Una persona culta es aquella (…) que sabe cómo elegir compañía entre los hombres [y mujeres], entre las cosas, entre las ideas, tanto en el presente como en el pasado. H. Arendt
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sábado, 3 de diciembre de 2022

¿Hasta qué punto el pensamiento revolucionario de Emma Goldman influye en Mujeres Libres?

 


Esta fue una de las preguntas que me hice en el curso y que traté   contestar (aquí solo queda recogida la reflexión final).

Desde luego, Emma G. es considerada por las redactoras de la revista Mujeres Libres como un referente,  su admiración hacia ella es patente en las cartas que Mercedes Comaposada le escribe en nombre de la revista.  Quieren que escriba porque eso eleva el prestigio de la revista y, por ello, podemos deducir que, al menos  algunas mujeres, conocen su pensamiento y les sirve como fuente de inspiración.

AGUSTÍN COMOTTO

No es que Emma Goldman esté influyendo directamente en estas mujeres, en el feminismo anarquista de Mujeres Libres, pero es indudable que hay un saber acumulado y hay mujeres que conocen y leen a Emma Goldman. La revolución feminista y anarquista es un episodio breve (dos años y medio) que tiene mucho de accidental y de contingente (nada anuncia que pudiera ocurrir) y que aporta una capa más que se acumula en la historia. Una historia más discontinua y contradictoria de lo que estamos dispuestas a aceptar por la visión lineal y de progreso en que nos ha educado la modernidad. Pero ese es el rico legado genealógico del que hoy disponemos, no lo ignoremos en estos tiempos de incertidumbre que nos ha tocado vivir.

 

lunes, 13 de junio de 2022

LA REVOLUCIÓN FEMINISTA DE MUJERES LIBRES. BREVES APUNTES

 



Resulta sorprendente el olvido, o quizás borrado, que los feminismos actuales han llevado a cabo de una revolución feminista como la que llevaron a cabo Mujeres Libres entre 1936 y 1939. Es posible que alguien mencione alguna vez a Mujeres Libres, pero se hace como si fuera una naturaleza muerta que se rememora puntualmente sin encontrar genealogía en su agencia y en su pensamiento.

Su revolución, planteada desde un feminismo obrerista y anarquista, tiene diferencias respecto a la revolución modelizada que se llevó a cabo desde el Movimiento Libertario a través de los tres pilares (Comités, Milicias y Colectivizaciones) que consideraron necesarios para acercarse al modelo de sociedad al que aspiraban: el Comunismo Libertario.

No es extraño que las mujeres fueran excluidas por sus propios compañeros de dicha revolución modelizada. No hay mujeres en los comités centrales (algunas encontramos en los comités de barriada), fueron expulsadas de las milicias al poco de empezar la guerra (se han documentado novecientas milicianas que combatieron en el frente de Aragón entre julio y diciembre de 1936, después disminuyeron drásticamente) y solo en las colectividades encontramos más mujeres sin que parezca que tuvieran posiciones de protagonismo o liderazgo hasta donde sabemos en la actualidad.

Postergadas a la retaguardia reinterpretaron su papel y pusieron en marcha una revolución entendida como mutación cultural partiendo de la esfera que siempre había estado en sus manos, lo que llamamos hoy «cuidados», entendido como gestión de la vida en sentido amplio y desde ahí pusieron en marcha una auténtica revolución de la existencia. Una revolución con enfoques prácticos y eficaces, poniendo el cuerpo en las cosas para solucionar problemas (guarderías y comedores colectivos, maternidades, subsistencia doméstica, trabajo, atención a los refugiados/as, huérfanos/as, sexualidad, higiene, el amplio campo de las relaciones personales y familiares, etc.).

Su revolución fue más silenciosa, menos épica, menos heroica, que la que impulsaron los hombres, trataron de comprender las potencias (cualidades de todo lo vivo) de la situación para impulsarlas. Practicaron «la escucha» de lo que estaba pasando, no de lo que debería pasar atendiendo a un modelo de sociedad previamente diseñado que a ellas no les guiaba ni les condicionaba. De esta manera descubrieron que las potencias estaban en el encaje entre la existencia y la lucha poniendo la revolución en el centro de la vida para entenderla y vivir de acuerdo con el movimiento de transformación que llevaron a cabo.

Para los feminismos más radicales esta experiencia debería ser un referente actual. Solo quienes conciben la historia como algo vivo unido al presente pueden revivir una época y se pueden abrir posibilidades a través de las cuales se pueden perseguir diversos futuros. Eso, y no otra cosa, es la genealogía, un campo de aperturas que traza historias discontinuas pero ininterrumpidas.