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Realidad

El día en el que todos ganaban, el Atleti perdió. Mientras los políticos de este bendito país, todos, arrastraban delante de las cámaras esa sonrisa que llevan practicando toda la vida, en Málaga el conjunto colchonero fruncía el ceño. Mientras los ejes del poder se seguían sujetando con ardor a los lugares que nunca han abandonado (ni abandonarán), el frágil y minoritario poderío colchonero sufría una de esas tardes clarificadoras con las que inexorablemente nos topamos los que estamos sometidos a la humana costumbre de cometer errores. Mientras en la galaxia, a fuerza de sacrificar personajes y forzar el guión, volvían a decorar la realidad del color que más le gusta a “todo el mundo”, en la ribera del Manzanares escuchábamos con acento andaluz los insultos que genera el odio prefabricado. Sin querer, nos topábamos de repente con la verdadera realidad, esa que dice que ahí fuera hace frío y que cada día es una aventura distinta en la que puedes ganar o perder. Decía mi admirado Philip K. Dick que la realidad es eso que sigue existiendo a pesar de dejar de creer en ello y qué razón tenía. 

No pido a nadie que me siga en mi análisis pero para mí la derrota rojiblanca se basa en tres ejes: 

Atleti. 
El principal culpable de la derrota. El propio Atleti Saltó al campo sin brillo y lo abandonó secó y magullado. Ya frente al Athlétic de Bilbao el equipo había dado muestras de un inusitado cansancio, impropio de un equipo tan físico, pero en Málaga las muestras fueron mucho más evidentes. Vendrá bien el parón. Quizá esa escasez de fuelle lo condicione todo pero la preocupante falta de intensidad en un equipo que hace de ello su bandera no le va a la zaga. Fue particularmente significativa. Por ahí se empezó a perder. Lentos, imprecisos y sin ideas, los de Simeone se vieron siempre superados. Incapaces de recuperar el balón y, lo que es más grave, sin saber qué hacer con él cuando tenían la oportunidad de jugarlo, tuvieron que replegarse más de la cuenta, correr a rebufo y actuar siempre como personaje secundario. Gabi naufragó en su improvisada labor de 5 (el agujero dejado por Tiago es abismal) y quizá por ello (y por haber estado a los 8:00 de la mañana en un colegio electoral de Boadilla del Monte) se salió del partido en la segunda parte cometiendo dos errores de principiante que provocaron las dos tarjetas amarillas que probablemente costaron el partido a su equipo. Hasta su expulsión el Atleti no había jugado a nada y San Oblak había sacado dos manos prodigiosas pero todo estaba todavía por decidir. A partir de entonces el cansancio se hizo más presente y aunque Torres volvió a tener en sus botas la posibilidad de adelantarse en el marcador, los diez jugadores se notaron demasiado y el equipo se fue deshaciendo poco a poco hasta que, agotado, tuvo la mala suerte de encajar un gol. Fue con un rechace en la pierna de Godín después de un remate de cabeza malacitano en el segundo palo. Ni siquiera en eso se tuvo suerte. Un día para olvidar. No hay más análisis. Un muy mal partido del Atlético de Madrid

Málaga
Deportivamente saltó al campo mucho mejor que su rival, puso más intensidad, más ganas y fue sin duda el que más hizo para ganar un partido que mereció ganar. Antes de seguir, si usted es de los que se la coge con papel de fumar, es incapaz de separar paja de grano o le cuesta detectar la escala de matices entre el blanco y el negro, vuelva a leer la frase y quédese exclusivamente con lo que está marcado en negrita. O mejor, deje de leer. Lo digo porque, para mí, la hostilidad y falta de fairplay con la que se empleó el Málaga sobre el césped (y en la grada) fue tan sorprendente como evitable. No les hacía falta. Con un odio cuyo origen sinceramente desconozco, los andaluces provocaron constantemente el enfrentamiento personal y fabricaron una guerra púnica con cada encontronazo natural. Con la mirada inyectada en sangre acudieron a reclamar tarjeta amarilla cada vez que les quitaban el balón y tirando de esa suerte de arte dramático tan propia de equipos de otra época, encendieron la beligerancia de la grada y la duda en la cabeza del árbitro. ¿Por qué? Entiendo la situación desesperada del Málaga y la presión con la que deben jugar pero no entiendo (ni entenderé) el odio (sí, odio) que mostraron contra el equipo de Simeone. Tampoco lo olvidaré. 

Árbitro. 
No creo que haya influido en el resultado, así que fariseos, quédense de nuevo con la frase en negrita. La expulsión es técnicamente justa y no creo tampoco que tuviese errores de bulto (más allá de un penalti a Carrasco que yo sí vi en la segunda parte pero que es raro que se pite fuera del universo Madrid-Barça). Con todo me queda la sensación de que el colegiado fue parcial, que aceptó sólo las reglas de uno de los dos equipos y que nunca protegió al equipo visitante (más bien todo lo contrario). Nada nuevo bajo el sol y, si me apuran, nada verdaderamente grave. De hecho, si no hubiésemos tenido la mala suerte de ver lo que ocurrió en el Bernabéu un par de horas antes ni me acordaríamos ahora del árbitro. 

Pero no pienso ponerme taciturno por un traspié ni justificar con atrezzo lo que ha sido principalmente un error propio. Ya dijo Simeone en rueda de prensa que el Málaga había ganado porque había jugado mejor. Fin de la cita. Tampoco pienso fustigarme. La vida es así. La realidad es así. Cuando te expones te pueden pegar. Cuando juegas puedes perder. Nadie es infalible, por mucho que los vendedores de fantasía de cartón piedra nos quieran hacer creer lo contrario con cada portada y con cada soflama. Toca recuperarse, apretar los dientes, entrenar más fuerte que antes y convertir la rabia en buen fútbol. Esto no ha hecho más que comenzar. Partido a partido. 

@enniosotanaz

Pensamiento oriental

At. Madrid 3 - Málaga 1

Decía Mao Tse-Tung que la crítica debe hacerse a tiempo. Que no hay que dejarse llevar por la mala costumbre de criticar sólo después de consumados los hechos. Parece evidente que las vedettes del periodismo deportivo patrio, así como los millones de ávidos comedores de alpiste que todos los días escuchan sus arengas, no son muy de seguir las enseñanzas del pensamiento oriental pero eso es casi una prueba evidente de lo acertado del mismo. Tras la derrota del equipo de Simeone en Anoeta, los analistas del veneno, los tertulianos de las estupidez y toda esa cohorte de aplaudidores que conforman el engrudo principal de ese mundillo, salieron con el cuchillo entre los dientes a descuartizar al conjunto rojiblanco. Como setas venenosas después de una ligera lluvia, aparecieron para poner los supuestos puntos sobre las supuestas ies. Con análisis que difícilmente podrían aguantar una simple revisión lógica pero eso no ha sido nunca un problema pera estos amigos de lo tóxico. Con esa valentía ruin que les caracteriza y que siempre sacan a toro pasado. A estas alturas de película debería darnos igual a todos los que vivimos ninguneados por la actualidad y al margen de la rabiosa tendencia mediática, pero no parece ser así para un nutrido grupo de colchoneros que una y otra vez caen en la trampa y que no sólo comen diligentemente su ración de bazofia diaria sino que son además capaces de regurgitarla en público. Una lástima con la que reconozco no poder luchar pero que, aunque me incomoda, realmente me da absolutamente igual. Paso de los unos y de los otros.

El Atlético de Madrid ha hecho hoy un buen partido que le ha servido para derrotar claramente a un Málaga que venía con la vitola de llevar cinco partidos consecutivos sin perder, pero que no lo ha parecido. Aun así, parece que siempre quedará la inercia de comparar a Moyá con Courtois, a Mandzukic con Costa o a Ansaldi con Filipe Luis. Absurda costumbre que me parece que tardará en extinguirse por el Calderón. Independientemente de que nos parezca bien o mal el Atleti 2014/2015 es otro equipo y lo va a seguir siendo hagamos lo que hagamos. Por esa simple razón, yo al menos, prefiero estar dispuesto por lo menos a que me guste.

El horario de las cuatro de la tarde hacía que todos llegásemos algo apresurados al estadio pero también que la grada se poblase de niños y familias que es algo que a mí siempre me resulta agradable. El ambiente era fabuloso y los jugadores colchoneros se encargaron de no aguar la fiesta. Salieron como motos a comerse al equipo andaluz y casi lo hacen a las primeras de cambio. Mis plegarias por ver a Griezmann, Arda y Koke por detrás de Mandzukic fueron escuchadas y el experimento no defraudó. El Atleti era intenso, rápido y poderoso pero además jugaba muy bien al fútbol. Mucho tenía que ver con ello la presencia en el centro del campo de un tipo portugués llamado Tiago. Griezmann ya avisó metiendo un buen balón que el croata colchonero no acertó a rematar antes de la jugada del primer gol. Jugada que empezó siendo una excelente combinación por la derecha en la Arda desplegó parte de su inmensa magia (lo seguiría haciendo toda la tarde) para que el balón llegara a la frontal del área y fuese rematado por Koke a la mano (clara) de un jugador malagueño que, por supuesto, el árbitro no vio. La acción terminó siendo un córner pero ya sabemos que en el Calderón eso no sólo no es malo sino que son palabras mayores. Tanto es así que algunos segundos después el marcador reflejaba ya el 1-0 tras remate de cabeza de Tiago. El portugués que volvía de una prolongada lesión ha demostrado hoy lo importante que es para este equipo. Su presencia acerca al equipo al fútbol, libera a Gabi de suertes que no sabe manejar y protege a los jugones de arriba. Se me antoja un jugador vital en el Atleti contemporáneo que, lamentablemente (y lo digo hoy como lo dije ayer), no tiene sustituto.

