas de Marvel.

–A mí me impresionó porque yo sabía que el director de un gran periódico tenía poder. En España siempre se trató a los directores como a ministros que van en sus coches con chofer, se ven con la gente importante, son tratados de manera especial. De hecho, el día que llegué me llamaron el rey, el presidente del gobierno, los grandes empresarios del país. Todo el mundo me quería conocer porque había sido un llanero solitario que había cubierto guerras, revoluciones, desastres naturales al que, de repente, nombraron director. Hubo una gran curiosidad porque normalmente el director de un gran diario en España es alguien que ha ido engrasando su escalada con contactos, trabajando en la redacción. Mi caso no era así. De hecho, el día que llegué para ocuparme de la dirección el guardia de seguridad no me reconoció y me pidió el carnet de identidad, que me había olvidado en casa.

–La cláusula de conciencia no existe en la Argentina, aunque sí en España, aunque el periodismo no haga ejercicio de ese derecho. ¿A qué puede atribuirse?

–La mayoría de los periodistas españoles desconocen la cláusula de conciencia que nos protege en la Constitución frente a algo que va en contra de la ética. Soy, de hecho, el primer director de un diario nacional en España que se acogió a esa cláusula, a pesar de que en los últimos años ha habido muchos despidos arbitrarios y mucha gente perdió su empleo, no por hacer mal su trabajo sino por lo contrario, por ejercerlo con dignidad y honestidad. Cuando yo salí, la empresa intentó desactivar esa cláusula haciéndome firmar un acuerdo de confidencialidad que, básicamente, decía que no podía mencionar nunca lo que había ocurrido en el año que fui director de El Mundo. Luché judicialmente para que no fuera así y durante un año, que fue más duro que el año al frente del diario, fui vetado prácticamente en todos los lugares. Me despidieron no solo de El Mundo. Me despidieron de Antena 3 Televisión, de Onda Cero. Hubo un intento de anulación de una persona que lo único que estaba haciendo era contar su historia. Si esa historia es incorrecta o calumnia a alguien, están los tribunales para poder defenderse.

–¿Cree que el periodista resigna más de lo que debería resignar?

–Yo hablo del periodismo que conozco y que he vivido, que es el español. Me parece que es un periodismo acobardado, sobre todo a raíz de la crisis del 2008-2009, cuando los medios vieron muy debilitados los números que los hacían sostenibles. Eso fue detectado por el poder tanto político como económico, que apretó las tuercas de los medios y, de repente, mucha gente fue despedida. Cuando yo era un joven reportero, en España el poder tenía miedo de la prensa y cuando volví, dos décadas después, era la prensa la que tenía miedo del poder. Hubo, por supuesto, gente que peleó contra esa situación, pero diría que, mayormente, el periodismo español se rindió al poder. Lo digo con mucha tristeza. Hubo gente que atacó El director diciendo que era una prueba de odio hacia el periodismo. Es todo lo contrario: una prueba de amor a una profesión que me lo dio todo, en la que he sido un privilegiado. Creía que le debía algo y que si había alguien que podía hablar y contar, con el objetivo de arreglar lo que iba mal, éramos los que nos había ido bien y podíamos soportar la presión. No escribirlo habría sido cobarde porque en mis veinte años como reportero vi a compañeros encarcelados en dictaduras. Vi cómo mataban a un compañero a escasos metros de mí en Birmania. Veo todos los días lo que pasa en tantos lugares donde los periodistas toman unos riesgos increíbles y admirables por contar la verdad. ¿Y vamos a callarnos porque a lo mejor no nos dan una promoción o nos pueden despedir?

–¿El corresponsal es también un acto de amor al periodismo?

–Sí, a una parte de la profesión que me dio mucho. Me hace gracia porque El director es un libro que me marcó. Eso tiene su parte buena, pero la mala es que no consigo quitármelo de encima. Fui director apenas un año y veinte años fui corresponsal. Siempre me consideré mucho más reportero que director, algo que considero un accidente en mi carrera. Pues tenía ganas de contar también cómo es de verdad la profesión de corresponsal, más allá del estereotipo: cómo es la vida de estos tipos que se la van a jugar a miles de kilómetros de distancia, cómo son sus amistades, cómo se traicionan, cómo se enamoran cuando puedes morir al día siguiente.

–¿Se pueden relacionar las tensiones que describe con el hecho de que los diarios empezaron a darle más espacio a la política?

–No sé si ocurre igual en la Argentina, pero en España es absurdamente desproporcionado el espacio que ocupa la política. Pero no la política de la propuesta o de la mejora de la situación de la gente, sino la política del enfrentamiento puro y duro, la de qué le dijo un político al otro, cómo lo insultó. La política tóxica ocupa todas las energías periodísticas. Y eso nos desvía de la educación, de la sanidad, del bullying, de las desigualdades que los últimos años han aumentado de una manera brutal. Creo que tiene que haber un equilibrio y que los periodistas tenemos que salir del gueto del establishment. El periodismo tiene que vigilar el sistema y sus abusos. Si nos convertimos en parte del sistema, ¿cómo vamos a vigilarlo?

–En el libro menciona también la dificultad de integrar lo digital, ¿por qué cree que esa transformación fue vista por la prensa como una amenaza antes que como una herramienta competitiva?

–Es curioso, ¿no?, porque el periodismo es en teoría una profesión que toma el pulso a la sociedad y a los cambios. Pero cuando esos cambios los iban a afectar, su reacción fue resistirse, y perdimos muchos años. Incluso hubo una época en que yo como corresponsal prefería que mis crónicas aparecieran en el papel. Veía la web como algo secundario. Me di cuenta en Birmania en 2007, en la revolución del Azafrán, cuando un jefe me convenció de que iba a tener más impacto en la web. Y así fue. Pero cuando llegué al periódico a dirigirlo en 2015 gran parte de la redacción todavía estaba en modo resistencia. Nunca vamos a decirle al lector dónde consumir el periodismo. Lo único que podemos hacer es darle el mejor periodismo posible. Si lo quieren consumir en redes sociales, en el celular, ya no es asunto nuestro. Nosotros lo tenemos que distribuir en todas las plataformas para llegar al mayor número.

–Otra de sus medidas fue bajar a la mitad la cantidad de publicaciones y hacer menos de mejor calidad. Sin embargo, muchos medios todavía insisten en el volumen.

