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lunes, 21 de agosto de 2017

La mala prensa del papel


Daniel Dessein, presidente de ADEPA, ha subido a su muro de Facebook fotos de un seminario sobre Tendencias, innovación y estrategias para productos impresos que sea realizó el jueves pasado (me la perdí) en Buenos Aires. Entre las fotos está la de arriba y este resumen de Daniel:
Paradójicamente el papel no tiene buena prensa. Sin embargo sigue representando más del 90% de los ingresos de la industria de los diarios y las revistas, la circulación creció un 40% a nivel global en la última década (aunque cayó en los mercados desarrollados) y el soporte sigue ofreciendo ventajas competitivas no debidamente destacadas. La lectura en papel monopoliza nuestra atención frente a la dispersión implícita en los dispositivos electrónicos, la capacidad retentiva se potencia, los argumentos son captados con mayor claridad, el tiempo de retención es mucho más alto, la efectividad comercial es más intensa. El papel sigue fijando la agenda periodística y juega un rol que genera gran expectativa en contextos como el de las últimas elecciones, en los que los resultados pueden tener múltiples lecturas. Las ediciones impresas ofrecen un espacio de desconexión del ruido tecnológico para reconectarse con la realidad con mayor profundidad, destacando lo accesorio de lo relevante, encontrando sentido en medio del océano informativo. 
En La Nación de hoy, escribe José Claudio Escribano (que como su nombre lo indica, escribe muy bien). Muestra un gran sentido del sarcasmo y su desconfianza –compartida en mi caso– de los consultores. Vale la pena leerlo completo, por eso, además del link, se lo dejo aquí abajo.

El artículo es genial y el segundo párrafo es delicioso.

En el primero, al mencionar a la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas, Escribano aclara que ADEPA es como se llama a la asociación nacional de diarios. Ojalá ocurriera eso. La industria de la prensa argentina todavía mantiene histéricamente por lo menos tres cámaras empresarias de diarios cuyo fin es la fortaleza de la industria. Separada como la Iglesia del Estado aparece ADEPA, que defiende solo la libertad de prensa como una doctrina separada de la independencia económica de la industria (abajo tiene cuatro links a este tema en Paper Papers)