Uno esperaba que el 1-0 sirviese para que el Málaga abandonase su posición ordenada y timorata, tratando de meterse en el partido. No ocurrió así. Siguieron jugando como si no hubiese ocurrido nada reseñable, lo que aprovecharon los de Simeone para no sufrir. Se paró el ritmo y la intensidad pero los madrileños no perdieron el control. Sin pena ni gloria se llegó de esa forma al descanso.

La segunda parte pareció mostrar un equipo malacitano algo más metido en el partido. El Atleti aceptó el envite pero lo hizo desde esa posición replegada con la que encara los partidos en los que domina el marcador. La cosa en cualquier caso parecía seguir funcionando bien para los del Cholo hasta que una buena jugada por la izquierda de Samu Callejo (ayudado por cierta relajación de Ansaldi) fue rematada de forma acrobática por Santa Cruz para reducir distancias. Los minutos posteriores provocaron cierta intranquilidad en la grada que, en mi opinión, no se correspondía con la realidad. El Málaga había llegado una vez y había metido un gol. No parecía haber motivos para estar nerviosos (de hecho no volvieron a tirar a puerta en lo que quedó de partido) pero parece que la campaña en pro de sembrar la incertidumbre en las filas colchoneras, esa campaña que tiene su epicentro en las redacciones mas populares (o populistas, como quieran), está cuajando.

Raúl Jiménez había salido al campo en sustitución de un apático Mandzukic que se marchaba lesionado. El cuestionado mejicano hizo hoy buenos minutos jugando de único punta. Fijando la defensa, bajando el balón, dando oxígeno y tirando diagonales. La lástima fue (o es) la patente falta de gol que sigue manejando. En una estupenda jugada de Griezmann, otro buen partido del francés que a pesar de un par de fallos al final parece acercarse a lo que su entrenador quiere de él, Raúl Jiménez se llenó de ansiedad y remató directamente al portero en una posición bastante clara. Afortunadamente uno de los de siempre, Godín, volvió a poner las cosas en su sitio entrando como un bisonte al segundo palo tras pase de Tiago desde la derecha para poner el tercero del marcador. Poco más. Un expulsado por cada equipo (Samu y Gabi) y la sensación de que el partido se había ganado con bastante solvencia.


El Atleti sigue con paso firme arrastrando a su paso todas las dudas. Las reales y las ficticias. Las inocentes y las dañinas. Dudas y reproches que estuvieron, están y estarán. Por dentro y por fuera. Es así y lo mejor será vivir con ello pero al margen. Esperando en silencio al siguiente episodio que en este caso habla griego y se llama Olympiakos.  

No queda otra

At. Madrid 1 - Málaga 1

El sol estaba a punto de esconderse por detrás de las gradas. Los últimos rayos se colaban a duras penas por la parte superior del graderío cuando Sosa colocaba la pelota para lanzar la falta. Faltaban cinco minutos para terminar el partido. Marcar significaba ganar la liga. La pelota pasó rozando el poste derecho de la portería malacitana mientras una parte de los aficionados, víctimas del efecto óptico, cantaban agónicamente gol. Yo no tenía fuerzas para hacerlo. Ni siquiera para levantarme del asiento. Estaba agotado. Roto. Muerto. Igual de agotado que estaba segundos después, cuando Adrián culminaba su gran jugada lanzando una pelota a la escuadra que el “bueno” de Willy Caballero interceptaba a mano cambiada, haciendo la parada de su vida. No fui capaz tampoco de levantarme de mi asiento, ni de chillar, ni de mesarme los cabellos como hacía la gente a mi alrededor. No me quedaban fuerzas. Notaba sobre mis hombros el peso de una campaña espectacular y magnífica pero exigente hasta decir basta. Me imaginé entonces como deberían sentirse esos jugadores que además tienen que estar corriendo sobre el césped. Llevamos 8 meses jugándonos la vida cada 3 días y eso tiene que pasar factura en los músculos y en las vísceras. En las piernas y en la cabeza. En el alma y en el corazón. Pero es absurdo mirar atrás en este momento. No nos han enseñado a vivir de recuerdos. Somos el Atleti. Ya no existe el ayer y sólo queda el mañana. Faltan dos finales en las que hay que dejar lo mucho o poco que nos falte. No queda otra.

En lo deportivo el partido fue una especie de borrón. Un encuentro con las mismas hechuras de los últimos partidos de Atleti. Malos. Muy malos, de hecho, pero con el añadido de la tensión y la presión del momento. El Málaga apagó enseguida la euforia de la grada a base de pausar el tempo y ralentizar el juego. El Atleti se dejó llevar y la grada con ellos. Demasiado nervio flotando. Villa pudo cambiar el curso de la historia llegando solo a la portería para abrir el marcador pero su disparo, otra vez, se estrelló en el larguero. A partir de ahí el equipo desapareció. El Málaga se encerró atrás sin demasiado esfuerzo y el Atleti se perdió dando pelotazos en vertical, a diestro y siniestro. Creo que Simeone se equivocó alineando a Villa y Raúl García juntos. Hizo que jugásemos sin delanteros. El equipo puede sobrellevar tener a uno de los dos en el campo pero los dos a la vez me parece demasiada ventaja para el rival. Villa no está. Nunca ha estado, de hecho. Trabaja, corre, da lo que tiene y está comprometido con el equipo pero no se ha ido de nadie en toda la temporada. No es un jugador que marque la diferencia. Ya no. Raúl García es uno de los mejores rematadores de la liga pero no es delantero y su capacidad de combinación con los pies es muy escasa, lo que obliga a que el equipo juegue siempre en vertical, por alto generalmente, saltándose la línea de creación. Con Costa es muy aprovechable para segundas jugadas. Con Villa no lo es, porque no hay segundas jugadas. Pero sería absurdo e injusto buscar culpables. No tengo un solo pero a ni uno solo de los jugadores del actual Atlético de Madrid. Más allá de críticas puntuales, estoy a muerte con todos y cada uno de ellos.

La primera parte pasó sin pena ni gloria y así siguió la segunda, aderezada además con cambios en el Atleti que jamás entenderé. Quitar a Koke y Arda debería estar prohibido. Igual que debería estar prohibido tener a Diego en el banquillo, pero es lo que tenemos. Mediado el segundo tiempo apareció un fallo en cadena del frente belga del equipo, Alderweirdeld y Courtois, que provocó el drama en el Calderón. El Málaga se adelantaba en el Calderón. Se escapaba la liga. Simone reclamó al calor de una grada que estaba muerta y esta respondió con tibieza. La misma tibieza que mostró el equipo en la reacción, aupándose mucho más en el corazón que en el juego. Pero llegó el empate. A balón parado, por supuesto, con remate de cabeza del mismo central belga de nombre impronunciable que la había pifiado poco antes. Faltaban 20 minutos y un más gol nos daba la liga (porque Barça y Elche no parecían muy dispuestos a meterse gol en Alicante) pero no ocurrió así. El guión era perfecto y todo el mundo lo conocía pero nadie fue capaz de interpretarlo. Empate a 1-1.

A jugarse la liga dentro de 6 días en Barcelona. Y a ganarla, qué coño. No queda otra.


Carpe Diem

Málaga 0 - At. Madrid 1

Leí una vez a un escritor americano de ciencia ficción llamado Steven Brust decir que la lucha siempre merece la pena si el fin merece la pena y si los medios son honestos. Me he acordado de ello hoy, viendo jugar al Atleti, porque la línea del equipo es exactamente esa. La lucha diaria con honestidad. El momento. Dar ahora todo lo que tienes como si no hubiese mañana, pero no como una suerte de caparazón defensivo, que te impide ver el universo que te rodea, sino como una forma sólida y efectiva de aferrarte al camino que te has trazado. Esa preciosa meta que vista desde la línea de salida da vértigo y que es preferible no mirar desde la distancia para no tropezar con lo más próximo que tienes bajo los pies. Mientras los periodistas cortos de entendederas (o saturados de mala hostia) siguen su campaña de ridiculizar la filosofía impuesta por el entrenador, queriendo demostrar que las palabras de Simeone son una farsa barata o una excusa ruin para esconder no sé que aspiración peregrina que está gente pretende intuir, el que suscribe cada vez lo tiene más claro. Cada vez entiende mejor ese mantra del Partido a Partido como una verdad absoluta a la que aferrarse. La única forma, para aquellos que no son beneficiarios del poderío mediático ni sobre todo del económico, de no perder el norte. De ser conscientes de tu pasado, de tu legado, de tu fuerza y de lo que eres. De intentar conquistar lo que tienes a la vista, independientemente de lo que venga detrás. Porque al final el tiempo le da la razón y esto de jugarte el honorífico título de campeón de invierno en tu casa, frente al Barça y habiendo perdido un único partido, no deja de ser un pequeño milagro construido a base de trabajo, esfuerzo y confianza. Un milagro que no debe distorsionar nuestra razocinio, el de los colchoneros, llevándonos hacía esos debates tramposos que propone la prensa tramposa y que pretenden alejarnos de esta zona de confort que tanto esfuerzo nos ha costado construir y en la que vivimos con tanta placidez. Señoras y señores, olvidense del cuento de La Lechera y disfruten del momento. Nada más. Carpe Diem.