–Ahora todos estamos hablando de la Inteligencia Artificial (IA) como nueva amenaza para el periodismo. Si uno le pide a la IA que le escriba una noticia con la información económica del día, lo hace mejor que muchos periodistas. Dentro de tres años lo hará infinitamente mejor. Ninguna IA va a reemplazar al periodista que crea un contenido original, investiga, destapa la corrupción. No va a estar en la guerra en Ucrania y describir lo que está pasando igual que el que está ahí. Pero hay muchas otras cosas que las va a hacer una máquina. Y eso va a obligar a reorganizar las redacciones, a potenciar la formación de los periodistas en lo que sí se va a necesitar. Estamos ante una grandísima revolución de la que todavía no sabemos las consecuencias.

–Esa revolución también impacta en las corresponsalías. Por caso, la guerra de Ucrania, tan cercana a Europa, es una guerra que se cuenta por redes sociales.

–El periodismo también se despistó ahí porque, en realidad, esa guerra empezó en 2014 y la invasión de Crimea pasó absolutamente desapercibida. Y a los corresponsales o los habían despedido o los habían precarizado. En ese abandono hemos olvidado una cosa fundamental y es que lo que pasa a miles de kilómetros de donde estamos nos afecta. Hemos tenido una crisis energética, nos han subido los precios y mucho de eso está relacionado con un conflicto que estaba sucediendo en otro país. Hoy en día es muy extraño que haya medios que apuesten por la información internacional. A los que lo hacen les está yendo muy bien, como The New York Times que nunca tuvo más corresponsales en su historia.

–Muy pocos periodistas tienen ese privilegio de haber estado en la trinchera y también en la redacción. Según su experiencia, ¿hacia dónde va el periodismo?

–El futuro de los medios está, en efecto, en hacer menos de más calidad. Va a haber gente que con dos empleados podrá tener un diario con información deportiva, social, cultural, política y demás gracias a la IA y las herramientas de internet. Lo que nos queda a los medios es ofrecer aquello que la tecnología no va a suplir. Veo claro que van a sobrevivir aquellos que sean capaces de generar ese contenido original. Para eso los medios van a tener que contratar a gente que tenga el talento suficiente para aportar ese contenido original que los diferencie del resto.

–¿Qué le diría a los jóvenes que insisten en dedicarse al periodismo después de todo?

–Voy mucho a las facultades de periodismo y los profesores antes de entrar siempre me dicen que los chicos están deprimidos, que creen que se han equivocado de profesión. Creo que los periodistas jóvenes también van a tener oportunidades. Hay un mundo nuevo que no tiene nada que ver con los medios generalistas y que cada vez está cobrando más importancia, con podcasts, con YouTube, con plataformas, con maneras de contar historias a través de redes. También creo que va a seguir siendo necesario ir a los lugares y que hay miles millones de historias por contarse en el mundo. Algunos medios tomarán el camino correcto y a otros les pasará como a Kodak, que llegó la fotografía digital, no supieron verlo y murieron. Adaptarse no quiere decir renunciar a los principios del periodismo del rigor, la credibilidad, la verdad. Es aliarse con la tecnología para que ganen en fuerza, potencia y distribución. Estamos en un momento en el que tengo miedo de que gane la mentira porque estas herramientas en manos de manipuladores, propagandistas, desinformadores, odiadores, propagadores de intolerancia son peligrosísimas, y cada vez van a tener más capacidad de crear contenido. O lo contrarrestamos con buen periodismo o va a ganar la mentira. Yo quiero que gane la verdad.

–¿Por qué es tabú que el periodista critique el periodismo?

–Uno de los problemas que encontró El director fue la reacción de algunos compañeros contraria a que contara la historia del año en que ocupé el puesto, pero para mí es absurdo porque de la misma manera que los periodistas hablamos de los políticos, de los deportistas, criticamos a los restaurantes, ¿por qué no vamos a hablar de una manera honesta y abierta de nosotros y de lo que nos ha llevado a la crisis del periodismo?

–Más allá de ese repudio inicial que algunos miembros del establishment hicieron del libro, ¿cuál es el balance?

–Es curioso porque el libro ha envejecido mejor que sus críticos. Con el paso de los años no solo ha mantenido actualidad, sino que incluso gente que lo vio de una manera negativa al principio, de repente dice vaya, todo lo que contó este tipo ha demostrado ser cierto. Porque llevábamos décadas con ese secreto que contábamos en las redacciones, al lado de la máquina del café, sobre lo que iba mal en el oficio. Pero nadie rompía la ley del silencio y creo que hacía falta romperla para empezar a cambiar y mejorar las cosas.

–Si volviera a tener veinte años, ¿elegiría de nuevo el periodismo?

–Si existiera la opción lo elegiría otra vez, incluso en esta época en la que todo ha cambiado y hay dificultades. Creo que cuando te lo dejan ejercer en libertad y con dignidad tanto en tus condiciones económicas como en el respeto a tu trabajo es, como dice el cliché, una de las mejores profesiones del mundo.
 
PERFIL: David Jiménez

■ David Jiménez desarrolló su carrera de periodista en el diario El Mundo, de España. Ingresó en 1994 y en 1998 propuso crear la corresponsalía en Asia, desde donde cubrió conflictos y catástrofes en más de treinta países.

■ Estaba en la Universidad de Harvard, gracias a la distinguida beca Nieman para periodistas, cuando recibió la invitación de asumir la dirección del diario, cargo que tomó en abril de 2015 hasta mayo de 2016. Ese año es el que relata en El director (2019), libro que va por su décima edición.

■ Ha colaborado con medios internacionales como The Guardian, Corriere della Sera, The Sunday Times, Esquire, CNN, BBC. Actualmente escribe en The New York Times.

■ Su último libro es El corresponsal, una novela centrada en su experiencia como reportero de guerra.

sábado, 4 de julio de 2020

El año que vivimos entre espías

Bajo del New York Times en castellano este comentario de Hugo Alconada Mon, publicado el martes pasado (30 de junio). Aunque está libre el el NYT, se lo transcribo mientras me dejen.

Hugo Alconada Mon es abogado, prosecretario de redacción del diario La Nación y miembro del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ). Es autor de La raíz (de todos los males).
Las lecciones que aprendí del año que me espiaron
El espionaje ilegal a periodistas, políticos y críticos del poder en la Argentina revela el debilitado estado de la libertad de prensa y de nuestra democracia. Hay aprendizajes en esta experiencia. 
Me espiaron. La justicia federal argentina ya confirmó que agentes de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) me tuvieron en la mira al menos durante 2018. Me fotografiaron y me grabaron en la vía pública.

Me espiaron mientras trabajaba una investigación que incomodaba al poder político y empresarial. Ahora sé que, mientras buscaban identificar las fuentes periodísticas que me ayudaron a revelar cómo fue el capítulo argentino del Lava Jato, una pesquisa sobre la corrupción en el país, me siguieron, analizaron dónde vivo, en qué automóviles me muevo, cuál era mi nivel de vida y hasta fueron a la casa de mis padres —dos jubilados por arriba de los 70 años—. Queda más por salir a la luz; por ejemplo, si evaluaron colocar una bomba en la puerta de mi casa.

