Periodismo, medios e ideas | Journalism, media and ideas | Una mirada a los medios, los periodistas y las ideas de la sociedad de la información | A glimpse at the media, journalists and ideas in the information society
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Monday, May 20, 2013
La guerra de la música
El presente y el futuro de la música están en el móvil y en internet. Google se suma a la oferta de streaming por suscripción, como Spotify y tantos otros, pero con la promesa de disfrutar de tu propia música en todos tus dispositivos. Algo que Apple no ha conseguido con el avejentado iTunes y que permitirá no perder todas las descargas –comerciales o no- que tantos usuarios han acumulado desde que la música se hizo digital. La música vuelve a cambiar como lo hizo con Napster y las descargas o con iTunes y el comienzo del fin de los álbumes.
Los aficionados a la música tienen tres grandes problemas: cómo descubrir música que les guste, escucharla en todos sus dispositivos sin demasiadas complicaciones y no perder una biblioteca donde CDs, álbumes, canciones, descargas en todos los formatos se amontonan. Y todo gratis, o al más bajo precio posible.
La radio no basta. Las emisoras no satisfacen a muchos oyentes aburridos de tanta música igual de comercial y aburrida. YouTube es el MTV del vídeo y para los más jóvenes el soporte fundamental de música gratis, variada y compartida. Ser dueño de los discos todavía es importante para muchos y los compran en formato digital (iTunes de Apple domina) o en CD (57% de la música vendida, según datos de la industria en 2012).
Pero un 20% de los ingresos de la música proceden ya del streaming (un 44% más que en 2011), más de un 30% en Europa. Google quiere ese pastel y volver a revolucionar el mercado como Apple lo hizo la década pasada con iTunes.
Ni Spotify ni el resto de servicios de streaming pueden competir con el poder de almacenamiento del gran buscador. Google quiere ser el mejor DJ con la potencia de sus algoritmos y la combinación con el poder social de Google+ y tus contactos en GMail. La plataforma de distribución en cualquier equipo es Android, la clave móvil y multiplataforma de Google.
Para los músicos y la industria la buena noticia es que el nuevo negocio es de pago y suscripción, atractivo para los más devotos. Para los demás la oferta gratuita mantendrá su poder.
Columna en los diarios de Vocento
Thursday, April 18, 2013
Crece el impacto del vídeo online en audiencia y publicidad
Más de un 40% de los internautas norteamericanos ven vídeo bajo demanda (VOD) y utilizan los servicios de streaming para consumir sus programas de televisión y sus películas favoritas.
Los últimos datos muestran una aceleración de la conversión de la audiencia audiovisual de las pantallas tradicionales a las plataformas con más opciones de selección de los contenidos y una disponibilidad más amplia en diversas pantallas.
El 70% del público más joven se vuelca en el streaming y casi la mitad de los internautas consumen vídeo bajo demanda.
El crecimiento del consumo multipantalla hunde los sistemas de descarga como iTunes, con un 8% de la audiencia, y sigue reduciendo los soportes físicos como el DVD.
La explosión del VOD y la televisión OTT empuja también un fuerte cambio en el mercado publicitario. La erosión del mercado de televisión convencional acelera y crece el valor del vídeo over-the-top como soporte publicitario.
Esta es una de las causas del retraso del mercado publicitario de vídeo online en España y Latinoamérica, donde las grandes cadenas continúan dominando el mercado de la televisión, con una oferta bajo demanda y OTT todavía escasa.
Pero el impacto publicitario de la televisión y el vídeo va más allá: la concentración en la televisión perjudica la posición de la prensa y de los medios con oferta premium en internet frente a un dominio abusivo de la televisión convencional, que deja para el mercado digital las campañas de bajo precio.
Tuesday, December 18, 2012
Hulu y Netflix consolidan el vídeo bajo demanda, ¿y España?
Hulu, el servicio freemium de vídeo bajo demanda (OTT) norteamericano, supera los tres millones de suscriptores de pago y alcanza 695 millones de dólares de ingresos con unos costes de derechos de más de 500 millones. Los suscriptores casi se han doblado respecto al año pasado y la facturación ha crecido un 65%. Buenos datos para el vídeo bajo demanda a pesar de que la compañía propiedad de News Corporation, Disney y Comcast, varios de los gigantes de la televisión norteamericana, no publica los resultados finales de sus cuentas.
Netflix, el líder de vídeo bajo demanda con su modelo de suscripción de streaming y DVD, cerró los nueve primeros meses del año con 29,9 millones de suscriptores en todo el mundo (23,8 en Estados Unidos), una facturación de 2.664 millones de dólares y unos beneficios de 9,2 millones.
En ambos casos, la definición sobre el futuro del cine y la televisión unida al encarecimiento de los derechos, aprieta financieramente a las nuevas pantallas, pero su éxito reafirma que la nueva televisión es multipantalla, streaming, bajo demanda y por suscripción.
Una definición válida también para España cuando se analiza el consumo de los espectadores y la todavía incipiente oferta disponible.
Como en el caso de Hulu y Netflix, el consumo ha crecido con el aumento de penetración de la televisión conectada (directa, por videoconsolas o STB) y las tabletas, fundamentalmente.
Pero la gran diferencia entre Estados Unidos y España es la oferta de contenidos y la definición del futuro mercado de la televisión.
En el caso americano, como en casi todo el mundo, la televisión y el cine se hacen claramente multipantalla, con un acceso a los contenidos cada vez más neutral respecto a la plataforma. La estrategia es llegar al máximo de audiencia rentabilizando de la mejor forma cada plataforma.
Las ventanas de exhibición se estrechan y Hulu ya presume de ofrecer al público infantil la misma temporada de Nickelodeon de la que se disfruta en la televisión de pago.
Las cadenas y productoras han encontrado en Hulu, Netflix y en sus propias webs y servicios de televisión multipantalla (TV Everywhere en el caso del cable) un buen canal para aumentar y rentabilizar la oferta de programación en catch up (diferido) y de sus programas de catálogo a demanda del público.
Los datos de Gran Bretaña y otros países de Europa son inapelables: el consumo de televisión crece en todas las pantallas cuando la oferta es atractiva para el público.
El resultado es inmediato: aumenta el negocio de la televisión y el audiovisual de calidad y se reducen las descargas, como ocurre también en España.
La publicidad también acompaña. El vídeo y las nuevas pantallas son los motores de la publicidad digital en todo el mundo, con una ralentización importante en España por la crisis publicitaria (con una caída del 50% del mercado de televisión) y una estructura de oferta que lleva a la pérdida de GRPs y de eficacia.
La concentración del mercado de televisión en el duopolio Mediaset/Antena 3 produce un estrangulamiento del mercado televisivo y de la oferta en las nuevas pantallas. Pero también un agravamiento de la crisis en el resto de los medios.
El abusivo dominio de las dos grandes empresas de televisión y la concentración de la oferta y los derechos limita el desarrollo del mercado tanto publicitario como de audiencia.
Para los anunciantes no hay forma de llegar a otros públicos de manera diferente. La pérdida de audiencia y contactos sufrida con la retirada de la publicidad de TVE no se recupera y se agrava.
El público sufre una limitación de la oferta de televisión y cine multipantalla como no ocurre ya en ningún otro país desarrollado.
La propia televisión de pago se frena por el modelo de la TDT: televisión en abierto de bajo coste con una oferta de canales amplia pero con pocas alternativas de calidad.
El estancamiento regulatorio impuesto por las grandes cadenas y distribuidores de cine agrava el panorama con los derechos exclusivos y condicionados para los grandes canales y pantallas, tanto en fútbol como en cine.
El gobierno Rajoy ha perdido una gran oportunidad de repensar el futuro mercado audiovisual, que ya no es televisión sino que abarca todo el ecosistema digital. La discusión del dividendo digital y la imposición de las tesis de la televisión privada frena las posibilidades de desarrollo no sólo de las nuevas pantallas, sino también de quienes aspiran a licencias de TDT.
Unos demandan licencias para ofertar nuevos contenidos mientras otros se benefician de una adjudicación partidista, poco transparente y sin concurso público, por lo tanto sin ingresos para las arcas públicas al contrario que en otros países, como acaba de ratificar el Tribunal Supremo.
Un reparto que ha acabado siendo un castigo. Para muchas empresas por el impacto del fracaso de la TDT en sus cuentas y en el resto de sus medios. Para la audiencia por la oferta de bajo coste y la saturación de horóscopos, videntes y demás programación basura cuya único objetivo es mantener las frecuencias ocupadas.
El reparto de las licencias de TDT a los grandes grupos de comunicación se ha demostrado un fracaso tanto para la audiencia como para los propios medios. Vocento o Unidad Editorial tienen sus licencias alquiladas y la explosión de canales sólo ha conducido al mercado de televisión más concentrado de Europa, con menor oferta multipantalla y con la televisión pública más debilitada.
Ese es el balance de la gestión televisiva y del mercado de la comunicación de Zapatero y lo que llevamos de Rajoy.
La discusión sobre la financiación del cine es una nueva oportunidad para abrir aquello que un día se llamó el melón televisivo y que ahora afecta a todo el ecosistema digital multipantalla. La lucha entre el monopolio de la televisión en abierto y de pago (Mediaset, Antena 3, Prisa) y las nuevas pantallas vuelve a jugarse con el poder político siempre cercano a las demandas de Uteca, la patronal de la televisión convencional.
Es hora de otra televisión con más pantallas y oferta de calidad.
Netflix, el líder de vídeo bajo demanda con su modelo de suscripción de streaming y DVD, cerró los nueve primeros meses del año con 29,9 millones de suscriptores en todo el mundo (23,8 en Estados Unidos), una facturación de 2.664 millones de dólares y unos beneficios de 9,2 millones.
En ambos casos, la definición sobre el futuro del cine y la televisión unida al encarecimiento de los derechos, aprieta financieramente a las nuevas pantallas, pero su éxito reafirma que la nueva televisión es multipantalla, streaming, bajo demanda y por suscripción.
Una definición válida también para España cuando se analiza el consumo de los espectadores y la todavía incipiente oferta disponible.
Como en el caso de Hulu y Netflix, el consumo ha crecido con el aumento de penetración de la televisión conectada (directa, por videoconsolas o STB) y las tabletas, fundamentalmente.
Pero la gran diferencia entre Estados Unidos y España es la oferta de contenidos y la definición del futuro mercado de la televisión.
En el caso americano, como en casi todo el mundo, la televisión y el cine se hacen claramente multipantalla, con un acceso a los contenidos cada vez más neutral respecto a la plataforma. La estrategia es llegar al máximo de audiencia rentabilizando de la mejor forma cada plataforma.
Las ventanas de exhibición se estrechan y Hulu ya presume de ofrecer al público infantil la misma temporada de Nickelodeon de la que se disfruta en la televisión de pago.
Las cadenas y productoras han encontrado en Hulu, Netflix y en sus propias webs y servicios de televisión multipantalla (TV Everywhere en el caso del cable) un buen canal para aumentar y rentabilizar la oferta de programación en catch up (diferido) y de sus programas de catálogo a demanda del público.
