Título: Rendición
Autor: Ray Loriga
Editorial: Alfaguara, 2017
Páginas: 216.
SINOPSIS.
¿Quiénes somos cuando nos cambian las circunstancias?
La guerra dura una década y nadie sabe a ciencia cierta cómo transcurre, qué bando fue el agresor y cuál el agredido. En la comarca, la vida ha continuado entre el temor a la delación y la añoranza de los que fueron al frente.
Cuando llega el momento de evacuar la zona por seguridad, él emprende camino junto a su mujer y al niño Julio, que ayuda a amortiguar el dolor por la ausencia de los hijos soldados. Un futuro protegido parece aguardarles en la ciudad transparente, donde todo es de dominio público y extrañamente alegre.
Allí los recuerdos desaparecen; no existe ninguna intimidad -ni siquiera la de sentir miedo- hasta el momento en que la conciencia despierta y se impone asumir las consecuencias.
«Una historia kafkiana y orwelliana sobre la autoridad y la manipulación colectiva, una parábola de nuestras sociedades expuestas a la mirada y al juicio de todos.»
IMPRESIÓN PERSONAL.
Compré este libro gracias a las recomendaciones que sobre el mismo me hizo Pedro de El búho entre libros y Manuela de Entre mis libros y yo, precisamente el mismo año en que le otorgaron al autor el Premio Alfaguara, es decir, en 2017. Como siempre, cogiendo polvo en la estantería por no variar y ya adelanto que me ha gustado mucho, no solo la historia que nos trae sino el estilo del escritor, un estilo sencillo y coloquial que me ha hecho sonreír en muchas ocasiones con frases cercanas y en boca de un personaje protagonista de lo más normal a pesar de lo extraordinario de la situación que están viviendo.
Toda la historia se desarrolla contada por este personaje, en primera persona, sin apenas diálogos, una especie de agricultor que por casamiento ha pasado a ser hacendado de la finca en la que trabajaba, primero, de peón agrícola y, luego,de capataz. Junto a él conviven su esposa, dueña de la hacienda y viuda del que fuera un día su jefe, y el niño Julio, un niño que aparece por su casa un día, solo, sin familia y sin hablar una palabra, como traumatizado, y con el que la pareja se queda como si fuera su propio hijo. Ambos están solos porque sus hijos biológicos, Augusto y Pablo llevan ya más de diez años en una guerra inacabable, en la que ya no se sabe donde está el bien y donde el mal, quien es el enemigo y de qué bando estamos o debemos estar.
Una historia distópica asentada sobre hechos que todos actualmente podemos reconocer como una guerra inacabable, una evacuación obligada que se vende como la única salvación posible, un nuevo estado cuyos líderes no se pueden identificar, líderes que prometen cuidados permanentes, seguridad, trabajo y bienestar y, sobre todo, transparencia. Un nuevo mundo ideal en una Ciudad Transparente, en el sentido literal del término.
Una trama que, sin ser original, me ha llenado la cabeza de situaciones inimaginables pero que, llevadas a la realidad, me horrorizarían tanto como acaban haciendo con el protagonista. Quizás en el mundo de hoy somos cada vez más transparentes a medida que nos volvemos más inconscientes. No tenemos problemas en mostrar nuestras vidas y las de nuestros hijos en pro del un hábito de consumo enfermizo pensando erróneamente que vivimos camuflados tras una o varias contraseñas. Pero lo cierto es que quienes gobiernan el mundo, que no son los políticos, conocen de nosotros lo mismo que en la Ciudad Transparente de Loriga, hasta cuando hacemos nuestras necesidades, que también son una fuente de negocio allí.
Un libro que toca muchos temas para descubrirnos la sociedad que se pierde y la sociedad del futuro. Nos habla de paternidad, del trabajo y el control sindical, de la felicidad real y de la felicidad que intentan vendernos, del medio ambiente y de los deshechos humanos, de su aprovechamiento y, sobre todo, del agua, de su escasez y necesidad.
Una historia distópica inquietante y, a ratos, creadora de cierto desasosiego, seguramente, porque no todo lo que describe lo sientes lejano e irrealizable. Cada vez todo es menos ciencia ficción y menos distópico. En este libro, nosotros mismos ya en muchos aspectos somos parte de esa historia falsamente futurista.
Toda la historia se desarrolla contada por este personaje, en primera persona, sin apenas diálogos, una especie de agricultor que por casamiento ha pasado a ser hacendado de la finca en la que trabajaba, primero, de peón agrícola y, luego,de capataz. Junto a él conviven su esposa, dueña de la hacienda y viuda del que fuera un día su jefe, y el niño Julio, un niño que aparece por su casa un día, solo, sin familia y sin hablar una palabra, como traumatizado, y con el que la pareja se queda como si fuera su propio hijo. Ambos están solos porque sus hijos biológicos, Augusto y Pablo llevan ya más de diez años en una guerra inacabable, en la que ya no se sabe donde está el bien y donde el mal, quien es el enemigo y de qué bando estamos o debemos estar.
Una historia distópica asentada sobre hechos que todos actualmente podemos reconocer como una guerra inacabable, una evacuación obligada que se vende como la única salvación posible, un nuevo estado cuyos líderes no se pueden identificar, líderes que prometen cuidados permanentes, seguridad, trabajo y bienestar y, sobre todo, transparencia. Un nuevo mundo ideal en una Ciudad Transparente, en el sentido literal del término.
Una trama que, sin ser original, me ha llenado la cabeza de situaciones inimaginables pero que, llevadas a la realidad, me horrorizarían tanto como acaban haciendo con el protagonista. Quizás en el mundo de hoy somos cada vez más transparentes a medida que nos volvemos más inconscientes. No tenemos problemas en mostrar nuestras vidas y las de nuestros hijos en pro del un hábito de consumo enfermizo pensando erróneamente que vivimos camuflados tras una o varias contraseñas. Pero lo cierto es que quienes gobiernan el mundo, que no son los políticos, conocen de nosotros lo mismo que en la Ciudad Transparente de Loriga, hasta cuando hacemos nuestras necesidades, que también son una fuente de negocio allí.
Un libro que toca muchos temas para descubrirnos la sociedad que se pierde y la sociedad del futuro. Nos habla de paternidad, del trabajo y el control sindical, de la felicidad real y de la felicidad que intentan vendernos, del medio ambiente y de los deshechos humanos, de su aprovechamiento y, sobre todo, del agua, de su escasez y necesidad.
Una historia distópica inquietante y, a ratos, creadora de cierto desasosiego, seguramente, porque no todo lo que describe lo sientes lejano e irrealizable. Cada vez todo es menos ciencia ficción y menos distópico. En este libro, nosotros mismos ya en muchos aspectos somos parte de esa historia falsamente futurista.