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Monday, June 10, 2013

Espiados 2.0


Se llama PRISM en honor a la fibra óptica (y quizá a Pink Floyd). Podría ser una banda de villanos de James Bond o de Batman, pero es un gigantesco programa de espionaje de las comunicaciones puesto en marcha en Estados Unidos por la Agencia de Seguridad Nacional. Los grandes de internet como Microsoft, Yahoo, Google, Facebook, YouTube, Skype o Apple han proporcionado datos sobre correos electrónicos, chats, vídeos, fotos, llamadas a través de internet, archivos compartidos, videoconferencias, posiciones de GPS o de actividad en las redes sociales. No sólo han sido espiados los norteamericanos, sino ciudadanos de todo el mundo por la concentración de redes y servidores en estas empresas.


Somos datos, cada día más. Nuestra huella digital es el botín buscado por la publicidad y el marketing para financiar la economía de la abundancia digital. Pero los gobiernos, los servicios secretos y una miriada de espías digitales saben cada vez más sobre nosotros.

PRISM es legal. La justicia lo autorizó para luchar contra el miedo al terrorismo. Sobre todo al terror de los políticos de enfrentarse a atentados de los que no nos pueden defender. La justicia y la política se parecen cada vez más Minority Report, el relato de Philip K. Dick que Spielberg y Tom Cruise popularizaron. La vigilancia de los precogs permitía capturar a los criminales antes del delito. La paradoja es detener a inocentes en la creencia pseudocientífica de la inevitabilidad de sus actos. El viejo determinismo.

Es también la paradoja del control 2.0: las mismas tecnologías y herramientas utilizadas por personas de todo el mundo para luchar contra la opresión, la injusticia o defender sus intereses son controladas por un puñado de empresas fáciles de coaccionar y vigilar.

Hay otras paradojas. La sociedad de la abundancia es una civilización del hiperconsumo donde unos pocos controlan a muchos con la aparente felicidad de una interacción mediatizada por quienes controlan el sistema. ¿Quebrará la confianza de los consumidores 2.0 o la embriaguez de la abundancia acabará con los viejos ideales de libertad individual?

Columna en los diarios de Vocento

Thursday, March 14, 2013

Google Reader cierra cuando el RSS es social y móvil


Google anuncia el cierre de Google Reader, el lector de fuentes RSS dominante y mayoritario tanto entre usuarios como en clientes. La paradoja y la oportunidad es que lo hace cuando el RSS (Rich Site Summary) se ha convertido en la base de una multitud de aplicaciones, agregadores y servicios para personalizar los contenidos en los nuevos dispositivos y navegadores.
Para los usuarios más intensivos, el cierre de Google Reader es una traición a la fidelidad. Desde su aparición en 2005 muchos lo hemos usado para organizar nuestras fuentes, hacer más eficiente la selección de información y gestionar contenidos difícilmente abarcables con otros medios.
Una industria ha nacido cuando el RSS se ha convertido en la base de muchas ofertas y servicios. Desde los medios que lo usan para agregar y seleccionar información, los servicios de visualización como Feedly hasta las aplicaciones como Flipboard, Pulse (en la mira de LinkedIn) o Zite (comprada por CNN) que lo utilizan para personalizar el contenido de sus usuarios.
Se incluye en las aplicaciones de los navegadores y alimenta y a la vez compite con las redes sociales y su flujo de contenidos compartido y continuo.
Por eso Google cierra Reader: es una aplicación sin rentabilidad directa para una empresa cada vez más orientada a los resultados, pero sobre todo es una ventaja que la propia Google da a sus competidores en la guerra de las plataformas, cuando la distribución de contenidos vuelve a ser clave, con su intento de consolidar Google Currents como revista digital personalizada para tabletas y móviles, y en la lucha de Google+ con el resto de las redes sociales, como la rediseñada Facebook, que quiere decir adiós al desorden para convertirse en el nuevo canal de distribución de contenidos, marketing y servicios personalizados.
Esa es la batalla que Google no puede perder, porque de ella, del control de los datos de los usuarios, pero también de sus contenidos y de su forma de consumirlos y compartirlos depende una gran parte de su negocio.
Esa razón es la que se esconde en la alusión a la "mejor experiencia de usuario" que el responsable de Reader, Alan Green, explica, más que una caída de usuarios directos (últimos datos de cuando Google apostaba por su lector) en favor del ecosistema de suscripción y la oferta de los competidores.
Por eso estoy de acuerdo con Marco Arment, creador de Instapaper, en que el cierre de Google Reader abre una nueva época de mayor competencia e innovación en los lectores de RSS y en sus aplicaciones en revistas, agregadores y aplicaciones digitales para las nuevas pantallas.
Feedly  y Flipboard ya se han apresurado con sendos anuncios de cómo pueden los usuarios salvar su selección y suscripciones de fuentes de Reader.
Pero para muchos, la simplicidad, sincronización y multipantalla de Google Reader nos hace lamentar su desaparición, además de volver a subrayar el control 2.0 que los grandes de internet y la tecnología tienen sobre nuestra vida, nuestros datos y nuestros contenidos.
Google, Don't kill Google Reader.

Wednesday, April 04, 2012

Gran Hermano amenaza la privacidad

Transparencia no es indefensión. La pasión y los beneficios de compartir, en internet, en las redes sociales, en los teléfonos inteligentes, deben hacernos más libres y capaces, no más esclavos. Cuando un gobierno como el británico anuncia un plan  para espiar en tiempo real la actividad digital y los correos de los ciudadanos, Gran Hermano acecha. La política del miedo invoca oscuras amenazas –terroristas, económicas, etc.- para aumentar el control del poder. El plan británico choca contra la libertad de los ciudadanos y con el empuje legal para proteger su privacidad en las redes.

El anuncio del gobierno conservador de David Cameron coincide con la entrada en vigor en España de la nueva regulación sobre publicidad y marketing digital que obliga a las empresas a buscar elconsentimiento de los usuarios para vigilar su actividad en internet a través de cookies, el código que sirve para identificar su actividad e intereses. Mientras Europa debate el derecho al olvido, la capacidad de los usuarios de limpiar su pasado en las redes, planes como el británico recuerdan las amenazas de una sociedad cada vez más transparente.

