Una persona culta es aquella (…) que sabe cómo elegir compañía entre los hombres [y mujeres], entre las cosas, entre las ideas, tanto en el presente como en el pasado. H. Arendt
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sábado, 23 de diciembre de 2023

EL ANTIFASCISMO ACABÓ CON LA REVOLUCIÓN

 

Colectivistas en Aragón



Hay términos que para la izquierda son intocables, uno de ellos es el de antifascismo. Os preguntaréis porqué vengo a sembrar dudas sobre este término, ¿quién no se siente bien bajo el paraguas del antifascismo? ¿quién no comparte su carácter mítico y heroico que procede del siglo XX?

Hace tiempo que empezaron mis dudas, pero sabedora del «jardín» en el que me iba a meter, preferí mirar hacia otro lado.

Deje de ir a algunas manifestaciones «antifascistas» cuando la mutante Convergència i Unió, hoy Junts per Catalunya, partido de derechas con largo recorrido y apoyo del gobierno progresista actual, se presentaba en estas manifestaciones durante el llamado «proceso» (alguien se acuerda a estas alturas ¿proceso, de qué?). Pero no es este el tema del que quiero hablar, lo saco a colación por las dudas que me asaltaron cuando la derecha catalana apareció en las manifestaciones antifascistas.

Las dudas llovían sobre mojado si me remontaba a la II República y a la Guerra Civil. Los sectores republicanos eran mayoritariamente burgueses, aunque algunos tenían apoyo popular y desarrollaron políticas que buscaron mejoras para estos sectores (hoy los llamaríamos «fuerzas progresistas»). La coyuntura no les favoreció demasiado porque los años treinta fueron años de crisis económica grave y el auge de las dictaduras en Europa, algunas fascistas, era preocupante. Quizás por ese motivo la URSS decidió abandonar la posibilidad de extender la revolución para impulsar el frentepopulismo y asociarse con partidos burgueses, pero democráticos, para luchar unidos contra el fascismo. Entonces nos enteramos de que a través de las urnas no se derrota al fascismo pese al empeño de la III Internacional y del Partido Comunista soviético por convencer a los sectores populares de que sí era posible (de poco sirvió aquella experiencia puesto que hoy siguen con la martingala de que votemos para derrotar a la extrema derecha).

Pero el movimiento libertario no acepto esta estrategia del frentepopulismo porque no confiaba en que el voto derrotara al fascismo (aunque pudieron votar en 1936 para sacar de las cárceles a los miles de presos que tenían), ni pudiera lograr la soñada revolución de la que llevaban mucho tiempo sentando las bases, para aprovechar la primera oportunidad que se produjera.


Milicianas

La revolución que estalló el 19 de julio de 1936, como consecuencia del golpe de Estado de una parte del ejército contra la II República, tuvo una peculiaridad destacada respecto a otras revoluciones del primer tercio del siglo XX: la encabezó el movimiento libertario que agrupaba a anarquistas, anarcosindicalistas y sectores libertarios.

Durante el verano de 1936 esa revolución pareció posible allí donde el movimiento libertario era mayoritario: se formaron Comités de Milicias, se produjeron expropiaciones y se formaron las primeras colectividades, las milicias eran la plasmación del «pueblo en armas» y se produjo una profunda transformación de la vida, es decir de los cuidados, en los que las mujeres tuvieron un papel fundamental.

El enemigo a batir era poderoso y estaba bien armado por las potencias fascistas y el abandono de las democracias europeas que se declararon neutrales. Pero los enemigos de la revolución eran transversales, no los constituían solo el bando insurrecto apoyado por las derechas. Dentro del bando republicano había sectores que estaban dispuestos a todo para hacerla fracasar. El cuestionamiento del Estado, del Ejército, de la propiedad privada, del patriarcado, de la Iglesia católica y de tantos otros aspectos de la dominación disgustó hasta tal punto a republicanos, comunistas guiados por el estalinismo soviético, y gran parte del socialismo, que se unieron para derrocar la revolución. ¿Y qué mejor planteamiento que el de la «unidad sagrada», prolongación del Frente Popular, que el paraguas de la unidad antifascista?