Y un detalle menor: Escribano confunde oxímoron con pleonasmo.
Un aplauso para ADEPA
Nunca imaginé que alcanzarían mis días para una tarde como la del jueves en la asociación nacional de diarios, conocida como ADEPA. Para un viejo periodista fue una tarde única: era para hablar sobre el valor del diario de papel. 
Venimos de décadas en que tipos que nunca dedicaron veinticuatro horas seguidas de sangre, sudor y lágrimas a una redacción han hecho el curioso milagro -bastante rentable, por cierto- de ganarse la vida dictando cátedra en todo el mundo sobre cómo aggiornar y mejorar los diarios mientras repartían estampitas impregnadas con óleos de extremaunción de la prensa gráfica. 
En los diarios hemos sido duchos en enterrar a destiempo gente que gozaba de buena salud. Es por esas cosas del fragor del diario trajín, ¿vio? Pero al día siguiente nos rectificábamos compungidos, no como se le imputaba a un antiguo colega español de provincia, que después de haber despachado al otro mundo, anticipándose por días, a un agónico perseverante, comenzó la necrología definitiva con tan rotundas palabras: "Ayer, finalmente, murió?"- 
No sólo los gurús del periodismo desde su alta cátedra de plástico, sino los propios diarios y casi todos sus elencos en alineación disciplinada han diagnosticado hasta el cansancio que la prensa impresa está irremediablemente muerta. Desde comienzos de siglo el pobre Arthur Sulzberger, publisher de The New York Times, y sus acólitos vienen diciendo que en cinco años más seguramente ya no publicarán el diario en papel. Siempre me pareció una tontería haberlo dicho, pero deberían seguir persistiendo en esa milonga de tanatólogos que ya es veinteañera. Al menos por cábala. Lo harían en beneficio de quienes un solo día en la vida han dejado de tomar como elixir de información y cultura ese ejemplar oloroso de tinta fresca, que sobrecoge la piel cuando se lo toma y desliza entre las manos. Fenómeno de sensualidad que agradecemos a la magia compartida con los diarios y los libros. 
El viejo salón de actos de ADEPA en Chacabuco 314 se había reconvertido hace tiempo en ámbito especializado para la transmisión de todas las bondades, que son muchísimas, de las nuevas plataformas digitales, como las llaman los muchachos. Hete aquí que nadie esperaba que por una tarde el telón se correría para indagarnos de qué se ha estado hablando durante tantos años -más de veinte, en algunos casos notorios-, porque la revolución ha sido impresionante, es verdad, y a esta altura con miles de millones de internautas, pero los números "no dan" como se había pregonado que darían sólo por los cauces de esa revolución iniciada en los noventa, la mayor desde Gutenberg. 
Me entremezclé esa tarde en ADEPA entre una multitud de editores estupefactos, con caídas impresionantes en la circulación de sus diarios, periódicos y revistas. Ya saben en carne propia, el colmo de los colmos, que las nuevas plataformas de la información, a las que han transferido los pocos recursos a salvo de las voraces redes fiscales, no acarrean ingresos publicitarios compensatorios de las pérdidas habidas. Y que es por dos intemperancias, aparte de nuestras propias cojeras. La primera, porque entre Google y Facebook pasan un rastrillo que deja pocas fichas en la mesa: incluso, nada menos, las de la publicidad oficial del Estado, que se patina así el dinero de los contribuyentes argentinos. La segunda, porque lo que queda del mercado publicitario para repartirse en el planeta digital entre los otros jugadores -diarios, radios, televisión- se halla tan segmentado que es ínfimo lo que pueden sumar los contables y auditores de las empresas de medios; es labor especializada de microcirujanos o entomólogos. 
Cómo no iba a ser un espectáculo maravilloso el de esa tarde en ADEPA, en que un gentío aturdido se congregaba para escuchar las nuevas verdades que se abren paso en el mundo del periodismo. La principal: hay un porvenir por delante, discúlpese el oxímoron, en el que la rentabilidad que haga posible la continuidad del periodismo independiente dependerá, más que nunca, de lo que las audiencias estén dispuestas a pagar por el contenido periodístico de las publicaciones, sean en papel u online. Para eso hay que cobrar. 