Columna completa en Estrella Digital

Tuesday, February 21, 2012

El espejismo cosmopolita: censura, globalización y control 2.0

Una coalición universal contra la censura. Es el reclamo del Committe to Protect Journalists (CPJ), una de las grandes organizaciones de la libertad de expresión. Una ciudadanía libre y el libre flujo de información son esenciales para la política, la economía y la sociedad del conocimiento. Pero las barreras nacionales son muy fuertes y no existe todavía un cosmopolitismo realista (Ulrich Beck) capaz de asegurar un sistema universal de derechos y normas procesales para una sociedad abierta.
La llamada del CPJ coincide con una reflexión de Dani Rodrik sobre el mito de la irrelevancia del estado nación. De nuevo emergente cuando la crisis aprieta, los gobiernos se encastillan en la gestión interna y los ciudadanos reclaman derechos y garantías al único ente político capaz de garantizarlos: el estado nacional
La crisis de gobernanza europea y la incapacidad de la globalización para regular los mercados para asegurar el crecimiento y una salida ordenada de la crisis hacen volver las miradas al interés nacional, que Rodrik ejemplifica en la actitud alemana, hipertrofiada en la política de Angela Merkel.
"El liberalismo (laissez-faire) y la tecnocracia internacional no ofrecen una alternativa plausible al estado nación", afirma el economista, que denuncia como Beck "la ausencia de mecanismos viables de gobernanza global".
Pero la sociedad abierta también se discute en el otro gran espacio de la globalización: internet. Es en el espacio público digital donde el CPJ defiende la libertad frente a la censura. Una amenaza que se extiende cuando las empresas digitales que concentran las opiniones, información, contenidos y datos de los usuarios se deben someter a las leyes nacionales, a menudo por debajo del mínimo de derechos y libertad cosmopolita.
Es la paradoja de Twitter o Facebook, espacios de libertad para los usuarios sometidos a legislaciones a menudo restrictivas. Pero también un espacio público en manos y con intereses privados, lo que llamo el control 2.0, al que se el  neofeudalismo digital, atrapada en el negocio de las relaciones sociales y su tendencia a la endogamia y al estrechamiento de las ideas y el debate público.
Esther Dyson vuelve sobre el peligro de la parcelación de internet por las aplicaciones, las plataformas y redes sociales, pero también por un sistema fragmentado e hipercomercializado de los nuevos dominios (URL). Concluye a favor de la elección de los usuarios y las opciones de una oferta de larga cola para cada necesidad.
Pero Dyson olvida que la elección necesita un sistema de valores y un mínimo de conocimientos y derechos para equilibrar las necesidades de oferta y demanda. Asentar esos sistemas es esencial para que la sociedad del conocimiento no sea sólo una sociedad del rumor, en acerada crítica de Daniel Innerarity.
De lo contrario en lo político y lo económico resurge un nacionalismo introvertido donde los ciudadanos buscan refugio (efecto cocoon), y en las redes y los medios de comunicación aumenta la endogamia en busca de afinidades y no de reflexión y debate crítico.
El resultado es el cosmopolitismo banal denostado por Beck. Un sistema de creencias, relaciones y política donde la ilusión de la globalización produce un placebo de libertad y debate crítico a menudo incapaz de gestionar de forma creativa y productiva las crisis.
Quizá por eso sea tan difícil formar y hacer efectivos esa base de derechos y garantías individuales y sociales que sean el tejido mínimo de la sociedad global.
A la resistencia de los poderes nacionales políticos y económicos -aunque se desarrollen un mercado supercapitalista global, pero siempre con raigambre y origen nacional-, se une la lentitud e ineficacia de la política para hacer frente a los desafíos y la evolución tecnológica y económica.
La solución a esa ineficacia política no pasa por otra ilusión, la tecnocrática, sino por una gestión del conocimiento distribuido que garantice y respete esos derechos y sistemas universales tan citados pero tan poco realizados en la práctica.
Los medios y el periodismo tienen un papel esencial en esa defensa. La información y el debate crítico deben ser los tiradores que expanden y fundamentan el debate social en las redes al mismo tiempo que deben fijarse más en los bordes de ese sistema para salir de su propia endogamia.
En ese sentido debería leerse la llamada a una coalición cosmopolita -que a diferencia de la globalización incluye el nacionalismo no excluyente- contra la censura. Hace falta ampliarla a una coalición cívica por la libertad, los derechos y la crítica (ahora que el posmodernismo ha acabado con la razón) para que una gestión eficaz del conocimiento y la ciudadanía distribuidos (las múltiples identidades de Amartya Sen o las identidades de dominio público digitales) produzca nuevos sistemas ciudadanos, políticos y económicos donde los males de una globalización imperfecta y asimétrica no acaben haciendo sufrir a ciudadanos atrapados entre el recortado estado nación y los paraísos artificiales del neofeudalismo digital.
Los dos son parte del imaginario de la burguesía proletarizada (Zizek), atrapada por el síndrome del nuevo rico: sometido al hiperconsumo e incapaz de producir la suficiente riqueza para sostenerlo sin que las burbujas estallen.
Innovación social, gestión del procomún, territorios y sistemas inteligentes unidos a valores universales son cada vez más necesarios si queremos generar alternativas que no vuelvan a confundir la ideología con las certezas.

Thursday, February 02, 2012

El compromiso hacker de Facebook

Facebook sale a bolsa.Y lo hace con una declaración mesiánica sobre la identidad de sus usuarios, las relaciones sociales, la información, la economía o la política. Un estilo hacker reivindicado por su fundador Mark Zuckerberg que recuerda la ensoñación de tantos líderes y personajes de lo mejor y lo peor de la historia. Una democratización radical de la sociedad y la tecnología bajo el control 2.0 de la plataforma de Facebook.
Para unos, una liberación; para otros, una distopía donde identidad y espacio público acaban privatizados, sometidos a las reglas del negocio y el mercado en un neofeudalismo digital.

Columna completa en Estrella Digital

Sunday, January 29, 2012

Twitter: censura nacional y derechos universales

Las fronteras y las cibermurallas llegan a Twitter. La red de microblogging se ha incendiado con su anuncio de que retirará tuiteos en cada país cuando las autoridades lo reclamen. Ya lo hacía, como todas las grandes compañías de internet. La diferencia es que Twitter quiere abrir oficinas en países como China. Para operar legalmente respetará la ley de cada país y silenciará esos tuiteos sólo en el país afectado y con notificaciones públicas que aumenten la transparencia. Twitter se rinde a las necesidades del negocio frente a las libertades universales.

Las empresas de internet son el mayor símbolo del capitalismo global, pero el negocio y el poder todavía tienen profundas raíces locales. El choque entre aspiraciones globales y realidades nacionales es constante.

