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miércoles, 11 de abril de 2018

de Sarah Lark.


Título: La canción de los maoríes
Autora: Sarah Lark
Editorial: Ediciones B, 2012
Páginas: 704.

SINOPSIS.

Nueva Zelanda, 1893. Elaine es la atractiva nieta de Gwyneira, quien un día viajó desde el extremo opuesto del mundo para casarse con un desconocido. De su abuela ha heredado la melena pelirroja y el espíritu libre... hasta que William, un misterioso irlandés, irrumpe en su vida y ella cae rendida a sus encantos. Pero entonces, la llegada de su prima Kura, con su sensualidad maorí, cambia el destino de Elaine, y ambas tendrán que enfrentarse a sus propias decisiones y a los vaivenes de una tierra comparada con el paraíso.

La canción de los maoríes continúa la historia de En el país de la nube blanca, la inolvidable saga familiar ambientada en Nueva Zelanda, con que la escritora alemana Sarah Lark ha cautivado a ocho millones de lectores en todo el mundo. El resultado, que culmina El grito de la tierra, es una epopeya literaria tan emotiva como fascinante que nos lleva a la tierra donde viven los sueños.

IMPRESIÓN PERSONAL.

Como ya sabéis los que habitualmente os pasáis por este blog, este año me he propuesto equilibrar la lectura de libros pendientes de leer en la estantería y novedades editoriales que me atraigan. Y de momento, la cosa no va mal. No es de esos propósitos del año que voy incumpliendo como siempre. El libro que os traigo hoy es uno de esos que lleva en la estantería unos cuantos años y aún me queda el último de la Trilogía cogiendo polvo.

Putorino maorí
Me ha gustado mucho esta nueva entrega de la trilogía de La nube Blanca y eso que cuando la comencé me esperaba que la historia iba a ir de otra cosa. El título me ha parecido engañoso porque cuando lo leí pensaba que la autora se iba a recrear en esta ocasión de lleno en las vidas y costumbres de los maoríes y no ha sido así. A pesar del título el pueblo maorí aparece como de fondo en toda la novela, por su relación con una de las protagonistas, Kura, que desciende de madre maorí y por su pasión por la música que tiene algunas raíces de esta cultura, pero poco más aparece de la cultura de estos habitantes primigenios de Nueva Zelanda, como podría intuirse del título de la novela.

Salvando esto, la historia me ha gustado mucho. Desde luego Sarah Lark sabe hilvanar perfectamente las historias familiares de diferentes generaciones, con historias de amor convulso y de difícil encaje con el propio desarrollo histórico del país en que todo va aconteciendo. Si en la primera entrega conocemos el encaje de las vidas en Nueva Zelanda de Gwyneira y Helen, ambas recién llegadas, en esta segunda entrega vamos a conocer de cerca las vidas de dos jóvenes descendientes, Elaine y Kura, dos nietas de Gwyneira, la segunda con sangre maorí, que atrae a todos los que la ven. La vida de dos jóvenes cuyos comienzos  se llenan de avatares, la mayor parte de las veces por tomar decisiones equivocadas y rodearse de hombres con intereses que nada tienen que ver con lo que ellas desean para su futuro. Las dos protagonistas, a pesar de ser primas, tiene personalidades totalmente contrapuestas. Por un lado, Elaine tiene una personalidad excesivamente soñadora, enamoradiza y llena de una ingenuidad típica de las niñas que no se han tenido nunca que preocupar por nada mientras Kura, que se ha criado en las llanuras de Canterbury, rodeada de criadores de ovejas, es de una personalidad mucho más fuerte y segura de sí misma, rebelde hasta el máximo porque precisamente por ser mestiza entre su abuela Gwyneira y el jefe de la tribú maorí le han dibujado cual ha de ser su futuro, un futuro que ella se niega a asumir porque quiere ser cantante de ópera en Occidente.