El partido contra el Málaga se presentaba complicado, como lo serán todos a partir de ahora, y con ciertas dificultades añadidas por las bajas de jugadores clave. Complicado porque enfrente teníamos un buen equipo que si bien mermado en su plantilla y con ciertas dudas al inicio del campeonato venía de completar una buena racha en los últimos partidos. Pero el equipo malacitano me ha decepcionado. Sí, sé que mi opinión no es compartida con la de mucha gente con criterio que piensa que los de Shuster han hecho un partido muy serio, pero es lo que yo pienso. El equipo andaluz ha saltado al césped con un planteamiento ultra-defensivo al que le ha faltado fútbol y ambición. Nunca quiso ganar y se limitó a no perder, lo que nunca puede ser una opción. Saltaron al campo muy bien, es cierto, con una defensa de cinco y dos mediocentro defensivos que dinamitaban el centro del campo y con altas dosis de intensidad y agresividad que complicaron mucho la salida de balón madrileña. Los del Cholo, muy a lo campeón, salieron dominando, llevando la iniciativa y tratando de llevarse el partido pero sin profundidad ni capacidad de creación. La primera media hora siguió más o menos ese espeso guión en en el que el Atleti tenía el balón sin demasiada profundidad y sus creadores se estrellaban con la agresividad malacitana. Arda lo intentaba pero se perdía entre las piernas rivales. Lo de Óliver, tremendamente apagado toda la primera mitad, era todavía peor. Fuera de sitio fue incapaz de encontrar su momento ni su lugar. El muchacho dio signos de valentía y de querer entrar en juego pero desgraciadamente también iban acompañados de errores de esos que no se perdonan en el fútbol de elite. Mal primera parte del canterano que le costó quedarse en la caseta tras el descanso. Pero el resto del equipo tampoco estuvo espectacular, precisamente. Koke, con preocupantes signos de fatiga, no conseguía mover al equipo desde su posición en el centro del campo. Diego Costa se peleaba con todos pero estaba bien cerrado y desasistido. Villa, como viene siendo habitual, ni estaba en el campo no se le esperaba. Es incomprensible que siga siendo titular en el equipo. Solamente Tiago, para mí el mejor del partido, y Juanfran parecían estar un punto por encima de los demás. Suya, de Juanfran, fue de hecho la mejor jugada de la primera parte en una diagonal personal que paró Caballero. Una pena esa absurda amarilla que recibió en un dudoso lance y que le impedirá jugar contra el Barça. El Málaga se estiró algo en los últimos minutos pero apenas una llegada por la derecha con tiro fácil para Courtois fue lo único que hicieron ofensivamente en todo el partido.

Tras el descanso Simeone puso en el campo a Adrián, que recibía así una nueva oportunidad de su entrenador y así volvía a desperdiciarla. Flojo partido otra vez del asturiano al que le sigo viendo lento de cabeza y sin chispa. Pero el Atleti seguía queriendo ganar el partido. De hecho era el único equipo en el césped que parecía querer ganar. Como fuese. Haciendo lo que hiciese falta hacer. Arda se colocó algo más centrado para intentar organizar el ataque pero pocos minutos después Simeone también lo sentó. Incomprensible cambio desde mi punto de vista. Especialmente cuando Villa seguía en el campo. El Cebolla puso algo más de ímpetu y velocidad a la cruzada colchonera. El Atleti no estaba haciendo un buen partido pero para un seguidor colchonero, que ha vivido con estoicismo las últimas décadas, era un placer y un orgullo ver a su equipo irse a por el partido en el campo de un contrario con el que hace cuatro días nos peleábamos en la tabla de la clasificación. Y así, por empuje y tesón, llegó el gol. Arranque de Diego Costa desde la izquierda hasta el lateral del área que tiene la inteligencia de pausar. El hispano-brasileño mete un buen pase entre líneas pero el remate de primeras de Adrián es repelido por el cancerbero que sin embargo no logra atajar un balón que sale rechazado y que recoge Koke para empalarlo a la red.

Los espectadores que habíamos estado viendo el partido sabíamos que con el 0-1 se había terminado. El planteamiento ultra-ofensivo del Málaga dejaba poca esperanza de que las cosas fuesen a cambiar en poco tiempo y aunque su entrenador trató de cambiar los mimbres a la desesperada, poniendo más talento ofensivo en el campo, la realidad es que no era un problema de jugadores sino de planteamiento. De mentalidad. El Málaga había salido a otra cosa y normalmente cuando sales a empatar pierdes. Que se lo digan a Aguirre o a Ferrando o a Manzano. Que nos lo digan a los colchoneros. La única duda era si el orgullo del equipo andaluz, a base a de algún balón o jugada a balón parado, sería capaz de inquietar a los rojiblancos, cosa que no ocurrió. Los del Cholo son auténticos expertos en el arte de la defensa y tienen normalmente el nivel de concentración suficiente como para que no ocurran sorpresas. No las hubo. Ni un solo remate a puerta. El Atleti ganó el partido.


Así que falta de una jornada para terminar la primera vuelta el equipo colchonero está en lo más alto de la tabla. Algún aficionado atlético, de memoria frágil y minúscula capacidad de raciocinio, empieza a quejarse de estupideces que ha escuchado de algún gañán o leído en algún sitio. A vociferar cánticos y lemas que no se corresponden con un Club como el nuestro. Odas al engreimiento y la petulancia que no nos sientan nada bien y que de hecho apestan. Les pido desde lo más profundo de mi ser que no se dejen llevar por esta moda del histrionismo y que no piensen en galaxias del futuro ni en cantos de sirena. Les pido que disfruten del momento de su equipo. Nada más. Carpe Diem.  

Puré de táctica

Málaga 0 - At. Madrid 0

En los fatídicos años de nuestra particular travesía por el desierto de la primera división, esos años en que nuestro equipo quedaba en manos de entrenadores ásperos, tan cortos de capacidad técnica y ambición como sobrados de recursos lingüísticos para vender crecepelo, uno reclamaba modestamente dos cosas al equipo. Dos cosas que históricamente habían sido santo y seña del Atlético de Madrid pero dos cosas que poco a poco se fueron perdiendo hasta desaparecer. Una era salir siempre al campo a ganar los partidos. Parece perogrullo pero no lo es. Que se lo digan a los abonados atléticos de largo recorrido. Que se lo digan, por ejemplo, al vasco Aguirre. La otra era que los aficionados, los rivales y sobre todo el propio equipo supiese a lo que jugaba. Tener personalidad. Elegir una forma de juego acorde con las características y objetivos de la institución y aferrarse a ella. Puede volver a parecer perogrullo pero todos sabemos que no lo es. Afortunadamente, gracias al argentino Simeone y a pesar de nuestros así llamados dirigentes, incluidos lugartenientes tóxicos como Caminero, esos tiempos han quedado atrás y hoy el equipo sabe a lo que juega y quiere ganar. Juegue dónde juegue. 

El partido de hoy se presentaba con todos los alicientes que hacen que un partido esté señalado en el calendario. Un Atleti subcampeón en la tabla frente a un Málaga en puestos de Champions y uno de los equipos que mejor juega al fútbol de nuestra liga. Los más agoreros vaticinaban un cierto bajón físico de los madrileños debido al esfuerzo del pasado miércoles en copa pero nada más lejos de la realidad. El Atleti salió incisivo, intenso, presionante, mandón,... el problema es que enfrente se encontró algo muy parecido. Bien por mérito de los del Cholo, bien por propia voluntad al renunciar a la personalidad del equipo olvidándose del balón, lo cierto es que el Málaga era más un equipo de obreros que un grupo de estilistas, así que el partido fue un toma y daca en el centro del campo en el que los jugadores se encorsetaban con disciplina castrense a los esquemas tácticos trazados en el vestuario. Puré de táctica que dejaba un encuentro intenso y competido pero pobre en ocasiones claras de gol. Un par de intentos de Diego Costa, un par de amagues de Falcao, varios tiros de Cebolla,... pero nada de verdadero fuste. En el otro lado tampoco. Un remate de cabeza de los malacitanos que se escapa rozando el poste fue todo el bagaje ofensivo del equipo andaluz en toda la primera parte. Evidentemente el Atleti llevó el juego a su terreno y eso debería entenderse como un mérito colchonero pero viendo los porcentajes de posesión y observando que incluso en esa faceta el Atleti aparece por encima, tiendo a pensar que la actitud del Málaga era voluntaria. Es decir, que el Atlético de Madrid les hizo cambiar su forma de jugar antes de empezar el partido para tener alguna opción. El Málaga, un equipo de Champions. ¿Cuánto hace que no pasaba algo parecido? 

Lo más desagradable de la primera parte fue sin duda ver como desde el inicio del partido la grada pitaba a Diego Costa cada vez que tocaba el balón. Al parecer la prensa local había publicado un encontronazo que el brasileño tuvo cuando Costa jugaba con el Celta en segunda hace no sé cuantos años. ¿Se puede ser más retorcido? No. Todo responde a esa putrefacta caza de brujas que la prensa deportiva más amarilla, y perdón por la redundancia, ha emprendido contra Costa. Una cosa es denunciar las marrullerías del jugador (algo que aplaudo), otra cosa es defender las mismas marrullerías (algo que detesto) y otra es lo que está haciendo esta prensa zafia, iletrada y mediocre que incapaces de generar ingresos tirando de talento y profesionalidad se ven obligados a recurrir a las cloacas de la manipulación capciosa para sobrevivir. Espero que no intenten buscar complicidad cuando la profesión esté definitivamente muerta y ellos estén en las filas del paro. No la tendrán de mi parte. 

La segunda parte fue más de lo mismo y por ello un poco aburrida. Intensidad, ritmo, ganas, presión...y poco fútbol. Las defensas volvían a ganar a los ataques y las ocasiones se limitaban a disparos lejanos. Creo que el Atleti puso más, arriesgó más y tuvo mayores ganas de ganar pero faltó lo que ha faltado muchas otras veces. El gran talón de Aquiles de este equipo. Algo más calidad y chispa en la línea de tres cuartos puesto que sólo con Arda no es suficiente. Especialmente en días como hoy en los que el turco tuvo que hacer un esfuerzo físico exagerado. Los dos entrenadores tiraron de banquillo y los madrileños salieron perdiendo. Adrián lejos de suplir a Costa volvió a mostrarse perdido, torpe y descolocado. Se notó todavía más porque ocupaba el inmenso hueco que dejaba Diego Costa. Raúl García salía por un Cebolla Rodríguez que nuevamente dejaba claro que es un jugador limitado saliendo desde el principio y aparentemente lo tenía más fácil, pero no. El navarro es lo que es y no va a cambiar. La mejor jugada del partido llegaba en el tiempo de descuento y tras un saque de córner en el que un barullo en el área no es resuelto con inteligencia por los colchoneros desperdiciando la posibilidad de llevarse los tres puntos. 