Columna completa en Estrella Digital

Saturday, November 12, 2011

La censura del PP y el control 2.0

Al PP no le gusta la sátira y ni la parodia. La fama y la imagen de los políticos son de cristal, más en campaña electoral. Mariano Rajoy y su equipo la han emprendido contra @nanianorajoy, un perfil de Twitter creado para satirizar al candidato conservador.
Twitter, diligente, se ha apresurado a censurar la página aludiendo usurpación de identidad, una disculpa tan estúpida como antidemocrática.
Si Aristófanes o Quevedo hubieran tenido que lidiar con semejantes timoratos no nos quedaría el retrato agudo de su época. Con tales abades los aplicados monjes escribanos no hubieran podido dejar entre sus piadosas glosas el humor que no sólo es patrimonio de la inteligencia, sino también de la libertad.
El PP se equivoca censurando internet. Primero, porque revela muy poco aprecio por las libertades que tanto enarbola como gallardete electoral. Pero también porque la reacción en las redes sociales –la etiqueta #freenaniano o el clon @nanianorajoy2- vuelve la censura en contra del censurador y atrae mucha más atención.
 Tan preocupante como la falta de cuajo democrático del PP es la privatización de los nuevos espacios públicos. El control y censura 2.0 de empresas como Facebook o Twitter. Ambas sentencian y censuran sin juicio ni defensa posible. Pasó en las elecciones de mayo con la página de Democracia Real en Facebook y acaba de ocurrir en Francia al semanario Charlie Hebdo tras el incendio de su redacción por su sátira sobre el partido islamista tunecino.
El control 2.0 deja a los ciudadanos sin derechos ni juicio. El nuevo espacio público de las redes, recortado por las opiniones arbitrarias y a menudo timoratas de empresas sin control social ni de sus usuarios cuando su riqueza está en los contenidos, el pensamiento y las palabras del público convertidas en páginas y relaciones.
El humor y la parodia son tan importantes para la democracia como nuestra santificada Constitución. Desafían al poder desde el principio de los tiempos y son el mayor estímulo para el pensamiento crítico de los ciudadanos. Como el premio nobel Harold Pinter nos recordó, “el lenguaje se usa hoy para mantener al pensamiento en un aprieto”. El lenguaje político sólo busca el poder. Mariano Rajoy lo cimenta a base de silencios prolongados y a la repetición de eslóganes que no admiten parodia. Quizá @nanianorajoy le provocara dudas en su propio discurso.
 A Twitter, Facebook y demás oligopolios digitales es hora de recordarles que tan importante como garantizar la privacidad es la libertad. Y no se puede recortar con arbitrariedad, sin control legal y democrático por mucho que el espacio público sea cada vez más privado.

Columna en Estrella Digital

Nota: Hace unas horas Twitter bloqueó la URL de la columna en Estrella Digital, al final la razón está en el malware de la web de la publicación.

Tuesday, April 12, 2011

Facebook censura ¡Democracia Real Ya!


Son un puñado de ciudadanos y asociaciones que reclaman otra política. En ¡Democracia real ya! quieren vivir la democracia en tiempo real, como permiten los nuevos espacios de comunicación. Difunden un manifiesto y convocan manifestaciones en varias ciudades. Nada ilegal si esas manifestaciones se autorizan. Pero Facebook sentencia y censura sus convocatorias en esta red social. Sin respetar la democracia ni la libertad de expresión. Sin juicio, sin pedir información, sin avisar.
Es una nueva muestra del control 2.0 de las grandes empresas de internet sobre los nuevos espacios sociales. Como ya ocurrió en anteriores ocasiones, de Wikileaks a la protesta gay contra la visita del Papa.
Otra vez la paradoja del control 2.0: cuando internet y las redes sociales se han convertido en el nuevo espacio público de la democracia, los datos y la actividad de los usuarios están cada vez más privatizados en manos de grandes empresas.
Sin control ciudadano. Desde un despacho de Facebook, Twitter o Google se puede censurar sin ningún tipo de garantía democrática para los clientes y usuarios de esos servicios.
Los responsables de Democracia real ya se han puesto en contacto con Facebook en España para solucionarlo. Pero hace ya muchos años que en este país no existe la censura. Mucha gente ha luchado años contra ella y para garantizar las libertades como para que ahora las empresas de la red social se permitan acabar con los derechos fundamentales de los ciudadanos.
No vale ninguna excusa. La gratuidad de sus servicios no justifica ningún abuso. El usuario tiene derechos inalienables más allá de ningún contrato de servicios. Pero son grandes empresas que demuestran escasa cultura 2.0 a pesar de tanto marketing social.
Esta nueva censura vuelve a mostrar los peligros de la privatización del espacio público y la necesidad de controles legales y democráticos sobre las prácticas de estas empresas.
El neofeudalismo de los abusos corporativos vuelve a demostrar que la concentración de las herramientas y espacios virtuales en unas pocas manos es un peligro para las libertades y la democracia que también ayudan a espolear.
Y reafirma la necesidad de redes libres y de control ciudadano efectivo sobre empresas que controlan nuestros datos, nuestros contenidos y una parte importante de nuestra actividad personal, política y cívica.
En estas protestas ciudadanas contra la partitocracia bien se puede empezar a reclamar a las empresas de internet un respeto a sus usuarios que a menudo compañías como Facebook olvidan. Pero que recordarán si la protesta es lo suficientemente ruidosa, como está ocurriendo con #facebookcensura y #democraciarealya, las etiquetas de Twitter que condenan la violación de derechos por Facebook.

Thursday, March 31, 2011

Contenidos sin barreras

El presidente de los productores españoles, Pedro Pérez, lo tiene tan claro como el dimisionario Álex de la Iglesia: el cine debe estar en las salas y en internet. Los contenidos deben estar en las nuevas pantallas. Y hoy son ubicuas, móviles y personales. Cuanto más lejos esté el cine y la televisión de ellas, más lejos estarán del público.
En Estados Unidos la pelea por dominar las nuevas pantallas agrieta los cimientos de una industria acostumbrada a ganancias escandalosas. Time Warner ha lanzado una aplicación para ver sus canales de cable en el iPad al grito de más libertad para más pantallas y las cadenas protestan en una lucha sobre quién es el dueño de los contenidos y quién puede explotarlos en los nuevos aparatos.
El público no sabe de ventanas ni de derechos, pero sí de gustos. Y reclama satisfacción, al instante, en su pantalla más querida.

