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Ejercicio de empatía

At. Madrid 2 - Valencia 0

La forma de interpretar lo que ocurre en un terreno de juego durante un partido de fútbol, como ocurre con cualquier otro aspecto de la vida, depende significativamente de la perspectiva con la que te acercas a ello. Sí, sé que existe mucho profesional estirado que saca pecho respecto a una supuesta objetividad razonada, que todavía no sé en qué debería justificarse, pero nunca les he tomado en serio. Es más, mi subconsciente enciende las señales de alarma cada vez que escucho hablar a alguien desde su supuesta objetividad. El que esto escribe trata de hacerlo con perspectiva amplia, pulsaciones bajas y sin dejarse llevar en exceso por unos colores que por otro lado son evidentes, pero sé que es una tarea imposible y que a veces la distancia respecto a la situación ideal es significativamente amplia. Lo sé y no me importa convivir con ello. Ni en mi caso ni en el de los demás. Pero igual que los colores del ADN tienen un peso fundamental en la cadena de raciocinio, también lo tiene la trayectoria reciente y el estado anímico actual. El espíritu, las fuerzas, las esperanzas, el entorno,… Todo esto me vino de repente a la cabeza cuando saliendo del Vicente Calderón escuchaba la rueda de prensa de Pizzi y a los analistas de la órbita valenciana comentando el partido. No estaba de acuerdo ni con uno ni con otros, pero el hecho me sirvió para hacer un interesante ejercicio de empatía. En el primer caso escuchaba simplemente una sesión de prestidigitación, bastante poco elaborada, para desviar la atención a otro sitio. Para evitar poner los focos sobre la evidencia, iluminando con luz artificial recónditas zonas oscuras de dudosa validez. Un ejercicio tan viejo como el propio fútbol, que desgraciadamente he visto repetido un millón de veces en tiempos no tan lejanos, en la misma sala de prensa del Calderón, protagonizado por el entrenador del equipo local. Me dio bastante pena y me recordó tiempos que quiero borrar de mi memoria. Creo que Pizzi se equivoca si pretende construir los cimientos del futuro Valencia diseñando su discurso sobre si un árbitro se equivoca o no al conceder un saque de esquina (¡¡un saque de esquina!!). En el segundo caso, el de los periodistas, vi la frustración de un puñado de aficionados que aturdidos y desmotivados por la trayectoria errante de su equipo veían que su equipo caía eliminado tras jugar sus dos mejores partidos de la temporada, frente a un equipo que no había mostrado su mejor versión, que había rematado menos, que había tenido menos el balón y que le había metido tres goles en tres saques de esquina, casi todos por errores de la propia defensa. Ese discurso, sin compartirlo en su esencia, sí que lo entendí porque ha sido el mío otras tantas veces. Me lo quedo como válido. También escuché y leí a gañanes, con y sin carnet de periodista, pero esos, que desgraciadamente no son patrimonio exclusivo de ningún equipo, no me interesan.

El partido comenzó muy frío. Como la noche. El lamentable horario empleado con los especuladores que están llevando la competición de la Copa del Rey a una muerte prematura, hacía que el aspecto del estadio no se correspondiese con la ocasión. El Atleti salió como el propio ambiente y aunque aparecía más o menos bien colocado en el campo y no sufrió en exceso durante los primeros 45 minutos, no se parecía mucho a esa máquina que habíamos visto en el mismo sitio apenas tres días antes. Daba incluso la sensación de que la Copa no inspiraba la misma motivación que otros años. No sé, esa era la sensación. Enfrente un Valencia bien colocado también, pero al que no se le veía con la misma intensidad feroz con la que saltó a Mestalla la semana pasada. Sin ir descaradamente a por el partido y como esperando a ver qué pasaba. En el campo colchonero estaba el principito Sosa, recién llegado de Ucrania, que nos ofreció una actuación bastante decepcionante. Lento, apático, perdido y muy desafortunado (incapaz incluso de sacar un córner bien, algo que aseguro que sabe hacer perfectamente porque lo he visto). Es evidente que está fuera de forma y que es injusto valorarlo por un simple partido pero se me antoja que su debut fue algo precipitado. La primera parte trascurrió así, con dominio ficticio del Valencia (ficticio porque no tiró una vez a puerta salvo un tiro de Bernat, creo) y pequeños arañazos de los colchoneros, casi siempre a balón parado.

