Una persona culta es aquella (…) que sabe cómo elegir compañía entre los hombres [y mujeres], entre las cosas, entre las ideas, tanto en el presente como en el pasado. H. Arendt
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lunes, 13 de junio de 2016

DACHAU Y TREBLINKA. El poder de la literatura.

NICO ROST, Goethe en Dachau. VASILI GROSSMAN, El infierno de Treblinka.

Cuando ya había empezado la lectura de El infierno de Treblinka, me llegó a casa el libro de Nico Rost, un libro que para mí siempre será especial porque formo parte de los 156 mecenas que han hecho posible su publicación. Tras su lectura sé que fue un acierto mi decisión.


El poder de la literatura
Cuando se trata de un campo de concentración, la literatura es un gran antídoto contra la muerte. Nico Rost comprendió enseguida que hablar con los colegas y, especialmente, hablar de literatura permitía salvarse y escapar de la muerte:
Una oportunidad entrañable de poder chismorrear sobre los colegas, de no pensar en la muerte por unas horas, de no pensar en si los americanos vendrán, en cuándo... El tiempo parece entonces pasar más deprisa, uno olvida el hambre y, de repente, ya son las cuatro: reparto de pan... (Rost, 116).

Rost pudo escribir este libro porque había llevado un Diario en Dachau (que en parte se salvó); para él fue un medio para concentrar mis pensamientos y mi energía en la literatura (Rost, 128). Pretendía no pensar en su compañera e hijo, en comer, en los bichos, en el recuento y en tantas otras cosas que le acercarían a la muerte si se dejaba llevar por sus pensamientos. La lectura, la escritura, el debate con los colegas del Lager, eran una especie de autoprotección (Rost, 129) para que la realidad no le invadiera y, a través de la disciplina, ser dueño de sus pensamientos:

¿Una fuga a la literatura? (Rost, 130)


 El poder de la muerte
Cuando se trata de un campo de exterminio, nada sirve, no hay salvación, se entra en una fábrica de matar y su paso por el Lager será muy breve, apenas unos días, a veces, unas horas. En ese breve tiempo la persona es despojada de todo lo que es la vida:
En primer lugar se le quitaba la libertad, la casa, la patria y se le conducía a un anónimo bosque desierto. Después, en la plaza de la estación, se le despojaba de los objetos de su propiedad: cartas, fotografías  de los seres queridos; más tarde, tras la valla del campo, le quitaban a su madre, a su mujer, a su hijo. Después, una vez desnudo, se le despojaba de los documentos, que se arrojaban a una hoguera: al ser humano se le quitaba el nombre. Lo empujaban por un corredor con un techo bajo de piedra y con ello le quitaban el cielo, las estrellas, el viento, el sol.
Y por fin llegaba el último acto de la tragedia humana; el hombre cruzaba el último círculo del infierno de Treblinka. Se cerraban con fuerza las puertas de la cámara de cemento (Grossman, 46)

El contenido y sus autores
Nico Rost describe sus penalidades en Dachau porque las  sufrió en primera persona. Vasili Grossman no vivió en Treblinka pero conoció lo que había quedado del campo al llegar con el Ejército Rojo en septiembre de 1944.

NICO ROST

Ambos eran comunistas, Rost holandés y Grossman ruso y judío. Eran luchadores antifascistas y su visión del totalitarismo es muy parecida.
La lectura de El infierno de Treblinka es durísima, angustiosa en muchos momentos, Grossman describe con todo detalle como Treblinka no era un cadalso sencillo (…) era un lugar de ejecución en cadena, método adoptado por la producción industrial contemporánea (41). Y Grossman describe esa maquinaria industrial de matar. En Treblinka parece que solo hubo muerte, pero en el infierno del Lager se produjo una sublevación el 2 de agosto de 1943 que acabó con Treblinka. La sublevación la llevaron a cabo los pocos hombres que vivían días o meses, los maestros calificados como carpinteros, albañiles, panaderos, sastres y barberos que servían a los alemanes. Casi todos murieron pero el Lager se cerró.