Junto a esta fuertes mujeres y sus abuelas, se mueven un elenco de varones cuyo papel sólo sirve de herramienta para que el desarrollo de la trama y de las personalidades de las mujeres se visualice de forma mucho más nítidas. A pesar del machismo tan exacerbado de la época, son estas mujeres las que toman sus propias decisiones, aún en contra de todo lo que se pueda o no admitir en la época.

Por otro lado, si en El país de la nube blanca conocimos de cerca todo el entramado y fórmulas usadas para la cría de ovejas neozelandesas, así como una parte importante de la cultura maorí, en esta nueva entrega de la trilogía, la autora nos enseña claramente el estilo musical de los maoríes y su encaje con la música de occidente y, sobre todo, me ha gustado especialmente, la ambientación y la descripción del mundo de las minas, sus carencias y los accidentes que acontecían con tantas muertes cada vez que ocurría algo así, como en 1896.

A pesar de la cantidad de páginas, lo cierto es que he leído la novela con mucha fluidez porque la autora pasa de la historia de un personaje a otro con bastante agilidad y eso hace que casi nunca te canses en los momentos en los que pueda parecer que la historia se ralentice.

En conclusión, La canción de los maoríes ha sido una buena lectura, a la altura de la primera entrega de esta trilogía, que aúna historias de amor, traiciones, historia del país y unos personajes con fuerza que me han mantenido pegada a sus páginas hasta el final sin mayor esfuerzo por mi parte.


martes, 9 de febrero de 2016

de Sarah Lark.


Título: La estación de las flores en llamas.
Autor: Sarah Lark.
Editorial: Ediciones B-Ebook, 2015.
Páginas: 840.

Resumen oficial.

Mecklemburgo, 1837: el sueño de una vida mejor convence a los familiares de Ida de emigrar a Nueva Zelanda. Pero cuando el barco Sankt Pauli llega por fin a la Isla Sur, a su pasaje le espera una sorpresa desagradable. 

¿Así es realmente la tierra prometida? Pronto el destino de Ida toma un giro tan inesperado como el de su amor secreto hacia Karl. Y por algún motivo, en esa tierra Ida solo encuentra amistad y protección en la exótica y singular Cat, una chica criada entre maoríes….

Hasta que llega la noche de la gran inundación.

Impresión personal.

Tengo aún dos libros de la Trilogía de En el país de la Nube Blanca sin leer porque sólo he leído el primer libro. De sentido común sería haber seguido leyendo esta Trilogía y no lanzarme a empezar una nueva Trilogía de esta autora ¿pero quien se resiste a Laky de Libros que hay que leer cuando te pilla su ímpetu por medio? Yo desde luego no así que aquí me tenéis habiéndome leído este "tochazo" y con dos tochos aún en la estantería pendientes. Mi sentido común brilla por su ausencia, evidentemente.

No me arrepiento desde luego, es sólo una auto-riña para leer los otros dos cuanto antes porque lo cierto es que a pesar del número de páginas los libros de Sarah Lark son muy entretenidos y se leen sin darse una cuenta. Son toda una mezcla de historia, paisaje y ambientes, costumbres, saga familiar y amores imposibles. Y todo ello, aliñado con una buena y sencilla forma de escribir, sin complicaciones, que te permite seguir tantas páginas sin apenas descanso y sin ningún tipo de confusiones a pesar de que hay muchos personajes y diferentes escenarios en Nueva Zelanda.

