Esta semana, postferia de Zafra, sí que es para mi la vuelta a la rutina definitiva. Sólo me falta que empiece el otoño en Extremadura y podamos guardar la ropa de verano que ya va siendo hora. Ya apetece un poco de lluvia, un poco de frío, de manta y de bebidas calentitas con un buen libro en la mano. Mientras eso llega, esta semana andaré leyendo, como much@s, Una Madre de Alejandro Palomas y también quiero leer Muchachas de Katherine Pancol.
Estoy terminando también un libro muy cortito que empecé la semana pasada y que acabaré hoy o mañana: Los casos de Mauricio Romero, el detective de Cuenca de Mauricio Romero (Antonio Santos). Realmente es un libro de relatos, de ahí que lo lea sólo en ratos perdidos porque cada historia del detective va por separado.
Ya es hora de que yo misma me llame al orden y retome lo que abandoné este verano pasado y que me está costando coger de nuevo. Si no lo hago ahora, no lo haré nunca y volveré a verme derrotada por Cervantes y su Quijote, y eso no entra en mis planes. Así que aquí vuelvo de nuevo con este Reto que abandoné en el Capítulo 28 cuando el cura y el barbero están escuchando la historia de Dorotea y Cardenio:
Capítulo 29. Que trata de la discreción de la hermosa Dorotea, con otras cosas de mucho gusto y pasatiempo.
Escuchada la historia de Dorotea, Cardenio que la había estado escuchando en silencio, le explicó quien era él y como su amor Lucinda se habúa cruzado con el amor de Dorotea, Fernando y que ambos eran desgraciados por ese motivo. En estas circunstancias, Cardenio decide defender el honor de Dorotea ante Fernando y reponerlo para que ésta pueda volver a llevar una vida digna.
Antes de eso, Dorotea decide ayudar al cura y al barbero para conseguir que Don Quijote, que sigue haciendo penitencia en la sierra, regrese con ellos a su pueblo para poder curarlo. Dorotea se hace pasar por una princesa en apuros y pide fingiendo a Don Quijote que necesita su ayuda y éste no duda en seguirla junto con el barbero disfrazado y Sancho Panza. Una comitiva a la que luego se une Cardenio disfrazado y el propio cura que se hace el encontradizo con la comitiva.
De momento, el engaño funciona y ni Don Quijote ni Sancho, que también ha sido engañado, sospechan que en realidad Dorotea es una falsa princesa y que todo es una treta.
Don Quijote y Sancho Panza continúan en busca del reino de Micomicon con su "princesa" Dorotea (Micomicona) que le va contando por el camino lo que ha ocurrido en su "reino" y como lo necesita para que venza al gigante que le ha usurpado su tierra. En recompensa le ofrece el reino y casarse con ella, cosa que Don Quijote rechaza provocando el enfado de Sancho Panza porque ve que sus expectativas de convertirse en un gran señor se esfuman si don Quijote rechaza a la princesa por amor a Dulcinea.
Resulta muy gracioso como los dos se dejan engañar por la historia y como prácticamente la ven resuelta y lo que pasaría después como si ya hubiese pasado.
Al final del capítulo los dos se apartan del resto de la comitiva para hablar sobre el encargo que en su día le hizo don Quijote a Sancho de llevarle un mensaje a su amada Dulcinea.
Capítulo 31. De los sabrosos razonamientos que pasaron entre don Quijote y Sancho Panza, su escudero, con otros sucesos.
En este capítulo Sancho Panza se inventa su visita a Dulcinea y se lo va relatando con mucha gracia a Don Quijote que a cada "verdad" del escudero sobre su amor platónico, él va disculpándolo inventándose otra cosa u otra causa. Por otro lado, de nuevo Sancho, pensando en su ínsula, intenta convencer a Don Quijote de que vaya con la princesa, venza al gigante y se case con ella para que, siendo rey, pueda darle lo que le ha prometido para ser su escudero.
Al final del capítulo aparece Andrés, el muchacho al que supuestamente liberó de su amo que le estaba dando una paliza. Andrés maldice a Don Quijote y le dice que la próxima vez se meta en sus asuntos porque después de irse él, su amo le dio una tunda aún más larga y más fuerte y no le pago nada de lo que le debía.
Capítulo 32. Que trata de lo que sucedió en la venta a toda la cuadrilla de don Quijote.
En este capítulo Don Quijote y sus acompañantes llegan de nuevo a la venta donde Sancho fue manteado en su día. Mientras don Quijote se retira a dormir, el ventero saca una maleta con libros de caballería y una novela sin editar llamada el Curioso impertinente.
En este capítulo surge un debate sobre la novelas de caballería, el cura criticándolas y queriéndolas quemar y el ventero y su familia defendiéndolas porque les gusta cuando algún letrado se las lee. Lo más gracioso del asunto es que la gente de la venta cree que lo que se relata en los libros de caballería ha ocurrido de verdad y que esos caballeros andantes han existido, salvo que en esos momentos esa actividad ya está pasada de moda. Por mucho que el cura les intenta convencer de que todo es ficticio y que esos libros sólo sirven para entretener, en la venta, ninguno le cree.
Tras esta discusión, el cura se ve forzado a leer en voz alta la novela del Curioso impertinente.
Capítulo 33. Donde se cuenta la novela del Curioso impertinente.
Este capítulo se me ha hecho algo pesado entre otras cosas porque los protagonistas de la novela Anselmo y Lotario lo son. Aunque la historia que narra la novela no está mal, se me han hecho algo tediosos los diálogos entre los dos amigos.
Básicamente, la historia consiste en que Anselmo y Lotario son íntimos amigos. Anselmo está casado con Camila, una mujer que tiene todas las virtudes que en esa época se pueden desear en una mujer. Pero Anselmo considera que tener estas virtudes es sencillo si no tiene tentaciones externas que demuestren que es tan buena persona y, sobre todo, tan fiel y pura. Para demostrarlo, convence a su amigo Lotario para que la pretenda y comprobar si ella lo rechaza o le corresponde. De esta forma, Anselmo se quedaría sin la duda que lo tiene afligido.