Desde luego, el periodismo de calidad es un periodismo caro. Y si Mariano José de Larra, Adolf Ochs, lord Beaverbrook o Juan Santos Valmaggia revivieran atronarían con la requisitoria de qué clase de novedad es aquélla. Es lo que tenemos, queridos maestros: ahora los gurús dicen a los periodistas que deben ser confiables, descartar las noticias falsas, escribir notas atractivas, colocarlas en el contexto debido, utilizar diseños atractivos, etcétera, etcétera, como si ustedes, y quienes los antecedieron, hubieran pregonado por siglos lo contrario o abandonado la escuela del oficio en primer grado. También tenemos ahora, queridos maestros, la "métrica", ese cálculo avaricioso que ustedes ignoraron y que trabaja, consumismo en puro estado de néctar, sobre el instante, el suspiro. Ni siquiera sobre el plazo breve, y mucho menos, olvídense, sobre el mediano y largo plazo. La performance de la métrica es, si nos descuidamos, como la de las encuestas casquivanas, a las que subordinan los políticos obsecuentes y ciudadanos mediocres cada uno de sus pasos, y así va el mundo. Olvídense, por igual, queridos maestros, de la inspiración y el norte de quien cree que debe cumplir con una rectoría social: lo que importa es qué quieren las audiencias. ¿Populismo periodístico? Eso es para otro capítulo, por fortuna subsisten diarios con ideario doctrinario. La Nación es uno. 
Sólo por una pulsión masoquista pudo el periodismo haber aceptado sin chistar el perseverante prenuncio de los gurús sobre la muerte de la prensa gráfica. Dos décadas después de la primera versión online de un diario, en California, el 92 por ciento de los ingresos mundiales de las empresas periodísticas provienen del diario de papel. Todos ignoramos hasta cuándo se prolongará esa situación, en medio de las pérdidas de circulación y de publicidad. Esta última ha caído del 70 al 29 por ciento en The New York Times en pocos años sobre el total de los ingresos; en su lugar, han subido muchísimo los ingresos por la suscripción al diario en sus dos versiones. 
Nadie debería reprochar a las empresas periodísticas haber carecido de una estrategia exitosa de negocios. Sería como reclamarles en el futuro que produzcan ebitdas (rentabilidad antes de impuestos, amortizaciones y depreciaciones) de la magnitud del pasado, porque todo ha cambiado con la fuerza de una revolución histórica como no la ha habido otra. Le siguió el eco de un tiempo de prueba y error. Pero estamos volviendo al orden natural de las cosas. Se afirma de tal modo la tendencia mundial a reinstaurar la regla de oro de que todo trabajo debe ser remunerado. Así, más y más diarios se disponen a cobrar por sus contenidos online y se preparan para más esfuerzos por los que logren mantener en flotación sus ediciones en papel por el mayor tiempo posible: sin esa fuente de ingresos, hoy se desmoronaría todo, pues cesarían las transferencias para pagar por el montaje, el mantenimiento, el crecimiento y la maduración de los bebes y adolescentes de la industria, los del lenguaje digital. 
Como dijo uno de los oradores en ADEPA, acaso al final sólo queden diarios boutique. O sea, los mejores entre los mejores, los de más alta calidad en su información, comentarios y entretenimientos para los públicos más exigentes y, por lo tanto, con circulación más acotada aún. 
Hasta es posible que ese tráfico en el glorioso papel que ya formaba e informaba cuando nuestros tatarabuelos llegaron a este mundo sea más amplio de lo que una vez más comienza a concedérsele. No va a cambiar, con seguridad, de una generación a otra lo que un neurocientífico y psicólogo cognitivo de la fama mundial de Stalisnas Dehaene advierte sobre la condición humana. Que en la relación entre cerebro y lectura se perciben reacciones reflejas insuperables sobre la capacidad de retención y la capacidad para jerarquizar los distintos conocimientos que asimilamos. 
El diario, la revista, los libros, son los espacios naturales para ahondar la reflexión. En los estudios sobre estrategias de lectura, se observa que los internautas son como los corredores de 50 o 100 metros, y los de los diarios, los maratonistas. Si esto es así, ¿cómo podría desentenderse un avisador inteligente del valor del tiempo dedicado a la lectura? Y más todavía en los fines de semana, en que la gente quiere desconectarse del trabajo y de verificar por enésima vez, ja, ja, si tiene batería suficiente o si a la conexión por wi-fi se la ha llevado el diablo. 
¿Es pedir demasiado si pedimos un aplauso para ADEPA?