Si tengo que destacar lo que más me gusta de este tipo de libros, desde luego, diría la parte histórica y costumbrista. No tiene porqué ser necesariamente lo mejor pero sí lo que me gusta más a mi. Nueva Zelanda es una zona del mundo de la que no sabía absolutamente nada más allá de que estaba en el mapa y lo cierto es que esa mezcla tan bien hecha que hace la autora entre realidad histórica y ficción te dibuja una época muy llamativa en un mundo recóndito, lejos de los hechos en occidente que tanto conocemos. Sarah Lark nos sitúa en la Nueva Zelanda de 1837, una época en la que está ya recibiendo grandes olas de inmigrantes alemanes, ingleses y de otros países europeos. En el mundo actual pareciera que estas soberbias potencias que hoy se niegan a recibir inmigrantes de zonas desfavorecidas del mundo, nunca hayan tenido la necesidad de salir de sus países y ya vemos que la historia contradice esta idea. A Nueva Zelanda, un país con miles de nuevas posibilidades llegan los más pobres de estos países "desarrollados", los oportunistas, los esquilmadores y sin escrúpulos y hasta los delincuentes reconocidos, no los sospechosos de serlo como ocurre hoy en día. Resulta curioso con lo que estamos viendo a diario en los medios con los inmigrantes y también...desalentador. Por otro lado, ese orgullo europeo de los que llegan, a pesar de venir de la miseria más palpable, impide que las relaciones con las poblaciones locales, los maoríes vayan más allá de intentar robar y eliminar todo lo que sea ajeno a la cultura que ellos traen de sus respectivos países. En el caso de los alemanes, no quieren ni relacionarse con los ingleses y prefieren intentar crear poblados independientes ajenos a la posibilidad de mezclar sangres, costumbres o idiomas. Son verdaderos extremistas religiosos que rechazan cualquier tipo de innovación o uso que no pertenezca a su cultura.

Todos estos hechos, inmigración, culturas ultra-religiosas europeas, culturas ancestrales de los maoríes y las luchas entre ambas culturas, se reflejan a la perfección en la novela. Desde mostrarnos el tipo de vida que llevaban los inmigrantes en Mecklemburgo, su difícil viaje hacia la tierra prometida en el Saint Pauli, su decepción a la llegada y la matanza de Wairau, las inundaciones de Santk Paulidorf, la cría de ovejas y la exportación de la lana y las duras condiciones de vida de los que en esa tierra se abren camino. En todos estos sucesos la autora encaja perfectamente a los  personajes, unos personajes que se mueven por el territorio en función del tipo de comunidad al que pertenecen. Por eso ninguno cruje ni chirría aunque a veces su comportamiento te irrite por lo cerrado, lo odioso y lo extremo. Los dóciles, los que no se cuestionan nunca las injusticias, son excesivamente dóciles como le pasa a Ida, una joven mujer que lleva sobre sus hombros toda una educación cerrada, machista y religiosa que le impide respirar en un nuevo mundo lleno de luz. Los malos de corazón, lo son hasta el extremo como Ottfried, marido de Ida, que utiliza en beneficio propio esa cultura machista para vejar, violar y salir airoso casi siempre de sus odiosas acciones. Cat, un espíritu libre y luchador, que sacrifica su propia libertad por amistad y lealtad a la desgraciada Ida. A veces una amistad y lealtad llevada al extremo que yo deseaba que rompiera por enfermiza. Y Karl, el joven eterno enamorado de una mujer imposible, incapaz de renunciar a ella, que no deja de luchar por ese objetivo vital. Entre medias, una serie de personajes, maoríes o europeos, que se entremezclan a lo largo de todo el libro para dar sentido a las acciones de los personajes principales. Las acciones o la inacción de algunos de ellos ayudan a que lo que parece imposible, al final se pueda realizar y las piezas del puzzle encajen a la perfección.

No os cuento más, salvo que os animo a leer algo de Sarah Lark si no la habéis leído. Merece la pena y tampoco el que sea una serie os debe echar atrás porque los libros son autoconclusivos. Cuentan la parte de la historia de una familia y el resto suele comenzar con la siguiente generación. Son muchas páginas, si ... pero se hacen pocas y rápidas porque el ritmo es adecuado y lo que relata es tan interesante que cuesta despegarse de sus páginas sin saber como acaba cada historia.


jueves, 9 de abril de 2015

de Sarah Lark.


Título: En el País de la Nube Blanca
Autora: Sarah Lark
Editorial: Zeta Bolsillo, 2013
Páginas: 752.

Resumen oficial.