Empate a cero. Un punto que sabe a poco pero que sirve para mantener la distancia de los perseguidores (excepto el Real Madrid) y recortar un punto al Barça. También sirve, y no es baladí, para ganar el average particular con el Málaga en caso de hipotético empate. El Atleti tiene “solamente” la liga de aquí a mayo y lo tiene con esa agradable sensación de estar haciendo las cosas bien. Tiene buena pinta lo que queda de liga. Y soñar es gratis.


Escuchando el Himno

At. Madrid 2 - Málaga 1

Nadie dijo que fuese fácil. Viendo los fríos números que se desprenden una aséptica tabla clasificatoria puede dar la sensación de que todos los participantes son iguales pero no lo son. El Barça no es lo mismo que el Atleti de la misma forma que el Atleti no es lo mismo que el Levante. No lo tienen igual de fácil. Es tangible y evidente. Por eso durante años he reclamado para mi equipo un discurso coherente con lo que era y quería ser pero eso, por supuesto, pasaba por no apoltronarse en estadios que no le correspondían. El negativo influjo de una dirección oscurantista y mentirosa unido al concurso de entrenadores marioneta, mediocres y confusos, hacía que la institución se sintiese cómoda en escenarios débiles y acomodaticios en los que no encajaba. Los advenedizos del nuevo estatus se columpiaban en la bandera de la simpleza y argumentaban que Madrid y Barça estaban en otra galaxia que no nos correspondía. Podrían tener su parte de razón pero obviaban que la vida, gracias a Dios, es una suerte de paleta multicolor de muchos matices. No sólo existen dos galaxias y si aquel mundo estratosférico quedaba lejos, mucho más lejos debería de quedar el espacio del miedo y la mediocridad en el que al parecer teníamos que echar raíces. No señores, no. El espacio del Atleti es este que tienen delante de sus narices. Peleando cada partido. Muriendo en el césped. Jugando. Ganando. Perdiendo sólo cuando el rival es mejor que tú. Disputando la cabeza con los poderosos a la espera de que un ligero traspiés en la maquinaria galáctica permita e todo el colchonerismo meterse hasta el tuétano. El lugar del Atleti es el del orgullo, la emoción y el poderío de saberse único. Como bien dice el propio himno: peleando como el mejor. Ni más, ni menos. 

Venía uno de aburrirse viendo en un bar los ecos de esa guerra de los mundos en la que han convertido el archicansino Barça-Madrid cuando se topó con un Vicente Calderón vestido de rojo y blanco. No estaba lleno (¿Cuánto hace que no se llena el estadio?) pero el ambiente era fabuloso. Lo fue todavía más cuando comenzó el partido con ese plus, marca de la casa, con el que el equipo sale en los partidos importantes desde que está Simeone en el banquillo. Un Atleti mandón y arrollador que se hacía con la pelota y el dominio sin dejar que el rival ni siquiera apareciese. Sobre el campo aparecía la novedad de Emre, la enésima apuesta de un cholo que cada partido consigue incorporar un nuevo jugador a la lista de jugadores disponibles para el equipo titular. El turco aceptó la apuesta y la ganó. Cómodo en un centro del campo minado con Gabi y sobre todo un Mario Suárez que cada día que pasa es mejor jugador, el turco demostró a la grada que es un jugador todavía muy aprovechable. Sumidos en la euforia Mario roba un balón cerca del área, con gran gesto técnico lleva el balón a la izquierda, Emre mete un balón cruzado al área con maestría y por allí aparece el de siempre, Falcao, para poner el 1-0. Partidazo. El mejor Atleti frente a un Málaga que no existía. 

El gol hizo sin embargo que los madrileños cambiasen de marcha y adoptasen esa formación alternativa en la que el equipo espera en el centro del campo y desactiva al rival sin balón. A estas alturas de liga la fórmula podrá ser discutible pero es la de Simeone y le ha funcionado. Los andaluces se quedaron con el balón, pero más por despecho del rival que por convicción propia. Un equipo malagueño que resultó decepcionante en el Calderón. Bien plantado, correoso, junto y difícil de doblegar pero que renunció a su personalidad desde el primer minuto. Mal Pellegrini que completó su mala actuación con una rueda de prensa post partido indigna de uno de los mejores entrenadores de la liga. Pero el Málaga es un gran equipo que ha demostrado saber jugar al fútbol así que en su mejor jugada del partido, un buen contrataque vertical que pilla al Atleti descolocado, llevó el balón a la banda izquierda para que, imitando el gol de los colchoneros poco antes, Santa Cruz rematase de cabeza en boca de gol e hiciese el empate terminando el primer tiempo. 

La segunda parte siguió por los mismos derroteros con un Málaga cómodo en su papel reservón y un Atleti sobre excitado e impreciso. A todo ello colaboró la nefasta actuación de Pérez Lasa. Si querer buscar conspiraciones en la sombra resulta inquietante ver como el colegiado trató por todos los medios de desestabilizar el juego colchonero. Constantes paros de juego, infinitas faltas en ataque a Falcao cada vez que saltaba, demasiadas faltas en contra al borde del área de Courtois. Preocupante. Simeone trató de dar continuidad al juego metiendo a Raúl García y al Cebolla pero no era posible. El Málaga se cerraba con criterio esperando la contra y el Atleti no era capaz de perforar la primera línea rival de contención. 

Pero el Atleti de Simeone es muy emocional y dónde no lleva la táctica llega el corazón. Según se acercaba el final se veía a un once colchonero inyectado en sangre y con la única idea en la cabeza de ganar. En ocasiones dejando hueco atrás, haciéndose vulnerable y sin recurrir al especulativo argumento de que el empate nos dejaba en la misma posición de privilegio en la que estábamos antes del partido. Pero no. Este equipo tiene una idea clara y la tienen todos y cada uno de sus miembros. Así a base de empuje, casta, pundonor y todas esas cosas que son tan del gusto del aficionado pero que no valen de nada si no están acompañadas de criterio y fútbol, el equipo fue metiendo a un decepcionante Málaga en su área. Y ocurrió lo que tenía que ocurrir. Una melé en el área pequeña, una ensalada de piernas movidas por la emoción y gol. El estadio, que para entonces era una olla a presión, soltó la válvula de seguridad y se desató la euforia. El banquillo celebraba el gol con más intensidad que mis compañeros de grada en una comunión con el escudo y la historia que asusta a propios y extraños. 

Seguimos arriba. Los periodistas se sienten cada vez más incómodos con que el “simpático” Atleti esté en esas posiciones que “no le corresponde” y no saben qué hacer. Reír o llorar. Si patético resultó escuchar la pataleta de Pellegrini más patético resultó escuchar los “análisis” de esos periodistas de trinchera crecidos en el odio y espectáculo circense. Aunque resulte desagradable ver toda esa cohorte de mamporreros del régimen retorcerse de picor y aunque sé que soy consciente que la campaña de acoso y derribo no ha hecho más que comenzar, esa es precisamente la mejor prueba de que las cosas se están haciendo bien. ¿Hay ruido fuera? Bien, me dispongo a cerrar las ventanas que tengo mucho trabajo por hacer.

La parte de atrás de la mente

La cantidad de variables que tienen un papel estelar en un partido de fútbol es inmensa. Hay muchos aficionados al fútbol que anestesiados por el perfume de los goles y el espectáculo reducen todo a una sencilla cuestión de echarle o no pundonor (por no decir huevos) pero es una manera demasiado simple de analizarlo. Si se quiere analizar, claro, que como espectador puede ser recomendable pero no necesario. Los directivos, directores deportivos y sobre todo entrenadores si que no pueden escapar a esta realidad y con mejor o peor criterio tratan de encontrar el modelo de naturaleza matemática que reproduzca la realidad. Muchos, los malos, lo que intentan es entrar en la ecuación para reducir el número de variables que entran en juego y basar la fórmula a una cuestión de constantes. Los muy malos además, como si de un gobierno reformista se tratase, empiezan por anular las variables más importantes que además son las más fáciles de recortar como por ejemplo el balón. En el Atleti sabemos mucho de esto último y me temo que lo vamos a seguir sabiendo en años venideros. No es algo que me emocione pero ayer se demostró que ahora mismo, en este equipo, jugar al fútbol no es la variable más importante. 

 Porque por encima de todo esta el tema de la cabeza. De la mente. Alguien dijo una vez que el fútbol era un estado de ánimo como si algo en lo que estén involucrados los humanos no fuese siempre un estado de ánimo. Claro que lo es. Por eso son tan importantes las sensaciones, las señales, los mensajes, los objetivos,... Por eso es tan importante sentirse ganador o perdedor. Valiente o cobarde. Querer ser superior o tratar de que no te hagan demasiado daño. El Atleti ha ganado al Malaga por sensaciones. Por mentalidad, por carácter y por actitud. Lo malo es que todo eso apareció tarde y después de haber estado enseñando todo lo contrario durante 45 minutos. El equipo demuestra así que la mentalidad está, pero que la tiene en la parte de atrás. En un sitio secundario. En un lugar poco importante al que por lo visto sólo se recurre cuando no queda más remedio. Así nos va. 

La primera parte fue un auténtico baño del Málaga. Ese equipo construido a base de chequera pero con mucho gusto. Gusto por el balón y gusto por el fútbol. El que tiene ese señor de los banquillos al que los talibanes del macarrismo deportivo despreciaron con muy poca clase. Pellegrini. El chileno es de esos entrenadores en extinción que se atreve a poner un jugador fino y pequeñito como Cazorla de medio centro. Algo que en el Atlético de Madrid no hemos visto desde hace dos décadas. Sobre el campo se veía un equipo de Champions que quería ganar el partido en un campo complicado y que lo quería hacer siendo protagonista. Algo que reclamo para el Atleti desde que me bauticé como Ennio Sotanaz y ahí sigo. Y seguiré. A base de fútbol, precisión, velocidad y criterio el partido transcurrió en campo de unos colchoneros que se dedicaban a correr detrás de la pelota e intentar abollarla cada vez que tenían ocasión. Tarde. Lentos. Sin chispa. Sin gracia. Los andaluces pudieron ponerse por encima en cualquier momento pero lo hicieron de la mejor forma posible con un golazo soberbio de Eliseu que empalma un balón desde otro distrito para incrustarlo en la escuadra. Como corresponde a los equipos grandes el Málaga siguió dominando el partido exactamente igual hasta el descanso. El Atleti, como corresponde, siguió también arrastrándose por el campo. 