El espionaje en la Argentina —como en otros países de América Latina— poco y nada tienen en común con las películas de James Bond. Y sí tienen mucho que ver con el debilitado estado actual de la libertad de prensa y de la democracia en nuestro hemisferio.

Este proceso me ha enseñado por lo menos cinco lecciones.

1. El espionaje es un atajo para los tramposos 
Me enteré de que me espiaban de manera ilegal por un expediente que impulsa la justicia argentina. No fui el único objetivo. Las tareas de inteligencia indebida también alcanzaron a la expresidenta —y actual vicepresidenta— Cristina Fernández de Kirchner, a otros políticos —incluidos algunos del mismo bando político que el entonces presidente Mauricio Macri (como el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta)— y a sindicalistas, jueces, obispos, líderes sociales y otros periodistas.

Los espías querían acceder a lo que de otro modo no tenían forma de saber de sus “objetivos”. Se trata de la tentación de obtener beneficios, muy rápido, por la vía de un atajo. Si sos un político, una escucha telefónica clandestina, te permitirá conocer y contrarrestar los planes del candidato rival en la campaña. Si sos un empresario, te dará la oportunidad de saber cuánto ofertará un competidor, presentar un valor más bajo y derrotarlo en la licitación. Y si la prensa te investiga, acaso encuentres la fórmula secreta para amedrentar o silenciar a ese periodista tan molesto.

2. El espionaje es sistemático, no un simple caso aislado 
Este mecanismo delictivo integra una investigación de la justicia que lleva ya meses y se inserta dentro de un rompecabezas más amplio que incluye varios expedientes judiciales y una investigación bicameral del Congreso nacional y que evidencia los métodos antidemocráticos a los que ha recurrido la inteligencia argentina. Combinados, permiten vislumbrar que el espionaje ilegal no se acotó a unos pocos casos aislados, propios de algún funcionario desquiciado, sino que resultó una operación sistemática. 
3. Promesas de cambio para que nada cambie 
Políticos de todos los partidos que llegaron a la Casa Rosada durante los últimos treinta años han tropezado con la misma piedra. Desde Carlos Menem, cuyo servicio de espionaje (conocido entonces como Secretaría de Inteligencia del Estado, SIDE) le pagó 400.000 dólares a un sospechoso para que incriminara a otros en tribunales y terminó arruinando, quizá para siempre, la investigación sobre el atentado contra la sede de la AMIA, a Cristina Fernández de Kirchner, quien disolvió la SIDE para recrearla como Agencia Federal de Inteligencia en los días que siguieron a la muerte del fiscal Alberto Nisman en 2015. El resultado ha sido el más puro gatopardismo: los gobiernos anunciaron reformas más o menos profundas, pero los problemas de fondo de la inteligencia argentina siguieron sin resolverse. 
4. El espionaje es anárquico 
El espionaje argentino está disperso. Ni todos los que trabajan en la AFI son espías, ni todos los espías que deambulan por las calles o el ciberespacio trabajan para la AFI. Hay quienes husmean o han husmeado durante los últimos tiempos para otras fuerzas de seguridad —sea la policía federal, la Gendarmería, la Prefectura o las policías provinciales—, los que fisgonean para las fuerzas armadas —Ejército y Armada, en particular— y los que ofrecen sus servicios en el sector privado. Prácticas de las que han dado cuenta varias investigaciones. 
5. Es mejor prevenir que lamentar 
Si el espionaje es sistemático, recurrente y anárquico, entonces la opción más sensata para una figura pública es moverse dando por sentado que lo espían. No para sumirse en las fauces de la paranoia, pero sí para redoblar los recaudos. Y en el caso de los periodistas, para proteger a sus fuentes y encriptar sus teléfonos y computadoras.

Semejante panorama explica por qué Alberto Fernández anunció la intervención y reforma de la AFI cuando asumió la presidencia en diciembre de 2019. “Tomamos la decisión de terminar con los sótanos de la democracia”, dijo cuando inauguró las sesiones del Congreso, el 1 de marzo, para ponerle “fin al oscurantismo”. Es hora de hacerlo.

De las cinco enseñanzas de este proceso, acaso la más difícil es que tenemos pocas herramientas legales para proteger la privacidad, libertad de expresión y el Estado de derecho. La prensa independiente y el disenso político son indispensables si queremos un mejor país.

El presidente enunció lo que organizaciones de la sociedad civil nucleadas en la llamada “Iniciativa Ciudadana para el Control del Sistema de Inteligencia (ICCSI)” reclaman desde hace muchos años: profesionalizar e institucionalizar la inteligencia argentina, establecer “mecanismos efectivos de control democrático” sobre sus acciones y su presupuesto, transparentar sus acciones todo lo que sea posible y acotar al mínimo indispensable la autonomía de los espías. Tomará años, acaso décadas, pero hay que dar el primer paso.

Eso, en la práctica, implicará depurar la nómina de espías, quedarse con los mejores, capacitarlos, limitar sus competencias, instaurar controles de vigilancia en el Congreso para evaluarlos de manera periódica, auditar sus gastos, reformar las leyes que regulan su trabajo y reforzar y potenciar las herramientas de quienes estén a cargo de su vigilancia, interna y externa.

Será difícil, pero es indispensable. Ningún periodista, opositor, juez o ciudadano debe mirar por encima del hombro para hacer su trabajo en plena vigencia del Estado de derecho. La inteligencia argentina debe servir a fortalecer la democracia y los derechos y garantías constitucionales, no a erosionarlos. Si no emprendemos esta reforma pendiente, tropezaremos con la misma piedra, otra vez.

viernes, 9 de noviembre de 2018

Más luz sobre una época oscura


Daniel Hadad estuvo anoche el el programa de Diego Leuco por TN. Agregó algunos datos al rompecabezas de las relaciones del poder en la era kirchnerista (2003-2015) con el periodismo en la Argentina. Queda aquí para registro, desde el sitio de La Nación porque allí está más completo (solo espero que lo pueda ver atravesando el muro de pago) y prometo subirlo sin más trámite en cuanto esté en Youtube.

miércoles, 16 de mayo de 2018

Desapareció El Diario de Paraná


El Diario de Paraná (Entre Ríos, Argentina) no cerró: desapareció sin dejar rastro. Dejó de salir un día de abril (la tapa de arriba puede haber sido la última), pero además desapareció su sitio web, Google no lo indexa y en la Wikipedia solo aparecen escuetos datos de su fundación.