Columna completa en Estrella Digital

Monday, January 10, 2011

Los ricos descargan más

Los datos adelantados del informe sobre la sociedad de la información de la Fundación Telefónica vuelven a mostrar que internet es cada vez más un mercado de hiperconsumo. La sociedad del ocio aplasta a la de la información y el conocimiento.
Los usuarios con rentas más altas descargan más porque también son los mayores consumidores. Un tercio de los usuarios con rentas de más de 2.700 euros por hogar descargan contenidos frente a un 28% de media y un 21% de aquellos con ingresos inferiores a 1.100 euros.
El consumo alimenta más consumo. El hiperconsumo confía en el criterio P2P para satisfacer sus gustos y responder a la presión social por estar a la última cuando la identidad se define en gran parte por las afinidades electivas y los contenidos que se comparten: la clave de la economía de la afectividad digital.
En ese hiperconsumo anida una fuerte brecha digital. Las mujeres tienen una visión de internet más utilitaria que los hombres, volcados al entretenimiento. Y como dice Evgeni Morozov, internet aumenta más el poder de los más ricos frente a los más pobres.
Las mujeres son mayores productoras y comparten más contenidos, frente a la tendencia más consumista de los hombres. Una brecha que se repite estudio tras estudio.
Como en los microcréditos y cuando se busca aumentar el desarrollo en situaciones de falta de conocimiento o recursos tendremos que confiar en las mujeres para desbrozar y aprovechar mejor el mundo digital.
El mayor peligro para la sociedad de la información es conformarse con una sociedad del entretenimiento. Volver a convertir internet en una televisión, como está ocurriendo con la audiovisualización digital de todos los medios y de la propia red.
En esa deriva aparece la privatización de la identidad y el espacio público, fundamentalmente a través de las redes sociales y el cloud computing, como una nueva feudalización donde empresas y grupos de interés fragmentan lo común e imponen un vasallaje agradecido de los usuarios a cambio de las herramientas y contenidos de la sociedad del ocio.
Un quiebre en la democratización de la sociedad y en la ampliación de lo público aprovechada por los grupos de poder y económicos para convertirse en los dueños del control 2.0.

Monday, December 13, 2010

Ciberrevuelta


“El Pentágono ha reconocido formalmente el ciberespacio como un nuevo dominio de guerra”. Son las palabras del subsecretario de Defensa norteamericano William J. Lynn en un reciente artículo. Su descripción de la nueva estrategia para la ciberguerra aclara por qué los ataques informáticos de los partidarios de Wikileaks no son sino una revuelta de ciudadanos hartos de la opacidad y los abusos del poder.
“Somos luchadores por la libertad de internet”, se define Anonymous, el grupo impulsor de los ataques contra los servidores de empresas como Amazon, PayPal, Mastercard o Visa. Respuesta de apoyo a Julian Assange y su organización tras haber sido detenido en Londres. Pero también una revuelta contra el control del poder político y económico sobre la información, los contenidos y el conocimiento. Contra la privatización de la libertad del ciberespacio.
Una privatización del espacio público y la democracia que feudaliza la sociedad. Grupos de interés privados con poder para definir políticas y espacios públicos. Como ocurre en la propia internet, donde la mayoría de los usuarios dependen de empresas privadas para ejercer sus libertades en el ciberespacio. Un sistema que erosiona el que la modernidad y la democracia crearon: un cuerpo social soberano.

Columna completa en Estrella Digital

Thursday, December 09, 2010

La nube nos envuelve

Google se lanza a la nube. Y se llevará a un montón de los 120 millones de personas que usan su navegador Chrome y los que a partir de 2011 usarán su sistema operativo. El navegador se personaliza para acceder a los contenidos del usuario en cualquier ordenador, móvil, tableta o televisor conectado a internet. Y lo hace a través de aplicaciones, popularizadas por los móviles y que permiten a los desarrolladores ofrecer todo tipo de contenidos y servicios con un acceso y un diseño directo y sencillo. Pensado para el toque de un dedo.

Tus contenidos te acompañan. Es la promesa del cloud computing, los datos en la nube, que destierra la pasión por el disco duro y los PC repletos de programas, datos y contenidos en propiedad para apostar por la conexión directa, rápida y sencilla a la web, donde se accede a todo a través de las cuentas de usuario.

Una vuelta al viejo concepto de los ordenadores conectados o bobos, reinventados con los móviles y las tabletas táctiles. Comunicación, contenidos y continuidad permanente para consumidores hiperconectados, en cualquier lugar y a través de cualquier dispositivo.

La propuesta fascina al hiperconsumidor y acaba con algunas frustraciones del negocio digital. La propiedad ya no es necesaria. Fin de la copia privada o de las no autorizadas por los distribuidores. Los usuarios son suscriptores o abonados –gratis o de pago- a los contenidos y servicios de las nuevas plataformas digitales, dueñas de un ecosistema de aplicaciones atractivas con un acceso de calidad y simple a cualquier producto en total ubicuidad.

El streaming de música, ebooks, noticias o vídeos se impone. Los usuarios deciden la plataforma de acceso y sus aplicaciones. Las telefónicas, redes sociales como Facebook o los fabricantes de los objetos del deseo como Apple o Google se adueñan de una internet en parcelas. Los datos del consumidor, la publicidad personalizada o el pago son su negocio. Los contenidos ya no son tuyos, ellos los manejan. Atentos a la letra pequeña de los contratos y sus servidumbres.

Columna en los diarios de Vocento

Tuesday, December 07, 2010

Control 2.0 contra Wikileaks

“Wikileaks está publicando sin temor hechos que necesitan ser hechos públicos (…). Las sociedades democráticas necesitan medios fuertes, y Wikileaks es parte de esos medios”. Son las palabras de Julian Assange, fundador de Wikileaks. El responsable de la mayor filtración de la historia –al menos en cantidad, aunque algunos datos del cablegate ya fueran conocidos- ha sido detenido en Gran Bretaña por una sospechosa acusación de abusos sexuales en Suecia.
El conflicto entre la libertad digital y los poderes convencionales estalla, y muchas empresas digitales se unen a la persecución contra la ciberrebelión.
El poder aumenta su acecho legal y las presiones para ahogar el funcionamiento de Wikileaks. El gigante del comercio electrónico Amazon dejó de alojar la web en sus servidores, la empresa de pagos en internet PayPal se niega a recibir donaciones en su cuenta y Visa suspende los pagos a la organización. Todos se dan cuenta de repente de la violación de los términos de la letra pequeña de sus contratos.
Crece el asedio a Wikileaks después de los ataques a sus servidores y de su necesidad de contar con otros (mirrors) para sostener su actividad.
El poder tradicional y el control 2.0 fustigan a la web que ha revelado los secretos diplomáticos o los abusos de las tropas norteamericanas en Irak o Afganistán. Cuando la libertad de los ciudadanos de todo el mundo aumenta gracias a las herramientas digitales, los gobiernos, los grandes grupos de presión y las multinacionales se alían para recortar las libertades.
Es la paradoja del control 2.0: cuando internet y las redes sociales se han convertido en el nuevo espacio público de la democracia, los datos y la actividad de los usuarios están cada vez más privatizados en manos de grandes empresas.

