Título: El faro del silencio
Autor: Ibón Martín
Editorial: Travel Bug, 2014.
Páginas: 431.
Resumen oficial.
Una tarde de otoño, la noche llama a las puertas de un remoto faro de la costa vasca, el cuerpo de una mujer aparece a los pies de la torre de luz. El asesino se ha llevado la grasa de su abdomen. Leire, la escritora bilbaína que ha encontrado el cadáver, se convierte en la principal sospechosa. Desesperada, se verá obligada a iniciar una inquietante investigación que sacará a la luz intrigas familiares y conspiraciones económicas. Sus pasos, que avanzan con más decisión que las pesquisas oficiales, no tardarán en desvelarle que está ante un imitador del Sacamantecas, al brutal asesino en serie que aterrorizó Vitoria en el siglo XIX.
Pasaia, una población dividida por la pretendida construcción de una nueva dársena, es el escenario de estas páginas. Tras su apariencia de apacible pueblo pesquero, se oculta un puerto industrial en decadencia, en el que algunos habitantes guardan una oscura verdad.
Con personajes caracterizados con esmero y una fascinante ambientación, Ibon Martín mantiene al lector en vilo hasta la última página de una escalofriante historia que deja al descubierto las debilidades del alma humana.
Impresión personal.
Los que me conocéis un poco, sabéis que mi destino de vacaciones siempre es de Madrid hacia arriba del mapa. Para ser extremeña llevo fatal el calor de mi tierra y adoro el fresquito de la cornisa cantábrica. El año pasado volví de nuevo al País Vasco y allí fue precisamente Laky del blog Libros que hay que leer, quien nos recomendó visitar Pasaia, pasar en la barca de una lado a otro y comer en alguno de sus estupendos restaurantes. Y eso hicimos. Nunca pensé que iba a volver a ese lugar tan pronto y a través de una novela como la que os traigo hoy. Seguramente hubiera mirado muchas cosas y a muchas personas de otra manera.
Es posible que nada de lo ocurrido en la novela hubiera sucedido en otro lugar porque Pasaia se presta a la perfección a las actividades que se desarrollan en los dos hilos temporales en que los hechos ocurren. Hay muchos parajes magníficos en el País Vasco, desde luego, pero Pasaia es un enclave, una especie de rincón que marca el carácter de sus gentes, sus rivalidades, su cultura y su amor por todo lo que les rodea. Un enclave en el que aún, hoy en día, se puede reconocer su pasado y esa es parte de su atracción. Me ha encantado como Ibón me ha paseado por los lugares de San Juan y San Pedro, por sus caminos y sus precipicios y también por sus paseos en barco, donde la perspectiva de los escenarios es totalmente diferente. Creo que volveré a Pasaia y miraré el lugar de otro modo porque he aprendido mucho con la historia que nos ha presentado el autor.
La historia, mejor dicho, las historias. Dos hilos temporales y dos historias de vida y del lugar, incluso, tres historias. Por un lado, conocemos a Triki, un heroínomano que como casi todos, hace lo que sea por seguir manteniendo su adicción a costa de lo que sea, incluida la infelicidad y la pérdida de sus padres. Su historia, allá por 1983, es la historia de muchos de los jóvenes del lugar, muchos de ellos muertos a causa de la droga que llegaba casi a diario al puerto por medio de las pequeñas embarcaciones de Pasaia. Un tráfico de droga dirigido por la familia Basaide, causantes principales de que casi una generación de jóvenes de la zona estuvieran enganchados a la droga. La vida de Triki resulta penosa y el autor nos muestra como va degenerando a medida que su necesidad de drogarse se va incrementando. El fin normal de cualquiera es la muerte y Triki llega a un punto en que o recula o muere. Y recula. El autor nos hace un dibujo perfecto de este personaje y del mundo que le rodea en estos años, años de una dureza para toda la población increíble. De los que necesitan la droga, de los que pierden a sus hijos en ese mundo y del resto de la población que calla miserablemente ante la situación.
Por otro lado, en 2013 conoceremos a Leire Altuna, una famosa escritora de novela romántica que intenta acabar una trilogía de éxito en la soledad del Faro de la Plata. Leire juega un doble papel en la novela. Por una parte, se convierte en la principal sospechosa de una serie de asesinatos que empiezan a acontecer en Pasaia y que, de alguna manera, se relacionan con ella y, por otra parte, se convierte en la principal investigadora de los crímenes ante la inutilidad de los policías de la Ertzaintza, en especial de su jefe, una situación forzada en exceso. Tengo que reconocer que me ha gustado que fuera una mujer en la policía, la más espabilada, aunque la inutilidad de su jefe está llevada al extremo.