VASILI GROSSMAN
Dachau al lado de Treblinka parece un campo de vacaciones, sin embargo no era así en absoluto ya que el hambre, las enfermedades (el tifus asoló Dachau en los primeros meses de 1945 y cada día morían entre 150 y 180 personas), la falta de ropa adecuada, los piojos, las ejecuciones, etc. provocaban en las personas tal desánimo que muchas se dejaban morir.
Sin embargo en Dachau había biblioteca (aunque la mayoría de los libros los tenían escondidos los presos) y era posible escribir (siempre escondiendo lo escrito). Rost nos habla especialmente de su admiración por Goethe pero también de muchos otros escritores como Racine, Grillparzer, Jean Paul, Gustav Landauer, Henry D. Thoreau, Van Eeden, Kierkegaard, Heidegger, Stendhal, Jaspers y otros muchos. El título del libro procede de un juego que se inventaron algunos presos en la navidad de 1944 y que empezaba con la siguiente pregunta: “¿Cómo se habría comportado Goethe si estuviera aquí preso con nosotros en Dachau?” Hecha la pregunta cada uno escribía las respuestas y luego las comparaban. Luego les tocaba el turno a otros escritores y poetas (195).
Las reflexiones sobre el fascismo, el antisemitismo, las creencias religiosas, la política, la propia realidad del Lager, la pintura, la poesía y tantos otros temas que parece impensable que se produzcan en un lugar como Dachau, son una aportación de cultura y de humanismo maravilloso.

¿Por qué seguir hablando de los Lager?
Para advertir, para alertar… Cuenta Rost el caso de un pedagogo francés que había dejado un manuscrito bajo el jergón de paja que se descubrió cuando murió en febrero de 1945. Este manuscrito era el borrador de un libro infantil para el tiempo que vendría tras la guerra y en el que había estado trabajando durante semanas:
Medio muerto de hambre y absolutamente emaciado, compartiendo un jergón de paja con otro Häftling (prisionero), incluso dos a veces, que, igual que él, están llenos de piojos y pulgas, este hombre estiró sus últimas fuerzas, verdaderamente sus ultimísimas fuerzas para contribuir a alertar a los jóvenes ente nuevas guerras, ¡para que puedan cuidarse de correr nuestra suerte! (243-244).

¿Y alguien no comprende por qué necesito leer libros sobre lo ocurrido en el periodo de entreguerras y durante la guerra? ¿Puede haber algo más esperanzador que conocer testimonios de este tipo para seguir confiando en la humanidad?

Rost advierte en este estupendo libro sobre ese no-querer-entender la esencia real del fascismo (161). ¿No es lo que está ocurriendo hoy en 2016? La extrema derecha avanza en muchos países europeos, el trato a los refugiados es una prueba de la indiferencia y el egoísmo de la población europea que aunque no comparta la xenofobia más radical no da un paso para que cambie la actitud de los/las dirigentes políticas que miran hacia otro lado mientras miles de personas son recluidas en campos bien lejos de nuestra acomodada Europa, pese a la crisis, o mueran en el Mediterráneo huyendo de la guerra.
Maimónides nos advertía (así lo recoge Rost) sobre lo que hoy (2016) está a la orden del día, la mentira y la manipulación:
Pero has de saber tú que uno no debe hablar públicamente ante el pueblo sin haber reflexionado dos, tres o cuatro veces cada palabra que va pronunciar y sin haber ponderado del todo cómo instruyen estas a nuestros modos de proceder a raíz de Job. Esto también se aplica cada vez que se da un discurso; pero cuando uno pone algo por escrito y publica un texto, ha de revisar uno mil veces, siempre que sea posible, si es verdadero o falso” (170).

Bertolt Brecht escribió una canción de la solidaridad y un verso decía:
“Pensar siempre en ello/ Y no olvidar nunca (171).

Quizás por eso Grossman afirmaba que el deber del escritor era…
… contar la espantosa verdad, y el deber ciudadano del lector es conocerla. Todo aquel que vuelve la cabeza, que cierra los ojos y pasa de largo ofende la memoria de los caídos (56).