La segunda parte no cambió mucho el panorama hasta que a los 5 minutos Gaita sacó la mano a un tiro bombeado de Gabi por encima del larguero. No he visto la repetición pero a mí en el campo me pareció córner. Al árbitro también. A los jugadores del Valencia, al línea y a Pizzi no. Una jugada entre un millón que en la mayoría de ocasiones pasa sin pena ni gloria. El problema es que después Gabi lo sacó, Guaita volvió a cantar y Godin hizo el 1-0. Saquen ustedes sus conclusiones. El gol sí que sirvió como modificador de los elementos. El Valencia dejó esos miramientos defensivos que tenía antes (y que enseguida vimos que no le hacían falta) para irse, ahora sí, a por el partido. Abrió el campo en horizontal, puso muchos jugadores en campo contrario y empezó a llegar por las bandas. El Atleti se dejaba querer, pero para mi gusto demasiado. Una cosa es defender juntos fuera del área presionando y robando arriba y otra echarse atrás y despejar el balón para que Diego Costa corra a por ella, que es lo que hizo. Pero probablemente el equipo, después de la paliza contra el Barça, no tenía fuerzas para hacer nada más. Los jugadores levantinos empezaron a creerse que podían marcar y comenzaron a intentarlo. Y llegaron las ocasiones, como en la ida, con el ocaso del encuentro. Y como en la ida también apareció Courtois para, en calidad de cedido, seguir haciendo leyenda en el Club Atlético de Madrid. Sin realmente pasar verdaderos apuros la sensación era la de que el conjunto Che podría marcar en cualquier momento para llevarnos a la prorroga, pero la duda se disipó poco antes del final cuando, otra vez, un córner sacado por Gabi es rematado por Raúl García para poner el 2-0. ¿Rutina?


El Valencia deberá completar esta pesarosa temporada peleando únicamente en la liga por todavía no se sabe qué. No les envidio. Me recuerda tanto al Atleti de hace pocos años que me duele mirar. Por otro lado los de Simeone ya están en cuartos de una de las tres competiciones en las que compite. La diferencia es que cuando ahora hablamos de competir, con el Cholo de por medio, es evidente que hablamos de competir de verdad. Ni un paso atrás. Difícil, todo. Imposible, nada.


    

No lo vi venir

At. Madrid 3 - Besiktas 1

Uno de los efectos que sin duda ha tenido el fenómeno Simeone ha sido el de anestesiar esa parte del subconsciente del aficionado atlético que suele dedicarse a escarbar en las lamentables grietas estructurales que tiene el Club Atlético de Madrid. Una de esas grietas, que suele ser clásica desde hace años, es el atroz desequilibrio que presenta la plantilla. Un plantilla corta, desequilibrada, más cara de lo que vale y con una falta apremiante de calidad. El renacido Atleti tiene mucha cosas buenas y Simeone ha conseguido hilar un equipo denso, decente e interesante con un puñado de jugadores a los que ha sabido acoplar y sacar partido. Un traje abrigado y compacto confeccionado con telas tirantes y sin repuesto. Y ese es el problema. Cuando se descose una costura no hay repuesto. La planificación técnica se puede entender de dos maneras. Oficialmente, entendiendo que ese señor de aspecto desaliñado y patético verbo llamado Caminero tiene la capacidad para realizar el trabajo por el que le pagan de forma inversamente proporcional a la capacidad que tenía sobre el campo para jugar. También se puede entender extraoficialmente (y probablemente de forma acertada) como que esta plantilla está confeccionada en función de las comisiones de MA Gil, Cerezo, Mendes y demás estrategas. Decidan lo que decidan la realidad es mucho más cruel y evidente.