Los datos de Gran Bretaña y otros países de Europa son inapelables: el consumo de televisión crece en todas las pantallas cuando la oferta es atractiva para el público.
El resultado es inmediato: aumenta el negocio de la televisión y el audiovisual de calidad y se reducen las descargas, como ocurre también en España.
La publicidad también acompaña. El vídeo y las nuevas pantallas son los motores de la publicidad digital en todo el mundo, con una ralentización importante en España por la crisis publicitaria (con una caída del 50% del mercado de televisión) y una estructura de oferta que lleva a la pérdida de GRPs y de eficacia.
La concentración del mercado de televisión en el duopolio Mediaset/Antena 3 produce un estrangulamiento del mercado televisivo y de la oferta en las nuevas pantallas. Pero también un agravamiento de la crisis en el resto de los medios.
El abusivo dominio de las dos grandes empresas de televisión y la concentración de la oferta y los derechos limita el desarrollo del mercado tanto publicitario como de audiencia.
Para los anunciantes no hay forma de llegar a otros públicos de manera diferente. La pérdida de audiencia y contactos sufrida con la retirada de la publicidad de TVE no se recupera y se agrava.
El público sufre una limitación de la oferta de televisión y cine multipantalla como no ocurre ya en ningún otro país desarrollado.
La propia televisión de pago se frena por el modelo de la TDT: televisión en abierto de bajo coste con una oferta de canales amplia pero con pocas alternativas de calidad.
El estancamiento regulatorio impuesto por las grandes cadenas y distribuidores de cine agrava el panorama con los derechos exclusivos y condicionados para los grandes canales y pantallas, tanto en fútbol como en cine.
El gobierno Rajoy ha perdido una gran oportunidad de repensar el futuro mercado audiovisual, que ya no es televisión sino que abarca todo el ecosistema digital. La discusión del dividendo digital y la imposición de las tesis de la televisión privada frena las posibilidades de desarrollo no sólo de las nuevas pantallas, sino también de quienes aspiran a licencias de TDT.
Unos demandan licencias para ofertar nuevos contenidos mientras otros se benefician de una adjudicación partidista, poco transparente y sin concurso público, por lo tanto sin ingresos para las arcas públicas al contrario que en otros países, como acaba de ratificar el Tribunal Supremo.
Un reparto que ha acabado siendo un castigo. Para muchas empresas por el impacto del fracaso de la TDT en sus cuentas y en el resto de sus medios. Para la audiencia por la oferta de bajo coste y la saturación de horóscopos, videntes y demás programación basura cuya único objetivo es mantener las frecuencias ocupadas.
El reparto de las licencias de TDT a los grandes grupos de comunicación se ha demostrado un fracaso tanto para la audiencia como para los propios medios. Vocento o Unidad Editorial tienen sus licencias alquiladas y la explosión de canales sólo ha conducido al mercado de televisión más concentrado de Europa, con menor oferta multipantalla y con la televisión pública más debilitada.
Ese es el balance de la gestión televisiva y del mercado de la comunicación de Zapatero y lo que llevamos de Rajoy.
La discusión sobre la financiación del cine es una nueva oportunidad para abrir aquello que un día se llamó el melón televisivo y que ahora afecta a todo el ecosistema digital multipantalla. La lucha entre el monopolio de la televisión en abierto y de pago (Mediaset, Antena 3, Prisa) y las nuevas pantallas vuelve a jugarse con el poder político siempre cercano a las demandas de Uteca, la patronal de la televisión convencional.
Es hora de otra televisión con más pantallas y oferta de calidad.
Friday, November 09, 2012
Estados Unidos vs. Europa: OTT frente a descargas
Una buena oferta de vídeo y entretenimiento en internet frena las descargas y gran parte de las quejas de la industria. El análisis de los mercados digitales de Estados Unidos y Europa muestra que la oferta de vídeo (OTT) y música (streaming) competitiva, eficaz y asequible cambia radicalmente el consumo de los usuarios tanto en líneas fijas como móviles.
El entretenimiento online es el 58,6% del total del tráfico digital desde conexiones fijas en Estados Unidos, con Netflix acaparando un 28,8% del tráfico total y un 33% del de bajada, dejando muy lejos a las descargas, con un 12% del tráfico, con BitTorrent acaparando un 10% del total.
En Europa la escasa y menos competitiva oferta, unida al bloqueo que televisiones y distribuidoras han conseguido imponer en muchos países, hace que el entrenimiento online sólo represente el 34,8% del tráfico mientras las descargas son el 20,3%, BitTorrent con un 14,9%.
Ese déficit de oferta de vídeo online (Over the Top) en Europa beneficia también a Google, que con YouTube acapara el 20% del tráfico total y la mayoría del consumo de vídeo.
Gran Bretaña, donde el mercado digital es mucho más competitivo, muestra que cuando hay oferta competitiva y bien promocionada, el usuario la adopta rápidamente. El streaming de BBC iPlayer consigue un 5,10% del tráfico total mientras Netflix y Lovefilm, los dos principales competidores comerciales de OTT alcanzan un 2,5 y un 1,46% del tráfico.
Los datos del análisis de tráfico de Sandvine vuelven a demostrar que la mejor política antipiratería es una buena oferta comercial. El problema, como siempre, es que para que cambie el mercado y el consumo de los usuarios debe haber una innovación disruptiva que irrumpa tan fuerte como Netflix en Estados Unidos. De lo contrario, las barreras monopolísticas y de los viejos mercados moderan los cambios pese a la igualdad en redes y dispositivos de acceso.
Por eso no tiene ningún sentido que los grandes distribuidores y las sociedades de gestión de derechos de autor sigan comportándose como monopolios que bloquean los nuevos negocios y aumentan el mercado irregular, con peor oferta para los consumidores y menor negocio para la industria. La contrapartida es el mantenimiento del control de los grandes, la vieja historia de los oligopolios.
Un problema que vuelve a ser de especial relevancia en España con la discusión de la nueva estructura del espectro radioeléctrico y el dividendo digital mientras esperamos una reforma de la Ley de Propiedad Intelectual de la que ya se filtran borradores inquietantes.
El estudio revela también diferencias de consumo interesantes entre ambos mercados. En el fijo en Europa hay mucho más tráfico web y de redes sociales mientras en ambos continentes el consumo de comunicación (Skype, videochats, etc.) es bastante estable, igual que el de plataformas de aplicaciones.
En el tráfico móvil se repiten las diferencias, el mercado de entretenimiento en tiempo real, sobre todo el vídeo y el streaming de música, acaparan la mitad del consumo, mientras en Europa es sólo un 34,2% y se mantiene un alto consumo de P2P, del 8,9%.
YouTube, con un 28% y la música de Pandora con un 4,74% del total del tráfico marcan la diferencia con Europa, donde los torrents son fuertes con un 6,82% del consumo y YouTube baja nueva puntos, hasta el 19%.
La otra gran diferencia es el mayor uso en Europa de aplicaciones y servicios de comunicaciones, de Skype a mensajes multimedia (WhatsApp y similares) para evitar los costes de telefonía.
El consumo de redes sociales también es mayor en Europa, un 14,6% del total frente a un 10,5% en Estados Unidos, con Facebook como acaparador de la mayoría del tráfico, un 13% en el Viejo Continente y un 7,95% en el americano.
Cuando se hace la proyección sobre el futuro del consumo aparecen tres grandes motores, tanto en fijo como en móvil: el vídeo en internet, el aumento de consumo en las aplicaciones (ahora mayor con la progresiva implantación de los nuevos sistemas operativos como Windows 8) y el crecimiento de la telefonía IP y las aplicaciones de mensajería.
Thursday, March 08, 2012
De la TV al streaming
A cambiar de pantalla si se quieren ver los mejores programas. La televisión está a punto de cerrar otra época: la burbuja de la TDT. La concentración de la televisión privada en el duopolio de Telecinco y Antena 3, la crisis económica que alcanza a la pantalla rey y los recortes en las televisiones públicas son el momento clave para un advenimiento largamente anhelado por muchos: la era del streaming y el vídeo bajo demanda. La aplicación de la ley SindeWert contra las descargas animará a los pioneros. Cine y televisión disponible en cualquier pantalla, de la televisión conectada a los móviles y las tabletas.
Las televisiones recortan sus presupuestos y con ellos la programación. Las grandes cadenas seguirán ofreciendo series de éxito y películas para mantener sus audiencias, pero menos que hasta ahora. Los que quieran disfrutar de televisión y cine de calidad deben ir pensando en cambiar de pantalla para aprovechar la conexión de su televisión o disfrutar de esos contenidos en las tabletas.
Es la hora de ofertas como Filmin, Filmotech o la recién llegada Voddler, portales de vídeo bajo demanda en streaming, para ver los contenidos sin descarga. Junto a ellas, el crecimiento de la oferta de la televisión de pago en internet, como Canal+ Yomvi, y de las webs de las televisiones en abierto. MiTele.es, la web de vídeo de Telecinco, sirvió en enero más de 5,6 millones de vídeos a la carta y 4,7 millones de usuarios se conectaron a sus emisiones en directo.
Con las películas en vídeo bajo demanda a menos de la mitad de una entrada de cine –que siguen subiendo- o una tarifa plana mensual por lo que cuesta una butaca en un estreno, la oferta audiovisual comienza a cambiar en serio. Otro desafío también para la televisión de pago, con suscripciones más caras. Si antes elegíamos un cine ahora habrá que elegir entre las diferentes plataformas y aplicaciones. Cambia la distribución, pero no el interés. Eso sí, de contenidos baratos, en cualquier pantalla y sin esperas.
Columna en los diarios de Vocento
Las televisiones recortan sus presupuestos y con ellos la programación. Las grandes cadenas seguirán ofreciendo series de éxito y películas para mantener sus audiencias, pero menos que hasta ahora. Los que quieran disfrutar de televisión y cine de calidad deben ir pensando en cambiar de pantalla para aprovechar la conexión de su televisión o disfrutar de esos contenidos en las tabletas.
Es la hora de ofertas como Filmin, Filmotech o la recién llegada Voddler, portales de vídeo bajo demanda en streaming, para ver los contenidos sin descarga. Junto a ellas, el crecimiento de la oferta de la televisión de pago en internet, como Canal+ Yomvi, y de las webs de las televisiones en abierto. MiTele.es, la web de vídeo de Telecinco, sirvió en enero más de 5,6 millones de vídeos a la carta y 4,7 millones de usuarios se conectaron a sus emisiones en directo.
Con las películas en vídeo bajo demanda a menos de la mitad de una entrada de cine –que siguen subiendo- o una tarifa plana mensual por lo que cuesta una butaca en un estreno, la oferta audiovisual comienza a cambiar en serio. Otro desafío también para la televisión de pago, con suscripciones más caras. Si antes elegíamos un cine ahora habrá que elegir entre las diferentes plataformas y aplicaciones. Cambia la distribución, pero no el interés. Eso sí, de contenidos baratos, en cualquier pantalla y sin esperas.