Por eso toda persona está obligada ante su conciencia a contestar a la pregunta de…
…quién dio nacimiento al racismo, qué es necesario para que el nazismo, el hitlerianismo no resucite en ningún sitio ni a este ni al otro lado del océano, nunca por los siglos de los siglos.
La idea imperialista de la nacionalidad, de la raza y de cualquier otro exclusivismo condujo lógicamente a los hitlerianos a la construcción de Maidánek, Sabibur, Bélzhitsa, Osvéntsim, Treblinka (70-71).

Y es que el fascismo no solo recuerda la amargura de la derrota, sino la dulzura del recuerdo de los fáciles asesinatos en masa (71). Por eso, sentencia Grossman:
De esto debe acordarse diariamente y de manera severa todo aquel que aprecie el honor, la libertad, la vida de todos los pueblos, de toda la humanidad (71).

¿Fue así? ¿Es así hoy?

Una película, “El caso Fritz Bauer”, y un artículo de Steven P. Remy, publicado en la revista de historia Ayer, nº 101: “Las universidades alemanas y el nacionalsocialismo: la Universidad Ruprecht-Karls de Heidelberg”, pueden iluminarnos al respecto. Pero eso será en otro texto.

miércoles, 13 de enero de 2016

TIERRAS DE SANGRE O COMO EL FIN NUNCA JUSTIFICA LOS MEDIOS

Una de las ideas más deslumbrantes de Tierras de sangre. Europa entre Hitler y Stalin de Timothy Snyder fue tomar como objeto de estudio un territorio, las Tierras de sangre, que no se corresponde con las fronteras de ningún país. Es lo que él llama la geografía humana de las víctimas. Solo estableciendo conexiones entre los diversos aspectos que entraron en juego sin quedar limitados por fronteras o etnias perseguidas se puede entender la dimensión de lo ocurrido. Y lo ocurrido tiene raíces políticas, por encima de las ideológicas, raciales o nacionalistas.


Ese lugar,  donde fueron asesinadas catorce millones de personas, se extiende desde Polonia central hasta Rusia occidental a través de Ucrania, Bielorrusia y los países bálticos, un lugar común y  un tiempo común, 1933 y 1945.
Empezó con la hambruna que Stalin impuso a la Ucrania soviética (1928-1933) por motivos políticos y se llevó tres millones de vidas. Continuó con el Gran Terror de Stalin de 1937 y 1938, unas setecientas mil personas, la mayoría campesinos o miembros de minorías nacionales. Los soviéticos y los alemanes cooperaron seguidamente en la destrucción de Polonia y de sus clases instruidas y mataron a doscientas mil personas entre 1939 y 1941. Después cuando Hitler traicionó a Stalin e invadió la URSS, los alemanes mataron de hambre a los prisioneros de guerra soviéticos y a los habitantes de Leningrado durante el sitio, cuatro millones de personas. En la URSS ocupada, Polonia y Estados bálticos, los alemanes pasaron por las armas o gasearon a unos cinco millones cuatrocientos mil judíos. Alemanes y soviéticos se incitaron mutuamente a cometer crímenes como ocurrió en las guerras de resistencia en Bielorusia y Varsovia en las que asesinaron a medio millón de civiles.


Todas y cada una de estas personas fueron asesinadas por los regímenes nazi y soviético que, apoyados por un aparato político que implicaba la colaboración de muchos miles de sus conciudadanos, mataron en función de sus intereses económicos, que son también políticos.
Los dos regímenes tenían una utopía transformadora, un grupo al que acusaban cuando se demostraba la imposibilidad de realizarla y una política de asesinato en masa que podía presentarse como una especie de sucedáneo de victoria (454-455). Veamos las similitudes y diferencias entre ambos regímenes (457-459):

Similitudes:
*Ambas se oponían al liberalismo y la democracia.
*En ambos se había invertido el significado de la palabra partido puesto que no era una parte de otros partidos sino el único partido.
*Su lógica excluía a los marginales y su elite creía que ciertos grupos eran superfluos o dañinos.
*Las dos economías se apoyaban en colectivos que controlaban a los grupos sociales y extraían sus recursos: granja colectiva y gueto-campos de concentración.