Oportunidad histórica para ADEPA, en Paper Papers, 9/8/07
ADEPA y la entidad periodística, en Paper Papers, 18/7/07
Entidad e identidad de ADEPA, en Paper Papers, 17/7/07
ADEPA tiene un problema de identidad, en Paper Papers, 16/7/07

sábado, 7 de junio de 2014

Nadie hizo tanto por la libertad de prensa


Hace apenas dos años algunos diarios de la Argentina, solo con la idea de conseguir los beneficios que por otras vías no conseguían, resolvieron agruparse en una nueva entidad que les resolviera eficazmente esas necesidades. Nos son periódicos del interior ni de Buenos Aires, no son chicos ni grandes, no son progobierno ni contragobierno. Son diarios convencidos de dos cosas:

1. No hay libertad de prensa sin salud económica.

2. Están dispuestos a defender la libertad de Clarín y de cualquier empresa periodística a ser amigo o enemigo del gobierno, pero también están cansados de compartir sus desventuras cuando son enemigos y de no disfrutar de sus privilegios cuando son amigos.

El anuncio del jueves pasado fue el uno de los hechos más auspiciosos para la libertad de prensa en la Argentina en los últimos... 50 o 100 años.

A causa del periodismo combativo que algunas empresas de medios han opuesto al periodismo militante de las amigas del poder político, ADEPA y ADIRA se volvieron solo capaces para declamar y reclamar derechos, pero incapaces para conseguirlos. Y han arrastrado al resto de la industria al borde del abismo.

Al final resultó que nada más y nada menos que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner -la perseguidora de periódicos- ha hecho más por la libertad de prensa que lo que sus detractores de la industria esperaban. Ha propuesto al congreso una ley para rebajar la presión impositiva sobre los diarios con la excusa legítima de su condición de patrimonio cultural y otra que les permite canjear sus deudas fiscales con publicidad en sus páginas. Y no les ha pedido nada a cambio. Aquí el decreto 852/2014.

Si a alguien se debe el decreto de la presidenta que da aire para respirar a casi todos los diarios medianos y pequeños de la Argentina es a AFERA, al lobby constante de sus integrantes y a su presidente, Gustavo Isaack (diario Ámbito Financiero de Buenos Aires).

Mientras ADEPA, AEDBA o ADIRA no entiendan la salud económica como presupuesto indispensable para la libertad, no atinarán nunca a cumplir sus objetivos de representación de la industria o de custodios de la libertad de prensa. Y mientras la industria siga dividida en facciones histéricas, será débil e incapaz de conseguir los derechos que declaman.

NOTA: El autor de este post es director del diario El Territorio, miembro de ADEPA (Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas), de ADIRA (Asociación de Diarios del Interior de la República Argentina) y de AFERA (Asociación Federal de Editores de la República Argentina). AEDBA es la Asociación de Editores de Diarios de la ciudad de Buenos Aires.

NOTA 2 (10 de junio): Para no dar lugar a malentendidos corregí la versión del 7 de junio en la que hiperbólicamente decía que Cristina Fernández era quien más había hecho por la libertad de prensa en la Argentina (para colmo aclaraba que era una hipérbole).

jueves, 9 de agosto de 2007

Oportunidad histórica para ADEPA

El próximo miércoles 16, en ADEPA se discutirá la inclusión de los llamado periódicos digitales como miembros activos. Los estatutos de ADEPA son bastante claros al referirse a quiénes pueden y quiénes no pueden ser miembros activos y adherentes. Desde su misma fundación, conviven diarios y revistas pero no canales de televisión ni emisoras de radio; tampoco las agencias de noticias, que están contempladas expresamente como miembros adherentes, aunque nadie dude de su condición de entidades periodísticas públicas o privadas.

Es que, de hecho y aunque tenga entre sus miembros a revistas, ADEPA funciona como la Asociación de Periódicos de la República Argentina y así lo entiende la opinión pública. ADEPA representa pacíficamente a los diarios en la SIP y en la WAN y se considera hermana de otras asociaciones nacionales de diarios. Esa ha sido su fortaleza y también su debilidad, debido a la división en cuatro instituciones que no terminan de distinguir sus competencias.

Es evidente que los artículos segundo y quinto de los estatutos se refieren a los medios gráficos independientes, que tengan como negocio central el periodismo, cuando establece que pueden ser miembros activos las “entidades editoras de publicaciones periodísticas de aparición regular y circulación general” y que no pueden serlo “las publicaciones editadas por reparticiones oficiales (…), por asociaciones u organizaciones estatales o que representen intereses gremiales o profesionales”. Tan claro se lo ha entendido que, en 45 años no se han incorporado ni emisoras de radio ni canales de televisión, ni se ha dejado entrar como miembros activos a las agencias de noticias, a pesar de haberlo intentado más de una vez. Se ha argumentado que los canales de televisión y las emisoras de radio no pueden ser asociados por depender de licencias públicas y no cumplir, por tanto, la condición de la independencia. Pero entonces no hay otra razón que no sea su condición no gráfica para las agencias noticiosas privadas argentinas como DYN o NA. También se ha dicho que, cuando se fundó ADEPA en 1962 (los estatutos son de 1966) no existía la televisión y la radio era a galena… La primera emisión de radio en la Argentina –y en el mundo– es del 27 de agosto 1920 (en 1962 ya existía el transistor), la de TV es del 17 de octubre de 1951 y Julius Reuter fundó la primera agencia privada en 1850.