Una inolvidable saga familiar en el exótico marco de Nueva Zelanda. 

Londres, 1852: dos chicas emprenden la travesía en barco hacia Nueva Zelanda. Para ellas significa el comienzo de una nueva vida como futuras esposas de unos hombres a quienes no conocen. 

Gwyneira, de origen noble, está prometida al hijo de un magnate de la lana, mientras que Helen, institutriz de profesión, ha respondido a la solicitud de matrimonio de un granjero. Ambas deberán seguir su destino en una tierra a la que se compara con el paraíso. Pero ¿hallarán el amor y la felicidad en el extremo opuesto del mundo?

"En el país de la nube blanca", el debut más exitoso de los últimos años en Alemania, es una novela cautivante sobre el amor y el odio, la confianza y la enemistad, y sobre dos familias cuyo sino está unido de forma indisoluble.

Impresión personal.

Por fin he conseguido vencer el "miedo al tocho" y ponerme con esta Trilogía tan famosa. Mi primer acercamiento no ha estado mal y he de decir que el libro me ha gustado mucho y que a pesar de sus más de setecientas páginas, me ha tenido pegada a ellas de principio a fin. Creo que Sarah Lark es una gran contadora de historias, muy hábil, centrándose en aquellos aspectos que sabe que más van a llamar la atención de sus lectores, aunque en ocasiones me hubiera gustado que incidiera más en algunos aspectos por los que pasa o abandona demasiado pronto para mi gusto. Así que me ha gustado mucho pero también me hubiera gustado aún más si hubiera incidido con mayor énfasis en los temas que os comentaré en esta impresión. Supongo que algunas de esas carencias pueden quedar solucionadas en los dos volúmenes que aún me restan de esta Trilogía.

Como casi todos sabéis, en este libro, he navegado a Nueva Zelanda por primera vez que yo recuerde y ¡qué viaje y qué país! Casi todo el primer tercio de la novela, la parte que te engancha a ella sin remedio, lo conforma la presentación de las dos protagonistas femeninas, Helen y Gwyneira, sus circunstancias, su procedencia y sus caracteres tan contrastados, así como sobre todo, su arrojo a la hora de decidir dejarlo todo atrás y embarcarse durante casi tres meses rumbo a las antípodas para irse a vivir junto a dos hombres desconocidos en una nueva tierra de la que apenas conocen nada. A veces la huida hacia delante es la única solución que algunas personas encuentran para mejorar sus vidas. Esto es lo que le ocurre a las protagonistas y éstos son sus motivos para vencer el miedo y "atreverse" como mujeres de una determinada época en la que no se espera nada de ellas más que sean madres, a lanzarse en esta aventura sin retorno. Por un lado, tenemos a Helen, una mujer rígida en sus costumbres y fiel cumplidora de los usos de su época; soltera institutriz de dos jóvenes muchachos que ve que los años se le pasan sin posibilidad de cumplir con su sueño que no es otro que casarse y criar hijos mientras mantiene a unos hermanos que derrochan su escaso dinero "estudiando". Por otro lado, en contraste, tenemos a Gwyneira (Gwyn), una joven de clase media-alta, intrépida para una sociedad que le exige sumisión  y recato, horrorizada porque su futuro pase por casarse con un gentleman, criar hijos y llevar una vida aburrida de charlas banales con mujeres, cuidar rosas en el jardín y olvidarse del campo, sus perros y caballos y la cría de ovejas a la que se dedica su padre.

