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lunes, 19 de agosto de 2013

Sin niño

Ya estamos de vuelta a la realidad, currando y con muchos planes por delante, se han acabado los días de playa, de turismo rural y de tranquilidad en el pueblo.

Pero no todos hemos vuelto, el peque ha decidió por si mismo que no volvía para casa, que se quedaba unos días más en el pueblo con sus abuelos.

Es la primera vez que le dejamos más de una noche fuera de casa y la verdad se hace un poco cuesta arriba.

El niño lo ha decidido él solo, ni le hemos obligado ni se le ha impuesto. Se lo está pasando fenomenal con sus abuelos y ni se acuerda de nosotros, es llamarle por teléfono y te dice "es que me tengo que ir a jugar, luego hablamos". 

Mirándolo fríamente todo son ventajas, el pobre se libra de este calor infernal que hace por aquí (después de haber estado durmiendo con manta se lleva peor), tengo mucho trabajo esta semana y la "convivencia" solos se haría difícil y además así sigue disfrutando de sus "interminables" vacaciones.

Sé que está fenomenal, muy bien cuidado y disfrutando al máximo y eso es tranquilizador pero no por ello se hace más llevadero porque hay momentos en los que le echo muchísimo de menos, la casa está tan vacía sin él, tan silenciosa...

Muchas de vosotras por twitter me habéis recomendado aprovechar el momento, dormir más, descansar, disfrutar en pareja... lo intentaremos en la medida de nuestras posibilidades porque tanto Papá como yo tenemos trabajo atrasado que tenemos que sacar y aparte citas importantes que nos ocuparán parte de ese tiempo.

Lo positivo es ver que el peque con sus 4 años está totalmente preparado para pasar unos días con sus abuelos sin extrañar, ni llorar, ni sufrir por no vernos y eso que él y yo hemos estado pegados como dos lapas desde que le dieron las vacaciones.


¡Qué mayor se hace mi niño!

martes, 2 de julio de 2013

Cuando el yayo era peque

Ya he contado cientos de veces que mis padres son bastante mayores, el próximo año cumplirán 80 años y la diferencia respecto de cómo era su vida cuando eran pequeños a la de mi hijo es abismal.

Siempre me ha gustado ir con mi padre a su pueblo, al huerto, a coger setas, a pasear por el monte, que me enseñara donde llevaba a las cabras (porque mi padre de pequeño era como Pedro el de Heidi, el cabrero del pueblo) y una de las cosas que más gracia me hacía era cuando me contaba que se tumbaba en las piedras y cogía la teta de las cabras y daba unos chupitos de leche.

El otro día cuando vi este libro me recordó mucho a mi padre y a las diferencias tan grandes entre su infancia y la de Eric.

"Cuando el Yayo era peque" de Lilli Messina, de la editorial Takatuka.


El libro no puede ser más bonito, cuenta la historia de cómo un Yayo intenta explicar a un bebé cómo era la vida cuando él era pequeño.

El abuelo dice "cuándo yo era pequeño, todo esto aún era de color verde". En la siguiente página podemos ver al abuelo recordando las praderas y las casas bajas y en el lado opuesto al bebé imaginando su ciudad de color verde.


El abuelo dice "me tocaba bañarme en la cocina", y el abuelo recuerda estar bañándose en un barreño al lado del fuego y el niño se imagina a su abuelo dentro del fregadero.


El abuelo le explica que los coches iban tirados por caballos y el peque en lugar de ver un carro con caballos se imagina a un caballo tirando de un automóvil.


Son varias situaciones que nos hacen ver cómo era la vida de nuestros padres o nuestros abuelos y cómo se la imaginan nuestros hijos, una doble visión de la misma situación que es difícil de entender para aquellos niños que nunca han pisado un pueblo.

Me ha parecido muy entrañable y tierna, una mezcla de recuerdos y risas que a mi hijo le han encantado.

He aprovechado el cuento para explicarle como vivía mi padre en el pueblo, y creo que me este libro me ha ayudado para que lo entienda. 

Estoy deseando llevar el libro al pueblo para que se lo lea mi padre porque estoy segura de que va a despertar muchos recuerdos en él y se los va a intentar contar al enano.

Ilustraciones muy divertidas y llenas de color con una tipografía en mayúsculas bastante clara.

Le damos un total de 4 monstruos porque nos ha llegado al corazón.



¿A vosotros que os parece el cuento?

lunes, 20 de mayo de 2013

El papel de los abuelos


El otro día hablaba por whastapp con mi rubia sobre los abuelos, sobre si es bueno dejarles con abuelos consentidores, o si por el contrario debemos intentar que los abuelos tengan nuestras mismas reglas.