En la palabra entidad puede caber de todo. Un diario lo es. También una emisora de radio y un canal de televisión, aunque parte importante de su espacio o de su tiempo lo dediquen al entretenimiento. Una newsmagazin o una revista deportiva son entidades periodísticas ¿pero lo es una revista infantil, una de modas, del corazón o pornográfica, no contempladas entre las técnicas, científicas o culturales del artículo segundo? Si las emisoras de radio o televisión no pueden ser miembros por depender de una licencia estatal ¿puede ser miembro de ADEPA un programa de TV? ¿es una entidad periodística? ¿no es más entidad periodística un programa de actualidad política que el canal emisor? La palabra entidad admite toda clase de personas jurídicas y físicas (cfr. Diccionario de la Real Academia Española). La única puntualización que hacen los estatutos es la condición de un solo voto por entidad, sin importar la cantidad de publicaciones que edite. Hay sitios de internet para todo: algunos son periodísticos y muy pocos tienen personería jurídica por depender de personas físicas que no serían entidades para ADEPA aunque sí lo son para el DRAE.

Quien otorga los dominios de internet argentinos (el sufijo .ar) es el estado nacional a través de la Cancillería. ¿Son entonces independientes los sitios de internet radicados en la Argentina o deben asimilarse a la condición de la radio y la TV? Hasta el sitio web de ADEPA depende de un registro del gobierno argentino que debe renovarse periódicamente y que puede ser revocado unilateralmente con un simple aviso:

Art. 15. NIC Argentina podrá revocar el registro de un nombre de dominio cuando, por razones técnicas o de servicio ello sea conveniente, notificando electrónicamente al registrante. En el caso de que la revocación se realice por orden judicial, será efectivizada en el plazo que en la misma se establezca.” (Reglamento de NIC Argentina)

Muchos diarios tienen también emisoras de radio o canales de televisión. Internet ya no es tan nuevo y sus sitios web se independizan del papel. Empezaron volcando la misma información que publicaban en la edición del día. Luego se fueron despegando con material y lenguaje propios que les permite aumentar el tráfico y vender publicidad para ese tráfico. Hace tiempo que han aparecido sitios independientes de los diarios: primero en el interior y después en Buenos Aires (en Misiones se da el contrasentido de un sitio web afín al gobierno que se pasó al papel e imprime el periódico Misiones On Line). Infobae.com y otros sitios parecidos se llaman a sí mismos “periódicos digitales” igual que en casi todo el mundo y en distintos idiomas se llama “carro” a los automóviles. Los diarios son un medio de papel (o de otro soporte) pero siempre en el modelo documental, suficientemente probado por más de 3.000 años. Un soporte portátil y cálido, propenso al análisis, completamente asimilado con el lector, que lo puede utilizar cómo y cuándo quiere (cfr. Mediamorphosis, por Roger Fidler, Pine Forge, 1997).

“La radio es primordialmente un medio de música y conversación. La televisión está dominada por el entretenimiento. Internet es un medio de búsqueda, sin seguridad acerca de la calidad o veracidad de los contenidos. Los periódicos siguen siendo el único medio dedicado primordialmente a las noticias: información que es generalmente verificable, precisa, imparcial y en busca de la verdad”. (Brian Steffen, Director de la Newspaper Association of America).

Two forms of free information have emerged over the last decade: free Internet news and free daily newspapers. Internet news is of course not free at all. People invest in hardware, connections and extra features like digital cameras, game consoles, webcams etc. But content is perceived as being free... the free daily has been around for more than 10 years now. In general, publishers of paid newspapers don't seem to like free papers that much, as this quote from the publisher of Bild Zeitung illustrates: "every day without a free newspaper is a good day". But in reality the relationship is more complicated: 50% of the total circulation of free newspapers is published by companies that publish paid newspapers as well. (Piett Baker, Universidad de Amsterdam, en el informe de la WAN 2006).