Pero algo tienen que tener las charlas de Simeone porque no es la primera vez que el equipo que sale en la segunda parte, siendo los mismos jugadores, es otro. El carácter del Cholo no lo puede discutir nadie. En el campo era un líder y era un ganador. Caliente y poco pausado pero un ganador. Por eso no me gusta la parte reflexiva esa que la ha salido de entrenador. Esa que le hace ser reservón y precavido. El cambio de actitud del equipo es mérito de Simeone, no me cabe duda. Pero, ¿es mérito suyo también la forma con la que salió el equipo de inicio? Esa es la duda que me hace ser o no ser optimista para el año que viene. 

En cualquier caso la segunda parte fue otra cosa. Especialmente cuando apareció Koke en el mediocentro en detrimento de un Mario Suárez cada vez más espeso, más perdido, más centrado en ser esa especie de tercer central estático, lento e intrascendente. Sin desarrollar un fútbol espectacular el Atleti si fue capaz de quitarle la pelota al Málaga y a veces con eso basta para desarmar al contrario. Sin el fundamento de este juego, el balón, el Málaga tenía que defenderse y correr mientras que el Atleti se enfurecía por momentos. A la salida de un córner el balón llega rechazado a la frontal y Koke, haciendo justicia, empala el balón para empatar. Los madrileños se subían así a su euforia y los malacitanos, sin recular, a sus miedos. El partido se puso bonito con llegadas por los dos lados pero fue un despeje de Courtois el que deshizo la igualada. El balón es peinado por Falcao que deja sólo a Adrián para que en otra de sus jugadas de fantasía coloque el definitivo 2-1 en el marcador. Definitivo porque lo quiso el señor juez de línea que anuló un gol al Málaga por fuera de juego que en vivo me pareció justito y en la tele se ve que no era. Las cosas como son. 

¿Y ahora qué? pues en la liga está claro: a morir el domingo en villarreal y esperar que el sporting de la campana en Málaga. Entre medias Bucarest, lo sé, pero esa es otra historia que merece otro espacio. 

Mención especial quería hacer a Antonio López y Perea, nuestros dos capitanes que se van, desgraciadamente por la puerta de atrás. Como siempre pasa con ese avinagrado de MA Gil. El de Benidorm es un jugador de la casa, de la cantera. Salvo una cesión en Pamplona ha desarrollado aquí sus mejores y sus peores momentos. Probablemente esos problemas emocionales en el último tramo de su carrera pararon su progresión en seco. No lo sé pero en cualquier caso siempre ha sido y es Atleti. Igual que lo es Perea. Un profesional como la copa de un pino. Un tipo que ha dado todo lo que tenía por este equipo y que lo único que ha hecho, dentro y fuera del terreno, es demostrar amor y sobre todo respeto por el Atlético de Madrid. Cosa que no hicieron otras estrellitas confundidas. En momentos en los que esa grada de nuevos y confundidos colchoneros se dedicaba a pitarlo o mofarse de él, el colombiano jamás torció el gesto, siguió sudando y soltando palabras bonitas para su club. Para el mío. Gracias Perea. Gracias Antonio López. 

Teenage Fanclub - The back of my mind


Ojeras que ya estaban (At. Madrid 0 - Málaga 3)




Si alguno de ustedes ha tenido como yo la mala suerte de pasar hoy la tarde en el Vicente Calderón habrá asistido a una auténtico, completo y gráfico baño de realidad. Por el precio de su entrada no sólo ha podido ver los tres goles de un Málaga que sellaban su asentamiento definitivo en la división de honor del fútbol español sino que habrá observado, resumida en noventa minutos, la realidad del actual Atlético de Madrid. Esto ha sido y es el Atlético de Madrid de la presente temporada. Un equipo sin identidad, sin espíritu, sin plan, sin ambición, sin objetivo, sin referencia y sin personalidad. Un equipo tremendamente descompensado, diseñado con el orificio rectal, mal dirigido pero a pesar de ello aguerrido de forma inexplicable a un rígida forma de jugar al fútbol que paradójicamente se basa en no jugar. Un equipo que no sabe jugar a este deporte, que se siente perdido con el balón, incapaz de crear juego, carente del centro del campo, obsesionado por la verticalidad barata basada en el pelotazo, penalizado deportivamente por la negligente labor de los que confeccionaron la plantilla pero igualmente penalizado por las guerras internas de un entrenador tratando de demostrar su superioridad moral a la hora de entender las entrañas de este deporte y de este equipo.

El partido pintaba mal desde el principio cuando ya veíamos a un equipo, el andaluz, metido completamente en el partido, disputando cada balón al límite del reglamento, perfectamente colocado en el campo y presionante. Sobre todo si lo comparábamos con lo que tenía enfrente que era precisamente todo contrario. Los madrileños intentaban seguir la estela de los últimos partidos pero parecía un sueño del pasado. Algo no cuadraba y eso tenía su epicentro en un centro del campo liderado por Raúl García, es decir sin centro del campo. El navarro, como desde el mismo día en que se le fichó, naufragaba una vez más tomando la responsabilidad del mediocentro creativo, algo que ni es, ni ha sido, ni será. El jugador está una situación muy por debajo de su peor versión y eso lo caracteriza delante de su afición que lo despidió, otra vez, con pitos. Raúl García debería abandonar el Atleti por su propio bien. El ritmo lento el jugador de tajonar era extendido al resto de la plantilla y así una perfecta presión de los malagueños bastó para desactivar a un Atleti incapaz de hacer fútbol. Unos mediocentros que se olvidaban de proveer una salida digna, un Reyes muy marcado incapaz de conectar, un Elías que sigue siendo tan intrascendente o más que cualquiera de los minutos que ha jugado y una delantera que no conectaba. Al cuarto de hora el balón paso a ser del Málaga y ya no lo soltó.

El baño táctico de Pellegrini a Quique en la primera parte es como para que muchos, incluidos los protagonistas, reflexionen. Los andaluces desactivaron con facilidad a un Atleti mal colocado cuyo once inicial presentaba mayores excentricidades de las que un equipo así puede permitirse. El balón estaba normalmente en los pies del Málaga siendo distribuido con criterio y calidad pero si no estaba ahí se podía encontrar en los pies de los centrales colchoneros que lo lanzaban lejos de contundente puntapié. Esa de hecho era la mejor opción posible puesto que la alternativa, jugarlo, era peor dada la mala disposición de los medios y la nulidad de otras salidas. Gracias a ello llegó el primer gol. El Atleti es incapaz de salir, comete error, los blanquiazules se van por la banda y un certero centro de Jesús Gámez es rematado de forma magistral Rondón.

Mal siguieron las cosas cuando el Málaga decidió seguir igual teniendo el balón y jugando. Se demostraba así que esa miserable y ruin forma de jugar de encerrarte en tu área con el marcador a favor, esa que práctica el Atleti gracias a la última pleyade de entrenadores valientes que hemos tenido, no sólo está más pasada de moda que los vaqueros descoloridos sino que ya ni la practican los equipos metidos en el descenso. El Málaga llevaba el tempo del partido y el Atleti se desesperaba. El Málaga lo hacia todo fácil y el Atleti era incapaz de dar dos pases. El Málaga se estiraba con peligro cada vez que podía y el Atleti era incapaz de tirar a puerta. Al poco de terminar la primera parte llegó el segundo casi de idéntica factura que el primero pero por la banda contraria y con Sebas Fernández y Baptista como protagonistas.

Nadie creía en la remontada al principio de la segunda parte. Quique corrigió el error de Elías por Keko pero mantuvo el error de Raúl García. El canterano aportó como siempre dinamismo, salidas, movilidad y ganas pero no fue suficiente. El Málaga salió al campo mucho más especulativo y eso complicaba las cosas. Al cuarto de hora Raúl García dejaba el campo entre silbidos dejando el sitio a un, otra vez, apagadísimo Forlán dejando un extraño dibujo en el campo parecido a un 4-3-3 asimétrico.

De nada sirvió. El equipo parecía algo más voluntarioso pero se perdía entre las líneas de un cuadro andaluz replegado y muy bien plantado y las ganas de los rojiblancos de resolverlo todo en solitario. Entre tiros absurdos de Forlán, escarceos estériles del Kun, eslalons inútiles de Reyes pasaba el tiempo con un equipo malacitano cada vez más seguro de su victoria y unos madrileños cada vez más convencidos de su derrota. Maresca ponía el fin virtual a esa dicotomía con un tercer gol que nuevamente venía de una garrafal error en la salida del balón, nuevamente provocado por no saber que hacer con el. A partir de ahí el público desapareció del campo, los gritos anti Gil fueron más tímidos y escasos que nunca y la sensación de mediocre resignación lo impregnaba todo.

El grandilocuente objetivo de nuestro presidente, la eufemística “europa”, está ahí. Casi en el mismo sitio, pero el tema es algo más profundo. A veces un lavado de cara como este lo que hace es simplemente enseñar las ojeras que ya estaban.