Hoy creo que voy a ser poco popular con lo que voy a escribir pero creo que los abuelos deben ser abuelos. 
Pensaréis, ¡qué tonterías dice esta chica! ¿Verdad? pero no debemos olvidar que los padres somos nosotros, los abuelos una vez fueron padres, hicieron su papel lo mejor que pudieron y ahora les toca vivir otra experiencia.

Los abuelos tienen que llevar a los nietos a sitios mágicos, comprarles juguetes y gominolas, prepararles la comida que más les guste y darle millones de besos y abrazos.

A nosotros como padres nos toca poner las normas y las reglas y los abuelos y tíos están para saltárselas.

Otra cosa diferente es cuando por circunstancias de la vida los abuelos conviven con los padres o los niños se pasan la mayor parte del tiempo en casa de la abuela, en ese caso tiene que haber un consenso en las normas y un cumplimiento, aunque la abuela sea más flexible a la hora de ponerlas en práctica.

En mi casa cuando era pequeña no te podías manchar, nadie se podía subir a la cama, había que comer lo que te pusieran en el plato y había cosas de la casa con las que no se podía jugar.

Ahora veo como mis sobrinos y mi hijo juegan con "adornos" de la casa de mi madre, como pintan con tiza el suelo, como saltan en las camas y comen lo que quieren, como se ensucian y la abuela dice "son niños, se tienen que ensuciar".

Mi madre ya no pone las normas, ahora se las salta y es feliz haciéndolo. A mí me toca reconducir la situación, pero seamos sinceros me encanta  ver la cara de cómplice de mi hijo y mis padres cuando se han saltado una norma.

Y que quede claro que me "jode" como a la que más cuando un día le han una chuche cuando no toca o le compran gusanitos antes de la cena... 

Pero algún día me vengaré cuando sea abuela.

¿Que pensáis vosotros?

martes, 17 de abril de 2012

Tu abuela y tú

Hace tiempo que quería contarte como es tu relación con tu abuela pero por una cosa o por otra nunca encuentro el momento.

Me cuesta escribir estas entradas, me faltan las palabras y pienso que no son fiel reflejo de la realidad, que me quedo corta.

Tu abuela te adora y tú a ella.

Los primeros días en los que yo estaba tan perdida ella vino a nuestro lado para acunarte y cantarte, para cuidarme y ayudarme a encontrar el camino.

La he visto sentarse a tu lado y jugar con mil cosas, crear historias de la nada y cantarte cientos de canciones.

La oigo mientras mantenéis conversaciones "interesantisimas" y cómo la cuentas todo lo que te pasa, lo que has hecho, lo que has visto, con quién has jugado.

Si está en el pueblo y no puedes verla la llamas por teléfono (todos los días), sabes hacerlo solo (tienes el número grabado) y cuando te regaño es la primera a la que llamas para contárselo y que ella me regañé a mi ¡no sabes nada!.

Te encanta que te compre galletas y magdalenas, eres un goloso y sabes que ella nunca te dirá que no.

El día que te digo que va a ir a buscarte a la guarde se te ilumina la cara, se lo cuentas a tus amigos, a la profesora, cuando aparezco me preguntas ¿la abuela?, la ves y te tiras a sus brazos.

Esta reacción sería normal si fuese poco habitual que te fuese a buscar, pero si están en Madrid tus abuelos te van a buscar todos los días a la guarde, llueva, haga frío o calor. Pero para ti es como si fuese el primer día.

Cuándo la abuela se va, porque es tarde y tiene que ir a su casa, lloras y lloras deconsoladamente, con lagrimones que te cubren toda la cara y a todos se nos hace un nudo en el pecho.

Da igual que te expliquemos que se va un momento y luego vuelve (a ver la telenovela o a comprar), tú lloras.

No te pasa con el abuelo, ni con tus otros abuelos, ni con papá ni con mamá, te pasa sólo con tu abuela.

Te ríes a carcajadas con ella, haces mucho el loquillo, sois un poco payasos, y os encanta chinchar juntos al abuelo, le escondéis el periódico, le hacéis cosquillas, le regañáis de mentirijillas.

He visto como ha infringido sus preciadas reglas (nosotros nunca nos las pudimos saltar), te deja tocar todo, no importa que manches ¡luego se limpia!, y el otro día estuviste ¡saltando en su cama!.

Me gusta cuando estamos en el pueblo y de madrugada te metes con ella a dormir, me gusta cuando te sientas encima de ella y la pides que te arrulle, pero sobretodo me gusta cuando la dices "abuela te quiero mucho" y te la comes a besos.

lunes, 18 de abril de 2011

Primera noche con los abuelos

Este fin de semana ha sido muy intenso. El sábado despedida de solteros y el domingo el cumpleaños de mi hermano.