Columna en los diarios de Vocento
Friday, January 20, 2012
El streaming supera a las descargas
El mercado de la música español cambia al ritmo de la tecnología y los nuevos servicios. Pero también forzado por la irrupción de empresas como Spotify pese a la existencia anterior en el mercado de empresas españolas que sufrieron la falta de receptividad de las grandes discográficas.
La irrupción del streaming y la posibilidad de oír la música en los móviles y tabletas ha acabado con la primacía de iTunes y las descargas comerciales.
Según los recientes datos de la patronal Promusicae, el streaming ya es el 35,7% del mercado digital, con unos ingresos de 16,5 millones de euros. La cifra supera por mucho a los 12,6 millones de las descargas, que pasas a la segunda plaza del mercado digital con un 27,2% del mercado.
El mercado digital creció un 20% en 2011 y alcanza los 46,38 millones, un 31% del mercado total de 148,6 millones de euros, una caída del 10,7% y una cuarta parte de los 600 millones del año 2000, antes de la revolución digital.
Wednesday, March 09, 2011
Spotify se acerca a la rentabilidad
Spotify consigue un millón de suscriptores de pago, el 15% de los 6,7 millones de usuarios activos de su streaming de música, con un total de diez millones registrados. La empresa empieza a acercarse a la sostenibilidad desde su lanzamiento en 2008.
El servicio de streaming lanzado por Daniel Ek ya es la segunda fuente de ingresos de las discográficas en Europa y planea su lanzamiento en Estados Unidos, donde la competencia es mayor y las discográficas temen erosionar sus ingresos en iTunes, líder en ventas de música digital.
Con ese 15% de conversión de usuarios al pago, Spotify podría comenzar a ser rentable. Los responsables de la compañía siempre han cifrado en un diez por ciento la necesidad de conversión de usuarios gratuitos al pago para poder afrontar los costes de los derechos.
Pero la rentabilidad para la música todavía no está tan clara. Especialmente para los músicos. El streaming paga derechos a las sociedades de gestión de derechos de autor, a las distribuidoras digitales, a las discográficas y derechos de autor. En España grupos como Vetusta Morla han conseguido cien euros al mes como máximo.
La industria musical ingresó por streaming 9,4 millones de euros en España en 2010, el 24% de los ingresos de la música digital, 38,6 millones de euros en un mercado total de 166,4 millones, según los datos de Promusicae.
Un usuario de streaming tiene un coste de 6 o 7 euros al mes entre derechos, conectividad y gestión. Escucha entre 20 y 30 canciones al día, alrededor de 125 minutos y se calcula que es necesario alcanzar unos ingresos de unos 75 euros al año para alcanzar la rentabilidad, según datos de la industria.
Spotify necesita usuarios de pago para sostener el negocio. Las cuentas de su filial británica en 2009 muestran que el 60% de los ingresos son de pago frente a un 40% de la publicidad. Spotify ingresó en Gran Bretaña 11,32 millones de libras con unas pérdidas de 16,6 millones.
En los ocho primeros meses de 2010 pagó 30 millones de euros en derechos por la música. Y ha pagado 40 millones de euros en derechos desde su lanzamiento.
Sus acuerdos con las grandes compañías discográficas le permiten rebajar los costes. En España, una compañía como Yes.fm debe pagar entre 0,1 y 0,15 euros por cada canción y hasta el 16% por ciento de los ingresos para Agedi, la sociedad de gestión de derechos de autor.
Las cuentas no contentan a todos, pero un millón de usuarios de pago por la música son un récord en Europa.
Spotify lo ha conseguido con su apuesta de negocio 360º (pago, publicidad, venta de canciones, promociones, etc.) y limitando la escucha gratis, multiplataforma y con suscriptores por la música en el móvil y sin publicidad. Pero también haciéndose más social y gestionando toda la música de los usuarios en sus equipos, lo que le permite reducir costes de streaming.
La fórmula de financiación mixta puede funcionar económicamente para las empresas. Para los músicos y discográficas, con algunas excepciones entre los grandes éxitos, no es rentable económicamente frente al resto de soportes, pero todos reconocen que la música en cualquier lugar y a través de cualquier aparato es el futuro.
Según los últimos datos del EGM, el 22,7% de los internautas españoles ya escuchan música en streaming a la carta, y siguen aumentado. El desafío de las compañías es conseguir más usuarios de pago y aumentar sus ingresos por publicidad, tanto de la radio como de la publicidad en internet.
Entre las claves de su futuro está conseguir más fondos para financiarse; el impacto de la nueva política de suscripciones de Apple, que puede afectar a sus ingresos con la comisión del 30% en iPhone y iPad; y el desarrollo y crecimiento de nuevos servicios de las operadoras móviles, como Vodafone.
El servicio de streaming lanzado por Daniel Ek ya es la segunda fuente de ingresos de las discográficas en Europa y planea su lanzamiento en Estados Unidos, donde la competencia es mayor y las discográficas temen erosionar sus ingresos en iTunes, líder en ventas de música digital.
Con ese 15% de conversión de usuarios al pago, Spotify podría comenzar a ser rentable. Los responsables de la compañía siempre han cifrado en un diez por ciento la necesidad de conversión de usuarios gratuitos al pago para poder afrontar los costes de los derechos.
Pero la rentabilidad para la música todavía no está tan clara. Especialmente para los músicos. El streaming paga derechos a las sociedades de gestión de derechos de autor, a las distribuidoras digitales, a las discográficas y derechos de autor. En España grupos como Vetusta Morla han conseguido cien euros al mes como máximo.
La industria musical ingresó por streaming 9,4 millones de euros en España en 2010, el 24% de los ingresos de la música digital, 38,6 millones de euros en un mercado total de 166,4 millones, según los datos de Promusicae.
Un usuario de streaming tiene un coste de 6 o 7 euros al mes entre derechos, conectividad y gestión. Escucha entre 20 y 30 canciones al día, alrededor de 125 minutos y se calcula que es necesario alcanzar unos ingresos de unos 75 euros al año para alcanzar la rentabilidad, según datos de la industria.
Spotify necesita usuarios de pago para sostener el negocio. Las cuentas de su filial británica en 2009 muestran que el 60% de los ingresos son de pago frente a un 40% de la publicidad. Spotify ingresó en Gran Bretaña 11,32 millones de libras con unas pérdidas de 16,6 millones.
En los ocho primeros meses de 2010 pagó 30 millones de euros en derechos por la música. Y ha pagado 40 millones de euros en derechos desde su lanzamiento.
Sus acuerdos con las grandes compañías discográficas le permiten rebajar los costes. En España, una compañía como Yes.fm debe pagar entre 0,1 y 0,15 euros por cada canción y hasta el 16% por ciento de los ingresos para Agedi, la sociedad de gestión de derechos de autor.
Las cuentas no contentan a todos, pero un millón de usuarios de pago por la música son un récord en Europa.
Spotify lo ha conseguido con su apuesta de negocio 360º (pago, publicidad, venta de canciones, promociones, etc.) y limitando la escucha gratis, multiplataforma y con suscriptores por la música en el móvil y sin publicidad. Pero también haciéndose más social y gestionando toda la música de los usuarios en sus equipos, lo que le permite reducir costes de streaming.
La fórmula de financiación mixta puede funcionar económicamente para las empresas. Para los músicos y discográficas, con algunas excepciones entre los grandes éxitos, no es rentable económicamente frente al resto de soportes, pero todos reconocen que la música en cualquier lugar y a través de cualquier aparato es el futuro.
Según los últimos datos del EGM, el 22,7% de los internautas españoles ya escuchan música en streaming a la carta, y siguen aumentado. El desafío de las compañías es conseguir más usuarios de pago y aumentar sus ingresos por publicidad, tanto de la radio como de la publicidad en internet.
Entre las claves de su futuro está conseguir más fondos para financiarse; el impacto de la nueva política de suscripciones de Apple, que puede afectar a sus ingresos con la comisión del 30% en iPhone y iPad; y el desarrollo y crecimiento de nuevos servicios de las operadoras móviles, como Vodafone.
Friday, January 21, 2011
La música digital encuentra su tono
La música digital ya es el 29% del mercado, 4.600 millones de dólares (3.390 mill. de euros) en 2010, con un crecimiento del 1.000% desde 2003 frente a una caída del mercado discográfico del 31%. Los datos del último informe de la International Federation of the Phonographic Industry (IFPI) entonan la balada amarga contra las descargas pero sostiene el ritmo para acompasar la industria al mercado digital.
España vuelve a ser una de las víctimas de la pérdida de valor de la música. El mercado cayó un 22% en 2010 con un 45% de los internautas bajando descargas no autorizadas. Si la cifra se confirma, el deterioro habrá sido más agudo en el último semestre del año. En los primeros seis meses, el mercado sólo había caído un 12,3% sobre 2009, con un crecimiento del 29,5% de la música digital hasta alcanzar el 26% del mercado total, según datos de Promusicae.
La industria insiste en la erosión provocada por las descargas y anima a los gobiernos, entre ellos al español, acusado de lento, a tomar más medidas para proteger la industria musical.
Pero el tono crítico y reivindicativo de anteriores informes cambia. La industria empieza a estar convencida de la necesidad de los nuevos modelos de negocio, a pesar de que mantiene licencias todavía demasiado onerosas y poco flexibles que limitan sus posibilidades.
El streaming ya es el segundo ingreso de las discográficas tras iTunes, que ha vendido 10.000 millones de canciones desde su lanzamiento. La música accesible en cualquier dispositivo y financiada con publicidad o de pago por suscripción se impone como nuevo negocio a los tones para móviles.
Spotify es la segunda fuente de ingresos de las discográficas en Europa, donde la música digital creció un 20% el año pasado. Con más de diez millones de usuarios, 750.000 de ellos de pago, lidera el negocio del streaming de música seguido de Vodafone Music, con 600.000 usuarios (300.000 en España) o Deezer, con el 13% de los internautas como oyentes.
La IFPI apuesta por la colaboración con las grandes operadoras de telecomunicaciones. Sus cálculos son de un mercado de 80 millones de euros en Europa si se llega a un acuerdo para ampliar el streaming de música en los teléfonos móviles, el dispositivo preferido para las suscripciones.
El otro gran mercado en crecimiento son los vídeos en internet. Los vídeos musicales se ven en YouTube y Vevo -iniciativa de las grandes discográficas- cuando la MTV y los canales musicales de televisión se han convertido a la telerrealidad.
Al mercado digital le queda mucho por crecer. Con 13 millones de canciones licenciadas en 400 servicios, quejarse de las descargas es menos efectivo que desarrollar nuevos negocios para hacer la música personal y responder a la ubicuidad, la movilidad, la demanda instantánea y el acceso total demandado por los consumidores a un precio ajustado.
Con tanta música para escuchar, cada vez menos consumidores quieren pagar por toda. A no ser que tengan acceso ilimitado por suscripción. Sustituyen la radio y otras formas de consumo gratuito por las descargas, para pagar sólo por lo que les interesa realmente: su música favorita y los conciertos.
Ese cambio en el consumo utilizando como filtro al P2P tiene la desventaja de erosionar un mercado artificialmente hinchado por las discográficas (en precios y en lanzamientos) y puesto en cuestión por el filtro de las descargas.
