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domingo, 20 de octubre de 2013

"... la penosa situación de su amado Congo tal y como ella la percibe: los cadáveres esqueléticos de sus parientes y seres queridos, los campos sin sembrar, las reses muertas y los poblados reducidos a cenizas que habían sido su suelo natal, hasta que los ruandeses atravesaron la frontera en tropel y, estableciendo que el Congo oriental sería el campo de batalla de su guerra civil, hicieron caer una avalancha de horrores indescriptibles sobre una tierra que moría ya de abandono.
Al principio, los invasores sólo querían dar caza a los genocidaires que habían matado con sus propias manos a un millón de paisanos suyos en cien días. Pero lo que empezó como una persecución pronto degeneró en una batalla campal por los recursos mineros de Kivu y, de resultas de ello, un país que estaba al borde de la anarquía cayó al abismo, que es lo que por todos los medios he intentado explicar..."

De La canción de los misioneros de John Le Carré.

LA CANCIÓN DE LOS MISIONEROS.

JOHN LE CARRÉ.

Resumen.

Bruno Salvador, al que se conoce coloquialmente como Salvo, es la ingenuidad llevada al extremo. Tiene ventinueve años y es el hijo natural, huérfano de un misionero católico irlandés y la hija de un jefe de una tribu congoleña. Siguiendo los consejos de su mentor, el padre Michael, se prepara para ser interprete profesional de las lenguas africanas minoritarias que, casi desde que nació, ha coleccionado de forma obsesiva.
Metido en esta empresa lingüistica y tan exclusiva, se convierte en una joven promesa de su profesión y no para de trabajar para empresas importantes de la City, hospitales, tribunales de justicia, agencias de inmigración y, los servicios de inteligencia británicos.
Para estos últimos, asiste a una reunión secreta entre señores de la guerra congoleños y un cartel financiero occidental haciendo de intérprete de asuntos que lesionan su conciencia congoleña y africana, renacida a través de un historia de amor con una congoleña que como él, ejerce de enfermera en Occidente.

Impresión.

La verdad es que este autor nunca me queda indiferente, aunque tengo que reconocer que en todas las novelas que le he leído, hay momentos en que realiza giros temporales que hacen que me pierda en la historia y tenga que retomarla de nuevo en algún punto anterior. Este libro he tenido que leerlo muy despierta por este mismo motivo: el retorno al pasado del protagonista a veces hace que me costara trabajo seguir la historia. Por otro lado, el protagonista me ha resultado excesivamente ingenuo; diría que ingenua hasta lo imposible en una persona con un nivel cultural como el suyo, pero por contra resulta ameno de leer en la manera en que comenta en primera persona lo que ocurre y a veces, su ironía resulta graciosa dentro de la gravedad del asunto de que se trata.
Además, el libro nos pone ante la realidad de un país africano que yo, al menos, desconocía. El Congo, del que he buscado después más información es un país devastado por la guerras internas alentadas por las fuerzas occidentales y los países vecinos que a lo largo de su historia no han hecho otra cosa que saquear las gran riqueza natural que contienen sus fronteras. En la Wikipedia se puede encontrar un resumen claro de la historia de este desgraciado país y de como "el coltán sale de las minas a puestos comerciales clave, donde lo adquieren mercaderes extranjeros que lo envían al exterior, principalmente a través de Ruanda. Las empresas con capacidad tecnológica suficiente convierten al coltán en el codiciado tantalio en polvo, para revenderlo después a multinacionales de la tecnología como Nokia, Motorola, Compaq, Sonyy demás fabricantes que lo utilizan en teléfonos móviles y otros productos electrónicos.
En 1996, EE.UU. patrocinó una invasión de fuerzas militares de Ruanda y Uganda que ingresaron por el oriente de la RDC. Hacia 1998 tomaron el control y ocuparon las áreas mineras estratégicas. Muy pronto, el ejército ruandés comenzó a hacerse de más de 20 millones de dólares al mes con la minería del coltán. Aunque su precio ha caído, Ruanda mantiene su monopolio de la explotación y comercio del metal de la RDC. Existe una lluvia de informes sobre desenfrenados abusos de los derechos humanos en esa región minera." 
En este sentido, es de agradecer el que sea un libro profundamente realista, tanto o más que cualquier diario de la época, escrito por una persona que, sin duda, conoce de primera mano el lugar y la problemática que lo rodea.
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