Diferencias:
*Servían a visiones de futuro diferentes: igualitaria la URSS, desigualitaria los nazis.
*Los argumentos para las liquidaciones y limpiezas: avance del socialismo unos, colonización nazi otros.
*El sistema soviético fue más letal sin guerra, el nazi con guerra.
Ambos sistemas son TOTALITARIOS y de eso sabe mucho Vasili Grossman y lo refleja en sus novelas.
Vasili Grossman, Todo fluye:
El Estado se convirtió en el amo. El elemento nacional pasó de la forma a la sustancia y acabó siendo esencial, mientras se relegaba el elemento socialista a un segundo plano: a la fraseología, a la cáscara, a la forma externa (226).
Grossman concluye que el mal de la “revolución” estaba ya presente con Lenin, no hacía falta esperar a Stalin para comprobar la deriva de una revolución basada en la represión continua contra cualquier disidencia.
Hay una fuerza satánica en prohibir, en reprimir. Apresada por el dique, el agua de los ríos y de los torrentes manifiesta una fuerza misteriosa, oscura. Esta fuerza oscura escondida en el chapoteo amable, en los reflejos de los rayos del sol, en la oscilación de los nenúfares, de repente descubre la maldad implacable del agua, que destruye las piedras e impulsa las aspas de las turbinas a una velocidad de locura (138).
Dos bandos, dos totalitarismos que llegaron a una crueldad inaudita, dos ideologías contrapuestas (aunque un lúcido oficial alemán afirma lo contrario cuando interroga a un viejo bolchevique en Vida y destino) y la inquietante similitud de dos dictadores, Hitler y Stalin. Grossman siempre critica  la falta de libertad, la vulnerabilidad de los inocentes y la arbitrariedad del poder totalitario del Estado y del Partido Comunista. ¿Esperanza? Muy poca, solo la bondad y la libertad interior ya que esta no existía y además se manipulaba la realidad de forma sistemática (1984 de Orwell), Vasili Grossman, Vida y destino:
El poder del Estado había construido un nuevo pasado; hacía intervenir de nuevo a la caballería a su manera, exhumaba nuevos héroes para acontecimientos ya sepultados y destituía a los verdaderos. El Estado tenía poder para recrear lo que una vez había sido, para transformar figuras de granito y bronce, para manipular discursos pronunciados hacía tiempo, para cambiar la disposición de los personajes en una fotografía (346).

Para concluir, las víctimas no fueron bajas de guerra. La mayoría eran mujeres, niños y ancianos.
Nunca me cansaré de recomendar este libro del que seguiré hablando en este espacio.

sábado, 3 de octubre de 2015

HISTORIA Y FICCIÓN, TIMOTHY SNYDER Y VASILI GROSSMAN

Tras las elecciones celebradas en Cataluña el domingo pasado, 27 de septiembre, tenía previsto escribir algo sobre los resultados. Aunque he desistido de hacerlo, he encontrado una idea en una de las obras a la que haré referencia ahora que me ha iluminado sobre lo que hace Artur Mas y su coalición:
Imaginarse un mundo sin España y después adaptar el mundo, aunque sea de manera imperfecta, a sus visiones. Todas sus acciones pierden peso moral porque se impregnan de la ficción que la provocó.
Dejo al margen la política en Cataluña llena de visiones que soslayan la realidad de los votos emitidos el domingo pasado para pasar a hablar de Historia y Ficción.

En el viaje de este verano a Polonia leí Todo fluye de Vasili Grossman, del que ya había leído Vida y destino. Poco después combiné otras novelas de ficción con la extraordinaria obra del historiador Timothy Snyder, Tierras de sangre, que reseñaré en su momento. En esta obra aparece una mención a Vasili Grossman en las páginas 452 a 454 que me servirá de base para introducir la novela.
Grossman narra desde la ficción la realidad de lo sucedido durante la II Guerra Mundial y en el periodo inmediatamente anterior a ella, la misma etapa que estudia Snyder (1933-1945).