Fue fundado el 15 de mayo de 1914 por Luis Lorenzo Etchevehere, pero no sobrevivió a la familia del actual Ministro de Agroindustria de la Nación. Hace años que el control de El Diario cayó en manos de un grupo cercano al gobernador Jorge Pedro Busti, luego a testaferros del gobernador Sergio Urribarri y luego afines al gobernador Gustavo Bordet. Y ya se sabe lo que hace el poder con los diarios...

El 19 de abril el sitio El Entre Ríos anunciaba un cambio de dueños: Nahuel Caputto, accionista y director de El Litoral de Santa Fe se haría cargo de El Diario. Cuentan que los empleados huérfanos y náufragos se reunieron en un estudio de abogados de Santa Fe con la ilusión de cobrar sueldos atrasados, pero solo desmintieron la compra del diario por los accionistas de El Litoral. Unos días antes el sitio Entre Ríos Ya publicó esta reseña de la historia del diario al que describían en una situación terminal.

miércoles, 12 de julio de 2017

Qué mina la credibilidad de los periodistas y de los medios

Apareció en CTXT, por Alejandro Falagán. Aquí el link.
La perversión del periodismo 
Por fin la crisis ha terminado, dicen algunos. ¿Hemos regresado al escenario de hace una década? El huracán ha dejado un panorama desolador de desempleo, inseguridad laboral y hundimiento de salarios. Estos no son los únicos factores que han provocado que la profesión periodística se tambalee. Otro es el cambio en los estilos de vida, de trabajo y de negocio que afecta a todos los ámbitos y lugares, y trueca, para bien y para mal, la forma en que la ciudadanía se relaciona con la información, suscitando nuevas posibilidades y también problemas para el ejercicio de la democracia. Estas condiciones adquieren un tenor particular en España, donde están seriamente en cuestión la independencia tanto de los periodistas como de los propios medios, la pluralidad de la oferta informativa o la protección de la libertad de expresión y de prensa.

El mercado informativo está cambiando a pasos agigantados; a la dispersión del poder de la televisión se suma la creciente audiencia de los medios nativos digitales, que cada vez captan más público general o mainstream en España, como evidencia Reuters en su Digital News Report de 2017. Una de las características principales del nuevo paradigma es el crecimiento de las plataformas online, donde se puede recibir información de manera gratuita –un asunto sobre el que se discute hoy en todos los campos, legal, comercial o de responsabilidad con la veracidad--. La nueva lógica informativa pone de manifiesto el rompecabezas de la financiación y exige a los medios buscar nuevas formas de sustento económico, en un marco donde la mayoría de los medios online dependen en gran medida de la publicidad. Esto se debe a que el número de personas dispuestas a pagar por información online es todavía muy pequeño, 9%, según Reuters, y aún más escaso el número de suscriptores, el 4%.


Democracia de audiencias (falseadas)

A pesar de que la televisión sigue siendo el primer medio elegido por los que buscan informarse, estamos dentro de una nueva lógica mediática, con internet ganando terreno y dividiendo la atención de los anunciantes y de los consumidores de noticias y opinión. Parece claro que la manera de adquirir, intercambiar y difundir información ha cambiado. No obstante, el informe anual Bot Traffic Report 2016 de Imperva Incapsula revela que el 51,8% del tráfico mundial de internet es generado por bots. A menudo estos robots son utilizados para generar tráfico adicional en las páginas e “inflar” los datos de audiencia. A pesar de todo, es evidente que los digitales están ganando cada día más terreno. Su creciente influencia se manifiesta en su capacidad para cambiar el foco informativo y reescribir la agenda. Algunos periódicos online se presentan como una alternativa de calidad, veracidad y pluralidad, y recuperan el espíritu del viejo buen periodismo de servicio público. Un ejemplo reciente son las publicaciones de Infolibre, que en mayo de 2017 desveló que el fiscal jefe anticorrupción, Manuel Moix, tenía en España una propiedad encubierta bajo una empresa familiar radicada en Panamá, y que forzaron su dimisión. Indagaciones y revelaciones de este tipo, que se han hecho relativamente frecuentes en los digitales, contribuyen a minar la credibilidad de los medios mainstream.

Pero ¿han mejorado las condiciones de trabajo de los periodistas? La “devaluación de la profesión”, que según el Informe de la Profesión Periodística de 2016, de la APM, perciben el 40,9% de los profesionales, ligada a la precariedad laboral, ha pervertido el ejercicio de la profesión al punto que el periodista se convierte en un “mero recopilador de informaciones”. Además, “el miedo a la pérdida del trabajo se traduce en una práctica menos libre e independiente”, opina el 35,7%. El paro de larga duración crece dramáticamente: entre 2015 y 2016 el número de profesionales que llevan más de tres años desempleados ha pasado del 27,9% al 42,5%. Con ello, las expectativas laborales de los periodistas y de los que pretenden dedicarse a ello se desploman. Si están claros los efectos de esta degradación de las condiciones de trabajo sobre un quehacer profesional que requiere iniciativa, libertad y capacidad de cuestionar el statu quo, hay que señalar también las consecuencias de los dos nuevos modelos de trabajadores que emergen tras la crisis, los becarios y los autónomos, que se presentan como una alternativa más barata y flexible para las empresas.

‘Becarización’, los emprendedores forzosos y los falsos autónomos

Pese a que la figura del becario es muy necesaria en los primeros pasos de la profesión periodística, a menudo ha degenerado en una herramienta para sustituir el trabajo de profesionales a bajo coste o, incluso, de forma gratuita. Según el Informe de la Profesión, el 48,1% de los becarios encuestados declararon que no recibieron remuneración. Además, al 40,7% no se les asignó un tutor durante su beca. Un dato “menor”, pero indicativo de la extensión y naturalización de la irregularidad, con la que el objetivo educativo del becario pasa a un último plano, sin que las asociaciones de la prensa hayan sido capaces de poner freno a estos abusos.

“Hoy cada uno es un trabajador que se explota a sí mismo en su propia empresa”. Esta frase del filósofo Byung-ChulHan refleja el paradigma de la actual situación laboral. Cada vez son más los llamados “emprendedores” y los que trabajan de forma autónoma. Sin embargo, esta nueva situación no es considerada ideal entre los profesionales. El 75,1% de los autónomos admite que ha adoptado este régimen laboral forzado por las circunstancias. Este porcentaje ha aumentado en casi tres puntos respecto al año 2014. Se multiplican los casos de los llamados “falsos autónomos”, que incluso cuentan con un lugar fijo en la redacción, y más de la mitad de las mujeres periodistas y casi la mitad de los hombres trabajan en modo freelance, vendiendo sus servicios a varias empresas. Nuevos estilos de precarización y nuevas formas de inseguridad que a menudo lastran o impiden el ejercicio libre y ‘autónomo’ de la profesión.

