La semana pasada el peque vino con un resfriado bastante grande,
mocos, toses y aunque no ha tenido fiebre ha estado bastante molesto varios días
y al final sin remedio alguno se lo ha pegado a su hermana.
Da igual lo veteranos que seamos en esto de las fiebres, mocos o catarros la primera vez que nuestro bebé se pone malo lo pasamos fatal, o al menos yo.
Irene por ahora solo tiene mocos en las
vías altas y un poquito de tos, estamos con lavados nasales y con mucho cuidado y un poco expectantes porque Eric a los tres meses cogió su primera bronquiolitis y no queremos que
la historia se repita.
La pobre lo pasa mal porque quiere dormir
y no puede respirar y se enfada, pero por lo demás sigue muy contenta y comiendo
bien ¡espero que se quede solo en mocos!
Y yo estoy para el arrastre porque la semana
pasada apenas pegue ojo cuidando al mayor y esta semana he estado
pendiente de la gorda... lo mío ya no son ojeras son ¡manchas de oso panda!
Ilusa de mi que pensaba que por nacer en abril y tener el verano cerca no iba a coger resfriados tan pronto.