Artículo completo en Estrella Digital

Monday, May 31, 2010

Ebooks con más derechos para los lectores

Más conocimiento, más información y más competencia deberían aumentar los derechos de los usuarios, pero el mercado digital parece ir en sentido contrario y reduce los derechos de los consumidores. Especialmente en derechos de uso, propiedad, privacidad y competencia. Los ebooks son uno de los ejemplos más claros.
Los últimos movimientos en el mercado digital amenazan con menos derechos para los usuarios. El aumento de plataformas propietarias como en los móviles y dispositivos portátiles (iPad, aplicaciones), la reducción de la competencia y la oferta abierta con la sujeción de los contenidos a las plataformas y dispositivos, el escaso crecimiento de los estándares y formatos libres, unidos al control de los datos de los usuarios, son una amenaza creciente para el consumo de contenidos digitales.
Las restricciones a la copia privada y la lucha contra las las descargas, unidas a la búsqueda de modelos de negocio más rentables, aumenta el control 2.0 de los contenidos y su consumo. Hasta el punto que los consumidores legales están pagando con pérdida de derechos las deficiencias del mercado y los problemas de las empresas.
Un ejemplo preocupante es el ebook. Cuando todavía asistimos al nacimiento del mercado del libro electrónico, las soluciones de comercialización que se están adoptando distan de ser las mejores y empeoran el uso de los libros cuando son digitales en lugar de aprovechar sus posibilidades.
Por el momento, los ebooks en muchos casos no se venden, sino que se paga por lectura.
Los ebooks están atrapados a ser leídos con restricciones en las plataformas de los grandes comercializadores como Amazon o Apple con el iPad.
Lo mismo ocurrirá con Libranda, la gran librería española de los grandes sellos (Planeta, Random House Mondadori y Santillana), como ya pasa en otras librerías digitales por el empleo de sistemas DRM (digital rights management) que limitan el uso y propiedad de los libros por sus compradores.
Hace bien poco, un estudio del Observatorio de la Lectura y el Libro del Ministerio de Cultura revelaba cómo las preocupaciones de los editores se concentraban más en el negocio, el reparto de derechos, el precio de los libros y el control de la copia en lugar de cómo crear una oferta de más valor y atractivo para los lectores y compradores de ebooks.
Un análisis de Anatomía de la edición indica que Libranda tendrá muy poco en cuenta la experiencia de usuario y la mejora de la comercialización.
Comprar un ebook en Libranda obligará a 14 pasos al comercializarse con Adobe Digital Editions y su DRM. El proceso baja un poco si el usuario ya está registrado: 11 pasos. Y lo peor es que cada vez que se cambia de librería obliga a un nuevo registro.

La compra de un ebook sin DRM rebaja los pasos hasta diez, además de las ventajas de mayor capacidad de uso, préstamo, lectura y copia en diferentes plataformas y reedición.
En Kindle, un sistema muy restringido en cuanto a derechos de usuario, sin embargo la compra es muy sencilla, sólo cinco pasos si no estás registrado y tres si ya lo estás.
La facilidad de compra es una de las bases del éxito de sistemas de comercialización como iTunes y App Store de Apple, o del propio Amazon en todos sus productos. La usabilidad y facilidad de la comercialización es clave para cualquier negocio. En el mercado digital puede ser la gran diferencia entre el éxito y el fracaso, como ya ha ocurrido en tantas plataformas de contenidos en España.
Y, por supuesto, o se gana en facilidad de uso y comodidad a las descargas o son imbatibles, por precio, experiencia y satisfacción de usuario.

La otra cuestión clave en el comercio de contenidos digitales es no renunciar a los derechos. Es absurdo que en el mercado digital se reduzcan los derechos del consumidor frente a los soportes físicos.
Los únicos que consiguen superar ese escollo, que debería estar en la mira de los reguladores y legisladores, son las empresas que crean un nuevo mercado, una nueva plataforma y un nuevo sistema de distribución y comercialización: Google, Apple, Amazon, los móviles, el cloud computing o las redes sociales.
Pero los derechos deben prevalecer al negocio.
En febrero pasado la Electronic Frontier Foundation norteamericana presentó una propuesta de derechos del libro digital donde se apuesta por asegurar la privacidad de los usuarios, la transparencia del mercado, la propiedad de las anotaciones y contenidos de los usuarios, diferenciar entre venta y alquiler de los ebooks, resistir a la censura postventa, rechazar los DRM y fortalecer los estándares y la interoperabilidad entre plataformas.
Otra iniciativa similar es la de Peter Brantley, del Internet Archive.
En DosDoce.com recogen esas ideas y proponen un dodecálogo de derechos del lector de libros digitales para garantizar la privacidad, la propiedad de los libros, los préstamos, reventa y regalos, la portabilidad, la propiedad de los contenidos de usuario asociados a los ebooks y su uso independiente de la plataforma de compra y lectura.
Son derechos inalienables que no cumplen la mayoría de las nuevas ofertas. En el caso de los ebooks, sólo un puñado de editoriales españolas han sido lo suficientemente valientes para apostar por formatos estándar como ePub y ventas sin DRM.
Necesitamos más iniciativas así para evitar el control 2.0 y que los consumidores no paguen las imperfecciones del mercado y el negocio.