Diversidad y libertad de la información

La crisis, o la pujanza de ciertos modelos económicos y empresariales, también ha afectado a la diversidad mediática. La Comisión Europea encarga estudios anuales al Media Pluralism Monitor (MPM) sobre el riesgo para el pluralismo informativo en los países de la Unión Europea. Los resultados del último informe de 2016, junto a los anteriores, confirman el alto riesgo para la pluralidad que supone la propiedad cruzada. Las leyes españolas carecen de reglas que se encarguen de limitar la concentración de propiedad de los medios de manera concreta (aunque se contemple de manera general en la Ley de Medios de Comunicación y en la Ley de la Comisión Nacional de Mercados y Competencia). No hay ningún impedimento legal para la fusión de medios, aunque para los observadores esto afecta de manera negativa al pluralismo mediático del país. La ley ni siquiera contempla la llamada propiedad crossmedia, es decir, una misma empresa podrá seguir adquiriendo medios de distinto tipo, lo que deja al ciudadano sin alternativas reales de información de calidad con las que poder contrastar noticias. Este alto riesgo también se presenta en otros países europeos como Rumanía, Bulgaria, Luxemburgo o Finlandia; mientras que Reino Unido, Francia o Portugal mantienen un riesgo bajo.
Este problema de falta de independencia mediática persiste en nuestro país y ha aumentado desde 2012. Los periodistas se suman a esta denuncia alertando del incremento de presiones recibidas en el Informe de la Profesión. Con frecuencia este asedio a los profesionales lo realizan personas vinculadas con la propiedad o la gestión de los medios (un 37,2%) y, por lo general, el periodista cede a ellas (en un 74,8% de los casos) por miedo a represalias (un 52,9% de las veces). En caso de que el periodista se niegue a ceder a dicha coacción, en más del 48% de los casos, será relegado en la asignación de trabajos. Todos temen lo peor: el paro, los contratos precarios y la frágil condición de autónomo a la que muchos periodistas se ven sometidos. Siempre se puede recurrir a la bolsa de trabajo para encontrar periodistas dispuestos a comulgar con los poderes económicos y políticos.

Si bien la inmensa mayoría de las veces la presión se dirige a los periodistas de base, que se pueden jugar el puesto, también afecta a los altos cargos de las empresas informativas. En 2015 el New York Times recordaba que entre finales de 2014 y 2015 dimitieron tres directores de tres de los periódicos más importantes de España: El País, El Mundo y La Vanguardia. Vinculaba además las renuncias a “intereses políticos y económicos”. Los entes reguladores también se han deteriorado. Como recuerda el MPM, a pesar de estar bajo control parlamentario, ocho de cada diez miembros del Consejo Nacional de los Mercados y la Competencia (el ente regulador) han sido nombrados por el Partido Popular, por lo que “no reflejan el pluralismo de los grupos parlamentarios”. Las oscuras relaciones entre los medios convencionales y los poderes fácticos se han agravado en los últimos tiempos, creando una seria alarma sobre la fiabilidad e independencia de la información, pilar básico de la democracia.

El Consejo de Informativos de RTVE ha denunciado de forma reiterada las malas prácticas de los medios estatales. En su último informe, señala 60 casos de estas malas prácticas entre enero y marzo de este año y alerta del aumento de la censura cuando las noticias perjudican al Partido Popular. Entre otros múltiples ejemplos, en este medio público se minimizaron los datos sobre el último informe de Intermón-Oxfam, ya que perjudicaban “la imagen de España”; y el Canal 24h, también público, no emitió la rueda de prensa de los familiares de las víctimas del Yak-42. Durante el gobierno del Partido Popular, Televisión Española ha perdido espectadores y prestigio. La audiencia de la cadena ha bajado en diez años del 19% al 10,4%. Un dato similar al registrado en Cataluña con TV3: del 26,3% de cuota de pantalla en 2000 al 11,4% en 2016. Por su parte, los españoles que confiaban en la televisión pública para recibir información política y electoral han pasado de un 39,4% en 2011 a un 19,2% en 2016, como indican los resultados del CIS postelectoral. No debemos olvidar la reforma acordada en el Parlamento en junio de 2017 --aunque pospuesta hasta el último trimestre del año-- de la norma que rige el proceso de elección de los miembros del Consejo de Administración y el presidente de RTVE. Podría ser este el camino hacia una televisión y radio públicas más plurales, independientes y transparentes. Está por ver si en la práctica servirá en este caso para reducir el clamoroso control del gobierno sobre los medios de titularidad pública, ya criticado por el MPM de 2016, entre otras instituciones.

La Mordaza

Como muchos otros medios, asociaciones e instituciones nacionales e internacionales, el MPM alerta asimismo de que la reforma del Código Penal en 2015 y la Ley Orgánica 4/2015 de protección de la seguridad ciudadana --ampliamente conocida como Ley Mordaza-- ponen en riesgo la libertad de expresión y el derecho a la información en nuestro país. Conocemos algunos efectos de esta ley en los ciudadanos por el caso Cassandra o el de César Strawberry, entre otros. La comunicación en internet se ha visto de repente coartada por un endurecimiento de las penas por enaltecimiento al terrorismo o por ofensa a las creencias que ha llegado hasta el humor. Resulta contradictorio que, mientras condenamos los ataques a Charlie Hebdo, un concejal de A Coruña haya sido imputado por un cartel de carnaval en el que aparecía la ilustración de un Papa borracho. Este paquete de leyes no solo afecta a la libertad de expresión de los ciudadanos, también alcanza a los profesionales de la comunicación; por ejemplo, la Ley Orgánica 4/2015 establece como delito grave el uso no autorizado de imágenes de las Fuerzas de Seguridad. Los periodistas y medios se ven, de esta forma, amordazados a la hora de informar sobre protestas o manifestaciones y de criticar las acciones de las instituciones estatales.

Una posible conclusión es que la llegada de las redes sociales y de las nuevas formas de comunicación ha contribuido a descolocar al periodismo tradicional, ya de por sí débil por los motivos mencionados, que han deteriorado su calidad. Es necesario cuestionar a los poderes y a los medios, como siempre ha ocurrido, con la importante diferencia de que ahora hay un altavoz. La nueva sociedad digital abre posibilidades para la democratización de la información, si bien se enfrenta a nuevos retos que pueden poner en riesgo la pluralidad, la libertad y la fiabilidad de la información que necesitamos.

martes, 7 de marzo de 2017

Vamos por todo

Si usted quiere saber qué querían decir los kirchneristas cuando decían vamos por todo, vea esta entrevista de Alejandro Fantino a Daniel Hadad en Animales Sueltos de anoche. No le digo en qué segundo está porque la entrevista vale la pena entera. Quiero decir que es una clase de periodismo, de empresa periodística y de periodismo y poder.



