Ya estamos de vuelta a la realidad, currando y con muchos planes
por delante, se han acabado los días de playa, de turismo rural y de
tranquilidad en el pueblo.
Pero no todos hemos vuelto, el peque ha decidió por si mismo
que no volvía para casa, que se quedaba unos días más en el pueblo con sus
abuelos.
Es la primera vez que le dejamos más de
una noche fuera de casa y la verdad se hace un poco cuesta arriba.
El niño lo ha decidido él solo, ni le hemos obligado ni se le ha
impuesto. Se lo está pasando fenomenal con sus abuelos y ni se acuerda de
nosotros, es llamarle por teléfono y te dice "es que me tengo que ir a
jugar, luego hablamos".
Mirándolo fríamente todo son ventajas, el
pobre se libra de este calor infernal que hace por aquí (después de haber
estado durmiendo con manta se lleva peor), tengo mucho trabajo esta semana y la
"convivencia" solos se haría difícil y además así sigue disfrutando
de sus "interminables" vacaciones.
Sé que está fenomenal, muy bien cuidado y
disfrutando al máximo y eso es tranquilizador pero no por ello se hace más
llevadero porque hay momentos en los que le echo muchísimo de menos, la casa
está tan vacía sin él, tan silenciosa...
Muchas de vosotras por twitter me habéis
recomendado aprovechar el momento, dormir más, descansar, disfrutar en
pareja... lo intentaremos en la medida de nuestras posibilidades porque tanto
Papá como yo tenemos trabajo atrasado que tenemos que sacar y aparte citas
importantes que nos ocuparán parte de ese tiempo.
Lo positivo es ver que el peque con sus 4
años está totalmente preparado para pasar unos días con sus abuelos sin
extrañar, ni llorar, ni sufrir por no vernos y eso que él y yo hemos estado
pegados como dos lapas desde que le dieron las vacaciones.
¡Qué mayor se hace mi niño!