Golpe de muñeca (Málaga 0 - At. Madrid 3)




A veces uno piensa que esto de teorizar, discernir y analizar el fútbol es tan útil y certero como pretender estudiar el giro de muñeca cuando tiras los dados en un casino. Absurdo. El partido de hoy en Malaga es una de esas ocasiones en las que lo anterior se hace incluso más patente porque sinceramente, a tenor de la lógica y el razonamiento es difícil explicar el plácido 0-3 de esta tarde. Bien es verdad que otras tantas veces nos ha ocurrido a nosotros lo mismo pero por el lado contrario y bien es verdad que el rival de enfrente no merecía recibir otra cosa que lo que recibió pero la realidad es que un golpe de muñeca es lo que ha hecho que el partido se decante claramente a un lado y no hacia el otro. Es así, muchas veces el fútbol es eso, un giro de muñeca, una falta bien sacada, un golpe fortuito. A veces es así pero como bien demuestra la estadística las muestras amplias disminuyen el error tanto como se quiera así que después de 38 partidos me temo que cada uno acabará estando bastante cerca de donde se merece y nosotros, de momento, estamos donde estamos.

Si alguien no ha visto el partido y a tenor del resultado pretende verlo recomiendo que no cometa tamaña desfachatez. Al menos que no lo haga entero y que de el Fast Forward hasta el tercer gol de Atleti. Para el resto puede quedarse con el resumen de los goles y habrá visto todo lo que hay que ver.

Lo de Quique, insisto, ya no merece comentario. Dicen que hay que respetar las decisiones que toman los entrenadores porque las hacen por el bien del equipo. Personalmente desde luego que las respeto pero discrepo de tal aseveración. Yo creo que hay entrenadores que toman las decisiones para beneficio propio pensando que ese es también el beneficio del equipo. Incomprensible la apuesta de Raúl García por la derecha por ejemplo. El navarro es como el hijo del jefe que a pesar de sus limitaciones y que hay otros mejores que él tiene que estar si o si en plantilla. Incomprensible. Tampoco entiendo eso de poner a Reyes de segundo delantero/mediapunta, sin cambiar el sistema, que como otras tantas veces ha ocurrido que al final no es ni lo uno ni lo otro. El de utrera tiene que venir demasiado atrás a jugar con lo que se separa de Agüero haciendo la distancia sideral. Lejos de ayudar la creación la entorpece y encima desinfla la delantera. Con esas premisas poco se puede pedir.

La primera parte fue un despropósito por las dos partes. Los andaluces romos y fallones regalaban el balón mientras su pareja de torpes mediocentros era incapaz de dar dos pases seguidos. El Atleti intentaba presionar pero la distancia entre líneas era exagerada y la consigna parecía ser que cada balón recuperado debía lanzarse lo más lejos posible de puntapié. Lamentable. Una especie de gol “regañao” y fútbol australiano. Patético desarrollo y patético planteamiento que sin embargo quedó ocultado a mitad de primera parte cuando Simao saca una gran falta desde la izquierda que Tiago, el mejor fichaje que hemos hecho desde Forlán, cabecea de forma certera a puerta.

Las cosas podrían haberse centrado un poco por parte de los madrileños y haber intentado dominar más y mejor el balón. No parecía complicado a tenor del flan que tenían enfrente pero nada más lejos de la realidad. Nuestros jugadores son muy disciplinados y haciendo caso a su entrenador hicieron lo que éste quiere, echar dos pasitos atrás y a esperar. A esperar no sé qué porque cortando el balón en la frontal de tu área y salir con dos jugadores con 100 metros por delante es una opción que sale una vez de cada millón. Llevamos muchos años comprobándolo.

La segunda parte comenzó igual de lamentable sólo que con un Málaga algo más lanzado y convencido de jugar, probablemente gracias a la decisión del Atleti de obviar el balón para lo que quedaba de partido. Sin necesidad de ello, fueron los mejores minutos de un flojo equipo malacitano que sin embargo aprovechaba la cobardía visitante para robarles el protagonismo y empezar a poner semillas de algo que no pudieron recolectar. Y no lo pudieron hacer porque el fútbol, a veces, es efectivamente un giro de muñeca y de nuevo una falta y de nuevo con la cabeza (esta vez Domínguez tras asistencia de cabeza del omnipresente Tiago) el Atleti hacía gol. En ese momento el Málaga se derrumbó por lo injusto de la vida pero no tuvo demasiado tiempo para lamentarse porque pocos minutos después de nuevo de falta y de nuevo de cabeza Tiago hacía el tercero para su equipo. Algo hemos ganado desde luego desde los tiempos de Aguirre en los que una falta a favor era casi un ocasión en contra.

Eso si, con el partido resuelto vinieron los mejores momentos de los colchoneros en cuanto a su relación con el fútbol. Entonces si, paradojas de la vida, el equipo se hizo dueño absoluto del balón, del ritmo y del partido y a base de toque, velocidad y balón el Atleti llevó el encuentro donde quiso sin que el Málaga fuese capaz de tocar el esférico. ¿Tan difícil era?

Tres puntos gloriosos en esa carrera desesperada por recuperar posiciones y alcanzar la mediocridad de la cuarta plaza. Dado lo patético de esta liga y lo viciado de la competición todo es posible. Otra cosa es que ese todo con el que “todos” sueñan sea suficiente o una cortina de humo.

Harto de estar harto



At. Madrid 0 - Málaga 2


Es algo de dominio popular el que una vez que el frío se te cala hasta los huesos es muy difícil sacarlo de encima rápidamente con ropa o con calefacción y que a partir de un punto requiere una labor de paciencia, de calentamiento constante y tranquilo que llegue dentro y se propague hacia fuera. Hay personas incluso que cuando han sufrido una crisis traumática de frío son ya incapaces de quitarse la tiritona de por vida. Al Atleti me temo que se le ha metido la tristeza hasta los huesos y que ya no valen paños calientes, zapatillas de borrego y ni siquiera abrigos de visón. La constante, traumática, negligente y mentirosa labor de nuestros dirigentes para transformar un respetable club de fútbol en una desgraciada casa de putas en la que por no quedar ya ni quedan putas ha dejado por el camino mucha negación, muchos enfados, muchas víctimas, muchas dimisiones y mucho aburrimiento pero sobre todo lo que ha dejado es una negra y densa tristeza que está calada en los huesos de una afición atlética cada vez más menguante y falta de personalidad.

Hacer una crónica del partido de hoy contra el Málaga es un verdadero reto literario puesto que todo lo que sea escribir algo más de “una bazofia tremendamente aburrida” es florear la realidad. A los 30 segundos de partido ya sabíamos lo que iba a ofrecer este Atlético de Madrid pequeño y desgraciado que por otro lado es la versión que ha ofrecido el redicho de Quique desde que se sentó en ese banquillo: equipo atrás y balón por los aires. Es triste reconocerlo pero la realidad es que la única motivación de ir últimamente al calderón es ver que tal jugará el equipo contrario porque ya sabemos que el Atleti no jugará o al menos que no lo hará a este deporte llamado fútbol. El Atleti no es que juegue mal es que directamente no juega. Pasa de ello. Encima hoy apareció un Malaga bien plantado, que sabe cuales son sus límites y sus cualidades y que planteó un partido con mucha dignidad. Bien plantado tácticamente, con la clásica superpoblación en el centro del campo que todos los contrarios nos colocan para ahogar los bostezos de nuestros mediocentros y apostando por la verticalidad sin renunciar al balón. El Atleti en su línea: nada de nada. Pelotazo y más pelotazo. Personalmente estoy harto que todo el mundo cargue las tintas sobre una defensa, que efectivamente es una mierda, pero olvidándose reparar en que si tu metes más goles que el contrario de la defensa no se acuerda nadie. Si un equipo renuncia a jugar, a triangular, a construir y a tener el balón efectivamente sólo queda defender aunque es muy triste que sea una opción en lugar de una consecuencia. Lo malo es que si te pasas toda la vida defendiendo las posibilidades de cometer errores se multiplican hasta el infinito. Si en un equipo el que mas tiene el balón en sus pies es Perea o Ufjalusi o De Gea lo lógico es pensar que ese equipo tiene un verdadero problema y ese problema no es ni Perea ni Ufjalusi ni De Gea. Dejemos de mirar a la defensa que siendo todo lo mala que se quiera el verdadero problema de esta estafa de equipo perpetrada por el heredero tóxico del clan Gil está en el cerebro y en el corazón. El cerebro no existe y el corazón está enfermo.

A los cinco minutos el Málaga hace una gran jugada por banda derecha que A. López observa comiendo pipas, cruza el balón al segundo palo donde duda remata sólo con Ujalusi en la banda lesionado y Simao llegando tarde. Fin del partido. Si el Atleti es malo en cualquier fase del juego, cuando no tiene más remedio que atacar (la peor pesadilla de Quique) es inexistente y esperpéntico en su inexistencia. En toda la primera parte no se trenzó una sola jugada ni hubo nada reseñable más allá de las llegadas peligrosas de un Málaga que no dio concesiones. Tan sólo en el minuto 45 un error de los andaluces dejó a Forlán sólo delante del portero pero el uruguayo está en plutón, en el nirvana o pensando en el barrio viejo del Montevideo pero no aquí, con nosotros. Algo le pasa al charrúa pero no me gusta nada como está.

La segunda parte comenzó con el enésimo alarde de valentía de nuestro flamante y verborreico entrenador quitando a dos canteranos para poner a Reyes y Agüero. Camacho es un jugador demasiado defensivo y que comete muchos fallos pero es joven, valiente y tiene fundamentos. Hoy los ha demostrado en la primera parte ofreciéndose en todo momento, estando bien colocado, entrando a la batalla y jugando a morir en las jugadas a balón parado. Hay cien razones para tener paciencia con Camacho que son exactamente las mismas razones para no tenerla con tarugos tan pésimos como Raúl García. Camacho fue uno de los que se fue al banquillo en un nuevo revés para el muchacho. No había sido el peor ni mucho menos pero ahí están los entrenadores valientes para protegerlo. El otro fue Ibra que había estado infinitamente mejor que un Forlán que parece un alma en pena. Tres cuartos de lo mismo. Lo cierto es que los cambios dieron exactamente igual porque el Atleti siguió sin hacer una sola jugada. Quitando el arreón inicial de Agüero (el de siempre) el equipo volvió a su versión Quique de patadones, espesura y fuerza inofensiva. Así hasta que llegó el segundo del Málaga en otro fallo de la defensa de tres (ahora explico) que dejó un despeje de Perea al centro del área (dónde si no) que Javi López incrusta en la red. La defensa de tres fue otro de esos recursos demagógicos de Quique (que yo interpreto de cara a la galería) en el que quito a A. López para sacar a Raúl García que básicamente es como quitar a A. López y dejar diez en el campo. El equipo por supuesto no cambió nada. Ni ganó en circulación (todo lo contrario) ni ganó en contundencia (todo lo contrario) ni ganó en juego (todo lo contrario). De ahí al final una tristísima comedia mala de enredo que no sirvió para nada puesto que la afición, supongo que harta de estar harta, decidió largarse.

