El tipo es extrañamente solitario. Vive en algún lugar en medio del desierto de Nuevo México y no da entrevistas. Hasta hace poco sus fotos eran escasas, todas de otra época. Años 60 quizás. Candidato al Nobel de Literatura, Cormac McCarthy ha establecido una relación fecunda con el cine. Tres de sus libros han visto la pantalla grande -dos de ellos, No es país para viejos y La carretera, con gran éxito- y ahora su segunda obra de teatro, The Sunset Limited (2011), es llevada al cine bajo la dirección de Tommy Lee Jones, con el guión del propio escritor.
En sus novelas habla de desolación, de paisajes vacíos y personajes decadentes; de tipos rudos que parecieran estar más allá del bien y del mal. Siempre reserva, en estos páramos de polvos y nadas, una cierta grandeza a sus protagonistas, una solvencia moral que contrasta con los lugares que habitan. Sin embargo, en The Sunset Limited estos parámetros parecen diluirse. La amplitud de los paisajes de la adaptación de los hermanos Coen en No hay lugar para los débiles es reemplazada por un cuchitril ruinoso enclavado en algún lugar de Harlem, en la calle 155 con la Octava Avenida.