El partido de hoy contra el Besiktas ha sido malo y deja más dudas que tranquilidad. A pesar del resultado. Todo empezó con la misma aparente intensidad de siempre pero sin nada de juego. Todo deslavazado, patadones, presión histérica y ni dos pases seguidos. Gabi y Mario parece dos mediocentros defensivos solventes rodeados de Diego, de Arda, de Tiago, de Adrián o incluso de un Koke en condiciones. Sin ellos aparecen vulgares. Especialmente cuando tienen demasiado tiempo el balón en los pies con la idea de crear. Hoy han sido vulgares. Gabi, que llevaba coleccionando partidos bastante decentes a vuelto a recordarnos aquel jugador exasperante que no para de correr ni de perder balones. Una vez más queda claro que la clave de este equipo (como de casi todos) está en el centro del campo y que el nuestro es lo que es.

Pero el equipo turco es muy inferior al Atlético de Madrid. Incluso al que ha jugado hoy. Un equipo turco que planteaba una esquema defensivo de libro pero blandísimo en la práctica. De la parte ofensiva ni hablamos porque parecía que no entrase en sus planes pasar del medio del campo con el balón jugado. Así que el Atleti, más por cosas de la lógica que por otros méritos más prosaicos, se fue haciendo con el control del partido, empezó a rasear el balón, a intentar colectivizar el juego, a dejar los patadones para mejor ocasión y a jugar. Entonces apareció Salvio. Ese jugador extraño e incomprensible que es raro el partido en el que no te preguntes como alguien así puede estar en el Atlético de Madrid y todo lo contrario. El argentino crispó a toda la grada cuando solo en el segundo palo y a un metro de la línea de gol tiró fuera un pase desde la derecha. Apenas unos minutos después levantó a los mismos aficionados de la silla cuando tras una jugada por la derecha y posterior recorte en el área, metía el balón con la zurda dentro de la portería. Salvio es así.

Comenzaban así los mejores minutos del Atleti. Minutos en los que vimos la mejor versión del equipo (rápido, incisivo, mandón, vertical,...) y los peores de un rival que para entonces daba risa. Sin ritmo, sin presión y desbordado por todos los flancos, a los turcos parecía hacérsele la noche muy larga. El renacido Salvio volvió a tener el balón, dirigir un contrataque, plantarse delante del portero rival con Falcao al lado y hacer el segundo de gran resolución. El tercero, también poco después, fue una auténtica obra de arte. El Atleti llega tocando al borde del área y el balón acaba en Adrián. Mientras el asturiano mira el pase, sus compañeros se meten en fuera de juego. Así que con la misma tranquilidad con la que lo hace todo, decidió ponerse a regatear rivales, meterse en el área y hacer él mismo el gol. Para entonces la grada pensaba en un resultado de escándalo. Lo pensaba la grada y lo pensaba todo el mundo.

Pero entonces llegó un descanso que sentó muy mal al conjunto madrileño. En apenas diez minutos tras la reanudación habíamos visto ya síntomas de relajación en el equipo. Malo y muy mala noticia pues era algo inédito en la era Simeone. Flexible en la presión, romo en la intensidad y lo peor de todo, renunciando al balón. De esa manera el Atleti es un equipo de lo más vulgar. Así que el Besiktas, casi sin querer, se fue arriba y se puso a jugar en campo contrario. Ocurre que cuando el balón está en tu área cualquier equipo te puede hacer daño y eso es lo que ocurrió. Parece evidente pero... no lo vi venir. El equipo tampoco.