Pero cuando la propuesta de valor es justa, el consumo crece. Por eso lo hace el streaming de pago o los nuevos álbumes digitales con valor añadido, cuyas ventas han crecido un 43% en Francia, un 29% en Gran Bretaña o un 13% en Estados Unidos.
En Gran Bretaña en 2010 se vendieron más canciones digitales que nunca: 161,8 millones, según datos de la industria.
El gran lamento de la industria en su informe de este año es el daño de la piratería a los nuevos músicos y autores. Las discográficas proclaman que invierten un 16% de sus ingresos en promover nuevos artistas y pese a ello los lanzamientos de debutantes sólo consiguieron una cuarta parte de presencia el el top 50 comparado con 2003. En España ningún artista nuevo ha logrado colocar su álbum en el top 50.
Pero quizá la propia industria tenga algo más que explicar en ese fenómeno. Contrasta por ejemplo con el mercado británico, donde nuevos artistas como Florence&The Machine o Mumford&Sons entraron en el top 10.
Daniel Ek, fundador de Spotify, ha afirmado que el 70% del catálogo del servicio de streaming está activo y se escucha en un año, mientras muchos sellos tienen esa cifra o más de sus fondos parados y sin ventas en ese mismo tiempo.
La música necesita más protección legal contra las descargas no autorizadas. Pero también avanzar en nuevos modelos de negocio donde irremediablemente el valor de su producto es menor. Es el resultado de que cada vez hay más música, más autores, más intérpretes, más lanzamientos. Ante semejante saturación el mercado necesariamente debe bajar los precios, del producto final, de las licencias, de los conciertos.
Y respetar los derechos de los consumidores con música sin DRM que permita la copia privada en los diferentes dispositivos de sus clientes. De lo contrario muchos seguirán prefiriendo las descargas y copiarlas, con autorización o sin ella.
La nueva música necesita sobre todo exposición. Entre sus problemas los menores no son la redundancia de la mayoría de las radios y la falta de oferta de música en medios como la televisión.
Sin MySpace, YouTube o las redes sociales y las propias descargas muchos músicos no llegarían nunca a los oídos de su público.
El mercado cambia, pero la música como servicio, en la nube y el streaming, por suscripción, en vídeo y en directo son alternativas todavía con mucho recorrido.
España vuelve a ser una de las víctimas de la pérdida de valor de la música. El mercado cayó un 22% en 2010 con un 45% de los internautas bajando descargas no autorizadas. Si la cifra se confirma, el deterioro habrá sido más agudo en el último semestre del año. En los primeros seis meses, el mercado sólo había caído un 12,3% sobre 2009, con un crecimiento del 29,5% de la música digital hasta alcanzar el 26% del mercado total, según datos de Promusicae.
La industria insiste en la erosión provocada por las descargas y anima a los gobiernos, entre ellos al español, acusado de lento, a tomar más medidas para proteger la industria musical.
Pero el tono crítico y reivindicativo de anteriores informes cambia. La industria empieza a estar convencida de la necesidad de los nuevos modelos de negocio, a pesar de que mantiene licencias todavía demasiado onerosas y poco flexibles que limitan sus posibilidades.
El streaming ya es el segundo ingreso de las discográficas tras iTunes, que ha vendido 10.000 millones de canciones desde su lanzamiento. La música accesible en cualquier dispositivo y financiada con publicidad o de pago por suscripción se impone como nuevo negocio a los tones para móviles.
Spotify es la segunda fuente de ingresos de las discográficas en Europa, donde la música digital creció un 20% el año pasado. Con más de diez millones de usuarios, 750.000 de ellos de pago, lidera el negocio del streaming de música seguido de Vodafone Music, con 600.000 usuarios (300.000 en España) o Deezer, con el 13% de los internautas como oyentes.
La IFPI apuesta por la colaboración con las grandes operadoras de telecomunicaciones. Sus cálculos son de un mercado de 80 millones de euros en Europa si se llega a un acuerdo para ampliar el streaming de música en los teléfonos móviles, el dispositivo preferido para las suscripciones.
El otro gran mercado en crecimiento son los vídeos en internet. Los vídeos musicales se ven en YouTube y Vevo -iniciativa de las grandes discográficas- cuando la MTV y los canales musicales de televisión se han convertido a la telerrealidad.
Al mercado digital le queda mucho por crecer. Con 13 millones de canciones licenciadas en 400 servicios, quejarse de las descargas es menos efectivo que desarrollar nuevos negocios para hacer la música personal y responder a la ubicuidad, la movilidad, la demanda instantánea y el acceso total demandado por los consumidores a un precio ajustado.
Con tanta música para escuchar, cada vez menos consumidores quieren pagar por toda. A no ser que tengan acceso ilimitado por suscripción. Sustituyen la radio y otras formas de consumo gratuito por las descargas, para pagar sólo por lo que les interesa realmente: su música favorita y los conciertos.
Ese cambio en el consumo utilizando como filtro al P2P tiene la desventaja de erosionar un mercado artificialmente hinchado por las discográficas (en precios y en lanzamientos) y puesto en cuestión por el filtro de las descargas.
Pero cuando la propuesta de valor es justa, el consumo crece. Por eso lo hace el streaming de pago o los nuevos álbumes digitales con valor añadido, cuyas ventas han crecido un 43% en Francia, un 29% en Gran Bretaña o un 13% en Estados Unidos.
En Gran Bretaña en 2010 se vendieron más canciones digitales que nunca: 161,8 millones, según datos de la industria.
El gran lamento de la industria en su informe de este año es el daño de la piratería a los nuevos músicos y autores. Las discográficas proclaman que invierten un 16% de sus ingresos en promover nuevos artistas y pese a ello los lanzamientos de debutantes sólo consiguieron una cuarta parte de presencia el el top 50 comparado con 2003. En España ningún artista nuevo ha logrado colocar su álbum en el top 50.
Pero quizá la propia industria tenga algo más que explicar en ese fenómeno. Contrasta por ejemplo con el mercado británico, donde nuevos artistas como Florence&The Machine o Mumford&Sons entraron en el top 10.
Daniel Ek, fundador de Spotify, ha afirmado que el 70% del catálogo del servicio de streaming está activo y se escucha en un año, mientras muchos sellos tienen esa cifra o más de sus fondos parados y sin ventas en ese mismo tiempo.
La música necesita más protección legal contra las descargas no autorizadas. Pero también avanzar en nuevos modelos de negocio donde irremediablemente el valor de su producto es menor. Es el resultado de que cada vez hay más música, más autores, más intérpretes, más lanzamientos. Ante semejante saturación el mercado necesariamente debe bajar los precios, del producto final, de las licencias, de los conciertos.
Y respetar los derechos de los consumidores con música sin DRM que permita la copia privada en los diferentes dispositivos de sus clientes. De lo contrario muchos seguirán prefiriendo las descargas y copiarlas, con autorización o sin ella.
La nueva música necesita sobre todo exposición. Entre sus problemas los menores no son la redundancia de la mayoría de las radios y la falta de oferta de música en medios como la televisión.
Sin MySpace, YouTube o las redes sociales y las propias descargas muchos músicos no llegarían nunca a los oídos de su público.
El mercado cambia, pero la música como servicio, en la nube y el streaming, por suscripción, en vídeo y en directo son alternativas todavía con mucho recorrido.
Thursday, October 28, 2010
Pago por lectura
Una empresa española, 24symbols, prepara la gran revolución del libro digital: acabar con la venta de copias. Es el sueño de infinidad de expertos y su consejo a los editores: dejar de pensar en el ebook como un objeto vendido una sola vez para desarrollar modelos de lectura sin descarga, de pago por suscripción o financiados con publicidad y patrocinios. Además de vender libros de la forma tradicional, atados a su soporte, el papel o el ereader que los lectores digitales utilicen, abrirse al libro como servicio. Con total ubicuidad para lectores móviles y accesibles a través de cualquier dispositivo: móvil, tabletas tipo iPad, ordenadores o las nuevas pantallas planas de televisión.
Es la hora. Crece la venta de ereaders y las tabletas nos invadirán esta Navidad. Librerías digitales como Amazon ya doblan las ventas de ebooks a las de libros impresos. Y sus compradores leen más: dos libros por mes y Kindle.
En la educación el programa Escuela 2.0 ha comenzado este curso. Los ordenadores para los alumnos han comenzado a llegar a pesar de los problemas en algunas comunidades. Pero faltan materiales educativos. La conversión de los libros de texto en contenidos digitales portátiles, accesibles desde clase o cualquier lugar de estudio, adaptados al usuario, en constante actualización, con contenidos participativos y multimedia, conectados con los profesores permanentemente, son todavía un sueño.
El papel resiste. Derechos de autor y propiedad intelectual, licencias de copia, el negocio de las editoriales y la distribución depende de las copias. Sólo retroceden los derechos de los ciudadanos, con problemas de formatos y de uso en diferentes lectores, con ebooks que no se pueden prestar ni compartir. Con tanta restricción, mejor el papel.
Pero el libro como servicio, alojado en internet y accesible desde cualquier aparato vendrá. El fin de la copia. Libros abiertos y enriquecidos, de pago por lectura y con más autores compartiendo textos y experiencias con sus lectores en comunidades virtuales o aplicaciones para móviles.
Columna en los medios de Vocento
Friday, October 01, 2010
El evolutivo negocio del streaming de música
Spotify ha alcanzado diez millones de usuarios en seis países, medio millón de pago, según las últimas cifras. Todavía lejos del umbral de rentabilidad estimado, que requiere convertir al pago al menos a un diez por ciento de sus usuarios para sostener los costes del streaming y de los derechos de la música.
Spotify aún no ha conseguido el acuerdo con las discográficas para plantarse en Estados Unidos, el mayor mercado para la música, mientras Google negocia el lanzamiento de un servicio de música que combinará la venta de descargas, tipo iTunes, con la música en la nube: la posibilidad para los usuarios de guardar toda su música en internet y disfrutarla en cualquier dispositivo, de los ordenadores a los móviles.
Los usuarios podrán compartir música socialmente y se podrán escuchar una única vez las canciones que el usuario no posea. Todo por 25 dólares al año.
Multicanal y plenamente accesible, pero orientado a la venta de música, no a su escucha por suscripción en streaming.
En este territorio, Spotify continúa siendo caro para muchos usuarios y demasiado barato para los músicos y las discográficas, descontentos con los réditos de los derechos de autor.
Por eso hace unos meses rebajó su precio premium de 9,99 euros a 4,99 euros si sólo se escucha streaming en el ordenador, sin posibilidades de movilidad.
Ese precio le acerca más al de otros servicios como los de Last.fm, que ha reducido su streaming a demanda, y otros como Rhapsody, MOG, etc.
Entre las claves del streaming es hacer la música personal, que acompañe al usuario en todo momento; multicanal y multidispositivo, para disfrutar en el ordenador, el móvil o la televisión; social para compartirla; y capaz de generar suficientes ingresos, por pago o con publicidad y donaciones.