Hay voces optimistas y refrescantes que apuestan por olvidarse de la liga y centrarse en las copas, la de la UEFA (o como se llame) y sobre todo en la del rey. Bien, yo pienso exactamente lo contrario, el Atleti debería olvidarse de las copas (las dos) y centrarse en la liga. Me da mucho miedo estar cerca de los puestos de descenso en las últimas jornadas. Recuerdo a los faltos de memoria que el año que bajamos a segunda división llegamos a la final de la Copa del Rey (para perderla).


Mal repetidor



"No one will survive to the end of love"
(End of love - Clem Snide)


Hagan el siguiente ejercicio de imaginación: pongan por caso que un hijo suyo (primo, sobrino, amigo,…) tiene que enfrentarse a un examen vital para sus aspiraciones pero al que se presenta no sólo con muchas dudas respecto a su preparación sino con un temario cogido con pinzas, donde los temas más importantes del examen no se han estudiado porque directamente no se tienen y que gracias a su galopante falta de recursos tiene que escribir los exámenes a lápiz. El chico tiene talento (eso dicen) pero lo malgasta en hacer chuletas, en buscarse excusas para sus fracasos y en estudiar temas que son repetidos y no hacen falta. Con más pena que gloria va sacando las asignaturas con malas notas, palizas de última hora y a base a recurrir a ese talento natural que aparece en los momentos más complicados de forma inesperada pero los exámenes son cada vez más difíciles y todo hace indicar que para seguir en el curso de los elegidos hace falta no sólo seguir haciendo lo mismo sino intentar tener todos los temas que caen en el examen y prepararlos con criterio. Todo el mundo es consciente de ello pero imagínense que tres meses después de acabar el curso (con más pena que gloria) nuestro querido protagonista se presenta en la remozada aula del instituto exactamente igual y con los mismos elementos que tenía tres meses antes, sin la mitad de los temas (los más importantes) y escribiendo a lápiz. ¿Alguno de ustedes entendería que su papá dijese que el niño aspira no sólo a aprobar sino a ser el primero de la clase? ¿Alguno de ustedes tendría la más mínima esperanza en que el niño hiciese un buen año? Como bien han adivinado ese niño es el Atlético de Madrid y ayer le dieron una buena bofetada en su vuelta al cole. Quítenle los fuegos artificiales de directiva y prensa, piensen que los “crecepelo” que venden manoletes y avellanes son simplemente agua con azúcar y verán cual es la verdadera situación.

Porque la verdadera situación es la que se vio ayer en Málaga. Si, ya sé que es el primer partido, que son sólo tres puntos, que no se ha perdido nada, que un fallo lo tiene cualquiera, que no se puede exagerar…, lo que quieran ustedes. A mi no me asusta perder el primer partido contra el Málaga, lo que me asusta es perder 3-0, frente a un equipo con ocho jugadores nuevos que se supone que está menos rodado que nosotros y hacerlo como se hizo, con todos y cada uno de los fantasmas del año pasado (y del anterior, y del anterior, y del anterior…) a saber: falta de mentalidad en el inicio, saliendo "a ver que pasa", falta de agresividad en todo momento, incapacidad para tener el balón en los pies, incapacidad para crear fútbol de ningún tipo, incapacidad para abrir un equipo cerrado, errores de concentración, errores garrafales de una defensa por la que han pasado infinitos jugadores y una sospechosa indolencia de algunos jugadores horas antes de la diáspora FIFA. Eso es lo que me asusta, que seguimos presentándonos a los exámenes con lápiz y sin tener todos los temas del temario. Me asusta que no tenemos (ni vamos a tener) un centro del campo digno de primera división mientras el resto de equipos tiene dos jugadores por puesto. Me asusta que seamos el tercer presupuesto de la liga y el 70% de los partidos tendremos que ser el equipo que lleve la iniciativa sin tener ninguna capacidad ni recursos para poder hacerlo. Me asusta que nos enfrentamos a una temporada de más de 50 partidos que tendremos que jugar con tan sólo once jugadores donde alguno de ellos incluso no debería ser titular. Me asusta que Cléber “Castaña” sea nuestro jugador número doce, Sinama “sin-gol” nuestro revulsivo y el vago redomado de Reyes nuestro “gran fichaje” del verano. Lo siento señores pero más que enfadado estoy asustado y mi ilusión se fue con los titulares de los periódicos de primeros de Julio.

Dentro unas horas se cierra el plazo de fichajes y mientras escucho como los equipos decentes y profesionales ya tienen apuntalada la plantilla o se dedican a buscar esa guinda que le falta al pastel o ese puesto que no tiene recambio, nuestro inútiles hacen mutis por el foro y vete a saber que es lo que están haciendo. No sé si me da más miedo que no ocurra nada y nos quedemos con los paquetes de Heitinga, Reyes, Cléber, Valera, Pablo (si, Pablo)… sin laterales, sin delantero reserva y sobre todo sin ningún centrocampista decente o que hagan un ejercicio de estulticia in extremis, de esos que a los que nos tienen acostumbrados.

Veremos lo que pasa pero de momento tenemos quince días en puestos de descenso. Eso es lo que yo llamo empezar con ilusión y buen pie.

Maldita suerte, bendita suerte

Seguir la trayectoria de un equipo a través exclusivamente de los resultados que este consigue es como mínimo engañoso y no debería servir a nadie para sacar conclusiones sobre el juego, el espíritu o la calidad de un equipo. Que exista mucha gente que lo hace (intuyo que incluso algún que otro periodista profesional) no debería tampoco servir para justificar una acción tan reprobable. El Atleti contemporáneo ha empatado y ganado un gran número de partidos no sólo sin merecerlo sino planteando en el camino un estilo de vida en el terreno de juego que no es digno de ningún equipo de primera división y mucho menos del Atlético de Madrid. Un estilo que por cierto no lleva a ningún sitio. Hoy no es uno de esos días. Hoy el Atleti ha empatado un partido en Málaga haciendo justo todo lo contrario y por tanto sin merecerlo.

Y es que el equipo parecía no ser el mismo de los últimos meses cuando ha empezado el partido. Los once han salido bastante enchufados, con dinámica de grupo, presionando, siendo protagonista y, ¡oh señor!, queriendo tener el balón. No sé si este fenómeno se debía a una acción desesperada desde el banquillo, a algún tipo de alergia como consecuencia del desayuno de esta mañana o el resultado del efecto de la posición de los planetas en el entorno de la vía Láctea pero gracias has sido así y gracias a ello en 10 minutos hemos vistos dos ocasiones de gol clarísimas (Agüero nada más empezar y un contrataque de Simao a Sinama que saca el portero malagueño) mientras no parecía existir el equipo rival.

El problema de adoptar una actitud tan poco utilizada anteriormente es precisamente el “efecto coma” que sufren los pacientes que pasan demasiado tiempo sin moverse en una cama. Al despertar tienen sus facultades activas pero la falta de costumbre hace que los movimientos sean lentos y torpes y que todo el sistema esté resentido. Así Asunçao y Raúl García intentaban buscar el balón y repartirlo pero eso es algo que no saben hacer y menos cuando no están acostumbrados a hacerlo. Cualquiera de los dos sería un genial escudero para alguien que supiese jugar el balón desde el centro pero eso es algo que no parece entrar en el esquema de nuestra secretaría técnica ni deportiva. Forlán trataba de venir al centro del campo para hacer esa labor pero por mucho empeño que le ponga y por mucho que su entrenador insista en ello, Forlán no se ha hecho famoso por ser centrocampista. Pero aun así, sin brillantez, el equipo controlaba el partido con claridad y sencillez y el Málaga no encontraba su sitio y sólo se limpiaba el peligro a base de esos pelotazos a los que paradójicamente nuestro equipo está desgraciadamente acostumbrado.

Pero mediada la primera parte llega la suerte, maldita suerte. Un jugador Malagueño tira un disparo lejano que aparentemente no va a ningún sitio pero el balón toca la espalda de Perea y desvía la trayectoria ante la triste mirada de Leo Franco y para regocijo del respetable. Un injusto 1-0 aparece en le marcador segundos después. El gol sin embargo no provoca el decaimiento entre los madrileños que aunque algo aturdidos por el gol en contra siguen intentando mantener el partido en los mismos parámetros, pero es muy difícil en 7 días cambiar la forma de “jugar” que llevas más de dos años ejecutando y al equipo se le ve espeso. Perea pierde los nervios y hace una brutal entrada que le cuesta la tarjeta amarilla mientras un Kun aparentemente motivado y con ganas no termina de encontrar su musa y tener acierto.

Según pasan los minutos la llama se apaga los pelotazos aparecen y el partido parece entrar en un terreno aséptico que no augura nada bueno. Los mediocentros empiezan a esconderse, los laterales vuelven a mandar balones rifados a campo contrario y el ritmo se para. Pero aparece de nuevo la suerte, bendita suerte. Una falta desde el lateral derecho es sacada magistralmente por Antonio López consiguiendo una salida en falso del portero, un rechace de Heitinga y un gol en las postrimerías del descanso. Alguien debería analizar (o no) porque los goles del atleti llegan todos igual en los últimos partidos.