Tuesday, May 04, 2010

Apple recorta el mercado de la abundancia

Coto al mercado de la abundancia. Apple no quiere oír ni hablar de precios bajos para la publicidad. Anunciarse en iPhone o iPad con su nueva plataforma publicitaria iAd costará un mínimo de un millón de dólares anuales (760.000 euros) con un modelo mixto de por impresiones y clics que elevará el precio (CPM) de la publicidad a entre 30 y 45 dólares, bastante más de lo que se paga actualmente por los anuncios en móviles.
Apple quiere grandes marcas con buenos anuncios. Inversión elevada y precios altos para atraer a los mejores proveedores de contenidos y desarrolladores a la plataforma comercial de su nuevo dispositivo, iPad. Un lanzamiento con un millón de unidades vendidas, que se suman a los 85 millones de usuarios de iPhone y iPod Touch.
El iPad está pensado para asegurar el consumo de contenidos, mantener controlada la distribución vinculada a su soporte y atraer a clientes de perfil alto, con gran capacidad de gasto y abiertos a pagar por los contenidos.
Acabar con la abundancia digital y volver a un mercado controlado y con precios altos para evitar un derrumbe económico como el provocado por Google con su dominio de las estrategias de publicidad barata.
Apple no quiere enfrentarse al dilema de Google: aumentar la cantidad de inventario y seguir bajando los precios o apostar por un mercado de más calidad con menos publicidad pero más cara.
Su respuesta le ha llevado a enfrentarse con los medios e incluso a financiar negocios con dumping para sostener el monopolio de la abundancia, como ha hecho con YouTube y el negocio audiovisual en internet.
Pero el tiempo ha demostrado que sólo los contenidos de calidad y con capacidad de fidelización y producción continuada, los profesionales, generan suficiente rentabilización.
La economía de la abundancia se ocupa de los bienes cuya producción es inmaterial o cuando el coste de la copia es marginal. No es el caso de los contenidos profesionales, informativos o de entretenimiento, que necesitan de una gran inversión para su realización.
La digitalización de la producción y distribución ha reducido los costes, pero los ingresos han caído en exceso. Tanto que no son capaces de pagar la creación y producción de contenidos de calidad.
Steve Jobs pertenece a otra generación y a otro negocio. Apple siempre ha sido para minorías. Gracias a esa exclusividad sostuvo su negocio hasta la llegada del iPod. Entonces encontró su otra gran fórmula: vincular los contenidos al soporte y crear un canal de distribución cómodo, atractivo y ventajoso para el cliente y los productores.
Se convirtió en la clave del negocio de la música porque las discográficas perdieron el control del precio y el canal de distribución. Ahora intenta lo mismo con los medios audiovisuales, los ebooks y algunas grandes marcas informativas con el iPad. Incluso mejorando las condiciones de otros comercializadores como Amazon.
La venganza de la abundancia se cierne sobre todos. Google sigue siendo el gran mayorista, la puerta de acceso a los contenidos, pero está amenazado por los dos nuevos modelos de acceso: las aplicaciones para móviles y televisión (widgets y webs adaptadas), y las redes sociales.
Cuando se calcula que los usuarios de internet móvil superarán a los de escritorio y PC entre 2013 y 2014, la exportación del sistema de gestión de los móviles sin neutralidad de la red, el nuevo control de los contenidos en las aplicaciones, de la identidad y navegación de los usuarios por las redes sociales cambia completamente el ecosistema abierto de la abundancia digital de la vieja internet.
Es también otra lección de la crisis. Evitar las burbujas y no confiar en el crecimiento infinito, ni de los contenidos ni del negocio.
Por eso también Google empieza a dar otra respuesta a su dilema aumentando los precios de la publicidad -como la inversión mínima en YouTube: 175.000 euros al día en home- y prometiendo otra estrategia de negocio para los móviles. Colabora con los diarios en la búsqueda de nuevas herramientas publicitarias y de pago para la información y trata de aumentar sus vías de negocio.
La siguiente fase es la presentación de una alianza con los fabricantes de televisiones como Sony para lanzar un sistema operativo de televisión basado en Android y llamado Dragonpoint.
Sony es líder en la comercialización de televisiones conectadas a internet, donde Yahoo lleva ventaja a Google con sus widgets y Apple ha convertido el iPhone y sobre todo el iPad en un éxito para el streaming audiovisual como Netflix o Hulu.
Google, como el resto del mercado, saben que la convergencia de la televisión e internet gracias a la banda ancha cambiará completamente los hábitos de los usuarios, los negocios y el sistema de distribución.
Los analistas esperan que la Google TV amplíe el acceso a los desarrolladores de aplicaciones y a los proveedores de contenidos, pero en la televisión en cualquier pantalla el contenido de prime time gana. Aunque siempre son bienvenidas las opciones y la fragmentación con la multiplicación de cadenas crea públicos más segmentados.
Una internet sin neutralidad de la red, con un modelo híbrido y cada vez más cercano a la televisión, con pago por acceso (operadoras, aplicaciones) y donde el consumo incorpora la interactividad de los usuarios gracias a las herramientas sociales.
Un mercado donde la abundancia digital volverá a estar gestionada por los grandes de la tecnología, las telecomunicaciones y los contenidos con una oferta ciudadanos premium.

Tuesday, April 06, 2010

iPad, sólo para hiperconsumidores

El iPad es para consumir, no para producir ni para compartir.
Esa es la diferencia fundamental con la era del PC. Los ordenadores eran hasta hace poco, sobre todo desde la gran expansión de internet, el software libre y el cloud computing lo más parecido a las máquinas espirituales e inteligentes prometidas por Ray Kurzweil.
Pero Steve Jobs golpea siempre en la tecla del ciborg sentimental, como ya hizo con el iPhone.
iPad es la última creación que hace retroceder la esperanza de los contenidos abiertos y útiles con la garantía del consumo fácil e inmediato, gran usabilidad y un diseño sensorial, mucho camino andado los últimos años.

Por ahora ha conseguido ser otro éxito de marketing, atrapar una gran cantidad de publicidad gratis en todos los medios -nuevos y tradicionales, digitales y analógicos, aunque menos en estos últimos- y aumentar el precio tanto de los ebooks como de los diarios digitales.
A través de las aplicaciones los proveedores vuelven a controlar los contenidos y los consumidores vuelven a perder derechos. Las aplicaciones permiten aumentar el negocio de pago por acceso a través de una nueva plataforma y hasta se pierden una gran cantidad de funcionalidades comunes ya en la web, como los enlaces y los comentarios.
Los primeros datos dejan claro qué se espera del iPad: libros, televisión (gracias a Netflix), la esperanza de sostener la utilidad del PC y que iWork permita utilizar las herramientas necesarias para la mínima productividad cotidiana sin exigencias de trabajo.

Pero el iPad es además un aparato egoísta, para no compartir. Parte de la filosofía de un consumo personal de contenidos por su propia propuesta física: un aparato portátil, pero no móvil, para consumir el ocio total en el sillón.
Con contenidos diseñados para no compartir y reforzar los derechos de propiedad intelectual de sus autores y comercializadores. Al contrario de lo que ocurre con las aplicaciones de Kindle o Barnes&Noble para leer ebooks, ni siquiera puedes leer con iBooks -la aplicación de libros para iPad- los mismos títulos en tu iPhone o tu ordenador. Por eso algunos creen que su lanzamiento será un revulsivo para la venta de libros digitales de Amazon y B&N.
Y ni hablar de compartir tus contenidos con tu familia o amigos a no ser que les dejes el aparato.
Otra vez el contenido aferrado a la plataforma, a su soporte físico.
Ni multitarea, ni estándares abiertos y un control férreo de los contenidos y las aplicaciones para controlar su negocio.
Por todas estas razones no es de extrañar que muchos medios sientan la atracción del nuevo soporte. Confían en recuperar un control y un negocio que creían perdidos.
Al contrario de lo que ocurrió con el principio de la web, el iPad llega sin pecado original. Si en el principio de la web todo se convirtió en gratuito, en el nuevo aparato de Apple todo está diseñado para un negocio que los medios no quieren que se vuelva a escurrir entre sus manos como ocurrió con la web.
Es la esperanza para los contenidos de pago cuando muchos están convencidos de la fidelización del hiperconsumidor al aparato.
Por eso los medios están dispuestos a pagar un 30% de sus ingresos a Apple, inteligente al mejorar el margen tiránico de empresas como Amazon (70% de la facturación). Apple cobra a los medios el equivalente al coste de distribución del papel con tal de volver a tener un canal de difusión controlado y con posibilidades de rentabilización.
Y por eso les acompañan los anunciantes, todavía apegados a las viejas formas del negocio.
Eso sí, los usuarios siguen prefiriendo las aplicaciones gratuitas para acceder a los medios.
El iPad resume las tendencias de una nueva era de los contenidos digitales: de más consumo, menos participación o interactividad, y apertura de contenidos y medios. Donde la viralidad de las redes sociales se reduce a marketing y el usuario vuelve a ser un consumidor.
En esas limitaciones a la explosión abierta de la web fían los medios y los productores de contenidos digitales la viabilidad de un negocio hasta ahora muy difícil.
Apple se confirma como gran dominador de la electrónica de consumo. Ganan los medios, pierden los consumidores. El desafío será encontrar un equilibrio para satisfacer a ambos y triunfar en esta nueva plataforma que vuelve a reiniciar la cultura para trasmutarla en puro consumo.

