Hoy hace un mes exactamente que el peque empezó el famoso "cole de mayores".
Su adaptación ha sido inmejorable, ha ido contento siempre, con una sonrisa en los labios, feliz de ir al colegio, de conocer a nuevos amigos, y de aprender muchas cosas.
Le fascina el colegio nuevo, los espacios, su profesor, las cosas de clase, el patio "gigantesco".
Tan sólo lloró el primer día que se quedó en el comedor pero según me dijo "porqué no entendía muy bien a donde iba".
Después de esta adaptación tan buena y estando super contentos con el colegio y su profesor hoy he decidido "asi sin pensarlo mucho" que me iba a pasar por allí a la hora del recreo.
Ha sido una decisión de última minuto, me he puesto mis zapatillas y me he ido andando (normalmente voy en coche) hasta el colegio.
He estado cotilleando desde una zona elevada (más o menos cuatro o cinco metros por encima del patio de infantil) que es un paseo peatonal que lo rodea por un lateral.
Desde allí se puede ver perfectamente el patio pero los niños no te ven.
¿Y que he visto?
Pues he visto un Eric feliz, riendo a carcajadas, subiendo y bajando del tobogán unas cien veces, tirándose de mil maneras posibles (abrazado a otro compañero, de espaldas, sentado, solo...) y corriendo sin parar.
Me ha gustado ver como se desenvuelve rodeado de muchos niños, jugando tranquilamente. Pero sin duda lo que más me ha gustado es verle tan contento, tan como es él, feliz y risueño.
No voy a ir a verle todos los días ni mucho menos, de hecho no creo que vuelva a ir en una temporada, tal vez si le noto algo raro o en un día de mucho frío para ver si va bien abrigado.
PD. Y no quiero dejar de escribir la frase que me ha soltado esta mañana "¡¡mamá, me pica el cerebro y las ideas!!"