Tenía verdadera curiosidad por ver como saldría este equipo después de hablar con esa enfermedad personificada en entrenador mejicano que sigue siendo el inquilino del banquillo rojiblanco pero lo cierto es que el equipo salió en la segunda parte igual que lo hizo en la primera, a ganar el partido y hacerlo de la forma se supone más lógica en esto del fútbol que es teniendo el control del partido y del balón. Sinama que había salido de titular dejó su sitio a Maxi lo cual parecía también un cambio lógico a tenor del flojo papel del francés en la primera parte (jugando fuera de su sitio, claro). La segunda parte sin embargo se fue convirtiendo poco a poco en un partido mucho más feo y mediocre donde el patadón y los errores aparecieron con algo más frecuencia.

El Málaga aparece reservón refugiado en su propia área y aunque llega de vez en cuando a las inmediaciones del área colchonera las ocasiones mejores son de los rojiblancos como un remate a las nubes de Maxi después de una gran jugada de Forlán por la izquierda. El atleti intenta meter tensión y presiona la salida de balón malagueña desde el principio pero lo hace de forma imprecisa y deslavazada volviendo a dar esa sensación de falta de tono táctico que ha acompañado todo el partido. La actitud del equipo era irreprochable pero el juego se apagaba poco a poco dejando en el camino jugadas puntuales pero francas de los malagueños como la que se solventó con un paradón de Leo Franco tras saque de falta envenenado. Debíamos rondar el minuto 15.

Fue a mitad de segunda parte sin embargo cuando fuimos conscientes que el partido de hoy no era para el Atleti. Jugada de Forlán y Maxi en la frontal del área y un balón que queda franco a Simao delante del portero pero que desgraciadamente el Malaga saca de la línea de gol con el portero ya batido. No volvimos a tener una ocasión igual, ocasión que si tuvo el Málaga algunos minutos después y que Leo Franco sacó con los pies y con muy buena colocación. Maldita suerte, bendita suerte. Entre medias de esas dos ocasiones de gol apareció en el campo Maniche por Asunçao algo que personalmente si considero un cambio ofensivo y nos las estupideces a las que estábamos acostumbrados en los últimos partidos. El equipo tuvo más dinamismo y alegría pero siguió sin jugar bien y tampoco sirvió para nada concreto. En los últimos minutos incluso el Malaga pareció estirarse algo llegando con peligro virtual a la portería del señor Franco aunque la última jugada de peligro fue para los colchoneros. Una falta en la frontal a Maxi que saca Simao y remata Ufjalusi haciendo que Gotilla, portero del Malaga, haga la parada de su vida salvando al equipo de la derrota. Fin del partido.

El atlético de Madrid no ha jugado bien en el día de hoy pero la actitud de sus jugadores ha sido irreprochable, el discurso acertado, la actitud decente y profesional y sin duda ha merecido ganar el partido lo cual es algo que desgraciadamente no podemos decir durante los últimos encuentros de las últimas temporadas. Si hubiese sido de otra forma en tantos y tantos partidos probablemente estuviésemos hablando y soñando en otros términos pero eso es hablar de leyendas y películas. Leía esta semana al cantante de los Sex Pistols decir que si un mástil no cede con el viento acaba rompiéndose. ¿Estará Aguirre cediendo? Podría ser pero me temo que el mástil esta roto desde hace tiempo. Un poco tarde.

Gente feliz y resplandeciente

“Gente feliz y resplandeciente cogiéndose de las manos, gente feliz y resplandeciente riéndose...”

El último fin de semana de agosto es exactamente la fecha que deberíamos utilizar para marcar el inicio del año. La mayoría de la gente vuelve de vacaciones, aparecen los coleccionables en el quiosco, comienzan los nuevos propósitos, las nuevas temporadas de las series de televisión... y empieza la liga. Es entonces cuando ves en la clasificación del periódico que todos los equipos están empatados y que no hay nadie que te saque un sólo punto y entonces es cuando piensas que este puede ser el año. Hace exactamente siete días que terminaban mis vacaciones y empezaba para mi ese año virtual y puedo prometer y prometo que mis sensaciones y mi ánimo estaban bastante alejados de la inocente ilusión positiva que todo el mundo tiene ante el inicio de las cosas. La temporada anterior y su patética continuación estival hicieron que mi tradicional optimismo injustificado se transformase en una especie de fósil anquilosado y obsoleto que alimentaban una nube negra sobre mi cabeza pero los últimos cinco días han dado vida a la bestia dormida y vuelvo a ser ese niño inocente que todo se lo cree. El fútbol tiene estas cosas. Cosas que por cierto no entiende la gente que reniega del propio fútbol, incluidos muchos entrenadores que viven de el. Veremos lo que dura.

“Gente feliz y resplandeciente riéndose... reconóceme entre la multitud,...gente, gente.

La tarde era perfecta. Calor veraniego, un estado lleno y esa luz preciosa que planea sobre el Calderón los días en que el partido comienza bajo la luz del sol. La grada estaba contenta tras el empacho de orgullo del pasado miércoles y todos esperábamos espectantes el inicio del partido... ¡y qué partido!. Hacía muchos años que no disfrutaba tanto el calderón en un partido de liga contra un equipo de los no mediáticos. Ha sido un ejercicio arrollador de jugar al fútbol con criterio y sin aspavientos donde se han conjugado como nunca la velocidad, la fuerza, la concentración y porque no decirlo, también la clase. Ni siquiera ha hecho falta recurrir a la suerte, como otras tantas veces, en una tarde magnífica en la que la afición colchonera hemos vuelto a salir orgullosos de nuestro equipo.

Sin dejarse amedrentar por la euforia post-champions presente hoy en cada rincón del Calderón, ni por el genuino colorido en las gradas el equipo ha salido, por fin, a lo que debería salir el atlético de madrid siempre, juegue contra quien juegue. A ganar. La defensa conservaba la solidez que compró el pasado miércoles, el centro del campo mantenía la posición y aunque con cierta timidez todavía dominaba el juego. La delantera, nuestra delantera, esa bendición de Dios, esperaba el momento de aplicar su letal furia. Sin prisas, sin pausas, sin preciosistas juegos de trileros. Con determinación seriedad y juego. Así, como debe ser, enseguida llegó el primer gol. Tras un par de saques de esquina bien sacados, para variar (algo debe estar cambiando a la rivera del Manzanares) el siguiente provocó un balón muerto dentro del área que Ufjalusi remató a la red. Mi compañero de al lado nos comunicó que la radio daba el gol a Heitinga. Lo mismo me da que me da lo mismo.

Fue en ese momento, minuto 26 de la primera parte aproximadamente, cuando se obró el milagro. Los cielos se abrieron, las aguas se separaron, los ángeles empezaron a cantar, San Pedro abrió de par en par sus puertas y el Club Atlético de Madrid decidió seguir jugando de la misma manera que antes de estar por delante en el marcador. Por primera vez en dos años el Atleti renunciaba a replegarse como una banda de cobardes acobardados y apostaba por seguir presionando arriba, tener el balón e intentar marcar el segundo. El destino, haciendo un favor al fútbol y a mi equipo, decidió que esa era la mejor forma para salir de un campo de fútbol con dignidad y así llegó el segundo gol rojiblanco. Llegó sin sufrir gracias a la labor de ese gran futbolista uruguayo que defiende nuestros colores: Diego Forlán. Para entonces, antes y después, el atleti era una maquina de hacer fútbol serio y el Málaga una demostración de la división en la que jugaba hacía pocas semanas. Un enchufádisimo Maniche no sólo llegaba a todo sino que desplegaba pases y fútbol como no se le había visto nunca en el Calderón mientras que Conçeisao hacía las labores de eficaz escudero siendo rápido, fuerte, ocupando mucho campo, ayudando a sacar el balón en defensa mientras tapaba la salida del equipo contrario con diligencia. Debut interesante el de este jugador que francamente no era muy esperanzador para mi. Simao está con ganas y poco a poco nos vamos acostumbrando a lo buen jugador que es. El día que consiga algo más de protagonismo en este equipo nos daremos cuenta de que efectivamente fue un gran fichaje. Y a todo esto el Kun, siempre el Kun. Cansado y aturdido por lo movidito de los últimos meses siempre tiene algo con lo que deleitar a las gradas. Un portento de jugador. En estas llegó el tercer gol de penalty pero eso era lo de menos porque todos estábamos disfrutando de algo que hacía mucho no veíamos en este estadio: fútbol.

“Todos alrededor lo aman..., ponlo entre tus manos, cógelo. No hay tiempo para llorar...feliz, feliz. Ponlo en tu corazón donde mañana brillara”.

La segunda parte fue otro monólogo colchonero donde Maniche se desató definitivamente y solamente un más que probable resquemor desde el banquillo impidió al portugués recibir una sonora ovación de haber sido sustituido. Incluso el recién llegado Sinama se apuntó a la fiesta con un gol tan brillante como imposible que probablemente nos de el primer liderato de liga desde hace demasiados años.

Y digo yo, ¿por qué no podemos hacer siempre lo mismo? Si, ya sé que el Malaga fue muy flojo, tuvimos suerte y bla, bla... pero no me refiero a eso. Me refiero a la actitud, al espíritu a las ganas. Me refiero al criterio, a la estrategia, al discurso. Teniendo todo esto ganar o perder pasa a ser anecdótico y la suerte un convidado de piedra a diferencia de antes donde la suerte era el jugador más importante.

Es el segundo post que escribo feliz en menos de 7 días. Hacía mucho tiempo que no me pasaba algo parecido. ¿Estará ocurriendo algo? También es el primer post en muchos meses en el que no habló de Aguirre. Espero que todo esto no sea un espejismo.

“Gente feliz y resplandeciente cogiéndose de las manos, gente feliz y resplandeciente riéndose...”


Shiny Happy People (Berry, Buck, Mills & Stipe)
Rem - Out of Time (Warner/1991)