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Wednesday, March 11, 2009

11-M, la vergüenza

Vergonzoso. Una vez más. Los políticos se adueñaron del dolor de las víctimas del 11-M cinco años después de la tragedia. Expulsaron a las víctimas y a los ciudadanos del monumento de Atocha para celebrar a solas con las cámaras, envueltos en la hipocresía y el oropel del poder, un homenaje sin ciudadanos ni víctimas.
Esos políticos que se repantigan en las sillas con faldones que colocan sus amigos, que viajan en coches oficiales con escoltas desmesuradas, ponen ojos tristes y se visten de negro para dar bien en el telediario.
Ciudadanos fuera. Vuelvan ustedes más tarde.
Víctimas, esperen, que las cámaras son nuestras.
Una vergüenza permanente.
Un secuestro continuo del espacio y la imagen pública.
Además del fraude de los recursos y el dispendio permanente.
Y siempre ganan, porque en el telediario la indignación de los ciudadanos expulsados de la cripta de Atocha sólo dura unos minutos. Unas pocas líneas a esta hora en los medios digitales. Las fotos son para el paripé oficial, los textos para la acusación constante de la politiquería.
Una vergüenza. Una vergüenza también de este periodismo oficial y figurante.

Monday, May 21, 2007

Literatura ensimismada

Leo estos días tantas reflexiones sobre el impacto del 11-S en la literatura norteamericana que me entra una envidia terrible. Y me pregunto dónde está el 11-M en la literatura española.
Ian Jack, editor de la revista Granta, explica cómo el atentado contra las Torres Gemelas ha cambiado la forma de ver el mundo de la moderna narrativa norteamericana.
El último Don DeLillo es señalado por algunos como un autor del tamaño de Norman Mailer o Ernest Hemingway por su retrato de un momento crítico en la historia.
La narrativa de ficción sobre la vida real vuelve a atraer la atención. ¿Cómo escribir igual después de los ataques terroristas? ¿Cómo entender el mundo tras la amenaza de los integrismos religiosos? ¿Cómo escribir después de Abu Ghraib y Guantánamo?
Cuando la globalización explota con sus propios obuses, ¿cómo se puede mantener la literatura al margen?
En España lo hace. Del 11-M hay muchos libros, pero la mayoría son ensayos y reportajes periodísticos o balas del marketing de la tragedia y el miedo.
Entre las excepciones, los poetas que respondieron pronto, atrapados entre las bombas de Madrid y la Feria del Libro de la ciudad. Y autores ya clásicos como Luis Mateo Díez y su novela en el 11M, más que sobre aquella matanza.
¿Y el resto?
No. No me refiero sólo a la reconstrucción novelada de la muerte. Pregunto por otra forma de entender la realidad, una parte de nosotros, el país, algunas gentes que viven aquí o muy lejos y nuestra propia posición en el mundo. Todas esas preguntas que la literatura norteamericana, por ejemplo, siempre intenta responder, año a año, época a época, acontecimiento a acontecimiento, en busca de la sempiterna gran novela americana.
Hitos que cambian el mundo. Renglones para ver la realidad entre letras nuevas.
¿Está embobada la literatura española? Atrapada entre las modas editoriales y la inmersión en una memoria histórica tan lejana como olvidada o manipulada.
Preguntas para otra literatura que a veces no podemos leer. La gran novela de/sobre el 11-M está, sin duda, por escribir. Quizá ni siquiera ha sido imaginada.

Monday, March 12, 2007

11-M, el recuerdo cristalizado

La obra del Estudio FAM para honrar a las víctimas del 11-M es un gigantesco panteón de la simulación de la memoria. El recuerdo cristalizado.
Por si la memoria de los ciudadanos y sus frases, sus recuerdos, tan vivos, expresados en esas frases y manos blancas de Más Cercanos se pierden, los creadores del monumento convierten sus palabras en cristal y efte, el material donde se han grabado los nombres de las víctimas y su vacío.
Vacío azul, han llamado a esa cámara de luz, tan deudora del interior de las pirámides o de los mausoleos. Pero con luz posmoderna.
Simulacro del recuerdo.
La memoria no está en las camas ni en las habitaciones, dijo Thomas Pynchon, sino en quienes las habitan. La memoria de aquella tragedia vivía en esa pantalla de Atocha donde plantar tu mano digital y escribir tu recuerdo.
El diseño de la escultura nació "de la expresión y del sentimiento común de la sociedad española" hasta lograr que los mensajes "permanezcan allí para siempre de alguna manera", ha explicado Mauro Gil-Fournier, uno de los arquitectos junto a Esaú Acosta, Raquel Buj, Pedro Colón de Carvajal y Miguel Jaenicke.
La nostalgia viva de los muertos petrificada en medio del tráfico de Atocha. El monumento desconfía de la memoria y el compromiso de los vivos.
Escribiste y sentiste tu mensaje. Ahora esas más de 107.000 manos sujetan esa luz de cristal mientras en el juicio del 11-M el dolor revive y la conspiración se desvanece. A pesar de quienes también la intentan cristalizar en otro vacío.

P21 | Un altar virtual y cívico para el 11-M