Los turcos habían tirado a puerta ya un par de veces pero el gol llegó tras un rechace que recoge Simao al borde del área y coloca por la escuadra. Golazo del portugués que tuvo a bien no celebrar lo que arrancó los aplausos de sus antiguos aficionados. Buen gesto de Simao cuyo recuerdo mejora con el tiempo. A partir de ahí el partido del Atleti fue atroz y recordó a épocas pasadas bastante recientes. Me da tanta pereza hablar de ello que lo voy a evitar ya que el marcador se quedó como estaba. Eso si, merece la pena resaltar dos cosas. La primera el inquietante movimiento de Simeone retirando a Adrián para incluir a Pizzi en un cambio de tinte defensivo que además eliminaba el único jugador con chispa que quedaba hoy en el terreno de juego. Malo. Lo segundo el propio Pizzi. Uno de los jugadores más insustanciales y con peores conceptos futbolísticos que hemos fichado últimamente (y tiene difícil destacar en esa categoría). Todavía no he vista hacer al portugués nada digno de fijarse en él como futbolistas. Ni un regate, ni un remate, ni un pase, ni un control,...nada. Pero es que encima todas las resoluciones las hace mal. Cierra el campo cuando hay que abrirlo. Ralentiza cuando hay que acelerar y vicebersa. Se coloca mal en todas las faltas, se esconde en la pared, se cierra al abrir el campo. Es lamentable. Sale de refresco y es incapaz de ayudar al lateral en defensa (lo del sábado con Navas fue patético) y cuando defiende en estático lo hace a 15 metros con lo que el rival puede tranquilamente fabricar un centro al área. Muy malo. Otro pufo del de siempre. Bien, Salvio y Pizzi son las primeras opciones desde el banquillo. Este dato debería bastar para explicar muchas cosas.

Eliminatoria encarrilada frente a un equipo claramente inferior que debería haber quedado finiquitada pero que sin embargo pudo fácilmente haberse complicado en la segunda parte. Buen resultado pero no definitivo. Me agarro al dato de que el único equipo que ha conseguido meternos dos goles desde que está Simeone ha sido el Barça y el Besiktas, hoy por hoy, dista mucho de ser ese equipo.

Belle & Sebastian - I didn't see it coming


Dejándolo

Sporting 1 - At. Madrid 1

Leí una vez en algún sitio que dos de los grandes problemas de la humanidad eran la hipocresía y la incoherencia. De la hipocresía evitaré hablar aquí porque me parece que es un concepto que básicamente monopoliza el mundo de la política (aunque en todas partes cuecen habas). Me centraré en la incoherencia que es algo que me pilla más de cerca. Y es que uno de los efectos más devastadores que está teniendo esta desastrosa gestión del heredero Gil es precisamente el provocar un estado de inseguridad en el subconsciente del aficionado colchonero, que muchas veces nos arrastra hasta el abismo de la incoherencia. Creer que un quinto puesto es un éxito, plantearse que perder para perjudicar al Real Madrid es una opción, entender que salir a empatar en la mayoría de los campos es “normal”, asumir que jugar al contrataque es colgarte de tu larguero con once y esperar que suene la flauta,...Todo ello es radicalmente incoherente con la historia, la esencia y el presupuesto del Atlético de Madrid pero ha estado aquí hasta hace cuatro días.

Por eso hoy, tras empatar en Gijón por tercera vez consecutiva en liga, en el momento el que los agoreros y pesimistas comienzan a levantar su voz para enjuiciar con aliento rancio la labor del Cholo Simeone yo prefiero agarrarme a la coherencia que siempre busco (y no siempre encuentro). Durante años he tratado de reclamar una idea, un esqueleto, un discurso, una forma de juego en la pudiera reconocerme. Bien, ha llegado. Me reconozco en este equipo. Me siento muy orgulloso de que hoy Clemente, hace unos días el entrenador de la Lazio y antes el del Racing,... digan que se han enfrentado a un equipo muy bueno y terrible. Eso es exactamente lo que quiero, que todos dentro y fuera de este bendito equipo sepan que estamos hablando del Atlético de Madrid. Nunca he sido resultadista y estoy convencido de que la pelotita, al final, acabará entrando.