Thursday, March 25, 2010

Ciberguerra y control 2.0 en la disputa Google/China

Timothy Garton Ash en The Guardian y Lluís Bassets en El País siguen la reflexión sobre la I Ciberguerra Global entre estados y empresas globales en la disputa entre Google y China. Libertades e intereses económicos se entrelazan ocultando la anterior censura de los contenidos del Gran Buscador y los intentos del Partido Comunista Chino para impulsar sus industrias digitales mientras protege su régimen totalitario.
Y la diplomacia se pone en marcha en esta guerra fría, como pedía ayer Google.
El supercapitalismo global se mezcla con política, derechos, libertades y oportunidades de los ciberciudadanos, netizens potenciados por la tecnología.
Cabe preguntarse si no estamos añadiendo a los viejos controles políticos otros de nuevo cuño, ese control 2.0 de la actividad, la comunicación y los contenidos de las personas, pero también de sus ideas y modo de vida, por las empresas que tantas oportunidades ofrecen, pero que también controlan el flujo social y de contenidos en internet.
Cuando ciudadanos de todo el mundo utilizan la Red como espacio de libertad es hora de que las empresas que ejercen el posmoderno control 2.0 de la sociedad conectada se comprometan en defensa de los usuarios y sus derechos.
¿Puede confiarse la libertad a los intereses de una multinacional?
¿Pueden los intereses económicos –en China, España o en cualquier lugar- restringir la libertad de los ciudadanos en internet?
Esa idea anima también la protesta contra la comisión Sinde para bloquear las descargas o los intentos de someter los enlaces a un sistema de pago como el que quieren imponer algunos editores.

Friday, July 10, 2009

Libertad en la nube

Libertad. Será uno de los puntos críticos del desarrollo de Chrome OS, un sistema operativo para las aplicaciones en internet y el cloud computing. ¿Cómo respetará Google la privacidad y los contenidos de los usuarios? ¿Cómo se dispondrá de los datos y contenidos sin conexión? ¿Cómo liberarse del universo Google cuando encender el ordenador es entrar por una puerta del ciberespacio que te guía y de la que muchos no saldrán?
Algunas condiciones que Google debería cumplir: transparencia, sistema abierto, portabilidad, mantener el contrato con el usuario y privacidad.

Análisis en Soitu.es

Wednesday, July 08, 2009

Un sistema operativo para acabar con el PC

Google da el gran paso. El Gran Ciberleviatán quiere saltar de la web a los ordenadores para arrebatar su trono a Microsoft. Google anuncia un sistema operativo basado en su navegador Chrome. Empieza el fin de la era del PC en busca de un sistema operativo sencillo y ligero para trabajar con aplicaciones web gracias a conectividad móvil, la extensión de la banda ancha y el cloud computing (la nube de programas y servicios en internet).
Empiezo a escribir este artículo alertado por una información en un gadget en un lateral del escritorio de mi ordenador. Comento la noticia con algunos expertos en Google Talk y reviso cómo reaccionan los interesados y el mercado en un lector de RSS incrustado en una página del agregador iGoogle. Tomo alguna nota en otro gadget para textos. Empiezo a escribir en un editor web. Tentado estoy de repetir la nota de Google, como casi todas las suyas, bien editada para ser redistribuida viralmente por miles de usuarios en la web. Me freno y salgo del entorno del Gran Ciberleviatán. Un poco de libertad y distancia crítica.
Por comportamientos como este, cotidianos para muchísimos usuarios, Google anuncia que quiere reinventar los sistemas operativos: "para la gente que vive en la web". Sergey Brin, uno de los fundadores del Gran Buscador, lo adelantó cuando se lanzó el nuevo navegador: "Los usuarios de la web queremos un muy ligero y rápido motor para hacer funcionar aplicaciones", y sentenciaba que "los sistemas operativos son una vieja forma de pensar el mundo". Google quiere repensarlo con Chrome OS y de paso arrebatar su trono a Microsoft y hacer cambiar radicalmente a una buena parte del negocio del hardware, de las máquinas, para comenzar una nueva era de ordenadores low cost (¿aceptarán los fabricantes?).
No necesitamos grandes ni potentes ordenadores, es la conclusión de muchos usuarios y de Google. Caros y con gran cantidad de memoria. Basta con aparatos más sencillos, dotados de conexión permanente y la capacidad necesaria para conectarse a internet, abrir un navegador y empezar a usar todo el software y las aplicaciones que ya están en la web.
Fin de la era del PC. Freno al imperio de Windows y sus permanentes demandas de más velocidad de procesamiento, más memoria, más potencia. Los netbooks, los ultraportátiles, han demostrado que bastan para casi todas las demandas de un montón de usuarios. Una pantalla mejor, un teclado más cómodo y listo. Pero los ultraportátiles han demostrado también por primera vez que los usuarios comunes no deben tener miedo a Linux y el software libre. Microsoft lo sabe. Por eso se ha dado tanta prisa en desarrollar Windows 7, la última versión de su sistema. Por eso prepara Gazelle, un navegador como sistema operativo.
Pero Microsoft sigue siendo una empresa industrial. Google es el rey de la nueva economía, la de la atención y la velocidad. Por eso anuncia Google Chrome OS para tomar delantera. Y la web se pone en marcha para distribuir su promesa.
"Rapidez, simplicidad y seguridad". De arranque rápido, sin hacerte esperar tediosamente hasta que estás conectado. Un sistema operativo basado en un núcleo Linux (kernel) pero con una distribución propia: una versión adaptada a sus fines funcionales y al trabajo con aplicaciones web, esas tanto tiempo en beta que Google decidió hacer mayores también ayer, poco antes del anuncio de sus sistema operativo.
Google Chrome OS será un sistema operativo abierto, inicialmente orientado a notebooks y listo en 2010 pero preparado para todo tipo de ordenadores. Diferenciado de Android, su sistema operativo abierto para móviles y utilizado en netbooks. Coincidirán en algunas funcionalidades y se entenderán, compartirán aplicaciones, pero el concepto es distinto.
Google también quiere emular el éxito de Apple y sus aplicaciones para iPhone. Quiere atraer a los mejores programadores y crear una gran comunidad que desarrolle todo lo necesario para sus usuarios, rápido, simple, barato o gratis, a través de lo que denomina "la web es la plataforma": de desarrollo, distribución y marketing.
Una de las claves del futuro de Chrome OS será cómo y cuánto de abierto será. ¿Podrán los desarrolladores controlar sus aplicaciones? ¿Se podrán crear versiones personalizadas que eviten las acusaciones de monopolio? ¿Se liberará el código base o sólo lo necesario para el negocio de las aplicaciones? Por ahora no hay respuesta. Google afirma que ya está trabajando con socios y que "pronto trabajará con la comunidad de software libre".
También tendrá que convencer a los grandes fabricantes de hardware y componentes para crear drivers que permitan a los aparatos trabajar con el nuevo sistema operativo. Y a los grandes desarrolladores de software para que corran en el nuevo sistema. ¿O se reconstruirá la oferta de programas más habitual sólo con aplicaciones web y software libre? Para muchas necesidades, la oferta está ya cubierta. Y la plataforma de Google intentará ser tan atractiva como la del iPhone para los desarrolladores.
¿Y Linux y el resto de plataformas de software libre? A la espera de analizar las condiciones de Google para saber si este anuncio las fortalece o puede fagocitar a una gran parte. Pero el apoyo de una empresa con tantos recursos y tan respetada contribuye a alejar las reticencias de muchos.
¿Y qué pasa si no estás conectado? Con Google Gears ya es posible utilizar algunas aplicaciones como GMail o Google Desktop sin estar conectado. Las aplicaciones web funcionarán de esa forma cuando la conexión no sea accesible, algo cada vez menos importante en el mercado de consumo masivo.
El fin de una era de del PC y sus programas cautivos, sometidos al capricho de las actualizaciones, con la permanente inversión en actualizaciones que requiere, siempre pensando en un nuevo desembolso de dinero para cada nueva funcionalidad, puede empezar a acabar.
Tras el anuncio de Google uno se sonríe un poco al escuchar a la presidenta de Microsoft España, María Garaña, ofrecer Windows a 40 euros para una escuela 2.0 que se convierta en una granja de usuarios de sus programas.