Para las dos mujeres, Nueva Zelanda significa una nueva tierra por hacer donde piensan que podrán cumplir cada una de ellas sus sueños a su manera. Evidentemente, las dos cumplen con el objetivo de casarse con cada uno de los hombres seleccionados aunque sus objetivos principales distan mucho de verse cumplidos, al menos, durante muchos años de estancia. Realmente, el libro nos va contando la vida de estas dos nuevas familias, dos familias cuyos destinos se entrecruzan de forma continua no sólo por la amistad que une a las dos mujeres durante la larga travesía en barco sino porque en el pasado de sus dos familias existen una serie de enfrentamientos que ellas desconocen. La verdad es que la historia de ambas familias es envolvente, aunque he echado en falta mayor protagonismo de Helen, que queda un tanto relegada respecto al papel protagonista de Gwyn. Es cierto que la historia de Gwyn es más intrépida y enérgica por el carácter de la propia protagonista, y también en ella reside la verdadera historia de amor del libro, pero me hubiera gustado que se le diera más relevancia, por un lado, al tema de los malos tratos a las mujeres (las dos los sufren en grado alto) y en el caso de Helen, a su estrecha relación con los maoríes. Creo que se pasa muy de puntillas por la vida, costumbres, carácter y acontecimientos de la población autóctona de Nueva Zelanda y me hubiera gustado conocer mucho más de ellos. Su relación con Helen hubiera sido un buen punto de encuentro, aunque ello hubiera supuesto incrementar más aún el número de páginas.

No obstante, Nueva  Zelanda, una gran desconocida para mi, ha quedado perfectamente perfilada en mi mente. Sus paisajes, parte de su historia, su economía en la época en que se desarrolla la novela con sus grandes fincas dedicadas a la cría de ovejas, la captura de focas y ballenas o la búsqueda de oro, una economía incipiente pero próspera día a día.

En el país de la nube blanca es una saga familiar y si las protagonistas principales son mujeres, destacan también una serie de hombres que las rodean y que van marcando su destino y el de sus hijos, aunque la verdad es que la mayoría de ellos, salvo alguna excepción como Mackenzie o George, resultan insufribles en la historia. Por un lado, Gwyn ha de sufrir a su suegro, Gerald Warden, un tipo rudo, exigente y brutal, cuyo único interés es conseguir descendencia para que la finca pueda seguir funcionando tras su muerte, y a su marido, Lucas, hijo de Gerald, que es todo lo contrario de lo que su padre y Gwyn esperaban, un pobre hombre que odia la finca, homosexual y con dotes para el arte antes que para la cría de ovejas, aparte de un cobarde consumado incapaz de defender a su esposa. En la familia de Helen, el cóctel no resulta más halagüeño ya que Howard O'Keefe es aún más rudo, bestia e inculto que su vecino Gerald y maltrata de forma continua a su mujer. Entre los dos hombres hay una enemistad que viene de antiguo y que, al menos a mi, no me ha quedado claro en la novela cuáles son los motivos últimos por los que los dos hombres se odian de ese modo.

La novela tiene un ritmo dispar aunque ello no ha influido en que me haya gustado. En principio, la primera parte es absorbente y hace que te enganches sin remedio con la presentación de los personajes y su viaje en barco hacia la isla. Sin embargo, tras esta parte parece que la historia se ralentiza. Perdemos a las seis huérfanas que viajan en el barco junto a Helen, aunque luego las vamos recuperando poco a poco, somos testigo de la historia de amor de Gwyneira y conocemos muy de pasada la vida de los maoríes y muy en profundidad los detalles de la vida en las dos fincas. Y la última parte, es de vértigo, tan de vértigo que no se puede dejar de leer porque todo ocurre muy rápido, muchas cosas a la vez, muchos personajes relacionados y un final apoteósico aunque predecible en cierta manera. Creo que esta diferencia de ritmo es normal en un libro con tantas páginas y ya digo que no he pensado en ningún momento que fuera un inconveniente para seguir leyendo.

Creo que es recomendable leer esta historia. Es una historia de mujeres aparentemente blandas y conformadas por una época que las pretende aniquilar como personas independientes y que, sin embargo, demuestran ser todo lo duras, valientes y constantes que la situación de sus vidas les exige. Es la historia de una lucha sin tregua y la victoria de la inteligencia frente a la fuerza. También es parte de la historia de una tierra lejana, de lo que era y de lo que se pretende que sea por parte de los autóctonos y los que llegan disfrazados de civilización.


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