Uno de los elementos claves de Spotify fue integrar la publicidad de audio en su oferta, como también había hecho Pandora para luego exportarla al iPad y a los televisores conectados a internet.
La batalla por estar en todos los dispositivos y crear la mejor experiencia de usuario aumenta. Last.fm apostó por lo social, Pandora por los algoritmos para descubrir nueva música a sus usuarios, Spotify por estar en todos los dispositivos reproduciendo la interfaz de iTunes sin tener que comprar la música. Nuevos competidores como Grooveshark se incorporan y la música en la nube cada vez es más importante para reducir los costes de estos servicios al permitir a los usuarios escuchar en sus aparatos la música que ya poseen.
El modelo sigue abierto y además del móvil, la próxima batalla es convertir al streaming en la música omnipresente, de los bolsillos a la música que oyes en casa sin pensar cómo y a través de qué aparato estás conectado.
Entretanto, el streaming ya ha conseguido reducir el P2P y las descargas y convertirse en el principal canal de ingresos de la música digital, como muestran las cifras de Promusicae en España.
Spotify aún no ha conseguido el acuerdo con las discográficas para plantarse en Estados Unidos, el mayor mercado para la música, mientras Google negocia el lanzamiento de un servicio de música que combinará la venta de descargas, tipo iTunes, con la música en la nube: la posibilidad para los usuarios de guardar toda su música en internet y disfrutarla en cualquier dispositivo, de los ordenadores a los móviles.
Los usuarios podrán compartir música socialmente y se podrán escuchar una única vez las canciones que el usuario no posea. Todo por 25 dólares al año.
Multicanal y plenamente accesible, pero orientado a la venta de música, no a su escucha por suscripción en streaming.
En este territorio, Spotify continúa siendo caro para muchos usuarios y demasiado barato para los músicos y las discográficas, descontentos con los réditos de los derechos de autor.
Por eso hace unos meses rebajó su precio premium de 9,99 euros a 4,99 euros si sólo se escucha streaming en el ordenador, sin posibilidades de movilidad.
Ese precio le acerca más al de otros servicios como los de Last.fm, que ha reducido su streaming a demanda, y otros como Rhapsody, MOG, etc.
Entre las claves del streaming es hacer la música personal, que acompañe al usuario en todo momento; multicanal y multidispositivo, para disfrutar en el ordenador, el móvil o la televisión; social para compartirla; y capaz de generar suficientes ingresos, por pago o con publicidad y donaciones.
Uno de los elementos claves de Spotify fue integrar la publicidad de audio en su oferta, como también había hecho Pandora para luego exportarla al iPad y a los televisores conectados a internet.
La batalla por estar en todos los dispositivos y crear la mejor experiencia de usuario aumenta. Last.fm apostó por lo social, Pandora por los algoritmos para descubrir nueva música a sus usuarios, Spotify por estar en todos los dispositivos reproduciendo la interfaz de iTunes sin tener que comprar la música. Nuevos competidores como Grooveshark se incorporan y la música en la nube cada vez es más importante para reducir los costes de estos servicios al permitir a los usuarios escuchar en sus aparatos la música que ya poseen.
El modelo sigue abierto y además del móvil, la próxima batalla es convertir al streaming en la música omnipresente, de los bolsillos a la música que oyes en casa sin pensar cómo y a través de qué aparato estás conectado.
Entretanto, el streaming ya ha conseguido reducir el P2P y las descargas y convertirse en el principal canal de ingresos de la música digital, como muestran las cifras de Promusicae en España.
Tuesday, July 13, 2010
160.000 abonados en Canal+ Liga por el Mundial
Canal Plus Liga sumó 160.000 abonados de pago por el Mundial. El canal de fútbol de la televisión de pago de Prisa consigue 812.000 abonados y se confirma como la mayor ventana de fútbol de pago en España.
Una posición que obliga a Mediapro y a Prisa a negociar para sostener el negocio del fútbol de pago y la rentabilización de los derechos de la Liga.
Sin la ventana de Canal Plus, Gol TV de Mediapro sólo alcanza a un millón de abonados en varias plataformas, según las últimas cifras públicas, y sólo algo más de 153.000 son abonados directos. Por eso Mediapro comenzó a final de Liga a ofrecer partidos en pago por visión en los diarios digitales de Vocento y otros medios locales. La temporada que viene contará también con Marca TV.
Digital Plus, la televisión de pago de Prisa mantiene con 1,8 millones de abonados más del 43% de la cuota de mercado de la televisión de pago.
La retransmisión en alta definición a través del descodificador iPlus llegó a 180.000 suscriptores, y una parte de ellos vieron diez partidos del Mundial en 3D.
El streaming de los partidos a través de la web Plus.es fue utilizado por 20.000 clientes de la plataforma.
La aplicación del Mundial de Canal+ para iPhone se descargó 90.000 veces y superó las 70.000 horas de televisión a través del móvil de Apple.
Digital+ Móvil, la plataforma de televisión en el móvil, consiguió 600.000 contactos o páginas vistas.
Una posición que obliga a Mediapro y a Prisa a negociar para sostener el negocio del fútbol de pago y la rentabilización de los derechos de la Liga.
Sin la ventana de Canal Plus, Gol TV de Mediapro sólo alcanza a un millón de abonados en varias plataformas, según las últimas cifras públicas, y sólo algo más de 153.000 son abonados directos. Por eso Mediapro comenzó a final de Liga a ofrecer partidos en pago por visión en los diarios digitales de Vocento y otros medios locales. La temporada que viene contará también con Marca TV.
Digital Plus, la televisión de pago de Prisa mantiene con 1,8 millones de abonados más del 43% de la cuota de mercado de la televisión de pago.
La retransmisión en alta definición a través del descodificador iPlus llegó a 180.000 suscriptores, y una parte de ellos vieron diez partidos del Mundial en 3D.
El streaming de los partidos a través de la web Plus.es fue utilizado por 20.000 clientes de la plataforma.
La aplicación del Mundial de Canal+ para iPhone se descargó 90.000 veces y superó las 70.000 horas de televisión a través del móvil de Apple.
Digital+ Móvil, la plataforma de televisión en el móvil, consiguió 600.000 contactos o páginas vistas.
Tuesday, May 18, 2010
Spotify rebaja precio y limita el uso gratis
La época del streaming de música gratis y sin límite acaba. Spotify necesita aumentar sus suscriptores para sostener el negocio y reestructura su oferta freemium con más productos de pago y reducción del uso gratuito.
A elegir qué música quieres escuchar o qué tarifa estás dispuesto a pagar por la música.
A partir de hoy los usuarios de Spotify Open, su nueva oferta gratuita, sólo podrán disfrutar de 20 horas de música al mes. Aunque por ahora se mantiene el servicio para los usuarios gratuitos ya existentes, según aclara la empresa.
Lanza un nuevo producto de pago, Spotify Unlimited, que rebaja el precio de la música en streaming y sin publicidad a 4,99 euros. No tiene acceso a través del móvil y el sonido es de menor calidad que en su producto de acceso completo.
Spotify Premium mantiene el precio de 9,99 euros mensuales para escuchar la música en el móvil y tus listas preferidas cuando no estás conectado.
Con sólo 325.000 usuarios de pago (según los últimos datos), Spotify no es rentable ni puede sostener un negocio donde cada usuario tiene un umbral de rentabilidad de entre 6 y 7 euros. El streaming de música necesita un arpu de alrededor de 75 euros anuales.
Para lograr esas cifras, Spotify debería convertir al menos al diez por ciento de sus usuarios totales (más de siete millones en la actualidad) en usuarios de pago, según las declaraciones de sus responsables, además de continuar aumentando sus ingresos publicitarios tras haber demostrado la eficacia de los anuncios combinados de sonido y gráfica en su reproductor.
Cinco euros mensuales son más competitivos con servicios como Last.fm -de pago desde hace un año, con un coste de 3 euros mensuales, o Yes.fm, con una suscripción de 7,90 euros.
En España, Spotify lo tiene más fácil que en otros países, la oferta de streaming es menor. Una debilidad de mercado que sigue animando las descargas gratuitas.
El streaming se define como negocio de pago para su sostenibilidad, tanto para los servicios como para las nuevas empresas.
Spotify utiliza la gratuidad, un gran catálogo y la calidad y experiencia de uso como el mejor marketing posible. Después de haberse convertido en social, multiplataforma e integrar la música de los propios usuarios en su reproductor, Spotify está en buenas condiciones para ampliar sus clientes e ingresos.
Las nuevas ofertas de pago por música son cada vez más competitivas para los usuarios frente a la compra de CD. Cinco euros son algo menos de un CD de oferta al mes y por diez euros no se pueden comprar las novedades disponibles en los nuevos medios.
Pero el streaming de pago tiene que convencer todavía a la industria musical -varios de los grandes sellos son accionistas de Spotify- de su utilidad y rentabilidad para las discográficas y los músicos.
El streaming recaudó 13,6 millones de euros en 2009 en Gran Bretaña, uno de los mayores mercados de la música digital. Todavía muy por debajo de los ingresos de los soportes físicos o de las descargas de pago, lideradas en todo el mundo por iTunes (Apple), pero en crecimiento.
En España, el mercado de la música digital creció un 10,6% en 2009, todavía empujado por las descargas de pago. La música digital pasó de un 12% del mercado en 2008 a un 15,3% el año pasado, según los datos de Promusicae.
A elegir qué música quieres escuchar o qué tarifa estás dispuesto a pagar por la música.
A partir de hoy los usuarios de Spotify Open, su nueva oferta gratuita, sólo podrán disfrutar de 20 horas de música al mes. Aunque por ahora se mantiene el servicio para los usuarios gratuitos ya existentes, según aclara la empresa.
Lanza un nuevo producto de pago, Spotify Unlimited, que rebaja el precio de la música en streaming y sin publicidad a 4,99 euros. No tiene acceso a través del móvil y el sonido es de menor calidad que en su producto de acceso completo.
Spotify Premium mantiene el precio de 9,99 euros mensuales para escuchar la música en el móvil y tus listas preferidas cuando no estás conectado.
Con sólo 325.000 usuarios de pago (según los últimos datos), Spotify no es rentable ni puede sostener un negocio donde cada usuario tiene un umbral de rentabilidad de entre 6 y 7 euros. El streaming de música necesita un arpu de alrededor de 75 euros anuales.
Para lograr esas cifras, Spotify debería convertir al menos al diez por ciento de sus usuarios totales (más de siete millones en la actualidad) en usuarios de pago, según las declaraciones de sus responsables, además de continuar aumentando sus ingresos publicitarios tras haber demostrado la eficacia de los anuncios combinados de sonido y gráfica en su reproductor.
Cinco euros mensuales son más competitivos con servicios como Last.fm -de pago desde hace un año, con un coste de 3 euros mensuales, o Yes.fm, con una suscripción de 7,90 euros.
En España, Spotify lo tiene más fácil que en otros países, la oferta de streaming es menor. Una debilidad de mercado que sigue animando las descargas gratuitas.
El streaming se define como negocio de pago para su sostenibilidad, tanto para los servicios como para las nuevas empresas.