La verdad es que he disfrutado muchísimo con esta investigación, a veces me he sentido algo más nerviosa de lo normal y es que vivir en un faro aislado cuando a tu alrededor cae "hasta el apuntador" no es algo que tranquilice a nadie. Por eso la ambientación que dibuja el autor es tan buena. Hace sentir sosiego o tranquilidad, o miedo e incertidumbre según el caso. También me ha gustado, especialmente, la trama. Está muy bien hilvanada y me ha confundido tanto como a la propia Leire. Un final cerrado y bien construido que me ha dejado "patidifusa" y que no esperaba hasta las últimas páginas.
En conclusión, me ha sorprendido gratamente Ibón Martín. He disfrutado con su historia, con su manera de contármela y con el lugar al que me ha transportado para hacerlo. También con el cambio metaliterario de la protagonista que por fin renuncia a seguir escribiendo sobre unos personajes con los que no se identifica en absoluto. Me he quedado con ganas de más así que estoy deseando seguir con el otro libro que ya está en mi estantería, La fábrica de las sombras.
Es posible que nada de lo ocurrido en la novela hubiera sucedido en otro lugar porque Pasaia se presta a la perfección a las actividades que se desarrollan en los dos hilos temporales en que los hechos ocurren. Hay muchos parajes magníficos en el País Vasco, desde luego, pero Pasaia es un enclave, una especie de rincón que marca el carácter de sus gentes, sus rivalidades, su cultura y su amor por todo lo que les rodea. Un enclave en el que aún, hoy en día, se puede reconocer su pasado y esa es parte de su atracción. Me ha encantado como Ibón me ha paseado por los lugares de San Juan y San Pedro, por sus caminos y sus precipicios y también por sus paseos en barco, donde la perspectiva de los escenarios es totalmente diferente. Creo que volveré a Pasaia y miraré el lugar de otro modo porque he aprendido mucho con la historia que nos ha presentado el autor.
La historia, mejor dicho, las historias. Dos hilos temporales y dos historias de vida y del lugar, incluso, tres historias. Por un lado, conocemos a Triki, un heroínomano que como casi todos, hace lo que sea por seguir manteniendo su adicción a costa de lo que sea, incluida la infelicidad y la pérdida de sus padres. Su historia, allá por 1983, es la historia de muchos de los jóvenes del lugar, muchos de ellos muertos a causa de la droga que llegaba casi a diario al puerto por medio de las pequeñas embarcaciones de Pasaia. Un tráfico de droga dirigido por la familia Basaide, causantes principales de que casi una generación de jóvenes de la zona estuvieran enganchados a la droga. La vida de Triki resulta penosa y el autor nos muestra como va degenerando a medida que su necesidad de drogarse se va incrementando. El fin normal de cualquiera es la muerte y Triki llega a un punto en que o recula o muere. Y recula. El autor nos hace un dibujo perfecto de este personaje y del mundo que le rodea en estos años, años de una dureza para toda la población increíble. De los que necesitan la droga, de los que pierden a sus hijos en ese mundo y del resto de la población que calla miserablemente ante la situación.
Por otro lado, en 2013 conoceremos a Leire Altuna, una famosa escritora de novela romántica que intenta acabar una trilogía de éxito en la soledad del Faro de la Plata. Leire juega un doble papel en la novela. Por una parte, se convierte en la principal sospechosa de una serie de asesinatos que empiezan a acontecer en Pasaia y que, de alguna manera, se relacionan con ella y, por otra parte, se convierte en la principal investigadora de los crímenes ante la inutilidad de los policías de la Ertzaintza, en especial de su jefe, una situación forzada en exceso. Tengo que reconocer que me ha gustado que fuera una mujer en la policía, la más espabilada, aunque la inutilidad de su jefe está llevada al extremo.
La verdad es que he disfrutado muchísimo con esta investigación, a veces me he sentido algo más nerviosa de lo normal y es que vivir en un faro aislado cuando a tu alrededor cae "hasta el apuntador" no es algo que tranquilice a nadie. Por eso la ambientación que dibuja el autor es tan buena. Hace sentir sosiego o tranquilidad, o miedo e incertidumbre según el caso. También me ha gustado, especialmente, la trama. Está muy bien hilvanada y me ha confundido tanto como a la propia Leire. Un final cerrado y bien construido que me ha dejado "patidifusa" y que no esperaba hasta las últimas páginas.
En conclusión, me ha sorprendido gratamente Ibón Martín. He disfrutado con su historia, con su manera de contármela y con el lugar al que me ha transportado para hacerlo. También con el cambio metaliterario de la protagonista que por fin renuncia a seguir escribiendo sobre unos personajes con los que no se identifica en absoluto. Me he quedado con ganas de más así que estoy deseando seguir con el otro libro que ya está en mi estantería, La fábrica de las sombras.