Título: El sueño del depredador.
Autor: Óscar Bribián
Editorial: Versátil, 2014
Páginas: 240.
Resumen oficial.
¿Qué tienen en común los poemas de Baudelarie, Silvia Plath o Leonard Cohen con los ahorcamientos para alcanzar el clímax durante la asfixia autoerótica?
En un control rutinario en la carretera de entrada a Zaragoza, la Policía detiene un vehículo sospechoso. En su interior encuentran varios cerdos muertos y diversos instrumentos para desollarlos, algo extraño, pero no especialmente preocupante… si no fuera porque en la boca de uno de los animales aparece un dedo humano…
Laura Beltrán, la nueva subinspectora de la Brigada Provincial de Homicidios, y su superior, Santiago Herrera, un veterano inspector, se verán envueltos en un abanico de asesinatos que combinan el sadismo y los enigmas de la psicopatía con las inquietudes propias del comportamiento humano.
El sueño del depredador es una obra intensa y ágil, convincente hasta en los pequeños detalles, con una trama que entrelaza a los poetas malditos con el imaginario lovecraftiano, personajes extraños y protagonistas afectados por penitencias y contradicciones. Una obra que transmite la esencia del verdadero ambiente policial más allá de los estereotipos, narrada con una precisión y una veracidad que asustan.
Impresión personal.
Me hice con este ejemplar en la Feria del Libro de Madrid donde además tuve la oportunidad y el gusto de conocer al autor y de escucharle hablar sobre el mismo en un encuentro informal que se improvisó en una zona apartada de la Feria en pleno Retiro. No sólo me gustó lo que nos relató sino que ese contacto directo me esclareció algunas cuestiones que luego he ido viendo en el desarrollo de su novela.
En primer lugar, me gustaría comentar que, bajo mi punto de vista, la portada del libro es todo un acierto y que inquieta tanto cómo lo que luego vamos a encontrar en el interior de la misma. Porque El sueño del depredador es una novela inquietante y turbadora, sobre todo, una de las dos líneas argumentales en que se desarrolla. El hecho de conocer de cerca las acciones y pensamientos de un niño de apenas once años con multitud de problemas familiares y escolares te va poniendo, cada vez que aparece, los pelos como escarpias. Un retrato perfecto de como desde la la más tierna infancia, unas relaciones familiares basadas en el miedo y la violencia acaban derivando, si no se remedia, en un futuro adulto susceptible de cometer las mayores barbaridades. Ismael es un claro exponente de esta situación y resulta aterrador verlo evolucionar hacia esa situación a lo largo de la novela.
La otra línea argumental aporta algo más de sosiego al reflejar la investigación policial pura y dura sobre varios casos de asesinatos entrelazados. Una investigación llevada a cabo por los policías Santiago Herrera y Laura Beltrán, dos personajes que se acaban de conocer y de los que iremos viendo, aunque superficialmente, que sus vidas privadas están repletas de problemas que a nadie nos son ajenos. Pareciera que hay cierta tendencia a que siempre en las novelas negras o policíacas, los protagonistas llevan una vida fuera de su trabajo llena de problemas que muchas veces acaban en depresiones, adicción al alcohol u otras sustancias, etc. Sin embargo, cuando una mira a su alrededor quizá estas situaciones son más frecuentes de lo que percibimos en el día a día y en cualquier profesión.
Por otro lado, me he encontrado muy cómoda fuera de Madrid o Barcelona. Cada vez me gusta más que los autores nos lleven a otros lugares de la geografía española (en este caso, Zaragoza), entre otras cosas, porque me resulta mucho más realista la situación en torno al mundo del crimen en España.
Por último, señalar que es una novela en la que se nota que el autor es del "gremio", incluso cuando nos muestra a los "garbanzos negros" de la maquinaria administrativa, como es el caso de Kike. Un lenguaje ágil, sencillo pero veraz y acorde con aquello que nos está contando en cada momento. Con una tensión al escribir que nos transmite directamente a los lectores dependiendo de si estamos en una línea argumental o en otra.
En definitiva, me ha gustado, y mucho, este primer encuentro con Óscar Bribián. Os animo a que le conozcáis y que os adentréis en esta novela negra que mezcla en su interior varios géneros perfectamente hilvanados.
En primer lugar, me gustaría comentar que, bajo mi punto de vista, la portada del libro es todo un acierto y que inquieta tanto cómo lo que luego vamos a encontrar en el interior de la misma. Porque El sueño del depredador es una novela inquietante y turbadora, sobre todo, una de las dos líneas argumentales en que se desarrolla. El hecho de conocer de cerca las acciones y pensamientos de un niño de apenas once años con multitud de problemas familiares y escolares te va poniendo, cada vez que aparece, los pelos como escarpias. Un retrato perfecto de como desde la la más tierna infancia, unas relaciones familiares basadas en el miedo y la violencia acaban derivando, si no se remedia, en un futuro adulto susceptible de cometer las mayores barbaridades. Ismael es un claro exponente de esta situación y resulta aterrador verlo evolucionar hacia esa situación a lo largo de la novela.
La otra línea argumental aporta algo más de sosiego al reflejar la investigación policial pura y dura sobre varios casos de asesinatos entrelazados. Una investigación llevada a cabo por los policías Santiago Herrera y Laura Beltrán, dos personajes que se acaban de conocer y de los que iremos viendo, aunque superficialmente, que sus vidas privadas están repletas de problemas que a nadie nos son ajenos. Pareciera que hay cierta tendencia a que siempre en las novelas negras o policíacas, los protagonistas llevan una vida fuera de su trabajo llena de problemas que muchas veces acaban en depresiones, adicción al alcohol u otras sustancias, etc. Sin embargo, cuando una mira a su alrededor quizá estas situaciones son más frecuentes de lo que percibimos en el día a día y en cualquier profesión.
Por otro lado, me he encontrado muy cómoda fuera de Madrid o Barcelona. Cada vez me gusta más que los autores nos lleven a otros lugares de la geografía española (en este caso, Zaragoza), entre otras cosas, porque me resulta mucho más realista la situación en torno al mundo del crimen en España.
Por último, señalar que es una novela en la que se nota que el autor es del "gremio", incluso cuando nos muestra a los "garbanzos negros" de la maquinaria administrativa, como es el caso de Kike. Un lenguaje ágil, sencillo pero veraz y acorde con aquello que nos está contando en cada momento. Con una tensión al escribir que nos transmite directamente a los lectores dependiendo de si estamos en una línea argumental o en otra.
En definitiva, me ha gustado, y mucho, este primer encuentro con Óscar Bribián. Os animo a que le conozcáis y que os adentréis en esta novela negra que mezcla en su interior varios géneros perfectamente hilvanados.