Las campañas de prensa que se fueron construyendo por parte de los sectores republicanos contra la revolución para «poner orden» son dignos de estudio y de que sean recogidos en la selectiva «memoria democrática». Todos los males que provocaban las derrotas en la guerra eran por culpa de los descontrolados anarquistas (en especial de los «faistas») y de su revolución inoportuna, se desviaban armas del frente, las milicias no tenían disciplina, subían los precios de los productos de primera necesidad en la retaguardia, había ejecuciones sin control judicial, no se obedecía a las maltrechas estructuras del Estado, etc. etc. Las falsas noticias, los bulos y mentiras (fake news) ya estaban inventados por estas fechas.

La solución era evidente: unidad antifascista para la reconstrucción del Estado, de los tribunales, del ejército regular, para el retorno de la propiedad privada y la devolución de los bienes expropiados y así liquidar las empresas y tierras colectivizadas. En definitiva, la liquidación de la revolución y la vuelta a la normalidad ya que no era el momento de la revolución.

Y sí, la revolución la liquidaron las fuerzas antifascistas (ser antifascista no implica ser mucho más que liberal, demócrata, republicano o socialdemócrata, es decir, respetuosos del sistema capitalista), miles de libertarios y anarquistas (también del POUM) fueron detenidos por las fuerzas antifascistas, centenares murieron en los «Hechos de Mayo de 1937», las colectividades en Aragón fueron desmanteladas a golpe de fusil comunista y todo se «normalizó» y pese a ello la guerra se perdió.

Sería de agradecer que la «memoria democrática» no olvidara sistemáticamente todo esto, y mucho más, que sucedió en el interior del bando republicano.

Sería de agradecer que pensáramos cómo el antifascismo acabó con la revolución libertaria y anarquista. Hubo otros factores, incluso internos, pero de eso hablaremos otro día.


Laura Vicente

jueves, 13 de agosto de 2020

ANTIFASCISTAS ALEMANES (1936-1939)


Antifascistas alemanes en Barcelona (1933-1939). El grupo DAS: sus actividades contra la red nazi y en el frente de Aragón. D. Nelles, H. Piotrowski, U. Linse, C. García (2019). Barcelona, Virus.

[Publicado en la revista LIBRE PENSAMIENTO, nº 102]


El libro Antifascistas alemanes en Barcelona (1933-1939) es una edición revisada y ampliada de la publicada por Sintra en 2010. Se trata de un libro de más de seiscientas páginas con numerosas citas, cuantiosos fragmentos reproducidos de las fuentes utilizadas por los autores, un apéndice de alrededor de cien páginas y una interesante bibliografía. Todo esto nos sitúa ante un libro que puede echar para atrás a lectores/as que no tengan interés en un tema tan específico como el tratado en esta obra.

Su interés reside precisamente en dar a conocer un episodio de la Guerra Civil española que ha pasado desapercibido por no formar parte de las facetas fundamentales del conflicto bélico. Sin ser un aspecto básico nos informa de la complejidad de una guerra que, muchas veces, se tiende a simplificar. Es relevante, por tanto, que vayamos conociendo estos episodios periféricos que nos pueden acercar a esa visión poliédrica que la historia nos puede ofrecer y que nos aleja del ruido mediático e interesado presente en las intervenciones políticas y en los medios de comunicación con más difusión en este país.

Este libro nos muestra la llegada a España, desde 1933, de numerosas personas que huían de Alemania ante el ascenso del Partido Nazi al poder. Mayoritariamente se trataba de hombres y mujeres de izquierdas (entre quienes estaban anarquistas y anarcosindicalistas), algunas de estas personas eran judías, uno de los objetivos represivos prioritarios del nazismo. El estallido de la Guerra Civil (1936-1939) incorporará a estas personas extranjeras a labores en el frente y en la retaguardia luchando contra el fascismo y, especialmente quienes eran anarquistas, participando del proceso de revolución social que se inició a partir del 19 de julio de 1936.

En la retaguardia barcelonesa, la lucha contra el nazismo (sección del Partido Nazi, Frente Alemán del Trabajo, Gestapo y diversas entidades de carácter cultural como el Colegio Alemán) cobró importancia en los primeros meses del conflicto bélico hasta que Alemania reconoció el Gobierno de Franco en noviembre de 1936. Su valor se puso de manifiesto por la sorprendente buena relación que la Generalitat y el Gobierno de la República mantuvieron con el Consulado alemán, algo que permitió la huida por barco de decenas de personas de la burguesía catalana bajo el subterfugio de que era población alemana (así constaba en las listas que entregaba a la Generalitat y que desvelaron las Patrullas de Control anarquistas en el mismo puerto de Barcelona).