El partido de hoy es evidente que no ha sido tan vistoso como los anteriores. Era difícil mantener el nivel pero probablemente a ello ha colaborado el nuevo espíritu que ha implantado el infatigable Clemente en el Sporting. Al vizcaíno se le puede achacar lo que se quiera pero la capacidad de impregnar coraje es obvia y evidente. El equipo asturiano ha saltado al campo supervitaminado y con la lección bien aprendida. Agresividad y corte de ritmo al rival. El Atleti, algo más espeso que otras veces en la circulación, salía nuevamente bien plantado y tácticamente arropado pero sin tanta fluidez. Aun así, bien pronto pudo ponerse por encima en el marcador si Falcao no hubiese marrado una clarísima ocasión a tres metros de la marca del gol. Más claro todavía fue un remate de Godín a salida de córner, que con la puerta vacía incomprensiblemente manda el balón por encima del larguero. El Atleti poco a poco se adueñaba del balón y del partido mientras la furia rival de desgastaba de forma innocua. El primer gol parecía claro que llegaría por parte colchonera y así fue aunque con un poco de suerte. Adrián se va en velocidad hacia la portería en un gran arranque pero en lugar de abrir a sus compañeros o tirar a puerta, hace una cosa intermedia que hubiese acabado en nada de no ser por un defensa del Sporting que la mete en propia puerta.

El partido parecía claro y controlado pero los de Gijón no estaba por la labor de dejarse arroyar. A base de fuerza, pundonor y vehemencia lograron quitar el balón al rival y meter al Atleti en su campo. Un Atleti que no acertaba con la tecla para contrarrestar el empuje asturiano y que empezó a defender más de la cuenta. Aun así el empate llegó con algo de suerte también. Una especie de melé en el área que deja un balón suelto y que Eguren se queda (con la mano) para meterlo en la red. Empate que ponía justicia en el marcador al esfuerzo de unos y otros pero no al fútbol ni a los méritos futbolísticos.

La segunda parte fue más divertida, más abierta, más toma y daca pero no sirvió para modificar los guarismos. Y no se modificaron por la sospechosa y preocupante falta de puntería de Diego, Salvio, Adrián y sobre todo Falcao. El Colombiano es un prodigio de derroche, facultades y ojo, juego. El problema es que está fallando más de la cuenta. Y esa fue toda la historia de la segunda parte. Toma y daca, llegadas del Atleti y paradas del portero rival. Por el camino una preocupante lesión de Diego (muscular, más que probable baja para el Barça) y la certeza de que el fondo de armario diseñado (dicen) por Caminero es una basura. No tengo muy claro que la misión de Caminero en este equipo no sea exclusivamente la de pasear su, no muy higiénica, barba por las ruedas de prensa mientras el señor de las vueltas a la M-30 se busca sus comisiones, pero sea quién sea el que diseñó esta plantilla es lamentable y lo acabaremos pagando. La salida de Salvio por un excelente Koke no sirvió de mucho (aunque el argentino no estuvo tan rematadamente mal como acostumbra) pero es que la de Pizzi por Adrián fue literalmente insultante. El portugués es como el ánima de Fiz de Cotovelo pero al revés. Está pero no se le nota. Nunca. Con lo que costó su fichaje hay equipos profesionales que conforman todo su presupuesto. De locos.

Así que empate a uno. Mal resultado buenas sensaciones. La misma película de los últimos partidos. Puede que en el futuro nos lamentemos de los puntos perdidos. Puede. Puede que todo esto se desmorone y en el futuro nos acordemos de esos días en los que soñábamos. Puede. Puede que uno este obnubilado por aquello que tanto desea ver y no sea capaz de ver la realidad delante de sus ojos. Puede. Puede que todo lo anterior sea así o no pero me da igual. Yo creo en esta forma de equipo así que no quiero seguir aferrado al pesimismo. Estoy dejándolo.

Josh Rouse - Givin’ it up