Hadad apenas hace un gesto recordando aquel vamos por todo que no se oyó pero sí se vio de Cristina Fernández de Kirchner. Fue el 27 de febrero de 2012 en Rosario (200 aniversario de la creación de la bandera nacional).

Vamos por todo es el concepto que resumió la idea de la búsqueda del poder fáctico por parte del matrimonio Kirchner. Sabían por experiencia provincial que el poder político es efímero y que si querían permanecer debían que conseguir el poder real y sobre todo dinero. Por eso fueron por los medios, los bancos, la energía, la producción. Todavía controlan algunos de los que consiguieron, como los que compraron a Daniel Hadad a través de Cristóbal López.

Otra ofrenda al poder y van..., en Paper Papers, 25/2/2015
Consecuencias de las ofrendas al poder, en Paper Papers, 9/5/2013
No tan duro de domar, en Paper Papers, 21/6/2012
La tormenta perfecta, en Paper Papers, 20/6/2012
Daniel Hadad no es Héctor Magnetto, en Paper Papers, 28/4/2012

miércoles, 26 de octubre de 2016

El periodismo es una conversación


Vale la pena la entrevista de Silvia Pisani a Ryan Kellet, el Director de Desarrollo de Audiencia del Washington Post. En la nota escrita de La Nación no está todo, así que le recomiendo el videito de 23 minutos (no he logrado insertarlo).

1. Se acabó el modelo arrogante de arriba para abajo; activo/pasivo; yo informo y usted se informa. Ahora el periodismo es una conversación. Sépalo.

2. Sepa también que es urgente dedicar fuerza laboral, pienso y comunicación a conseguir audiencias.

3. No solo hay que conseguir audiencias, también hay que volver a la época en la que peleábamos por cada anunciante, le ofrecíamos planes, pensábamos con él sus campañas. Somos socios y no cómplices. La relación con el Gran Anunciante nos malogró bastante, en algunos casos hasta el suicidio.

4.  Hace tiempo que el perro guardián se volvió perro faldero.

sábado, 25 de junio de 2016

Fascismo fotogénico


Imagínese que usted es el Superintendente de la Información y Comunicación de la República del Ecuador. El título nomás da vergüenza por lo fascista, pero además le toman esta foto. No me diga que no es para invitarlo a la asamblea anual de la WAN o a la de la SIP y entregarle el premio al mejor lector de diarios del mundo. Aquí tiene la información. Increíble. Genial. Grotesco. Brutal.

jueves, 31 de marzo de 2016

Adiós Muy


Hoy salió el último número de Muy, el popular que el Grupo Clarín sacó para pisarle el negocio a Libre, de Editorial Perfil. Se fue sin siquiera saludar.

Su cierre fue anunciado aquí, en Paper Papers, el 13 de marzo de 2012. Hay que admitir que duró bastante y que el Grupo Clarín lo cierra cuando terminó su pelea con el poder político de los Kirchner, a cuya persecuta podrían haber recurrido como excusa. Además aseguran que no quedara nadie en la calle y que sus empleados pasarán a la plantilla del grupo y al sitio web de Muy.

jueves, 4 de febrero de 2016

Un vaso es un vaso


El periodismo argentino no fue ajeno a la grieta que se formó en los últimos doce años de democracia antidemocrática. El poder político desmentía informaciones con opiniones y también lo hicieron muchos periodistas que se pasaron al lado oscuro. Lo explica Jorge Lanata en esta columna publicada ayer en el diario Clarín.

La verdad no es el promedio de dos versiones, tampoco el de dos opiniones y mucho menos el resultado de una opinión contra una información. La verdad es la adecuación del relato a los hechos. La historia no se puede cambiar, en cambio los relatos de la historia son casi infinitos; algunos son verdad, otros no. Por eso la credibilidad es el único capital de un periodista o de un medio.

jueves, 31 de diciembre de 2015

No son periodistas, son parásitos


Comparto la columna de Luis Majul en La Nación de hoy. Se llama La prensa canalla y empieza con esta enumeración descriptiva de los periodistas que se vendieron por dinero a los parásitos de la democracia que gobernaron la Argentina durante los últimos doce años:
Traicionaron el oficio más lindo del mundo. Se transformaron en vigilantes de sus propios colegas. Ejercieron el rol de comisarios políticos en medios grandes, medianos y pequeños. Trabajaron de topos en las redacciones. Presentaron como material "periodístico" videos obtenidos de manera ilegal por los servicios de inteligencia del Estado. Señalaron con el dedo a periodistas críticos, por orden directa de Néstor Kirchner, Cristina Fernández y Máximo Kirchner. Inventaron acusaciones falsas. Adulteraron la información y la opinión. Cometieron delitos de orden público, como la incitación a la violencia contra trabajadores de prensa. Armaron tribunales populares contra periodistas que hicieron más por los derechos humanos que Néstor y Cristina. (Y no después de 2003, sino cuando las papas quemaban de verdad.) Algunos entregaron su alma al dinero del Estado. Casi todos encontraron la excusa perfecta para pasarse al Lado Oscuro.

viernes, 11 de diciembre de 2015

Diez años no son siete y medio

Diez años de intolerancia a la realidad y al periodismo se llama el video de presentación de los sufrimientos del Grupo Clarín durante el autoritarismo kirchnerista que terminó a las 12 de la noche del miércoles 9. Bueno... diez años no fueron. 


El régimen duró doce años exactos entre los gobiernos de Néstor Kirchner y su  mujer Cristina Fernández. Pero empezaron a perseguir al Grupo Clarín (no al resto de la prensa) hace siete años y unos siete meses. Antes eran sus socios y en los medios de Clarín sostuvieron sin dramas la candidatura de la presidenta que se acaba de ir, hasta se pudrió todo allá por marzo de 2008.

martes, 8 de diciembre de 2015

El kirchnerismo, los parásitos y el negocio del periodismo

En Pecado original, el libro sobre Clarín, los Kirchner y la lucha por el poder, cuenta Graciela Mochkofsky como se pudrió la relación entre Néstor Kirchner y Héctor Magnetto entre febrero y marzo de 2008 (páginas 183 y ss). Se los resumo:

Cuando el ya expresidente Kirchner decide dar batalla contra los productores agropecuarios (el campo), el CEO y principal accionista del Grupo Clarín le explica que no se está enfrentando contra cuatro personas (los integrantes de la mesa de enlace de las agrupaciones rurales) sino contra una base social muy amplia de la Argentina. Clarín podía secundar algunas peleas políticas de los Kirchner pero no podía ir contra esa base social porque ahí estaban sus lectores y eso era ir contra el negocio del Grupo. Estaba diciendo que si lo seguían en esa pelea inútil no solo se perdía toda la eficacia de sus medios de comunicación al perder sus audiencias; además de eso quebrarían.