La decisión es política y no técnica y va a poner a ADEPA en la encrucijada de su existencia: o se decide a cumplir el papel corporativo de cámara empresaria de la industria de diarios de la Argentina o terminará en una institución que agrupa y defiende a los periodistas y sus libertades.

Para constituirse en corporación sólo tiene que reunirse en una sola asociación junto con las otras dos instituciones que agrupan a los periódicos: ADIRA para el interior y AEDBA para Buenos Aires (la CEMCI concentra las asociaciones de medios independientes: una división más, paradójica consecuencia de la falta de unidad entre las anteriores). Desde una sola entidad fuerte se puede y debe defender la industria con la convicción de que es el medio más eficaz para defender la libertad de expresión y de prensa.

Si, en cambio, ADEPA acepta los “diarios digitales”, se convertirá en una agrupación de periodistas. Es que luego deberá aceptar a los programas periodísticos de radio y televisión, las agencias, las editoriales que publican libros de actualidad... Después vendrán los periodistas que son una empresa o una marca y hasta una entidad unipersonal: Mariano Grondona, Alfredo Leuco, Marcelo Longobardi, Luis Majul, Joaquín Morales Solá, Magdalena Ruiz Guiñazú... (el orden es alfabético). Detrás de ellos llegarán sus empleados y los de todos los medios que exigirán su derecho: quién va a negar a cualquier persona física su condición de entidad como ente o ser (cuarta acepción del DRAE). También aparecerán en la lista los que cobran de los servicios de inteligencia, los que venden su pluma, los extorsionadores disfrazados, los operadores, los graduados en periodismo, los que se pasaron a las gerencias de comunicaciones de las empresas, los prenseros y toda la fauna del fantástico y apasionante mundo del periodismo: todos ellos tienen blogs, “periódicos digitales” o sitios de internet.

Pero si ADEPA se convirtiera en una asociación de periodistas, habría que fundar una nueva Asociación de la Prensa Argentina que resulte de la unión de las actuales ADIRA y AEDBA. Esa asociación sería similar a la ANJ de Brasil, la ANP de Chile, ANDIARIOS de Colombia, AEDEP del Ecuador o la NAA de los Estados Unidos. Deberá abocarse con determinación y urgencia a conjurar las graves amenazas a la libertad de prensa de las que escasamente se ocupa hasta ahora, como:

1. La insolvencia económica de muchos periódicos, que los lleva a perder su independencia y caer en las maniobras de extorsión con la publicidad pública o privada.

2. El sistema distribución y comercialización perverso y mafioso, amparado por leyes antiguas, injustas y poco republicanas, que asfixia a los diarios y les impide vender su producto con libertad.

3. La degradación cultural de la Argentina que aumenta cada año y hace difícil encontrar profesionales capaces de expresarse y público capaz de comprender los mensajes. Sin lenguaje no hay expresión posible, y la libertad de pensamiento se vuelve una quimera.

Los fines y los estatutos de ADEPA son perfectamente compatibles con una redefinición de sus tareas y el cumplimiento cabal de su misión en una agrupación fuerte y poderosa, enfocada al servicio de la libertad de información y opinión de los periódicos argentinos.

Esta redefinición implica dejar de actuar como una “iglesia” para convertirse en una verdadera cámara empresaria de la industria de los diarios argentinos, que defiende los intereses de sus asociados, empezando por la libertad de expresión, inseparable de su solvencia económica y financiera, que es su presupuesto indispensable. Por esta misma razón no debería pretender ADEPA ser la única ni la más importante institución defensora de la libertad de prensa: cuantas más haya, mejor.

ADEPA y la entidad periodística, en Paper Papers, 18/7/07
Entidad e identidad de ADEPA, en Paper Papers, 17/7/07
ADEPA tiene un problema de identidad, en Paper Papers, 16/7/07