 
La Europa de Vasili Grossman era un continente en el que la URSS y la Alemania nazi estaban en guerra. Grossman, escritor de ficción convertido en corresponsal de guerra soviético, presenció el avance del Ejército Rojo en el Este y fue testigo de los crímenes alemanes y soviéticos. Intentó explicarse el asesinato en masa de judíos por parte de los alemanes y ese propósito le condujo a desarrollar una condena política del fascismo y de Alemania. El antisemitismo que tras la guerra sufrió Grossman y la comunidad judía en la URSS le llevó a librarse de la interpretación política anterior. Rompió con los tabús del siglo y situó los crímenes de los regímenes nazi y soviético en las mismas páginas y en las mismas escenas de Vida y destino (terminada en 1959 y publicada fuera de la URSS en 1980) y de Todo fluye (quedó incompleta al morir Grossman en 1964 y fue publicada fuera de la URSS en 1970).

En esta última novela utiliza la familiaridad con las escenas de los campos de concentración alemanes para presentar el hambre en Ucrania. Por otro lado retoma la comparación del régimen soviético con el nazi puesto que ambos se planteaban privar a grupos humanos del derecho  a ser considerados como tales. Grossman hizo que las voces de las víctimas fueran audibles. Y de esta forma se desvía de sacar conclusiones políticas, intelectuales, literarias o psicológicas de los asesinatos en masa que presupongan una falsa armonía, señalando que la pregunta esencial es: ¿cómo fue posible (cómo es posible) que se infligiera un final violento a tantas vidas humanas?


PUENTE QUE COMUNICABA EL BARRIO JUDÍO CON EL GUETO AL SER OCUPADA LA CIUDAD POR LOS NAZIS. CRACOVIA


La novela está centrada en Iván Grigórievich, en su vida tras ser liberado de un campo de prisioneros soviético en el que ha estado  treinta años. Partiendo de este esquema narrativo básico, el autor va añadiendo, a modo de crónicas, otros hechos, reflexiones propias sobre la culpa y el significado de humanidad, y diversas consideraciones y valoraciones sobre la historia de Rusia y de la posterior URSS. Poco a poco, en el desarrollo y el desenlace final, Grossman va asumiendo el protagonismo y es muy difícil no verlo como el auténtico narrador. 

MONUMENTO A LAS VÍCTIMAS DE LA HAMBRUNA EN UCRANIA EN 1932-1933.
 CRACOVIA

En este sentido, como novela, la obra no logra mantenerse en la ficción y la realidad se va colando por todos los intersticios hasta acaparar la atención del autor y del lector/a. Seguramente perderá lectores por ese exceso de realismo y de acaparamiento del autor sobre su obra, pero yo me reafirmo en su calidad para  conmover, emocionar, intrigar, etc.
El Estado se convirtió en el amo. El elemento nacional pasó de la forma a la sustancia y acabó siendo esencial, mientras se relegaba el elemento socialista a un segundo plano: a la fraseología, a la cáscara, a la forma externa.La ley sagrada de la vida se formuló con una evidencia trágica: la libertad del hombre está por encima de todo; no hay en el mundo objetivo por el cual se pueda sacrificar la libertad del hombre (226).
Estamos ante una obra que merece la pena leer porque tiene pasajes asombrosos, bellos, emocionantes y bien escritos. Desde mi punto de vista destacan la hambruna que se produjo en Ucrania en los inicios de la década de los treinta y las reacciones ante la vuelta de Iván Grigórievich por parte de aquellos que se libraron de ser acusados de cualquier delito. Uno de los aspectos que pone de relevancia el autor es justamente la arbitrariedad como rasgo destacado de cualquier sistema totalitario como era el soviético.
Hay una fuerza satánica en prohibir, en reprimir. Apresada por el dique, el agua de los ríos y de los torrentes manifiesta una fuerza misteriosa, oscura. Esta fuerza oscura escondida en el chapoteo amable, en los reflejos de los rayos del sol, en la oscilación de los nenúfares, de repente descubre la maldad implacable del agua, que destruye las piedras e impulsa las aspas delas turbinas a una velocidad de locura (138).
La necesidad de Grossman de denunciar la represión del Partido Comunista le lleva, en algunos momentos, a sacrificar la trama en aras de sus opiniones que le llevan a proclamar la libertad como bien más preciado del ser humano. Una lectura muy interesante, un testimonio para no olvidar.