Empezó en esos días la pelea sorda que dejará secuelas terribles en los medios de comunicación de la Argentina, pero sobre todo en los periódicos y en el mismo concepto del negocio del periodismo.

Antes ya ocurría en menor medida, pero desde que el matrimonio Kirchner rompió su alianza con Clarín, necesitaron de una notable cantidad de medios amigos para contrarrestar los mensajes en su contra difundidos por todos los medios del Grupo, que ocuparon contra el gobierno toda su artillería, su infantería y su caballería para atacar sin cuartel y sin reparar en gastos.

Entonces los Kirchner usaron la pauta publicitaria para equilibrar los mensaje y comprar al periodismo domesticable, hasta tal punto que aparecieron medios solo para vivir de esa pauta, se inventaron anuncios inútiles y se establecieron retornos -cohecho liso y llano- hacia los funcionarios del gobierno nacional que otorgaban la pauta. Así que la nueva lógica del negocio del periodismo pasó de contenidos + circulación x publicidad a la de pauta x retornos x contenidos.

La pauta no se entrega por la circulación o la penetración de los medios que la reciben sino por los retornos que engrosaron los bolsillos de los funcionarios que la administraban. El estado paga en blanco el triple de la tarifa comercial por la publicidad que contrata, pero un tercio debe volver en efectivo y en negro a los funcionarios, otro tercio a pagar impuestos por la cifra original y el resto es casi lo mismo que paga cualquier empresa privada por la publicidad que sí necesita para vender.

El primer problema es que esos medios son muchos y hoy tienen capacidad de lobby para exigir al estado tanto pauta como privilegios, amparados en la libertad de expresión, en su condición de patrimonio cultural o extorsionando lisa y llanamente al poder político.

El segundo problema, cuando cambia el gobierno, es de los medios que viven solo de la publicidad oficial. Si el gobierno de Mauricio Macri se las retira, quiebran. Ese era el riesgo que corrían.

El tercer problema es de los inocentes, los que se mantuvieron en el negocio genuino del periodismo, enmarañada ahora en la lógica K. Ocurre que al haber muchos más medios que los que puede soportar la pauta publicitaria –de los gobiernos o comercial– el mercado de la publicidad se empiojó hasta volverse imposible, como ocurre con tantos emprendimientos en la Argentina, que son buenos negocios hasta que los descubren los parásitos, entonces dejan de ser buenos negocios para todos, pero los que se quejan son los parásitos.

Clarín, los Kirchner y el pecado original. En Paper Papers, 5/10/2011

martes, 27 de octubre de 2015

Periodismo militante no es periodismo

El domingo 25 hubo elecciones generales en la Argentina. Se eligió Presidente de la Nación, unos cuantos gobernadores e intendentes (alcaldes) y muchos legisladores de todos los niveles. A las seis de la tarde se cerraron las mesas electorales. Los candidatos a presidente con más posibilidades según todas las encuestas eran el actual Gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli –oficialista por necesidad propia y de los kirchneristas– y Mauricio Macri que es el Jefe de Gobierno (gobernador) de la Ciudad de Buenos Aires y principal opositor a los Kirchner, que llevan en el poder doce años. Le ley electoral argentina favorece al peronismo cuando establece que gana en la primera vuelta el que llega a 45% de los votos (no al 50%) o consigue más de 10 puntos de diferencia con el segundo entre el 40 y el 45 por ciento.

C5N, canal de noticias amigo del gobierno dio ganador a Scioli y a Aníbal Fernández cuando faltaban dos minutos para esa hora y por ley no se pueden dar resultados de boca de urna (exit-poll) hasta las nueve de la noche. El video fue borrado de YouTube por el canal y rescatado por Javier Smaldone. También lo hizo el canal CN23, de otro empresario proveedor de prensa del poder.



A las doce de la noche, seis horas después, se conocieron los primeros resultados oficiales. Con 97,19 de las mesas escrutadas, Scioli llegó al 38,36 % de los votos y Macri 34,33 %, así que dirimirán la presidencia en a la segunda vuelta el 22 de noviembre, con inmensas posibilidades de que Macri sea el nuevo presidente de la Argentina. En la provincia de Buenos Aires Aníbal Fernández perdió contra María Eugenia Vidal por más de cuatro puntos porcentuales.


Es evidente el intento de imponer un ganador en la opinión pública, con la intención -entre otras- de desalentar a los fiscales partidarios que controlan el conteo de los votos. Haciendo el ridículo, claro. Un lugar desde donde no se vuelve.

lunes, 20 de julio de 2015

El futuro de los medios según Podemos



En Twitter aparece este clip donde Íñigo Errejón, secretario de Política y Área de Estrategia y Campaña del partido populista español Podemos, habla de aprobar una "Ley de Medios" para garantizar su "democratización". 

Los lectores latinoamericanos de Esta Casa ya saben de qué va la cosa, pero acá no está tan claro e incluso puede parecer bien de bien.

Lo que Podemos propone es establecer "mecanismos de control público" para regular los medios y garantizar "la libertad de prensa, sin condicionantes de las empresas privadas o la voluntad de los partidos políticos". Así lo explicaba, el secretario general del citado partido, Pablo Iglesias.

Habrá que tener más detalles de esa propuesta, pues así formulada, sus objetivos sólo merecen alabanzas de uno.

De entrada, los referentes a los que alude (Venezuela, Ecuador, Bolivia ...) no son muy esperanzadores. Después de 23 años de trabajar en América Latina puedo decir algo sobre lo ocurrido en esos países.

Dejemos de lado que la situación de los medios allí no es la misma que aquí —que ya es dejar.

Lo que han logrado estas regulaciones es doble. Por un lado, sujetar los medios a la disciplina del aparato gubernamental de comunicación y propaganda (y del partido que lo sustenta) y/o cerrar los medios que se han resistido. Por otro, han promovido el mandarinato mediático de periodistas y ejecutivos cuyo único mérito, con alguna excepción, es su sometimiento a la nueva oligarquía gobernante, mientras que buen número de buenos profesionales se ven expulsados ​​del sector por desafectos.

Ninguno de los medios promovidos por estos gobiernos o sus aliados ha hecho peores los medios privados. Los ciudadanos no los compran, no los ven, no los escuchan. Es el veredicto del pueblo, el plebiscito diario de la gente. Eso sí, esos gobiernos que se dicen "progresistas" y "populares" financian las pérdidas con el dinero de todos.