Para Soitu.es

Wednesday, July 01, 2009

Destrucción creativa en el P2P

Malos tiempos para el P2P. The Pirate Bay, la página de descargas condenada por intercambio de archivos y que impulsó un partido político que logró un eurodiputado en las pasadas elecciones, ha sido vendida. ¿Para qué? Para desarrollar un modelo de distribución de pago y para pagar la multa y los costes legales de su procesamiento. ¿El negocio y la presión pueden con el P2P o es una evolución?
¿Es el fin del intercambio libre de archivos en internet? Eso parecen pensar muchos usuarios de The Pirate Bay (TPB), enojados por una traición de las que no se perdona en la ciberesfera del gratis total. Pero sus fundadores lo tienen claro: "Entendemos que estéis enfadados. Pero necesitamos mantener el sitio y esta es la única alternativa". Y siguen sosteniendo que "lo importante es compartir".

Prometen que el equipo fundador "no cejará de ser activo en las políticas de internet" con músculo financiero para desarrollar nuevas tecnologías. "Los beneficios de la venta irán a una fundación para proyectos sobre libertad de expresión, de información y apertura de las redes". El P2P no renuncia a sus ideas.

Todavía no se sabe qué hará Global Gaming Factory con uno de los sitios claves y más emblemáticos de los últimos años para el intercambio de archivos. Por ahora su promesa es desarrollar "nuevos modelos de negocio" donde puedan convivir "los proveedores de contenido y los propietarios de derechos por ser pagados por el contenido que se baja en el sitio", según Hans Pandeya, responsable de esta empresa de gestión de herramientas para cibercafés.

La suerte de otros sitios P2P como Napster y Kazaa parece perseguir a The Pirate Bay. Sus creadores ya aseguran que no seguirán manteniendo los archivos .torrent que permiten localizar las descargas y tranquilizar a los usuarios dando de baja a todos los que no quieran mantener sus cuentas en la nueva etapa.

Es el sino del P2P. Como dicen los responsables de TPB, "en internet, lo que no evoluciona, muere". El P2P también debe hacerlo cuando el streaming –la publicación de contenidos bajo demanda en internet sin descarga- y las redes sociales están cambiando las reglas. Es una evolución tecnológica pero también del negocio.

El P2P sigue siendo una de las tecnologías más eficientes para la distribución de contenidos, pero el abaratamiento de los procesadores, las memorias y el crecimiento del ancho de banda impulsan el cloud computing y nuevos negocios y servicios donde los proveedores de contenido pueden controlar la distribución y la publicidad.

El error de la música, incapaz durante años a crear un modelo de negocio para sus contenidos en internet no será repetido. Ahora manda el vídeo y las televisiones. En el momento económico, con la audiencia y la tecnología adecuada para evitar que el P2P o competidores como Apple se conviertan en los dueños del negocio.

Un reciente informe de Cisco, una de las mayores compañías tecnológicas del mundo, indica que el P2P seguirá creciendo los próximos años, pero su peso en el tráfico total de internet bajará y será superado por el vídeo en 2010.

El vídeo es el rey, para ordenadores y televisores, con distribución a través de internet de banda ancha. Pero en la era de la convergencia ganan las televisiones, que se convierten en plataformas y pueden rentabilizar sus contenidos y publicidad en todas las pantallas. Y la música ya sabe que puede sobrevivir con servicios freemium o de pago.

Es la hora de la destrucción creativa para el P2P. Aún hay tiempo y lo lleva haciendo mucho tiempo, desarrollando protocolo tras protocolo y abriendo nuevos servicios cuando otros eran cerrados por la persecución legal.

Desarrollo tecnológico, consolidación de internet como medio con grandes públicos, madurez de los sistemas de recomendación y redes sociales, y la necesidad de encontrar nuevas fórmulas de financiación para la creación y distribución de contenidos son las claves del futuro inmediato. Y para que ese futuro esté bien distribuido, parafraseando a William Gibson, necesitamos nuevos servicios capaces de agregar contenidos donde el criterio social oriente el consumo en la economía de la abundancia. Es el criterio P2P y no va a perderse, aunque cambien sus plataformas y su negocio. Ya nadie quiere perder el público y los consumidores que ha creado.

En Soitu.es