Spotify utiliza la gratuidad, un gran catálogo y la calidad y experiencia de uso como el mejor marketing posible. Después de haberse convertido en social, multiplataforma e integrar la música de los propios usuarios en su reproductor, Spotify está en buenas condiciones para ampliar sus clientes e ingresos.
Las nuevas ofertas de pago por música son cada vez más competitivas para los usuarios frente a la compra de CD. Cinco euros son algo menos de un CD de oferta al mes y por diez euros no se pueden comprar las novedades disponibles en los nuevos medios.
Pero el streaming de pago tiene que convencer todavía a la industria musical -varios de los grandes sellos son accionistas de Spotify- de su utilidad y rentabilidad para las discográficas y los músicos.
El streaming recaudó 13,6 millones de euros en 2009 en Gran Bretaña, uno de los mayores mercados de la música digital. Todavía muy por debajo de los ingresos de los soportes físicos o de las descargas de pago, lideradas en todo el mundo por iTunes (Apple), pero en crecimiento.
En España, el mercado de la música digital creció un 10,6% en 2009, todavía empujado por las descargas de pago. La música digital pasó de un 12% del mercado en 2008 a un 15,3% el año pasado, según los datos de Promusicae.
Tuesday, April 27, 2010
Spotify se hace social y multiplataforma
Spotify se renueva y lanza a por las dos grandes tendencias del mercado de la música: convertirse en social y en un sistema de gestión multiplataforma de toda la música de tus equipos.
El paso social aprovecha el espacio dejado por Last.fm al reducir su streaming y aprovecha la expansión de Facebook como plataforma de gestión social de la identidad para conectarse con sus 400 millones de usuarios.
Pero además empieza a competir con iTunes al dotar a los usuarios de la capacidad de oír, catalogar y gestionar la información de la música que albergan en sus equipos. Es la lucha por ser el estándar de mercado de la música digital. Una pelea donde los derechos de autor y los beneficios de las discográficas cuentan y donde la ventaja es de Apple.
¿Se adaptarán las discográficas a un nuevo mercado con otra pérdida de sus ingresos, igual que iTunes redujo los beneficios del CD?
Spotify adopta el lema popularizado por Last.fm: sin scrobble, la capacidad de catalogar y llevar tu música independientemente del equipo, no cuenta.
Igual que con la aplicación de Apple, Spotify permitirá ahora gestionar toda la música de un ordenador o un móvil desde su player. Y lo mismo que con iTunes, se podrá asociar toda la información del álbum: lista de canciones, carátulas, etc.
El servicio de streaming se convierte así en una plataforma de gestión de música en todos los equipos y facilitando el intercambio de música entre ellos de forma inalámbrica.
Los usuarios podrán también compartir de forma más sencilla su música en Twitter.
Un paso importante en Spotify versión 0.4.3 que de esta forma aumenta su audiencia y promoción social al tiempo que rebaja los costes del streaming al incorporar la música ya poseída por los usuarios en sus equipos.
Spotify mantiene el objetivo de mejorar la experiencia de usuario cuando cada vez se oye y comparte más música.
La gestión multiplataforma de todo el catálogo musical de los usuarios es un paso que Apple todavía no se ha atrevido a completar con la incorporación de la música en la nube (cloud computing). Imprescindible para oír tus canciones sin depender de las copias en diversos aparatos sino en la ubicuidad de la conectividad.
El nuevo Spotify permite incorporar a la librería de cada usuario su música personal y no depender de la copia digital cuando no es accesible.
Entre las nuevas funcionalidades del servicio de streaming estarán un sistema de envío de canciones de unos usuarios a otros y la suscripción a playlists personales.
Un Spotify más social y con mejor gestión de la música para todos sus usarios, de pago o gratis. Un paso más en su negocio 360º y su lucha para convertirse en el nuevo estándar de la música.
Jónsi comparte Go en streaming
Música contra la crisis de la música. Jónsi, líder de Sigur Rós, lanza su nuevo álbum Go. Y para promocionarlo lo ofrece en streaming desde su web, con la ventaja de poder incrustarlo en otras para hacer viral el lanzamiento.
Jónsi sigue con el streaming la estela de músicos como Elvis Costello, pero con un despliegue poco común de promoción con medios sociales. Jónsi y Go están en Facebook, Twitter, MySpace, Vimeo, Last.fm, Flickr y SoundCloud. El streaming puede sufrir problemas de costes como modelo de negocio, pero para los músicos es una de las mejores promociones y un eje fundamental del modelo freemium para la música: música en la Red gratis, venta de discos con diferentes ediciones, conciertos de pago, merchandising, etc.
Y emplear los medios sociales para la promoción es mucho más barato que el millón de euros que los grandes sellos calculan como inversión para un lanzamiento a lo alto de las listas.
Jónsi sigue con el streaming la estela de músicos como Elvis Costello, pero con un despliegue poco común de promoción con medios sociales. Jónsi y Go están en Facebook, Twitter, MySpace, Vimeo, Last.fm, Flickr y SoundCloud. El streaming puede sufrir problemas de costes como modelo de negocio, pero para los músicos es una de las mejores promociones y un eje fundamental del modelo freemium para la música: música en la Red gratis, venta de discos con diferentes ediciones, conciertos de pago, merchandising, etc.
Y emplear los medios sociales para la promoción es mucho más barato que el millón de euros que los grandes sellos calculan como inversión para un lanzamiento a lo alto de las listas.
Tuesday, April 13, 2010
Last.fm reduce el streaming
Los costes del streaming obligan a Last.fm a dejar de ofrecer canciones a demanda. Mantendrá su player de radio social, pero cuando se quieran escuchar canciones concretas, sólo se podrá con enlaces a otros servicios como Spotify o The Hype Machine.
La razón: el coste del streaming y la imposibilidad de Last.fm de rentabilizar el negocio de la música en internet.
Y eso a pesar de que los ejecutivos de la compañía aseguraban hace un mes que lograrían beneficios este año con sus "decenas de miles de usuarios". Eso sí, sólo rebajando los costes drásticamente.
La publicidad no llega. Es difícil conseguir usuarios de pago y la web propiedad de CBS no ha conseguido llevarlos al móvil, donde la suscripción crece.
Aún así en el sector se calcula que por debajo de unos ingresos de entre 7 y 8 euros por usuario y mes no es posible el negocio. Ni para las plataformas ni para los músicos, que de nuevo se han vuelto a quejar de lo poco que cobran de Spotify por sus acuerdos con las discográficas que están en su accionariado.
Last.fm dejó de ser gratuita en varios países como España hace un año. Pero a pesar de un precio por suscripción de tres euros no ha conseguido los ingresos necesarios.
En 2008 había apostado por la gratuidad financiada con publicidad, pero Last.fm ha ido quemando modelos de negocio sin lograr los resultados esperados.
Por eso ahora sostiene su radio social, cuyos costes en distribución y derechos son menores, y deja de ofrecer música a la carta.
El cambio también responde a una realidad de usabilidad y experiencia de usuario: desde el lanzamiento de Spotify, muchos usuarios (yo entre ellos) utilizan Last.fm para sus colecciones de música y para compartirlas con amigos, mientras la escuchan en Spotify.
Last.fm como red social de recomendación e intercambio financiada con publicidad mientras otros pagan los derechos y el streaming.
La noticia se conoce el mismo día que la española Rockola.fm consigue otros 1,5 millones de sus accionistas para continuar con su actividad.
¿Es posible el negocio del streaming de música?
Todos confían en el descenso progresivo de los costes de distribución. Una esperanza que puede abortarse si prospera la ofensiva contra la neutralidad de la red impulsada por Telefónica y el ministro de Industria, Miguel Sebastián.
Con decenas de miles de usuarios de pago el negocio no cuadra. Ni siquiera le llega a Spotify, con una cuarta parte de sus ingresos procedentes de la venta de música y 325.000 usuarios de pago con una suscripción de 9,99 euros mensuales. Una tasa de conversión menor del 5% en sus siete millones de usuarios totales.
Los derechos de la música digital siguen siendo caros para el streaming, a pesar de las rebajas en Gran Bretaña, y no compensan los ingresos de la música grabada.
El nuevo negocio de la música pasa por la reducción de los beneficios de todo el sector y conseguir mayores ingresos de ventas digitales, suscripciones, conciertos y merchandising. Un nuevo mercado.
La razón: el coste del streaming y la imposibilidad de Last.fm de rentabilizar el negocio de la música en internet.
Y eso a pesar de que los ejecutivos de la compañía aseguraban hace un mes que lograrían beneficios este año con sus "decenas de miles de usuarios". Eso sí, sólo rebajando los costes drásticamente.
La publicidad no llega. Es difícil conseguir usuarios de pago y la web propiedad de CBS no ha conseguido llevarlos al móvil, donde la suscripción crece.
Aún así en el sector se calcula que por debajo de unos ingresos de entre 7 y 8 euros por usuario y mes no es posible el negocio. Ni para las plataformas ni para los músicos, que de nuevo se han vuelto a quejar de lo poco que cobran de Spotify por sus acuerdos con las discográficas que están en su accionariado.
Last.fm dejó de ser gratuita en varios países como España hace un año. Pero a pesar de un precio por suscripción de tres euros no ha conseguido los ingresos necesarios.
En 2008 había apostado por la gratuidad financiada con publicidad, pero Last.fm ha ido quemando modelos de negocio sin lograr los resultados esperados.
Por eso ahora sostiene su radio social, cuyos costes en distribución y derechos son menores, y deja de ofrecer música a la carta.
El cambio también responde a una realidad de usabilidad y experiencia de usuario: desde el lanzamiento de Spotify, muchos usuarios (yo entre ellos) utilizan Last.fm para sus colecciones de música y para compartirlas con amigos, mientras la escuchan en Spotify.
Last.fm como red social de recomendación e intercambio financiada con publicidad mientras otros pagan los derechos y el streaming.
La noticia se conoce el mismo día que la española Rockola.fm consigue otros 1,5 millones de sus accionistas para continuar con su actividad.
¿Es posible el negocio del streaming de música?
Todos confían en el descenso progresivo de los costes de distribución. Una esperanza que puede abortarse si prospera la ofensiva contra la neutralidad de la red impulsada por Telefónica y el ministro de Industria, Miguel Sebastián.
Con decenas de miles de usuarios de pago el negocio no cuadra. Ni siquiera le llega a Spotify, con una cuarta parte de sus ingresos procedentes de la venta de música y 325.000 usuarios de pago con una suscripción de 9,99 euros mensuales. Una tasa de conversión menor del 5% en sus siete millones de usuarios totales.
Los derechos de la música digital siguen siendo caros para el streaming, a pesar de las rebajas en Gran Bretaña, y no compensan los ingresos de la música grabada.
El nuevo negocio de la música pasa por la reducción de los beneficios de todo el sector y conseguir mayores ingresos de ventas digitales, suscripciones, conciertos y merchandising. Un nuevo mercado.
Friday, February 26, 2010
Música por suscripción y móvil
La música ya no se compra: se paga por oír, como en el pago por visión tradicional, y la suscripción se impone como modelo de negocio. El problema es cuántos oyentes pagarán y a qué precio.