Es verdad que en eso no hay mucha diferencia con otros gobiernos "burgueses". Es verdad también que las empresas informativas no somos ángeles. Ninguna. Ahora bien, a la vista de los resultados, prefiero que los dueños de los medios sean "unos multimillonarios" (los mismos que han dado vuelo a Iglesias en sus medios) antes de que un gobierno o un Consejo de la Información "independiente".

Gente, hay una realidad política decisiva: las regulaciones que Iglesias propone y favorece no han subsanado los problemas del sector. Los han agravado. Los ciudadanos están peor servidos. Los diversos formatos de "control público" que se han probado ya sabemos como acaban.

El problema es real, Pablo e Íñigo, pero hay que tirar menos de prejuicios y pensarlo mejor.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Murdoch y The Sun, acción y reacción

El otro día Rupert Murdoch echó una bronca a sus periodistas de The Sun porque no le daban bastante leña al candidato Laborista Ed Miliband, que tiene opciones de ser el más votado en las elecciones generales que este jueves 7 celebra el Reino Unido:


En The Sun no se lo han tomado a broma y han hecho la portada/tapa más miserable que se les ha ocurrido:


Asoma por el hombro Nicola Sturgeon, la jefa de los nacionalistas escoceses del SNP. The Sun ha hecho portadas/tapas mezquinas y las que usted quiera, pero mucho más inteligentes. Esta del pobre Ed Miliband es muy amarga comparada con la famosa contra Neil Kinnock de 1992:


El Daily Mirror, sombra de lo que fue y aún menos, también hace su trabajo, no crea. Este año le ayuda la ingenuidad del primer ministro actual, David Cameron:


El Daily Express dice que hay que votar al partido antieuropeo y xenófobo UKIP y lo hace con todo el descaro. Se co noce que les dio una vergüencilla al final y lo embalaron como si fuera una "información" ("dice Nigel Farage"). Este Farage es el jefe de ese partido. ¿Qué noticia es esa? Noticia sería si Farage declarara que se debe votar a otro partido ¿no? Se puede ser partidista y sectario, pero hay que tener mucho nervio para, encima, tomarle el pelo a la gente:


The Guardian y The Times tienen editores de fotografía buenísimos y, claro, no se resistieron a poner en portada al (casi) siempre fotogénico alcalde de Londres, Boris Johnson, otro conservador. A él o a su pelo. Vea cómo una buena foto gana muchas partidas: esta ahí por ser buena, no porque sea noticia-noticia lo de Boris. Ya ve que acompaña a dos asuntos diferentes:



Exitazo de Toby Melville, de Reuters. Dos portadas mayores para su trabajo de ayer. Enhorabuena, hombre.

El Daily Telegraph, que navega con una vía de agua de buen tamaño, lleva titulando con películas de terror desde hace semanas. Hoy no podía fallar, aunque se cuida bien de asustar selectivamente. A sus lectores ingleses les entrega el titular más gore:


En cambio, a sus lectores escoceses no los asusta tanto o prefiere evitar que piensen que les está insultando o menospreciando. A ver si por criticar a los nacionalistas escoceses del SNP se le van a calentar el resto de escoceses. No es plan:


Es verdad: es muy molesto el tono condescendiente y patronizing del Torygraph. Pero quizá es peor la pésima edición que han hecho. Si lo que querían es asustar ¿cómo mezclan esos titulares que hacen UH UH con esa foto tan cándida, tan agradable y tan Te-Quiero-Tanto-Mamá de la líder del SNP con unos niños nescafé en una casita de muñecas que representa el 10 de Downing Street (la dirección londinense de los primeros ministros británicos)… La foto, que no engaña, desmiente tanto al titular que para qué.

Si yo fuera del SNP, hoy difundiría esa portada/tapa con mucho ahínco, como diciendo miren cómo somos y miren cómo nos tratan.

Es otra demostración de que el sectarismo es el camino más corto a la incompetencia.

PS: Una posible explicación de las portadas del Telegraph son estas ocho páginas de publicidad del Partido Conservador que llevan hoy. El titular de portada/tapa parece sacado de la publicidad. ¿O será al revés?





Algunas portadas via JPB* y otras no. Las páginas de publicidad via Conservatives.

jueves, 26 de febrero de 2015

Publicidad no es protección


Es la tapa de hoy de Diario Patagónico de Comodoro Rivadavia (provincia de Chubut, en la Patagonia argentina). Se quejan porque una empresa que no nombran les retiró la publicidad y ponen como antecedente el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que obliga al estado a pautar en los medios de Editorial Perfil (que el gobierno nunca cumplió).

Aquí la página 3:



Todo parece indicar que el anunciante es Pan American Energy, la empresa petrolera privada más grande de la Argentina, propiedad de la familia Bulgheroni, con explotaciones en la provincia de Chubut y negocios en otros lugares del mundo. PAE no tiene ninguna necesidad de publicidad en un diario de Comodoro Rivadavia ni en ningún medio del mundo ya que sus ventas no dependen de esa publicidad. Quizá algo de presencia institucional, que tampoco es necesaria, pero nada más.

Con esa pauta PAE pagaba protección para ellos y para sus amigos (Mario Das Neves), Diario Patagónico no respetó el trato, PAE retiro la publicidad y ahora Patagónico se hace el independiente.

Diario Patagónico forma parte del Grupo Indalo, propiedad de Cristóbal López, uno de los empresarios más allegados al gobierno de los Kirchner, el mismo que le ofrenda medios como contraprestación a ciertos privilegios en sus negocios relacionados con el juego y la energía. 

miércoles, 18 de febrero de 2015

Otra ofrenda al poder y van...

El Grupo Indalo, cercanísimo al poder político argentino, compró el 60% del Grupo AmFin, editora de los diarios Ámbito Financiero, Buenos Aires Herald y El Ciudadano de Rosario. Los periódicos que hasta ahora controlaba Orlando Vignatti -que fue quien lo informó- se agregan a los que ya tiene Indalo Media.


Lo dicho: es fácil explicar la compra de medios por parte de Cristóbal López, el empresario del juego kirchnerista. Sus negocios dependen de sus vínculos con el poder y cuantas más concesiones consigue, más necesita probar su fidelidad y aumentar sus contraprestaciones. Para López los medios de comunicación no son un negocio sino una ofrenda al poder político.

Consecuencias de las ofrendas al poder, en Paper Papers, 9/5/2013
No tan duro de domar, en Paper Papers, 21/6/2012
La tormenta perfecta, en Paper Papers, 20/6/2012
Daniel Hadad no es Héctor Magnetto, en Paper Papers, 28/4/2012