El sábado por la noche tuvimos una cena de primos a la que no podíamos dejar de ir. Cuándo hemos tenido este tipo de acontecimientos o bodas (se pueden contar con los dedos de una mano), lo que normalmente solemos hacer es dejar al enano con mis suegros o con mis padres y esa noche dormimos en su casa. Así cuando llegamos a la hora que sea nos metemos en la misma habitación donde duerme el niño y nos despertamos juntos.

Pero el otro día dado que estaban mis padres en Madrid y que vivimos a dos calles decidí que sería la primera noche que pasaría con los abuelos.

Como duerme en cama desde el año tan sólo le lleve la barrera y preparé la que antiguamente era mi cama.

Mientras yo me lo comía a besos y se me hacía un nudo en la garganta el muy caradura me dice "adiós mamá, ¡ven Abo!" y ahí se quedó tan pancho con sus abuelos y sin mirarme.

Me cuenta mi madre que tan sólo se despertó una vez para pedir agua y que cuando vió que se la daba la abuela se puso muy contento.

Mi sensación muy rara. Era la primera vez que llegábamos (papá y yo) a casa y el enano no estaba, sentía  un hueco enorme en el pecho y unas ganas locas de ver a mi niño.

Al dia siguiente a las ocho me planté en casa de mis padres y alli estaba mi gamberro jugando y tan feliz.

Fue duro para mi (supongo que es normal que las primeras veces cueste), pero estoy muy orgullosa de mi niño, de que sea un pequeñajo que se adapte tan bien al entorno, que no tenga miedo ni llore por quedarse a dormir en una casa que no es la suya y sobretodo por ser tan cariñoso con sus abuelos.

Tengo ganas de tener un fin de semana tranquilito y poder disfrutar los tres juntos, sin prisas, sin agobios, dedicándonos todo el tiempo los unos a los otros.

lunes, 14 de marzo de 2011

"Abo"

El Abo es mi padre, es cierto que llama Abo a todos sus abuelos pero el oficial es mi papá.

Mi padre es una de las personas más importantes de mi vida. Tiene 77 años (que se dice pronto) pero una vitalidad que ya la querría para si mismo un chaval de 20 años. Es capaz de andar kilómetros y kilómetros de monte, hacer leña, cavar su huerto, ayudar a mi hermano a construir su casa, todo con mucha fuerza y mucha energía.

Mi relación con él es muy especial tal vez porque soy la pequeña y la única niña, me encanta que sea super cariñoso (siempre nos está abrazando a uno o a otro, cogiéndonos de la mano, dándonos besos). Me encanta pasear con el por el monte, ir a buscar setas, que me cuente cosas de cuando era joven...

Eric le adora y mi padre a él, es algo que se nota, tienen una relación muy especial.

Mis padres suelen pasarse la mayor parte del tiempo en el pueblo y vienen a Madrid cada dos semanas, pasan unos días y vuelven a irse.

Los días que están aquí mi padre siempre (haga bueno, malo, se encuentre pachucho o no) va a buscar a mi enano a la guarde conmigo, es capaz de llevarle en brazos todo el camino y mientras comérsele a besos.
Se tira al suelo a jugar con él, le lee cuentos, vamos al parque, le hace gracias para que se ria y le achucha hasta decir basta.

Durante mi baja maternal me ha acompañado siempre, nos íbamos a pasear los tres juntos o se quedaba con el bebé en brazos para que yo pudiera poner una lavadora o tender la ropa o ducharme.

El verano pasado disfrutó muchisimo con el teniéndole tanto tiempo en el pueblo y está deseando que llegue pronto el que viene para que me vaya todo el tiempo que pueda con ellos "para que el niño no pase calor" me dice...
Ayer después de dos semanas sin verse se le caía la baba mientras Eric le bailaba una canción y le enseñaba como hacía torres.

Esta mañana antes de irnos a la guarde le ha llamado para decirle "Abo, mua" y le ha tirado un beso. Después ha venido mi padre a estar un rato conmigo y me decía "me quiere mucho ¿verdad?", y yo le decía "claro papá te quiere muchisimo".

Y este es el Abo, un hombretón flacucho y desgarbado de más de metro ochenta que adora a todos sus nietos y que hace lo que sea por verles felices. Desde sacar 30 veces al perro para que mi sobrina lo pasee aunque sepa que se le va a escapar y luego tendrá que buscarlo él, coger a los más pequeños y llevarlos a ver la fuente otras tantas veces, ir de paseo por las noches a buscar un tractor para que mi sobrino duerma contento, dejar que le quiten el telediario (cosa sagrada para él) para ver dibujos y mil cosas más...

Este es el "Abo Sergio", mi niño tiene mucha suerte de tenerle. Otro día hablaré de mi madre que también es muy especial.

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