La implicación directa de anarquistas alemanes en la lucha contra la red nazi en Barcelona a través del grupo de Anarcosindicalistas Alemanes, DAS (Deutsche Anarchosyndikalisten) fue importante. Este compromiso se saldó con el olvido, el abandono y, en algunos casos, la represión que padecieron especialmente a partir de los Hechos de Mayo de 1937. En este sentido, este libro pone de relevancia la solidaridad internacional y, en concreto, la implicación de los y las refugiadas alemanas en España (resulta interesante el apartado dedicado a biografías que se incluye en el Apéndice).

El libro rescata los nombres de mujeres que vinieron solas o con sus compañeros y que se incorporaron como ellos al frente o actuaron en la retaguardia. Entre ellas destacó Etta Federn que se implicó en la puesta en marcha de escuelas para formar profesorado en Blanes y colaboró estrechamente con Mujeres Libres (tanto en la organización como en la revista).

El libro está estructurado en tres grandes bloques temáticos con diversos capítulos cada uno de ellos: el primero trata sobre los antecedentes del grupo DAS, el segundo sobre la llamada legión extranjera de la revolución y el tercero sobre la actuación del DAS contra la red nazi.

En el primer bloque temático se hace un repaso de la emigración alemana en Barcelona a principios del siglo XX, del exilio español en Alemania y de la relación entre anarquistas y anarcosindicalistas alemanes y españoles, así como del cambio que se produjo al proclamarse la II República  en España y la llegada de los nazis al poder en 1933. En el segundo bloque se habla del anarcosindicalismo y del voluntariado alemán y cómo se involucraron en el frente y en la retaguardia. Y el tercer bloque se centra en la actuación concreta del DAS desde el inicio de la Guerra Civil y de la revolución, su participación en las colectividades y los conflictos diplomáticos, los registros y expropiaciones de nazis o la represión estalinista que sufrieron los refugiados y  refugiadas alemanas con planteamientos más radicales, por motivos políticos.

Temas como la lucha por el control del orden público en Cataluña (especialmente en Barcelona), las labores represivas y de espionaje y contra espionaje en que se vio involucrada la CNT y la FAI, la alianza entre ERC y PSUC (con el apoyo del estalinismo soviético) en tareas contrarrevolucionarias y de marginalización del Movimiento Libertario, la colaboración institucional de dicho movimiento y otros muchos aspectos son el trasfondo de este libro.

El único defecto que encuentro en él es que, a veces, resulta algo repetitivo. Seguramente la autoría múltiple puede explicar esta impresión aunque son Carlos García y Harald Pietrowski quienes escriben la mayor parte del mismo (la mitad del primer bloque y todo el tercero). En todo caso, se trata de un pequeño defecto que no anula su interés. No es historia muerta a revisar desde la nostalgia, son hechos vivos sobre los que pensar y repensar el anarquismo.





sábado, 3 de noviembre de 2018

NADIE TIENE DERECHO A OBEDECER



Fachada Palacio de los Oficios. Bolzano
La visita que hice en septiembre a Bolzano (Italia) tenía un objetivo prioritario, visitar el Palacio de los Oficios en las afueras de la ciudad. En esta ciudad, como en muchas otras de Italia, quedan importantes restos del fascismo. En el caso de este Palacio (construido en 1939), que forma parte de una inmensa plaza monumental, muy del gusto del totalitarismo fascista, había subsistido desde la fecha de su construcción un relieve con Mussolini como gran protagonista.

Detalle del relieve: Mussolini. Bolzano
Benito Mussolini aparece en este relieve en el centro de la escena, montado a caballo con el brazo en alto y una leyenda muy del gusto fascista: “Credere, Obbedire, Combattere” (creer, obedecer, combatir).

Y así se ha mantenido este edificio sin que nadie lo cuestionara, o en todo caso, sin que nada se hiciera hasta 2014. Fue en esa fecha cuando, tras abrir un concurso para ver qué hacer con este relieve, de las diferentes propuestas se aplicó la que resultó ganadora. El relieve se ha dejado tal cual y encima se decidió colocar un letrero luminoso con la frase de Hannah Arendt en tres lenguas: alemán, italiano y ladino.

Detalle del relieve: leyenda en letrero luminoso

NADIE TIENE DERECHO A OBEDECER

Una frase  que sirve para recordar que nuestras acciones son siempre el resultado de una elección y, por tanto, de un juicio en el presente.