El coste por usuario de un servicio de streaming como Spotify o Yes.fm está entre seis o siete euros, según datos reconocidos por fuentes del sector. Servicios como Napster corroboran esa cifra de alrededor de 75 euros anuales de coste entre derechos de autor, pago a las discográficas, conectividad, promoción y gestión.
El modelo de negocio es atraer usuarios con música gratis y convertirlos en suscriptores de pago, como reconocen varios expertos. La música como marketing para convertir canciones gratis en suscripciones de pago, ingresos por servicios, de las plataformas de acceso, merchandising, conciertos, e incluso ventas de CDs y descargas legales: Negocio 360º.
Los aficionados reducen las descargas cuando la música es accesible en cualquier plataforma y desde cualquier lugar, desde el ordenador, el móvil u otros equipos portátiles.
Pero no lo suficiente para contentar a la industria y sostener el negocio.
En España el uso del P2P ha caído del 45% de los usuarios en 2006 al 26,6% en 2009, según los últimos datos del EGM. En directa relación con el aumento del streaming de música (56,9% de los internautas) o de televisión y cine (41,8%).
Cifras que se repiten en otros países y en las que debe tenerse en cuenta también el aumento de las descargas directas.
El debate es si el acceso gratis y desde cualquier aparato hace crecer el negocio. Expertos como Russ Crupnick (NPD Group) señalan que el streaming hace descender un 13% la venta de música digital. Otros responsables de la industria musical en Europa niegan esa canibalización y señalan que se produce el mismo efecto que con el criterio P2P: se escucha para elegir en streaming o en descargas y se compra la música o se va a los conciertos de los preferidos.
Es la defensa del consumidor frente a la saturación del mercado de la abundancia y las estrategias comerciales de las discográficas, las grandes perjudicadas por la crisis del negocio.
Pero todos parecen coincidir que la radio online o los servicios de recomendación que no permiten elegir qué música se escucha son más rentables: para la industria porque canibalizan menos las ventas digitales o de CD y para los usuarios porque descubren nueva oferta en lugar de consumir su música preferida y sustituir sus compras.
El negocio de la música avanza con el streaming y los móviles, además del vídeo en internet en sitios como YouTube o Vevo. El streaming y el vídeo en internet sustituyen en gran medida a la radio y a los vídeos en televisión, que se mudan también a internet como plataforma principal, especialmente entre los más jóvenes.
Por eso las discográficas y las gestoras de derechos quieren sostener el precio de los derechos digitales y no reducirlos. Hoy por cada cien canciones -en streaming o en vídeo- se paga en total alrededor de euro y medio en derechos. Y a pesar del bajo precio de cada audición, mucho menor que la vieja copia e incluso de los derechos de copia privada, si el precio es demasiado bajo no es sostenible ni para los artistas, ni para las discográficas, y tampoco para el mantenimiento de los nuevos servicios de distribución.
El resultado por ahora es que los nuevos servicios necesitan convertir más del diez por ciento de sus usuarios en suscriptores de pago. Pero además necesitan limitar el número de canciones que escuchan los usuarios gratuitamente para no perder rentabilidad por el pago de derechos con poco retorno.
La publicidad se está animando, especialmente en servicios como Spotify en Europa, pero el vídeo echa de menos más anunciantes, uno de los grandes problemas de YouTube.
Y la viralidad se cercena, como ha ocurrido en el caso de Ok Go. Muchos vídeos en internet dejan de estar disponibles para incrustarlos porque los anunciantes parecen dispuestos a invertir en las plataformas de exhibición principales, donde pueden controlar quién, cómo y cuántas veces los ven, pero no en otras webs. La publicidad controlada frente a las posibilidades de la distribución viral y su mayor poder de distribución.
Muchos músicos se quejan de lo poco que ganan con el streaming y la radio online. El efecto Lady Gaga por el reparto de los ingresos que hacen las discográficas. Pero otros reconocen que aumenta su audiencia y es el mejor medio de promoción.
El diagnóstico es que la música ambiente y accesible, en la nube, en el ordenador y los móviles, es para los consumidores más intensivos, los que están dispuestos a pagar o siguen comprando música y asistiendo a conciertos. Pero todo el mundo está a la expectativa de cuál es el umbral de supervivencia de estas nuevas formas de acceso y negocio. La audiencia para seguir disfrutando de música sin límites y de nuevos servicios, y las discográficas y los músicos para compensar los ingresos de la venta de copias de sus obras y de la difusión audiovisual (radio y televisión), el corazón del negocio por ahora.
Monday, February 22, 2010
Cultura ignora el streaming
El streaming no es del gusto de todos. A pesar de las ventajas para los usuarios, la industria del entretenimiento prefiere vender música a distribuirla por suscripción o a cambio de publicidad. Pero es sorprendente que el Ministerio de Cultura, el mismo que se quiere convertir en perseguidor de las descargas, no se entere ni promueva una alternativa legal y ventajosa.
Entre las webs de música señaladas en la campaña Si eres legal, eres legal sólo se reseñan páginas de descargas. Ni una alternativa de streaming a pesar de la creciente popularidad de servicios como Spotify, Yes.fm o Rockola.fm.
Los representantes de esos servicios tampoco han sido consultados sobre los cambios en la legislación de propiedad intelectual.
Entre las webs de música señaladas en la campaña Si eres legal, eres legal sólo se reseñan páginas de descargas. Ni una alternativa de streaming a pesar de la creciente popularidad de servicios como Spotify, Yes.fm o Rockola.fm.
Los representantes de esos servicios tampoco han sido consultados sobre los cambios en la legislación de propiedad intelectual.
Sunday, February 21, 2010
¿Es Spotify el futuro de la música?
Un análisis de la economía del streaming
Spotify es la esperanza de muchos. De los internautas, para seguir oyendo música sin tener que recurrir a las descargas. Y también, pero menos, de los artistas y discográficas, dispuestos a explorar nuevos negocios para la música, aunque recelosos de su rentabilidad.
¿Es el streaming el futuro del negocio de la música?
Daniel Ek, su fundador, repite que sí, aunque los números por ahora no están claros. Las discográficas han apostado por la iniciativa y algunas de las más grandes como EMI, Warner, Sony-BMG y Universal tienen entre un 15 y un 18% de su capital. No sólo están en la empresa, sino que la apoyan con una rebaja importante de los derechos que cobran a los servicios digitales por la música.
Tanta rebaja que algunos como Warner dudan de su viabilidad y anuncian que no licenciarán más música para servicios de streaming. El responsable de Warner, Edgar Bronfman Jr., acusa a la música en internet de reducir las compras en servicios como iTunes, mucho más rentables que las suscripciones.
El streaming supuso el 8,3% de los ingresos de la música digital en 2008, aunque se anuncia un gran crecimiento desde 2009. Pero es un crecimiento del que la patronal mundial de la música, la IFPI, desconfía.
La discográficas no ven claro el futuro del streaming por su menor rentabilidad frente al negocio tradicional. Otros se cansan de repetir que el negocio ha cambiado y que cobrar menos es mejor que el todo gratis en la Red.
Esa reducción de los derechos digitales ha producido el efecto Lady Gaga denunciado por varios músicos: 113 euros por un millón de canciones en streaming, una compensación bajísima por su música. Mucho menor que las tarifas reclamadas por las gestoras de derechos de autor, que en este caso alcanzarían los 970 euros en Gran Bretaña o hasta 4.500 euros en España, en función del coste de los derechos.
La clave está en saber cuánto llega al músico de lo pagado a gestoras y discográficas y si compensa económicamente o son más altos sus rendimientos de promoción entre el público.
En Spotify lo tienen claro: apuestan por la música de pago como negocio y su promoción con música gratuita. Un modelo de negocio freemium que reúne clientes por la atracción y el poder de consumo de la música en la web. La empresa cobra por la publicidad, como la radio convencional, pero además ofrece servicios premium: música sin anuncios y en el móvil por 9,99 euros al mes.
"El nuevo modelo de negocio de la música es una mezcla de publicidad, descargas, suscripciones, merchandising y entradas a conciertos donde el usuario llega y donde la clave para la rentabilización viene de la portabilidad y el paquete de derechos de acceso que se le ofrece" ha explicado a menudo su fundador.
Un negocio 360º para la música online. Igual que en el resto de iniciativas digitales, los responsables de Spotify saben que con el precio de los anuncios en internet muchos negocios no son sostenibles si no se amplían sus fuentes de financiación y se multiplican los ingresos por usuario.
A diferencia de otros proyectos como Last.fm, Spotify lanzó desde el principio un modelo de negocio freemium: contenidos gratuitos y de pago. Daniel Ek repite que su objetivo, como el de las discográficas, es "que la gente pague por la música".
Porque el modelo de la radio financiada sólo con publicidad no resiste en internet por el mayor coste de los derechos: del cinco por ciento en la facturación de las radios frente al diez por ciento en los servicios de streaming para las gestoras de derechos de autor colectivos y hasta el doble para las discográficas.
Por eso el precio en Spotify es mayor que en otros servicios. Last.fm cobra 3 euros mensuales por el acceso a su discografía en los países donde no tiene red comercial.
Por eso la gran esperanza de Spotify, como de otros servicios de streaming, es emular el éxito de iTunes. Convertir los móviles a través de las aplicaciones en el mayor canal directo de acceso y consumo de música.
En España, la SGAE cobra a una radio comercial el hasta el cinco por ciento de sus ingresos, igual que la Asociación de Gestión de Derechos Intelectuales (Agedi), mientras la cuota para el streaming es del diez por ciento (el 8% en 2009) o un equivalente de 0,50 euros por suscriptor y mes. En el caso de Agedi la cuota es superior, un 16% de la facturación y de un 0,01 a un 0,015 de euro por canción.
Rebajar el precio de los derechos de autor ha sido la lucha de Pandora, uno de los servicios pioneros de recomendación y streaming en Estados Unidos, donde sobrevive sin capacidad de expansión internacional, y del resto de proyectos comerciales de música online.
Pero a los derechos de autor de las sociedades de gestión además hay que sumar los derechos de las discográficas, similares y en algunos casos mayores a los 0,0045 euros que la SGAE cobra por reproducir cada canción. Para apoyar los nuevos negocios digitales, PRS, la gestora de derechos de la música británica, rebajó a 0,00097 euros los derechos por cada canción reproducida, aunque también cobra el 10,5% de los ingresos de los servicios de streaming, medio punto más que en España.
Las discográficas negocian con cada servicio, pero en casi ningún caso su precio es inferior al de las sociedades de gestión. Y en algunos casos es mucho mayor.
El coste de una canción en streaming estaría entre 0,010 y 0,015 euros. Dicho de otro modo cada cien canciones hay que pagar de un euro a un euro y medio en derechos.
Se estima que cada usuario escucha una media de 25 canciones diarias, así que el coste por usuario estaría entre por encima de los seis euros entre derechos, conectividad, gestión y comercialización.
Ese coste, mucho mayor de lo que se factura con la música gratis con publicidad, ha obligado a servicios como Yes.fm ha acabar con su vieja tarija de 3,95 euros al mes para ofrecer música por un euro al día o suscripciones mensuales de entre 7,90 y 9,90 euros, más caro si se accede en el móvil.
Gracias a esas tarifas, las discográficas consiguieron recaudar en España 17,1 millones de euros en 2009, el 60% del mercado digital.
Spotify y los nuevos distribuidores de música necesitan aumentar la rentabilidad de sus usuarios y ofrecer un negocio viable a los músicos y a los sellos. Por eso además de la publicidad se apoya en las suscripciones, la venta de música online y quiere expandirse a las entradas para conciertos y el merchandising.
Daniel Ek ha comentado en algunos foros profesionales que el streaming sería viable si consigue el equivalente al uno por ciento del mercado de la radio y la publicidad online: más de 12 millones de euros en el caso de España.
¿Es posible la rentabilidad en el streaming?
Spotify tiene 1,45 millones de usuarios en España, pero muy pocos son de pago. Si aplicamos la misma proporción que entre sus usuarios totales, de los 250.000 de pago logrados en los países donde está presente, 43.500 estarían en España. Unos ingresos de algo más de cinco millones de euros anuales.
En cuanto a la publicidad, Spotify podría conseguir ingresos medios de un 1,25 euros por usuario y año, una tasa similar a la de otros negocios en internet. En total, unos ingresos de menos de siete millones de euros anuales.
Por eso el objetivo repetido por los responsables de Spotify es convertir al diez por ciento de su público en usuarios de pago. Con esas cifras podría alcanzar en España más de 17 millones de euros anuales, el equivalente a lo facturado por música digital por las discográficas y más del uno por ciento de la suma de la publicidad en radio e internet, el objetivo repetido por Daniel Ek.
Para los fans de la música, Spotify es una joya. Falta saber si lo será para el futuro del negocio de la música.
Spotify es la esperanza de muchos. De los internautas, para seguir oyendo música sin tener que recurrir a las descargas. Y también, pero menos, de los artistas y discográficas, dispuestos a explorar nuevos negocios para la música, aunque recelosos de su rentabilidad.
¿Es el streaming el futuro del negocio de la música?
Daniel Ek, su fundador, repite que sí, aunque los números por ahora no están claros. Las discográficas han apostado por la iniciativa y algunas de las más grandes como EMI, Warner, Sony-BMG y Universal tienen entre un 15 y un 18% de su capital. No sólo están en la empresa, sino que la apoyan con una rebaja importante de los derechos que cobran a los servicios digitales por la música.
Tanta rebaja que algunos como Warner dudan de su viabilidad y anuncian que no licenciarán más música para servicios de streaming. El responsable de Warner, Edgar Bronfman Jr., acusa a la música en internet de reducir las compras en servicios como iTunes, mucho más rentables que las suscripciones.
El streaming supuso el 8,3% de los ingresos de la música digital en 2008, aunque se anuncia un gran crecimiento desde 2009. Pero es un crecimiento del que la patronal mundial de la música, la IFPI, desconfía.
La discográficas no ven claro el futuro del streaming por su menor rentabilidad frente al negocio tradicional. Otros se cansan de repetir que el negocio ha cambiado y que cobrar menos es mejor que el todo gratis en la Red.
Esa reducción de los derechos digitales ha producido el efecto Lady Gaga denunciado por varios músicos: 113 euros por un millón de canciones en streaming, una compensación bajísima por su música. Mucho menor que las tarifas reclamadas por las gestoras de derechos de autor, que en este caso alcanzarían los 970 euros en Gran Bretaña o hasta 4.500 euros en España, en función del coste de los derechos.
La clave está en saber cuánto llega al músico de lo pagado a gestoras y discográficas y si compensa económicamente o son más altos sus rendimientos de promoción entre el público.
En Spotify lo tienen claro: apuestan por la música de pago como negocio y su promoción con música gratuita. Un modelo de negocio freemium que reúne clientes por la atracción y el poder de consumo de la música en la web. La empresa cobra por la publicidad, como la radio convencional, pero además ofrece servicios premium: música sin anuncios y en el móvil por 9,99 euros al mes.
"El nuevo modelo de negocio de la música es una mezcla de publicidad, descargas, suscripciones, merchandising y entradas a conciertos donde el usuario llega y donde la clave para la rentabilización viene de la portabilidad y el paquete de derechos de acceso que se le ofrece" ha explicado a menudo su fundador.
Un negocio 360º para la música online. Igual que en el resto de iniciativas digitales, los responsables de Spotify saben que con el precio de los anuncios en internet muchos negocios no son sostenibles si no se amplían sus fuentes de financiación y se multiplican los ingresos por usuario.
A diferencia de otros proyectos como Last.fm, Spotify lanzó desde el principio un modelo de negocio freemium: contenidos gratuitos y de pago. Daniel Ek repite que su objetivo, como el de las discográficas, es "que la gente pague por la música".
Porque el modelo de la radio financiada sólo con publicidad no resiste en internet por el mayor coste de los derechos: del cinco por ciento en la facturación de las radios frente al diez por ciento en los servicios de streaming para las gestoras de derechos de autor colectivos y hasta el doble para las discográficas.
Por eso el precio en Spotify es mayor que en otros servicios. Last.fm cobra 3 euros mensuales por el acceso a su discografía en los países donde no tiene red comercial.
Por eso la gran esperanza de Spotify, como de otros servicios de streaming, es emular el éxito de iTunes. Convertir los móviles a través de las aplicaciones en el mayor canal directo de acceso y consumo de música.
En España, la SGAE cobra a una radio comercial el hasta el cinco por ciento de sus ingresos, igual que la Asociación de Gestión de Derechos Intelectuales (Agedi), mientras la cuota para el streaming es del diez por ciento (el 8% en 2009) o un equivalente de 0,50 euros por suscriptor y mes. En el caso de Agedi la cuota es superior, un 16% de la facturación y de un 0,01 a un 0,015 de euro por canción.
Rebajar el precio de los derechos de autor ha sido la lucha de Pandora, uno de los servicios pioneros de recomendación y streaming en Estados Unidos, donde sobrevive sin capacidad de expansión internacional, y del resto de proyectos comerciales de música online.
Pero a los derechos de autor de las sociedades de gestión además hay que sumar los derechos de las discográficas, similares y en algunos casos mayores a los 0,0045 euros que la SGAE cobra por reproducir cada canción. Para apoyar los nuevos negocios digitales, PRS, la gestora de derechos de la música británica, rebajó a 0,00097 euros los derechos por cada canción reproducida, aunque también cobra el 10,5% de los ingresos de los servicios de streaming, medio punto más que en España.
Las discográficas negocian con cada servicio, pero en casi ningún caso su precio es inferior al de las sociedades de gestión. Y en algunos casos es mucho mayor.
El coste de una canción en streaming estaría entre 0,010 y 0,015 euros. Dicho de otro modo cada cien canciones hay que pagar de un euro a un euro y medio en derechos.
Se estima que cada usuario escucha una media de 25 canciones diarias, así que el coste por usuario estaría entre por encima de los seis euros entre derechos, conectividad, gestión y comercialización.
Ese coste, mucho mayor de lo que se factura con la música gratis con publicidad, ha obligado a servicios como Yes.fm ha acabar con su vieja tarija de 3,95 euros al mes para ofrecer música por un euro al día o suscripciones mensuales de entre 7,90 y 9,90 euros, más caro si se accede en el móvil.
Gracias a esas tarifas, las discográficas consiguieron recaudar en España 17,1 millones de euros en 2009, el 60% del mercado digital.
Spotify y los nuevos distribuidores de música necesitan aumentar la rentabilidad de sus usuarios y ofrecer un negocio viable a los músicos y a los sellos. Por eso además de la publicidad se apoya en las suscripciones, la venta de música online y quiere expandirse a las entradas para conciertos y el merchandising.
Daniel Ek ha comentado en algunos foros profesionales que el streaming sería viable si consigue el equivalente al uno por ciento del mercado de la radio y la publicidad online: más de 12 millones de euros en el caso de España.
¿Es posible la rentabilidad en el streaming?
Spotify tiene 1,45 millones de usuarios en España, pero muy pocos son de pago. Si aplicamos la misma proporción que entre sus usuarios totales, de los 250.000 de pago logrados en los países donde está presente, 43.500 estarían en España. Unos ingresos de algo más de cinco millones de euros anuales.
En cuanto a la publicidad, Spotify podría conseguir ingresos medios de un 1,25 euros por usuario y año, una tasa similar a la de otros negocios en internet. En total, unos ingresos de menos de siete millones de euros anuales.
Por eso el objetivo repetido por los responsables de Spotify es convertir al diez por ciento de su público en usuarios de pago. Con esas cifras podría alcanzar en España más de 17 millones de euros anuales, el equivalente a lo facturado por música digital por las discográficas y más del uno por ciento de la suma de la publicidad en radio e internet, el objetivo repetido por Daniel Ek.
Para los fans de la música, Spotify es una joya. Falta saber si lo será para el futuro del negocio de la música.
Friday, February 05, 2010
Spotify incluye artistas relacionados
Spotify inaugura su cuarta pestaña. Además de la pestaña general, las biografías de los músicos (vía All Music) y la radio del artista, ahora incluye la música relacionada.
Una herramienta de recomendaciones que se echaba en falta para mejorar el descubrimiento de música por los usuarios.
Ahora el servicio de streaming se acerca un poco más a Last.fm o Pandora y anima un mayor consumo de música y más interés para sus usuarios.
Una herramienta de recomendaciones que se echaba en falta para mejorar el descubrimiento de música por los usuarios.
Ahora el servicio de streaming se acerca un poco más a Last.fm o Pandora y anima un mayor consumo de música y más interés para sus usuarios.
Friday, December 11, 2009
El P2P pierde usuarios
El P2P baja. Los nuevos servicios de streaming, las descargas directas y la mayor disponibilidad de contenidos audiovisuales consigue que los usuarios empiecen a cambiar sus hábitos.
Lo que no han podido ni podrán las leyes restrictivas lo consigue la evolución de la propia internet y del mercado digital.
El EGM recién publicado muestra ya cómo los usuarios dejan de usar el intercambio de archivos cuando disponen de otras alternativas.
Si en la oleada de noviembre de 2008 se registró el récord de un 35% de la audiencia de internet usando el P2P, en la de este año cae hasta el 27,4%. Casi siete puntos menos en un año, lo que indica la enorme expansión de los contenidos audiovisuales en la web en la era del acceso.
Lo que no han podido ni podrán las leyes restrictivas lo consigue la evolución de la propia internet y del mercado digital.
El EGM recién publicado muestra ya cómo los usuarios dejan de usar el intercambio de archivos cuando disponen de otras alternativas.
Si en la oleada de noviembre de 2008 se registró el récord de un 35% de la audiencia de internet usando el P2P, en la de este año cae hasta el 27,4%. Casi siete puntos menos en un año, lo que indica la enorme expansión de los contenidos audiovisuales en la web en la era del acceso.
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